Naruto no me pertenece, solo hago uso de sus personajes y escenarios para mis alocadas historias.
Aclaraciones: Universo Semi Divergente. Muy distinto al Canon. Con circunstancias raras pero todo con el fin de sacar adelante esta idea que me ha estado acechando por meses.
Advertencias: OCs. Reencarnaciones pasadas. Saltos en la Historia Shinobi sin un orden lógico. Mucho contenido de los antepasados de los Uchiha. Ficciones dentro del Mundo de Naruto porque sí. Disparates y una que otra escena no apta para menores. Y, por si acaso, infidelidad o pseudo infidelidad.
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Capítulo 1
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Para cuando fue consciente de sus alrededores, Hinata se percató que todo era muy diferente a lo que ella solía recordar. Los árboles eran más frondosos y era más fácil ocultar los cielos debido a las copas. Pero el paisaje no solo le ocasionaba una sensación de extrañeza en la boca del estómago, era también la tensión en el aire. Un aroma a guerra, sangre y muerte.
Habían pasado años desde que participó en una guerra y observar los desastres que dejaba a su paso el enfrentamiento contra un enemigo en común. Demasiadas vidas se perdieron, entre ellas la de su querido primo Neji. A pesar del transcurso del tiempo todavía tenía sueños con él, la forma en la que partió del mundo de los vivos con una sonrisa ligera en los labios y los ojos marchitándose, para al final desaparecer, dejando en su lugar las cuencas vacías. Era una imagen que siempre le sabía amargosa y le hacía llorar en silencio.
Reconocía las facciones de los guardianes que la rodeaban, ese aire pulcro, elegante y tradicional era de su clan, pero Hinata notaba algo distinto. No se sentía como siempre. Ninguno de los rostros le era familiar.
—Aoiame-sama.
Ella parpadeó cuando una jovencita a su lado, años menor que ella, le habló con un semblante nostálgico. Tontamente pensó que se estaba refiriendo a alguien más porque ese no era su nombre, se llamaba Hinata Hyuga, no Aoiame. Pero la menor le miraba directamente, esperando una respuesta de su parte.
Confundida de toda la situación, pero creyendo que era mejor seguir la corriente a sacar conclusiones precipitadas y alterar el orden, Hinata asintió con delicadeza.
—¿Sí…?
—¿No está cansada? —preguntó con preocupación la menor, observando hacia abajo—. Ha estado caminando por horas. Aún falta mucho camino que recorrer para llegar al territorio de los Uchiha. ¿Estuvo bien haber marchado sin un carruaje?
—Me encuentro bien, g-gracias —respondió rápidamente. La menor se mostró dudosa de sus palabras y no dejó de verle—. De verdad, no tienes que preocuparte.
—Es mi deber, Aoiame-sama. Su padre, Hiroto-sama, no permitiría que acudiera sola a esta reunión. No confía en los Uchiha.
Hinata arrugó el ceño sin entender qué pasaba. Su padre no se llamaba Hiroto, era Hiashi Hyuga, y aunque tuviera enemistad con los Uchiha en el pasado, después del masacre y dejando a Sasuke Uchiha como único sobreviviente, las tensiones se calmaron y el clan Hyuga fue declarado como el más importante ante la partida voluntaria del hijo menor del fallecido líder.
Y con Naruto siendo el actual Hokage, la percepción que se tuvo hacia los Uchiha debido a los acontecimientos cometidos por el mismo Sasuke había cambiado. O eso se pensaba. Todavía existían aldeanos que mantenían sus sospechas respecto al azabache. Varios integrantes del Consejo optaron por mantener prisionero al Uchiha por una temporada como forma de pago y expiación por los crímenes, aunque el resto de los Kages de las Cinco Naciones Ninja presionaban a Kakashi-sensei en darle un castigo a la altura de sus fechorías. Sin embargo, considerando que Sasuke era de los shinobis más poderosos —junto con Naruto— la idea de matarlo no era sabia, especialmente cuando éste tenía el Rinnegan.
Que Sasuke ayudara a terminar con la Cuarta Guerra Ninja fue beneficioso para él, pues recibió una condena más ligera. Se le encomendó la tarea de investigar todo lo relacionado a lo que Kaguya había planeado realizar en la Tierra con ayuda del ejército de los Zetsu Blancos y con el Zetsu Negro liderando todo aquel plan desde los tiempos de los hijos del Hagoromo Otsutsuki, engañando con facilidad al clan Uchiha al cambiar la tablilla que contenía los secretos del Sharingan.
Aun cuando fue imposible borrar del expediente de Sasuke todo lo ocurrido en el pasado, las cosas marchaban bien. La paz en el Mundo Shinobi era un hecho y todos los Kages se encargaban de evitar cualquier tipo de conflicto.
Por eso a Hinata le extrañó escuchar de parte de esa jovencita que los Uchiha eran peligrosos.
«¿Qué está pasando? —no pudo evitar cuestionarse—. ¿Dónde está Naruto-kun? —se dio cuenta de aquel detalle tardíamente, estuvo más ocupada en tratar de informarse sobre la situación en la que se hallaba que la ausencia de su marido no la percibió en esos momentos».
Quiso activar el Byakugan para intentar buscarlo, pero para su sorpresa un intenso dolor la invadió al punto de hacerla caer sobre el suelo lodoso.
—¡Aoiame-sama!
Escuchó el grito de la menor, acudiendo a su lado de inmediato. Los demás guardias dejaron de caminar para rodearla en un círculo protector, con los ojos fijos en las profundidades de los bosques. Otro hombre, mayor que la chica que tenía a su lado, se arrodilló. Le veía con preocupación y un brillo que Hinata no supo cómo describir.
—Aoiame-sama —su voz era varonil, el parecido con Neji era sorprendente, salvo que su cabello estaba tomado en una coleta alta y no tenía el Sello del Pájaro Enjaulado en la frente—. No se sobreesfuerce. Sabe de antemano que no puede activar su doujutsu, puede debilitarse. Confíe en nosotros, la protegeremos a toda costa.
—¿P-Por qué no puedo activar mi Byakugan? —preguntó con sorpresa.
Toda su vida se encargó en entrenar su doujutsu. Desde la primera hora de la mañana acudió al campo de entrenamiento que le pertenecía a su equipo para comenzar con su rutina. Luego regresaba a su hogar donde Neji la esperaba para practicar su Puño Gentil hasta la media noche, o cuando las rodillas no le respondieran. Y cuando todos se hallaban dormidos, se escabullía hasta el río más cercano de Konoha para continuar con su manipulación del Elemento Agua. Todo con el fin de pulir sus habilidades, convertirse en alguien más fuerte y demostrar de lo que era capaz, no solo a su familia, sino también Naruto cuando éste regresara de su viaje con Jiraiya-sama.
Escuchar de parte de aquel extraño que no podía hacer uso de su habilidad ocular le hizo sentir frustrada. Era extraña la sensación, pero el cuerpo en el que se hallaba se sentía como el suyo y a la vez diferente, desconocido. Como si fuera una intrusa familiarizada.
Hinata no pasó desapercibido las miradas cómplices de la jovencita y el hombre de pálidos ojos.
—Aoiame-sama, usted siempre ha sido de complexión frágil.
—¿Frágil…? —susurró sin poder creérselo. Había sido llamada de distintas maneras por los más ancianos de su clan, pero nunca frágil. Recordaba estar en perfectas condiciones, tenía algunas heridas por los enfrentamientos pasados, pero nada por lo cual preocuparse—. ¿A qué se refieren…?
Más no pudo continuar interrogando, tratar de hallar una explicación de por qué esa gente que era parte de su clan le llamaba por otro nombre. La jovencita que le procuró por todo ese momento se puso delante de ella, con kunais en ambos de sus manos, lista para atacar. Los otros Hyuga cerraron más el círculo con el Byakugan activado, y aquel quien parecía ser el líder igualmente miró hacia un punto arriba.
Ella siguió el mismo rumbo de miradas, observando cómo estaban rodeados por varios pares de ojos rojizos con aspas negras ocultos en la oscuridad. Hinata reconoció de inmediato el Sharingan y le extrañó ver a tantos. Las únicas personas con aquel doujutsu eran Sasuke-san y Sarada-chan, nadie más.
Repentinamente pensó que podría tratarse de otro de los proyectos secretos de Orochimaru en intentar hacerse del Sharingan. De no ser así, Hinata no entendía por qué había tantos Uchiha.
Estaban rodeados.
—¿Cuáles son tus intenciones? —preguntó el líder de la guardia con voz clara y alta para ser escuchado—. El líder del clan Hyuga acordó esta reunión y contamos con el pase de su líder. Cualquier ataque hacia Aoiame-sama, hija mayor de Hiroto-sama, responderemos a la defensiva.
Risas llovieron en todas las direcciones. Hotaka arrugó más el ceño por la osadía de esos bastardos en burlarse sobre sus amenazas. Las venas alrededor de sus ojos resaltaron aún más, amenazantes. No obstante las risas cesaron cuando una figura bajó de las ramas altas.
Lo reconoció de inmediato porque, a esas alturas, era difícil no conocer el rostro de uno de los verdugos responsables de la mayor cantidad de muertes en esa Guerra de Clanes protagonizada por el clan Senju y Uchiha.
Izuna Uchiha.
—Disculpa a mis hombres, Hyuga —habló el joven que aparentaban tener apenas 18 años de edad—. No saben comportarse —declaró con una sonrisa ladina, observando más allá de la barrera que ellos querían crear para proteger a la mujer arrodillada. Hizo un gesto de desprecio por observar la debilidad de aquel clan que les había dado problemas a sus hombres—. Se me dieron órdenes de vigilar que no tuvieran contratiempos. Mi hermano mayor espera con ansías a su invitada especial.
—No será necesario —contestó Hotoka sin desactivar el Byakugan, notando que tampoco el Uchiha lo hacía con su respectivo doujutsu.
—Insisto —Izuna ladeó el rostro y el parecido con Sasuke era demasiado. Hinata pensaba solo en eso, en especial cuando los orbes rojizos se posaron en ella—. Aniki suele ser muy obsesivo con lo que le interesa. No me gustaría ser yo quien le llevara malas noticias.
Hotoka fue el primero en desactivar el Byakugan. El resto siguió el mismo ejemplo. Observando con una ira silenciosa la figura orgullosa de ese Uchiha, él giró para ver a su señora, Aoiame-sama, aun en el suelo y con Kotone protegiéndola sin bajar las armas.
—Guarda tus kunais, Kotone.
—Pero, Hotoka-san…
—Los Uchiha son los anfitriones de esta reunión, debemos mostrarles respeto. Haz lo que te ordeno.
—Hai —asintió la jovencita, guardando las armas y ayudando a levantar a la mujer—. Aoiame-sama, sé que puede resultar difícil, pero debemos continuar —miró a los alrededores sin bajar la guardia al sentir el Sharingan fijo en sus figuras desde diferentes direcciones.
Se sentían como el banquete de un grupo de buitres hambrientos y carroñeros.
Hinata asintió sin decir nada. Miró la tela del kimono y se sorprendió de lo detallado que era, pero debido a la suciedad que teñía los trazos hechos a mano, parecía que nunca volvería a ser usado. Se sintió avergonzada porque había arruinado algo tan hermoso. Dudaba siquiera que ese tipo de diseños fueran creados en la actualidad. El mismo hombre encargado de líder el pequeño grupo de Hyugas, Hotoka-san si recordaba bien, se acercó a ella, sacando un pañuelo del interior de sus ropas, arrodillándose con el propósito de limpiar, lo mejor posible, la suciedad.
—N-No es necesario —susurró apenada de que alguien tuviera que hacer ese tipo de tareas por su descuido.
Pero recibió una sonrisa tranquila del otro Hyuga e inevitablemente sintió las mejillas sonrojarse. Aun confundida de qué estaba sucediendo, el instinto de supervivencia le aconsejó continuar y no decir nada al respecto; quizá más adelante podría ver lo que estaba ocurriendo y medir bien sus futuros movimientos.
—Aoiame-sama.
La voz gentil de él hizo a Hinata ver fijamente las facciones del joven Hyuga que poseía un aura familiar pero desconocida al mismo tiempo. El parecido con Neji era ridículamente parecido, como si estuviera delante de su primo. La idea le hizo doler un poco el corazón, remover los recuerdos que aún mantenía de su querido hermano mayor.
Hotoka pareció darse cuenta pues de inmediato sus ojos perlados se oscurecieron de preocupación.
—Aoiame-sama, ¿se encuentra bien? ¿Le duele algo?
—No… E-Estoy bien —no tendría las palabras para explicar de manera lógica lo que sucedía dentro de ella, sobre todo cuando estaba completamente confundida. No sabría decir si estaba bajo el efecto de un doujutsu o en una pesadilla, pese a que todo se sentía tan real.
—No trate de sobre esforzarse, por favor. Puede decirme cualquier cosa…
—¡Hyuga!
El grito de parte de Izuna interrumpió las palabras de Hotoka que no tuvo remedio que soltar un suspiro silencioso, girando para ver al tosco Uchiha que miraba impaciente la conversación tan aburrida entre ambos Hyuga, como si se les hubiera olvidado que estaban en medio de un negocio importante.
—Falta medio día para llegar a nuestro territorio, te aconsejaría que tú y tu princesita comenzaran a caminar. Estos bosques son peligrosos durante la noche y no me ofreceré a cuidarte el trasero.
—No necesito tal servicio de tu parte, Uchiha. Nuestro Byakugan es suficiente para evitar cualquier peligro. Yo en tu lugar me preocuparía más por ti y tus hombres —la mirada de Hotoka se endureció—. Y no vuelvas a dirigirte de esa manera a Aoiame-sama.
Izuna sonrió de lado pero el levantamiento de ceja y aquel ceño fruncirse indicaba que el comentario no fue gracioso.
—Bastardos —masculló el menor de los hermanos Uchiha, dando vuelta—. ¡Muevan el trasero, debemos llegar pronto con la nueva adquisición de mi hermano!
—¿Cómo te atreves a…? —Hotoka no permitiría que aquel tipejo se atreviera a hablar de esa manera de su protegida. Él estaba ahí para cuidarla y asegurarse de que su honor no fuera manchado por nadie. No le temía morir si con ello Aoiame vivía.
Más el tacto delicado en su brazo le impidió ir detrás de la figura de Izuna. Al girarse se topó con el mirar dulce de la Hyuga.
—Déjalo así —pidió ella, apretando el agarre, una silenciosa petición—. Por favor.
Hotoka quiso discutir pero no pudo decir nada porque ella lo pedía así. Tuvo que aspirar profundamente para calmar la mente y despejar ideas de cómo asesinar al Uchiha.
—De acuerdo, Aoiame-sama.
Era complicado adaptarse a aquel nombre cuando toda su vida había sido conocida como Hinata Hyuga pero el entrenamiento como kunoichi aun lo llevaba grabado en su memoria y solo dedicó una sonrisa pequeña para dejar pasar aquel mal rato y que los estudiosos ojos del Hyuga no lograran estudiar más allá de lo que ella permitía.
Desconocía por completo a qué se refería aquel Uchiha de gran similitud con Sasuke pero el nombre de Madara Uchiha hacía eco en sus orejas. ¿Cómo era posible que él estuviera vivo? Hinata no lo sabía pero temía de ver que aquello fuera cierto cuando recordaba a la perfección como Naruto y Sasuke lograron vencerle después de una ardua batalla.
—Retomen su posición, seguiremos avanzando —Hotoka dio la órden y el resto de los Hyuga acataron.
Nuevamente avanzaron, con Hotoka al frente y ella en el centro. De alguna manera Hinata se sintió fuera de lugar, hacía mucho que nadie la sobreprotegía de ese modo, como si fuera algo demasiado frágil. Todo su cuerpo contaba con cicatrices de los arduos entrenamientos a los que estuvo sometida durante años, el historial de victorias y fracasos por los cuales atravesó. Pero ahora estaba en un cuerpo distinto, uno cuya familiaridad se le hacía tan extraña. No entendía nada y con cada nuevo descubrimiento se daba cuenta que aquel parecía ser un nuevo mundo en el que cayó sin darse cuenta.
Lo único que podía hacer en esa situación era quedarse al margen y cuidar su actuar a partir de esos momentos.
Notas: Yo sé que es confuso, que no tiene nada de lógica pero así funcionan los fics. Me gustó mucho el mundo que hice en Herencia y con las reencarnaciones de Hinata que podrían considerarse OC pero también Canon porque en sí es ella pero en diferentes épocas de la historia. Quise alargar un poquito de aquella idea pero con otros escenarios.
Espero que les guste y me disculpen por andar subiendo más historias cuando tengo varias que no he actualizado. Disculpen a Zafira, no tiene autocontrol.
En fin, gracias por leer. Agradeceré cualquier comentario, fav o follow; todo se acepta.
Bye, y hasta la próxima actualización. O nuevo fic, lo que suceda primero.
