La actual mangaka, de la cual Misaki estaba a cargo, entró en un estado de colapso emocional total.

—¡Fumi-san, por favor, recupere la cabeza! —pidió Misaki, sosteniendo el enflaquecido cuerpo de la autora. Se notaba lo poco que había comido debido al estrés acumulado ante el inminente debut en el shojo—. ¡Es fuerte! ¡Por favor! ¡No se vaya!

La mujer lo miró con ojos taciturnos, lucia mayor que Misaki a pesar de tener menos edad, y no dejaba de llorar.

—¡No puedo! ¡No puedo! ¡Todo lo que escribo es basura! —gritó aferrada a su manuscrito. Las asistentes se quedaron paralizadas.

Misaki se mordió el labio, y salió un momento de la habitación, mientras continuaba escuchando los sollozos sin consuelo de la mujer. Al regreso, traía una bandeja llena de pastelitos que había horneado hace poco, junto a varias tazas de té. Las mujeres de la habitación lo vieron sus movimientos sorprendidas.

Se acercó a paso sereno a Fumi, y con un pañuelo le limpió las lágrimas, como si fuera una niña pequeña; la mujer se dejó tratar con cuidado, mientras escuchaba las necesarias palabras humildes y alentadoras de Misaki, que le expresaba las maravillas del proyecto que planteaba.

En un breve descanso de diez minutos, todas se sirvieron un trozo dulce y una taza de té, para centrarse en apoyar a Fumi lo mejor que podían. En cuanto eso terminó, la mujer se quedó mirando las manos con aspecto pensativo, y le pidió a Misaki que hablaran en privado un momento.

—Necesito pedirte algo, Misaki-kun…

Se encontraba plantado frente a esa hoja en blanco, con un suspiro atrapado en a boca y el sonido de las páginas del libro que Usami leía de fondo.

—¡AH! ¡No tengo nada! —gritó frotándose la cabeza—. ¡Estoy completamente vacío!

Las risas burlescas de Usami agravaron la molestia de Misaki, que giró sobre la silla y entrecerró la mirada, para chasquear la lengua.

—¡No te rías! ¡No es gracioso!

—Es tu culpa por haber aceptado la petición de esa autora —determinó Usami, que llamó a la gata para que se le sentara en las piernas—, ahora asume las consecuencias de tu bondad.

—Te odio, de verdad que te odio muchísimo.

Apoyó la barbilla en la mesa y trató de escribir un par de palabras, pero que pronto se le volvieron a escapar del alcance.

Solo necesitaba escribir u relato breve de romance entre los protagonistas de la historia de Fumi. Un borrador divertid y ligero que ella quería incluir como extra en cada volumen de manga.

Pero aun así, Misaki, cuyo último contacto con la escritura fue para hacer la molesta tesis universitaria, se vio con miles inseguridades que resurgieron en esa hoja en blanco.

Se levantó para rellenar la tasa de café. A pesar de la hora, sentía una extraña necesidad por tomar algo caliente en un momento de tal introspección. Mientras veía el líquido, pensó en el amor y sus ojos se dirigieron a Usami, que continuaba con los ojos pegados al libro, mientras la gata recibía las caricias automáticas y monótonas de Usami.

Pero a las chicas de preparatoria no les interesaban las historias de amor entre dos adultos que llevaban una vida aburrida.

Se llevó la tasa llena y volvió a reposar la tasa en el portavasos al lado de la computadora, antes de subir a buscar un poco de material para inspirarse. Una vez bajó con varios magas shojo encima, encontró algo fácil y banal y comenzó a escribir.


—¿"La luna está preciosa esta noche"? ¿Es en serio? —preguntó Usami una vez acabó de leer la historia de Misaki, que se encogió de hombros—. Por no decir de las pifias en la construcción de personajes, desarrollo y ambiente. Misaki…

—Se que soy malo escribiendo ¿ya? No es mi culpa haber nacido mal —gruñó, mientras terminaba de preparar una ensalada de frutas para la cena—. Aparte, el shojo no es lo mío… aunque trabajo en eso. Supongo que por eso no me genera tanto entusiasmo.

Usami volvió a escribir las pobres quinientas palabras en el documento y comenzó a corregir lo que le parecía fuera de lugar.

—¿Por qué ocupas frases que nunca has dicho?

—Porque es lo que les gusta a las niñas.

Usami murmuró algo y se fue a sentar al comedor, con un apetito creciente.

—Entonces ¿opinión general?

—¿La más sincera?

Misaki asintió.

—Un fanfic escrito por una niña de diez años es un nobel comparado a lo que escribiste.

Fue como una patada al estómago. Misaki mordió un trozo de naranja demasiado amargo y lo escupió con rabia.

—Te recomendaría que escribieras algo nuevo, que no suene como el copia y pega de un montón de novelas cursis, y que ocupes situaciones que se sientan mas verosímiles, no tan convenientes.

Misaki asintió desanimado, y vio de reojo la computadora encima de la mesa de centro de la sala.

—Pero no sé de qué escribir… —suspiró Misaki, antes de devolver la mirada a Usami con una idea en mente—. ¿Por qué no escribes algo tu? Te saldría mucho mejor, y tampoco te llevaría mucho tiempo ¿no?

—Tienes razón… pero no me gusta trabajar gratis.

Misaki hizo un mohín con los labios—. No me gustan tus precios.

Escuchó la risa de Akihiko, quien se paró de la mesa y fue directo a abrazar a Misaki que lucía enfurruñado.

—Bueno, quizás te puedo ayudar a encontrar una idea a cambio de un precio mínimo.

—¿De verdad? Vale, dime que quieres.

Akihiko sonrió malicioso y susurró un par de palabras en el oído de Misaki, que se sonrojó tanto que casi entra en una sobrecarga de información y lo llevó a preguntarse cual era el precio más elevado en la lista de perversiones de Usami.

—No pienso hacer eso.

—Entonces le puede mandar lo que escribiste. De seguro que se pondrá contenta de recibir algo como eso.

Frunció el cejo y arrugó la nariz.

—¿Por qué no puede ser algo más sencillo?

—Porque no sería divertido.

Con completa paz, Akihiko volvió a sentarse al frente de Misaki, para colocar esa mueca altiva que lo ponía de los nervios.

—Entonces ¿Qué dices? Puedo cobrarte después, pero eso es lo que pido.

Aquel trabajo se lo tenía que entregar a Fumi mañana, para que alcanzara el tiempo de bocetar algo, corregirlo y luego ilustrarlo en la novela. No podía decepcionarla, porque temía que volviera a colapsar, y esta vez no sabía si iba a lograr que se levantara tan fácilmente.

—Esta bien… lo haré… dime.

—Te gusta el shonen ¿verdad? —Misaki asintió— Y por lo que me contaste ese Shojo es una historia bastante sencilla, estudiantil ¿no? —Misaki volvió a afirmar—. Entonces escribe de algo radicalmente distinto.

—¿Qué?

—Pon a los personajes en otro universo. En otro tiempo. En otros contextos. Ellos son lo único claro, entonces si los conoces también deberían ser capaces de moverse en otros lugares de manera verosímiles.

Misaki abrió la boca, al notar el consejo tan sencillo, pero al mismo tiempo que no se le había ocurrido.

—Me dijiste que te habías enganchado a este anime de fantasía en otro planeta ¿no? Escribe sobre lo que te gusta, en un genero que te fascine, pero has que las tramas breves desemboquen en bromas o en situaciones relacionadas con el romance.

Terminó de devorar la cena y fue corriendo al computador con varias ideas en mentes. Usami sonrió y se aceró con su bol de fruta para sentarse al lado de Misaki, con un brazo sobre los hombros del chico.

—Bien, entonces espero mi pago.

—Sí, sí, lo que sea —bufó molesto, antes de tomar el computador, seleccionar todo lo escrito y borrarlo—. Por ahora déjame trabajar… ¿Puedes meter tu la loza en el lavavajillas? Quiero terminar esto rápido para que lo revises.

Usami asintió, le dio un beso en el pelo y lo que se fue devuelta a la mesa.

No sabía si aquella sugerencia valía el coste de su dignidad, pero al menos era consciente que ahora podría escribir algo un poco más interesante.

—¡Misaki-kun! ¡Esto es maravilloso! —exclamó Fumi, al terminar de leer el borrador con una amplia sonrisa—. Nunca he dibujado armas, por lo que no sé si me salgan del todo bien, pero con esta trama me motiva más a intentarlo.

Misaki sonrió y luego de escuchar las sugerencias del resto del equipo, pudieron terminar de bocetar los breves extras basados en la historia de Misaki.

Al regresar, se sintió renovado, en especial al ver como la propia Fumi decidió añadir un guiño a su persona en una viñeta.

En definitiva, escribir no era lo suyo, pero esas experiencias le recordaron el motivo por el cual escogió dedicarse a la edición. No podía estar más deseoso de ver el trabajo, lágrimas y risas de todo el grupo en las tiendas, con el único deseo de hacerle sentir al resto lo mismo que ellos sintieron.


Sábado 03 de junio de 2023

23:59 p.m.

En el siguiente se cobrará la promesa jajaja.