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Edward

Cuando entro a casa Seth y Paul están por irse al bar y dejo mi mochila de gimnasio en el piso, junto a la entrada de la sala.

—Hombre—Paul aplaude, contento—. Nos estamos yendo.

—Ya lo noté—murmuro, pasándome una mano por el cabello.

—¡No! A casa, nuestro apartamento está listo—explica Seth—. Desde el fin de semana pasado.

Les frunzo el ceño, deteniendo mi camino hacia las escaleras.

—¿Entonces por qué siguen aquí? —mascullo.

—Porque no queríamos irnos, duh—Seth responde.

Le ruedo los ojos.

—¡Vamos, hombre! ¿Y dejarte solo? No somos tan malos—Paul murmura, palmeando sus bolsillos.

Hago un gesto desdeñoso con la mano y subo los primeros escalones.

—Como sea, tal vez vaya al bar más tarde.

—¿A trabajar? —Paul pregunta, ambos me miran desde la puerta principal, con cabezas ladeadas.

—Tal vez, no lo sé—resuelvo.

Ellos dicen algo, pero no los escucho. No estoy de humor.

Cuando llego al baño la puerta principal se cierra y entro a la ducha.

He estado perpetuamente irritado desde el domingo por la mañana, aunque tal vez "ansioso" es la palabra correcta.

Heidi y Eric me han hecho saber abiertamente que estoy siendo un dolor en el culo. Victoria también podría decirlo, pero creo que ella sigue sintiéndose como la nueva y sin tantas libertades.

Al menos ella y Heidi parecen haber olvidado su desliz de una noche.

Paul y Seth me dan miradas curiosas, pero ninguno de los dos ha hecho preguntas.

Bella está ocupada ahora, con Rosalie, haciendo alguna cosa relacionada a los vestidos de las damas de honor o algo así. No tengo problema con eso. De hecho, estoy aliviado de que esté ocupada, dado que la he estado evitando desde su confesión.

No sé qué hacer al respecto. No he llegado a ese punto todavía, necesito más tiempo y he tenido suerte de que Bella no ha comentado nada. Sigo creyendo que ella piensa que ya estaba dormido, pero eso no quiere decir que ella se detendrá de decirlo en voz alta, en cualquier momento, cuando yo esté completamente despierto.

Así que antes de que eso suceda, estoy tratando de trazar una línea, ganando algo de tiempo.

Y por eso antes de que ella llegue, yo ya estoy camino al bar.

Paul me sonríe cuando me deslizo a su lado en la barra y palmea mi espalda.

—El hombre de la camisa azul quiere un whisky—murmura bajo su aliento y le sirvo su bebida al cliente, que asiente despistadamente y continúa escribiendo en un diario.

—¿Por qué decidiste venir hoy? —Seth cuestiona, dejando vasos vacíos sobre la barra y apoyándose en su codo.

—¿No puedo simplemente venir? —le alzo las cejas, evadiendo la pregunta.

—Oh, claro que puedes—él asiente, tamborileando sus dedos en la barra y luego se inclina para hablar más bajito—. Pero siempre estás lamiéndole el trasero a Bella, por eso mi pregunta.

Paul se ríe entre dientes sin dejar de limpiar copas.

—¿Qué? Claro que no.

Pff, claro—Paul sacude la cabeza—. Enserio, ustedes dos deberían dejar de estar juntos todo el puto tiempo.

—En-se-rio…—Seth pica mi pecho tres veces—. Ni siquiera sé con quién estoy hablando justo ahora, ¿eres Edward? —alejo su mano de un golpe.

—Parecen siameses—Paul opina.

Les entrecierro los ojos.

—Han estado hablando a mis espaldas, ¿cierto?

—¿Qué? ¡Claro que no! —Seth se lleva una mano al pecho, ofendido.

—Si—Paul confirma.

Seth le lanza una mala mirada.

—Bueno, puede que un poco—Seth hace la seña con su índice y pulgar, aceptándolo.

—Se equivocan—mascullo, pasando mi dedo por los nudos de la madera de la barra.

—Incluso duermes con ella—Paul señala.

—Si, ¡porque ustedes están en mi casa!

—Como sea—Seth agita su mano.

Es bastante extraño que ellos comenten eso justo ahora que trato de evitarla. Debe ser algún tipo de conexión entre amigos. Nuestros tres cerebros están comenzando a convertirse en uno.

—Como sea, creo que vendré también mañana—anuncio y ellos comparten una mirada breve antes de asentir.

—Iré a hacerle compañía a la chica de rojo—Seth dice, antes de alejarse de la barra.

Paul y yo nos entretenemos con algunos clientes, hombres volviendo del trabajo, principalmente. Hay un grupo de personas en una mesa, parecen ser compañeros de oficina que celebran algo. También hay algunos policías sin uniforme, pero con placa y arma en un rincón. Lucen concentrados, hablando en murmullos, como si estuvieran resolviendo un gran caso.

Seth va y viene, llevando tragos.

—¿Te quedarás hasta el cierre? —Paul pregunta.

—No, me iré más temprano—respondo, dejándole otro whisky al hombre de azul.

Un rato más tarde, alrededor de las 9, mi celular vibra con una notificación. Lo saco de mi bolsillo para encontrarme con un mensaje de Bella.

Bella: ¿Dónde estás?

Exhalo, temeroso, tecleando una respuesta.

Edward: Salí.

Bella: Ah, ¿con los chicos del trabajo?

La corto antes de que esta conversación se alargue más, antes de que se desvíe a aguas peligrosas.

Edward: ¿Tengo que decirte en dónde estoy y con quién salgo?

Bella tarda un minuto en responder. Las burbujas que indican que está tecleando algo aparecen y desaparecen.

Bella: ¿Qué? ¡No! No me refería a eso, es sólo que Paul y Seth están en el bar.

Mierda.

Suspiro, mirando al frente. Incluso lejos y a través de una pantalla me pone ansioso. Por mi vista periférica veo a Paul y a Seth echándome ojeadas. Quiero patearlos justo ahora.

Bella: Sólo me preguntaba si podíamos ver una película o algo. Como sea, olvídalo. Diviértete.

Bloqueo mi celular y lo echo al bolsillo sin responderle. Estoy siendo tan idiota, pero tal vez Paul y Seth tengan razón y este es el comienzo del espacio que necesitamos.

xxx

Una vez más estoy huyendo, entrando a casa y yendo directo hacia la ducha cuando ruido en la sala llama mi atención.

Bella está ahí, revolviendo cosas y hurgando entre los cojines del sofá.

—Hey—saludo en un murmullo, deseando que por algún milagro no me escuche.

Pero ella lo hace porque se gira y sonríe. Está usando pantalones de yoga grises y una sudadera rosa.

—¡Hola! ¿Cómo estás?

—Bien. ¿Qué estás haciendo? —balanceo mi cuerpo sobre mis talones, incómodo.

—Buscando el cargador de mi iPad. Hay un gran desastre aquí—comenta, levantando una bolsa vacía de papitas.

—Seh, buena suerte—murmuro y hago mi camino hacia las escaleras.

Echo una ojeada a la sala cuando estoy a punto de irme.

Bella sigue ahí, sentada en el sofá, jugando con su celular y el cargador de su iPad está en su cuello, como un estetoscopio.

—¿Vas a salir? —pregunta, cuando me ve colocándome mi chaqueta.

—Sip, tengo que ir al bar—tomo mis llaves y mi celular, echándolo al bolsillo y evito el contacto visual con ella.

—¿Tienes un minuto? —ella ya está apoyada en la pared junto a mí, ladeando su cabeza.

Uuhh. Dios, sálvame.

—Seguro, ¿qué pasa? —la miro, entornando mis cejas.

—Bueno… mmm—carraspea, mirándose los pies—. Estoy pensando en hacer el viaje a Nueva York que mi papá planeó y… no lo sé—se rasca la frente—. ¿Te gustaría venir conmigo?

Mierda. Debería estar enojada por mi mensaje de ayer y mi no respuesta. En su lugar, está invitándome a la jodida Nueva York.

—Siempre puedes decir que no—se apresura a explicar—. Sólo házmelo saber para devolver un boleto… o siempre puedo llevar a Ángela—dice en un susurro.

No se está comportando como la Bella de siempre. Está siendo cautelosa, sus ojos lucen ansiosos y sé que no tiene nada que ver con su invitación. Sabe que algo anda mal, lo ha notado, está poniendo también una barrera.

Ir al Este con ella suena serio, como algo que harías en una relación estable y larga. Y ahora siento que una fecha límite para decir "te quiero" está cerniéndose sobre mí.

—Sé que tienes que trabajar… con los chicos y en la revista—añade luego de un largo silencio por mi parte.

—¿Y tú no?

Medio sonríe, desenredando el cargador de su cuello y metiéndolo en el bolsillo frontal de su sudadera.

—Si, claro, pero digamos que tengo un pase libre en esto. Tú no.

Asiento.

—Claro. Bueno, lo pensaré.

Sus cejas caen y luce decepcionada. Carraspea y asiente con la barbilla.

—Seguro, sólo piénsalo. Ve si es posible—se acerca a la puerta, tomando el pomo—. De acuerdo, te veo luego.

Salgo tras ella y mientras cierro mi puerta, ella entra a su casa, sin mirarme.

Estoy algo aliviado de que no haya hecho preguntas sobre mí no yendo a dormir con ella esta noche. Usé mi sofá porque sabía que Paul y Seth no me dejarían dormir en mi propia cama.

Ellos me saludan cuando entro al bar, que está más lleno que la noche anterior.

—Hey, hombre, ¿estás peleando con Bella? —Paul pregunta, directo y sin escalas.

—Eso explicaría tu humor de mierda y el hecho de que estabas durmiendo en tu sofá ayer en la noche—Seth añade, chupando su paleta de dulce.

Les frunzo el ceño.

—Si, te vimos—Paul asiente, señalándome.

—¿Entonces por qué no me dejaron dormir en mi cama?

—Somos tus invitados, duh—Seth explica— ¿Entonces? ¿Problemas en el paraíso?

—Algo así—acepto.

Tengo muchas cosas en las que pensar. Diablos, desearía que ella no lo hubiera dicho. Desearía haber estado dormido. Desearía sentirlo y estar seguro de esto por primera vez en mi vida. Debe ser lindo no esperar a que los sentimientos lleguen a ti, debe ser lindo que sólo… nazcan.


¡Ay, Edward! ¿Qué haremos con él? Yo opino que funarlo, adelante jaja. Muchas gracias por sus comentarios y por el entusiasmo para seguir leyendo esta historia.

Historia importante, debería decir, porque predije eventos de la cultura pop con ella. Es decir, ¿esos disfraces de Mario y Luigi y Barbie en pleno 2023? ¡vamos, gente! soy psíquica. Y, fun fact, en capítulos anteriores, cuando Bella visita a Edward y comen duraznos con helado, el está haciendo animaciones para los horóscopos y dice "jodeme, mercurio retrógrado" y ¡publiqué ese capítulo en la temporada de mercurio retrógrado! *palmada en la espalda*

Jajaja, nos seguimos leyendo y las invito a la funa, no falten ;)