Patience

Capítulo 1

Yo tenía veinte años cuando esa mocosa de rasgos peculiares llegó al subterráneo, ahora sé que ella apenas pesaba la mitad de sus dieciséis. Poco sé de cómo terminó en este horrible agujero, nunca me atreví a preguntarle, y una versión resumida de su historia la escuché de boca de Isabel, con la que Mikasa hizo buena amistad, pues tenían más o menos la misma edad.

Resulta que tres asquerosos hombres llegaron a su casa con intenciones de traer a su madre aquí, por su ascendencia heredó un aspecto llamativo que la hacía una mina de oro para cualquier cerdo involucrado en el plan de venderla como esclava sexual. Para fortuna de la mujer, ella terminó siendo asesinada junto con su esposo. Mikasa no corrió con la misma suerte, para no irse con las manos vacías la tomaron a ella en su lugar. De alguna manera, cuando ya estaban bajo tierra, algo despertó dentro de ella, una fuerza descomunal que le salvó la vida cobrando con sus propias manos la de los tres hombres que la tenían cautiva. Después de esto, Mikasa vagó un par de días por las calles hasta que una mujer ya bastante mayor decidió recogerla, muchos lo vieron como un acto de bondad, lo que realmente pasó era que esta persona comenzaba a deteriorarse físicamente y necesitaba a alguien que se dedicara a atenderla las veinticuatro horas, así que el intercambio era sencillo de entender, ser su enfermera a cambio de techo.

El hecho de que ya no debía andar por ahí en busca de un lugar donde dormir no marcó una diferencia significativa en su vida, la vieja mujer era conocida por su personalidad dura y cruel, no perdía oportunidad para echarle en cara a Mikasa que de no ser por ella seguramente ya habría caído de nuevo en las manos de uno de esos tratantes de mujeres, y en parte era cierto, nadie se metía con esa anciana, y por lo tanto, se mantendrían lejos de Mikasa.
Como era de esperarse, la mocosa también sufría los arranques de ira de la anciana mediante maltratos físicos, su cuerpo está lleno de cicatrices y marcas que dan testimonio de su sufrimiento.

Pasó un tiempo para que yo conociera a la mocosa, la había visto a lo lejos un par de veces pero no reparé especialmente en su presencia. Isabel me habló de ella una semana antes de un atraco.

- ¡Aniki, ella es asombrosa! Tiene una mirada tan dura como el acero y una personalidad genial. - realmente estaba emocionada. - Me recuerda mucho a ti, son tan parecidos. - no para de dar de brincos y agitar las manos. - ¿Será posible que sean hermanos?

- No digas tonterías, Isabel. - la interrumpe Farlan. - sólo mírala, ella tiene unos ojos muy raros, y por su edad eso es imposible. Pero tiene razón es asombrosa, - al parecer, Isabel avanzó por filtros, primero se la presentó a él y sólo faltaba mi aprobación para que entrara al "equipo". - la vi golpear a un chico más alto que ella y dejarlo inconsciente, ¡de un puñetazo!

- ¡Justo después de noquear a su hermana mayor que estaba molestándola! - me levanto de la silla donde estaba para ir a tomar un baño, evidentemente ignorando lo que me decían.

- Ella necesita nuestra ayuda, Aniki. - Isabel intenta detener mis pasos. - Esa horrible mujer con la que vive le dijo que debe hacerse responsable de sus gastos mientras esté con ella, además, Yan necesita su medicamento y cada vez es más costoso. Mikasa nos puede ayudar.

- No. - digo sin detener mis pasos.

- Pero... - no quiero escuchar más del tema.

- Incluso si todo lo que dicen es verdad, no podemos involucrar a otras personas en esto, no podemos confiar a la ligera en nadie. - salgo de la habitación sin voltear a verlos.

La verdad es que ne sorprendió verla sentada en nuestra mesa unos minutos antes del siguiente atraco, los chicos nunca me llevan la contraria. Sentí el enojo brotar de mi estómago cuando Isabel se puso frente a ella como si pudiera esconderla de mí, y finalmente exploté cuando busqué una explicación de parte de Farlan y este sólo evitó mi mirada.

- ¿¡Quieren decirme qué significa esto!? - ninguno de los dos me responde. - Creí que había sido claro, nadie más debe meterse en esto, no solo ponen en peligro el plan, ¡Nos ponen en peligro a nosotros! - al parecer no entienden la magnitud de lo que su imprudencia puede provocar.

- Levi, te juro que nada va a salir mal, ella es buena. - Farlan me enfrenta, pero yo no puedo quitarle los ojos de encima a la mocosa de cabello negro. Isabel y Farlan temblaban de miedo, pero a Mikasa no parecía importarle en lo más mínimo mi reacción, parecía que apenas era consiente de mi presencia, era una roca.

- ¡Aniki, cambiarás de parecer en cuanto la veas usar el equipo de maniobras! - Isabel se acerca por fin y de inmediato se da cuenta de su error cuando mis ojos llenos de furia ahora están sobre ella.

- ¿¡La dejaron usar el equipo!? - mis hermanos agitan sus manos pidiendo disculpas.

- ¿Pueden dejar esto para después?,- una voz femenina nos reprende. - no me interesa ver a un enano amargado lloriquear porque se siente amenazado por mis habilidades. - se levanta de su asiento. A pesar de que es menor que yo, su estatura pasa la mía por varios centímetros, es bastante alta. - no necesitas creer lo que ellos te dicen, voy a demostrártelo. - Farlan e Isabel demuestran la sorpresa que sentimos los tres al escucharla hablarme con tanta firmeza.

- Vaya, si que tienes agallas, niña. - Farlan rompe el silencio. - Mira que meterte con la estatura de Levi conociendo su carácter es de admirarse.

- Basta, no tenemos tiempo que perder. - avanzo hacia ella. - tienes suerte de que los tienes de tu lado, pero debes saber que no voy a ayudarte si cometes una estupidez, vienes con el grupo, pero no estás con nosotros, ¿está claro? - le pregunto mientras la miro directo a los ojos.

- Como el agua. - dice con la misma expresión seria.

Ese fue nuestro primer y muy desagradable encuentro. Debo admitir que la habilidad de la mocosa con el equipo de maniobras era sorprendente, tenía talento, sólo le faltaba práctica para ganar agilidad, y otro defecto suyo muy peligroso es que es bastante impulsiva. A pesar de lo que le dije, fui incapaz de dejarla colgada cuando estuvo en peligro.
Sin contar eso, como lo prometieron Isabel y Farlan, todo salió bien.

Nuestra forma de trabajo era simple, los robos se realizaban con un mes o dos de separación, dependiendo la magnitud de este, y cada uno tenía una tarea en específico. Las primeras veces que Mikasa cooperó con nosotros se limitaba a cargar lo robado y a recibir su parte e irse, nos evitaba la mayor parte del tiempo, o por lo menos Farlan y a mí, porque Isabel estaba pegada a ella casi todo el día, de alguna manera parecían llevarse muy bien, no lo entendía, aunque supongo que su amistad funciona por la misma razón por la que funciona mi relación con Isabel.

La actitud de la tétrica mocosa hacia Farlan era muy neutra, no parecía agradarle o disgustarle lo suficiente como para tener una interacción significativa con él. Muy diferente a lo que pasaba conmigo, Mikasa me odiaba, podía verlo a kilómetros, es lógico teniendo en cuenta que yo me negué a tenerla con nosotros en primer lugar, realmente esto no me importaba, no era como si ella fuera mi persona favorita en el mundo, simplemente trataba de ignorar sus miradas de desprecio hacia mí, y evitaba compartir espacio con ella.
Pasaron dos años de esta manera, todo funcionaba como debería, y de a poco, su participación en los atracos se volvió fundamental para ejecutarlos. La mujer con la que vivía Mikasa murió, terminando así con su racha de sufrimiento y ganando bastante tiempo libre, entonces también se volvió parte de la planeación. Como consecuencia, la convivencia entre los cuatro era mayor, y puedo decir que ella ya me toleraba, incluso el hecho de estar ambos en el mismo lugar ya no era sinónimo de pesadez en el aire.

Hoy, Isabel y Farlan salieron a comprar provisiones, ellos se encargan de eso mientras yo limpio a profundidad, así que desaparecerán por un buen rato, su ayuda en este ámbito no es bienvenida, nunca dejan lo suficientemente limpio.

Me encontraba tallando con mucho afán el piso hasta que en mi campo visual aparecieron un par de botas que conocía, ni siquiera me molesté en subir la mirada para verla.

- ¿Qué quieres? - le digo continuando con lo que estaba.

- Quiero que me entrenes. - dice luego de soltar un suspiro, supongo que no fue fácil dejar de lado el orgullo para pedirme eso.

- No. - no refuta ni dice nada más, el sonido del cepillo en el piso llena la habitación. - ¿Por qué quieres que lo haga yo? Isabel te ayuda, ¿no? - la verdad me da curiosidad saber qué la orilló a pedírmelo.

- Isabel ya no puede seguirme el ritmo, hace mucho que no tiene nada que enseñarme. - veo que la humildad no es una virtud suya.

- ¿Y Farlan? - le propongo.

- Un par de meses fueron suficientes para dejarlo atrás. - no lo pongo en duda, realmente lo supe desde el inicio, en algún punto los iba a superar. Sólo no pensé que se acercaría a mí.

- ¿Por qué habría de hacerlo? - me pongo de pie y seco mis manos con una toalla que dejo en el respaldo de una silla.

- Nos conviene a todos, podría ayudarte en las peleas cuerpo a cuerpo. - es cierto que Farlan pone de su parte cuando son muchos, pero en realidad de eso me encargo yo.

- ¿Y qué obtengo a cambio? - no me interesa nada que pueda ofrecerme, sólo quiero ponerla en aprietos. La dejo pensando un poco.

- Sé que siempre has querido aprender a leer. - una de mis cejas se levanta un poco. - ¿te sorprende que lo sepa? Sabes que Isabel habla mucho y podrás intuir que yo soy buena escuchando. Yo puedo enseñarte.

- Está bien, tenemos un trato. - al escucharme, ella estira su mano en seña de paz, yo la miro algo extrañado, pero al final cedo a la propuesta con un apretón.

Jamás me imaginé que entrenar con esa mocosa de mirada terrorífica sería tan desestresante. En poco tiempo Yan empeoró a pasos agigantados, por lo tanto, las dosis de medicamento que necesitaba eran cada vez mayores y más seguidas, por esto mismo, perfeccionar las técnicas de Mikasa era muy útil si los atracos se realizaban con más frecuencia.

- Pueden quedarse con mi parte, no necesito mucho dinero para mí sola. - Mikasa me ofrece, es obvio que esté al tanto de la situación, ya no sólo se entera por Isabel, de hecho, ahora diría que nosotros pasamos más tiempo juntos y de una forma u otra, se ha convertido en una persona en la cual confío lo suficiente como para hablar con ella de mis preocupaciones, al menos un poco.

- No, ese dinero lo ganas tú, es tuyo. - no podría quitarle nada.

- Y como es mío puedo hacer lo que quiera con el, algo como dárselo a ustedes. - sus intenciones son buenas, pero no me sentiría cómodo aceptando su dinero.

- Ya cierra la boca, mocosa. - revuelvo su cabello de manera algo brusca. - debes darte un baño antes de comer, estás asquerosa, mira ese rostro lleno de tierra. - me mira a los ojos, pero no de la manera en que lo hacía siempre, de hecho, hace unas semanas lo he notado, poco a poco su forma de verme se fue suavizando. Bajo mi mano a su mejilla, lento, como hipnotizado por sus ojos grises, paso mi pulgar justo por encima de la única marca en su rostro, por alguna razón, tiene problemas con ella, pero no con las demás en su cuerpo, esta siempre intenta esconderla con ayuda de su cabello, en cuanto es consiente de la ubicación de mi dedo gira el rostro y se agacha.

- E-eh, si claro, nos vemos al rato. - a paso veloz desapareció de mi vista, dejándome confundido por su reacción y lo que acaba de pasar, preguntándome por qué mi corazón está tan acelerado.


Esto se me está saliendo de las manos, no pensé que el hecho de estar un poco más en su compañía me movería el mundo de esta manera. Estoy molesta, no es momento para este tipo de sentimientos tontos, pensé que ya lo había conseguido, creí que había dominado mis emociones, yo ya no las tenía. Y lo peor es que es el enano maniaco el que me ha hecho sentir todo esto, lo tenía bajo control, ¿cómo es posible que un solo toque fuera de lo habitual terminara por derrumbar todos mis muros?, Muros que de por sí ya tenían muchas grietas.

¿Cómo nació este sentimiento? Creo que en realidad siempre estuvo ahí, todo disfrazado de un desprecio injustificado de mi parte. Levi jamás se portó mal conmigo, de hecho, en nuestro primer encuentro estaba en todo su derecho de no confiar en mí, pero no pude evitar sentirme ofendida, él sólo estaba intentando cuidar de su familia. Supongo que esa fue la razón de mis sentimientos negativos hacia él en el inicio, en realidad, me sentía así hacia todos ellos. No podía evitar sentir envidia de Levi, Farlan, Isabel e incluso de Yan, aunque este último se la pasara postrado en la cama, se tenían unos a otros, y yo sólo podía mirar de lejos.

Estoy muy agradecida con Isabel por acercarse a mí, siempre me dice que le hacía falta compañía femenina, y creo que a mí también, cualquier tipo de interacción humana decente en realidad. Cuando me di cuenta, ya formaba parte de su círculo y eso me hizo bajar la guardia un poco, pero estaba tan asustada de encariñarme, no quería pasar por lo mismo que pasé con mis padres, no lo soportaría. Ellos lo hicieron imposible y realmente comencé a quererlos, pero Levi era un caso aparte, prefería mantenerme a raya con él porque desde la primera vez que lo vi, no era más que un chico cualquiera caminando por la calle y me pareció sumamente atractivo, eso encendió una alarma en mí. Ese maldito enano, con su ceño eternamente fruncido, su manía por la limpieza, su autoritarismo, su piel blanca, su cabello tan negro como lacio, sus ojos de un azul tan único, sus cejas y labios delgados, su mandíbula y nariz finas, su espalda fuerte y hombros anchos, su abdomen y pecho bien trabajados, sus dedos y manos con esas venas prominentes que me causan escalofríos... ¡Basta!, Deja de pensar en eso, entierra esos sentimientos, déjalos justo donde los encontraste.

Salgo del baño y me alisto para cenar, casi siempre voy a casa de los chicos, aunque no estoy segura de querer ir hoy, me siento muy extraña y no sé cómo lidiar con todo lo que siento en mi pecho, mejor me siento en la entrada de mi casa para ver pasar a la gente, así es como me despejo.

Pasan unos cuarenta minutos cuando Isabel y Farlan pesan frente a mí y sin dudarlo se acercan.

- ¡Mikasa, ya volvimos! - la pelirroja trata de no dejar caer las bolsas que carga consigo.

- Vamos pequeña, nos vendría bien tu sazón para la cena, estoy seguro de que Levi y tú mueren de hambre. No deberían exigirse tanto. - el alto rubio me invita con entusiasmo.

- No sé, creo que será mejor que me quede aquí hoy. - contesto con menos ánimos de lo normal.

- ¿Pero qué dices? Mira tu cara, necesitas recuperar energía, vamos. - mi amiga me hace ponerme de pie y casi me arrastra con ellos.

Al entrar a su casa mis ojos de inmediato van a parar en Levi, que está de espaldas a la puerta, los chicos dejan las cosas en su lugar mientras lo saludan, yo me quedo un momento pasmada en el mismo lugar hasta que Isabel me pide ayuda.

- Bien, tú y Levi van a picar las verduras, mientras yo preparo el arroz. - los ojos verdes de Isabel me indican que tome asiento frente a Levi, la obedezco y ambos comenzamos nuestra tarea.

De fondo escuchamos la plática que tienen los otros dos, yo no puedo evitar lanzar miradas esporádicas al joven hombre frente a mí, de vez en cuando también me daba la impresión de ser observada por él y no podía evitar sentir un calor extraño invadirme.


Hola, personitas ✨

Vuelvo a aparecer por estos rumbos, esta vez con una historia un poco más extensa, actualizaré en una semana.

Nos leemos en la siguiente parte. Sean felices ✨