¡Buenos días a todas! ¡Espero estén pasando un lindo día! Con agrado les dejo un nuevo capítulo de nuestra historia. Para las que no hayan leído el capítulo 9, se los recomiendo. Ji ji ji! Un abrazo.
"MI REALIDAD"
CAPÍTULO XI
Enero llegó y las heladas eran bastante fuertes en esa parte del país.
Candy había intentado visitar el Hogar de Pony a principios de año, un lugar al que, con la generosidad del padre de Anthony, se había enviado en diciembre recién pasado todo lo necesario para que ellos pasaran una Navidad especial, con viandas y regalos para alegrar a los pequeños y para la buena Señorita Pony y la Hermana María; y, sin embargo, a la fecha, mediados de mes, a Candy le había sido imposible visitarlos como hubiese sido su deseo. Esto la entristecía un poco, no había visto a sus madres desde hacía casi un año. Pero Anthony le insistía que tuviera paciencia, que de todas maneras él tenía pendiente una promesa por cumplir con ella, y que tan pronto mejorara el clima, irían juntos a verlas.
Las clases privadas con tutores se habían reestablecido para los jóvenes Andley por órdenes de la Tía Abuela, y las mañanas y tardes, las pasaban en estudios de ciencias naturales, matemáticas, química, historia, etiqueta, música e idiomas. El tiempo que compartían Candy y Anthony se había reducido considerablemente. Y con Dorothy siempre cerca, las pocas veces que salían a la ciudad o a las visitas al capitán Brower, hacían que Candy sintiera en carne propia el significado de la restricción de la privacidad entre ambos. Ella se decía que podía soportarlo con serenidad, cada vez que por las mañanas la sonrisa ilusionada de su prometido la saludaba al otro lado de la mesa en los desayunos. Su bello anillo brillaba en su mano izquierda, sin ocultarlo, y eso llenaba de orgullo a Anthony. Y por eso mismo, Anthony había insistido con la tía abuela respecto a su petición de hablar con el tío abuelo William en persona, pero la Matriarca se mostraba esquiva al respecto, hasta que la mañana del 17 de enero, Anthony fue convocado solo al despacho de la mansión de Chicago.
"Lamento llegar tarde, tía abuela." Dijo tras tocar y recibir el permiso de ingresar. "Cuando recibí su mensaje estaba conversando con el doctor Carnegie", dijo cerrando la puerta tras de sí.
"Toma asiento, por favor, Anthony." Le dijo su tía abuela sin molestarse por su atraso.
El alto joven tomó asiento frente al escritorio y esperó.
La Matriarca tomó un sobre de un cajón bajo llave en el escritorio y luego lo ofreció al muchacho.
El muchacho vio el sobre extrañado, y como acto reflejo se levantó para tomarlo. "¿Qué es esto, Tía Abuela?", preguntó confundido, quedándose de pie. Su nombre aparecía en el sobre.
"Tu respuesta." dijo su tía con seriedad.
El muchacho vio el sobre en sus manos con mayor detenimiento y al abrirlo y leer su contenido, inhaló con sorpresa.
"¡¿Estás seguro, Anthony?!" exclamó Archie asombrado. Los tres primos departían una breve refacción a media mañana, después de su clase de Química y antes de su clase de Música.
"Así es. El Tío Abuelo William me recibirá." Confirmó el apuesto rubio.
"¡¿Cuándo?!... ¡¿Dónde…?!" exclamó Stear, inclinándose hacia adelante en su asiento a la mesa, con interés.
"En Lakewood, este fin de semana", respondió Anthony. "Incluso solicitó que Candy asistiera también."
"¡Es increíble!" dijo Stear. "¡¿Y Candy…?! ¿Ya se lo dijiste?"
"Sí. Está muy nerviosa la pobre, pero le digo que debemos confiar en que sabrá escucharnos."
"¿Apelarás también contra su decisión de ir a Inglaterra, Anthony?" preguntó preocupado Archie.
"Sí. En eso no he cambiado de opinión." Respondió el muchacho firme, tomando otro sorbo de su taza de té sin azúcar.
"Tú sí que tienes valor, Anthony," comentó su elegante primo sacudiendo su cabeza con admiración y dejando su taza de café con crema irlandesa sobre la mesa. "Yo creo que en tu lugar no podría dormir toda la semana pensando en esa audiencia."
"¿Y qué dice tu padre al respecto?" preguntó curioso Stear, habiéndose puesto de pie, sirviéndose del pequeño Buffet en el desayunador otra porción de pastel, regresando luego a su lugar en la mesa.
"Él dice que es una gran concesión la que me hace el Tío Abuelo William. Le pregunté si alguna vez lo había visto o hablado con él, y me respondió que como tío abuelo no. Creo que juega conmigo. No me quiso decir más. Dijo que tuviera paciencia. La tía abuela está igual."
"¡Ay, primo! ¡En la que te metiste!" dijo angustiado el joven inventor regresando a su labor de degustar su nueva porción de pastel de fresas con crema, "¡No quisiera estar en tus zapatos este fin de semana!" le dijo con sinceridad y con crema batida sobre la punta de la nariz, haciendo sonreír a Anthony.
Su sonrisa se le borró, sin embargo, al instante, al traer a su mente la posibilidad de una negativa por parte del Patriarca. De ser así… debía admitir que todo cambiaría en su vida para siempre. Comenzando con su apellido.
Por su parte, Candy no había podido concentrarse toda la mañana en sus clases, y Madame Victoria no había dejado de retarla por no concentrarse en los acordes correctos al piano.
"No sé qué pensar, Dorothy" le dijo Candy a su amiga al regresar a su habitación luego de su última clase de la tarde, debía cambiarse para la comida.
"Calma, Candy. Estoy segura de que todo saldrá bien." Le dijo, ayudándola a cambiar su atuendo, a un vestido más formal. El señor Brower los acompañaría esa noche.
"Es un hombre mayor y es mi padre, Dorothy," siguió conversando la preocupada rubia, "¡Y yo jamás lo he visto! Y, sin embargo, ¡le debo tanto, Dorothy! No estaría aquí si no fuera por su generosidad. Y sin su nombre, no podría siquiera aspirar a estar junto a Anthony - aunque en realidad aún no ha aprobado nuestro compromiso-" murmuró preocupada para sí.
La joven reflexionó un momento más en silencio, mientras Dorothy ahora la peinaba frente al espejo. A pesar de ser su dama de compañía, continuaba cuidando de ella como su asistente personal "¡Dorothy!", dijo de pronto la pecosa, "¡¿Y si el Tío Abuelo quiere hablar con ambos para decirnos que nuestro compromiso no puede ser?!" dijo angustiada. Su mente voló con un temor más profundo "¡¿Quizás quiere casarme con alguien más…?! ¿Recuerdas que la semana pasada en el baile al que asistimos con el Alcalde, se hizo el aviso del compromiso de su hija con uno de los herederos Rockefeller?... la pobre muchacha ni siquiera levantó la vista al anunciarlo junto a su prometido, ¡se veía tan triste! Estoy segura de que no lo ama, Dorothy." comentó frunciendo el ceño. "¡¿Y si es así conmigo?!" se sorprendió entonces. "Talvez tiene un amigo con quien quiera hacer negocios y me comprometa con alguien de su familia!" dijo contrariada, "¡No!, ¡Yo huiré! ¡Ni por toda la gratitud del mundo me casaré con alguien que no sea Anthony!" exclamó decidida. "¡No lo haré, Dorothy! ¡No me obligará!"
Dorothy de pronto comenzó a reír divertida de pie tras ella, sorprendiéndola. "Esto es serio, Dorothy", se quejó la rubia a través de su imagen en el espejo, cuyo cabello ahora lucía la mitad recogido.
"¡Lo siento! ¡Pero deja de crear castillos en las nubes, Candy! No sufras de más." le aconsejó su bella dama pelirroja, dejando de reír. "Hasta donde sé el señor William quiere mucho al joven Brower, se esforzó mucho por castigar a quienes le hicieron daño, y creo que también se preocupa mucho por ti", le dijo extendiendo su mano a su alrededor, hacia todo lo que la circundaba. Candy reflexionó en la realidad de su vida ahora, rodeada de familia, protección y comodidades. Y amor, sobre todo de eso último, amor. Ese último pensamiento la hizo tranquilizarse y sonreír apenada.
"Tienes razón, Dorothy", dijo la pecosa a su dama de compañía a través de su reflejo en el espejo. "Debo confiar en el Tío Abuelo William como él confió también en mí." aceptó. "Se lo debo."
"Bien dicho, Candy." Le dijo la bella joven pelirroja, continuando su labor de elevar sus rizos dorados en un elegante recogido. "Ten fe." Le sonrió dándole ánimos, sonriéndole en su reflejo en el espejo francés frente a ella.
Candy asintió, y sintió en su corazón que podría vivir el resto de su semana en una tolerable espera.
"Padre, necesito tu ayuda." La voz angustiada de Anthony sorprendió al Capitán Brower, al entrar su joven hijo en su despacho en la mansión Brower.
"¿Sucede algo malo, Anthony?" El elegante caballero hizo a un lado el libro de contabilidad de la naviera Brower sobre el ornamentado escritorio, y puso su total atención en el preocupado muchacho que se le aproximaba.
"Es sobre Candy." Le dijo su hijo serio, permaneciendo de pie frente a su escritorio. Su rostro se veía demacrado.
"¿De Candy?", se extrañó su padre. "¿Le sucede algo?", se preocupó.
El joven nervioso apartó su vista. "No sé bien cómo decirte esto, padre, pero…" Anthony respiró profundamente, tocando levemente la punta de sus dedos sobre el brillante escritorio, frente al cual estaba de pie. "¿Recuerdas lo que te mencioné hace unas semanas sobre tus nietos?", dijo un tanto avergonzado.
"Sí…", respondió el señor Brower con cierto temor.
"Pues, creo que ahora necesitaré de toda tu ayuda para enfrentar al tío abuelo William. No creo que me escuché a mí solo."
"¿Qué quieres decir, Anthony? ¿Quieres que vaya contigo a tu reunión? ¿Qué pasó?"
Anthony lo vio apenado. "Me temo que… pronto serás abuelo."
"¡¿Qué?!"
El señor Brower se levantó de golpe de su silla tras el escritorio, y se encontró de pie, junto a una ventana abierta donde una cortina se mecía con el suave viento de la tarde hacia el jardín. Notando que su silla de escritorio era ahora un cómodo sillón en su residencia.
"¡Padre! ¿Estás bien?" Preguntó un Anthony sorprendido, dejando de lado su libro de principios de medicina, en la biblioteca de la mansión Brower, para ponerse de pie y acercarse a su padre, que se notaba conmocionado, viendo confundido hacia todas partes.
"¿Estás bien?" preguntó preocupado Anthony, apoyando su mano en su espalda y sujetando su brazo para ayudarlo a sentarse otra vez. Notó que su mano derecha se había apoyado en la antigua herida en su costado izquierdo. "No debes hacer movimientos tan bruscos, papá. La herida aún es muy reciente." Lo increpó. "¿Qué sucedió?" preguntó extrañado.
"¿Dónde está Candy?" le preguntó de golpe a su hijo.
"¡¿Candy?!" repitió Anthony sorprendido. "En la mansión Andley." Le respondió con serenidad. "Solo yo vine a verte esta vez. ¿Lo recuerdas?"
Los sucesos recientes llenaron su memoria de pronto. El aviso de Anthony de su llegada para almorzar y la decisión de quedarse con él un par de días.
"Fue un sueño…" susurró para sí.
"¿Un sueño?" dijo Anthony. "¿Tuviste un mal sueño?" le preguntó.
Los ojos del señor Brower se fijaron en los ojos preocupados de su hijo. Era increíble lo mucho que se parecía a su Rosemary. Incluso una pequeña arruguita sobre su ceja derecha se le formaba al mostrar preocupación, la situación le trajo recuerdos olvidados de su esposa, con solo verle.
El capitán suspiró sonriente, "No, hijo." Le dijo, palmeando su mano para tranquilizarlo. "No un mal sueño en realidad, solo… uno inesperado." Sonrió. "¡No debiste ofrecerme nietos tan pronto!", se rió divertido reconociendo de dónde había alimentado su sueño su subconsciente.
"¡¿Nietos?!" Se sorprendió Anthony por las palabras de su padre. Pero luego sonrió viendo a su padre con un espíritu tan liviano. "¿Quieres nietos, papá? - ¡Tú solo dime, y yo me encargo! -"
"¡Anthony!" lo regañó su padre cambiando de actitud de inmediato.
Y Anthony comenzó a reír divertido al ver su reacción. Luego de un momento, viendo que su hijo solo le tomaba el pelo, Vincent Brower sonrió, sacudiendo con su mano el rostro sonriente de su hijo junto a él, mientras el joven se zafaba de su alcance aun riendo.
A medida que el vehículo avanzaba en medio del camino de nieve, los dos elegantes jóvenes que viajaban en el asiento de atrás del Rolls Royce plateado con la insignia Andley al frente, iban en un silencio tenso.
Hacía cuatro horas que habían salido de Chicago y ya habían entrado a los terrenos cercados de la Mansión de las Rosas. De hecho, estaban a punto de llegar a la casa principal, juntos por primera vez, desde el día del atentado. Y a medida que se aproximaban, su charla iba disminuyendo poco a poco, perdiéndose cada uno, sin notarlo, en sus propios pensamientos. Solo sus manos entrelazadas entre ellos era la única señal de que iban dispuestos a presentar un frente unido a lo que fuera que los esperara en ese lugar donde tan felices habían sido, y que también tanto dolor les había causado. ¿Cuál de esos extremos se sumaría esta vez, entre sus muros, a su memoria individual?
La incertidumbre los hacía mantener el silencio a medida que el vehículo cruzaba finalmente el nevado, pero icónico, Portal de las Rosas.
Continuará…
¡Espero les haya gustado!
Quiero agradecer a Mayely león, Sharick, Guest 1, Cla1969, GeoMtzR, Guest 2 y Maria Jose M ¡por tomarse un momento para compartir sus comentarios del capítulo anterior! ¡Mil gracias, amigas! Es lindo saber que les gustó.
Querida Georgy, gracias por tu comentario, no te preocupes mucho! Ji, ji, ji! Un gusto leerte y esperamos con ansias tu próxima historia! ¡Te envío un gran abrazo!
Cla1969, me alegra que hayas disfrutado el capítulo, ¡a pesar del calor! ¡Aquí también nos estamos asando! Creo que ya contesté tu pregunta hoy. Ji, ji, ji! Espero te haya gustado. ¡Un abrazo!
Y querida María José, no te preocupes, es un Minific comparado con los grandotes! Ji, ji ji! Te adelanto que hoy pasamos de la mitad de la historia! ¡Un abrazo!
Como soy nueva en esto creo que algunas leen el último capítulo publicado y no notan que había otro antes que no habían leído. - Me pasó en alguna historia que leía yo también. - O al menos esa es mi teoría! Ja ja ja! Igual allí se quedan puestos para que los lean luego. Por eso dije lo del 9 al inicio. Ji, ji! ¡Un gran abrazo a todas!
¡Que tengan un excelente día!
lemh2001
21.06.2023
