Disclaimer
Ranma y ninguno de los personajes de Ranma 1/2 me pertenecen, todos son propiedad y autoría de Rumiko Tahakashi. Este fanfic es realizado sin fines de lucro
Beso Ideal
Ranma bufaba enfadado y mascullaba por lo bajo dando algunos improperios al aire mientras caminaba por las solitarias calles de Nerima, estaba frustrado y ofuscado, por decir lo menos. Su mañana, que había comenzado muy bien, se había ido tornando de poco a poco en una pesadilla, y no es que aquello fuera extraño, estaba bastante acostumbrado a que su vida cambiara de un momento para otro, pero en esos días, aquellos cambios le estaban molestando mucho.
Para comenzar, por alguna extraña razón, el maestro Happosai últimamente estaba más terco que de costumbre en hacerlo que posara para él ropa íntima en su forma femenina, como si no le fuera suficiente robar tantas prendas de las pobres mujeres del lugar. Después de eso, en sólo una semana, Shampoo ya había ido a meterse en su cama dos veces, ocasionándole serios problemas con el patriarca de la casa y cierta chica de cabello azulado.
También estaba el hecho de que, Ukyo, se había estado comportando de forma un tanto extraña para él, de nueva cuenta había cambiado el uniforme masculino por el femenino, y se le pegaba mucho todo el día, eso no le molestaría mucho de no ser por el hecho de que insistía en seguir pegando sus pechos a su brazo, era algo que Shampoo solía hacer bastante a menudo, y en cierta forma, con la pelimorada ya se había acostumbrado, pero con la castaña, era algo distino, el que lo hiciera le incomodaba mucho porque, después de que se acostumbró a pensar en ella como una chica, ahora más que un amigo, la consideraba una especie de hermana, y que se le pegara de esa forma era incómodo para él. A veces quería decirle lo molesto que le resultaba, pero no quería dañar sus sentimientos, si bien no la veía de forma romántica, sí le importaba lo suficiente como para no querer lastimarla.
Kodachi, por su parte, estaba muy insistente con él, exigiendo citas y, si no aceptaba, lo drogaba y lo raptaba, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido éxito, de hecho, en una ocasión, despertó en la mansión de los Tatewaki, amarrado a una silla, sentado en el comedor principal, con un bufete puesto elegantemente en la mesa, todo preparado por las hábiles manos de la pelinegra, según ella misma había dicho. Frente a él, Kuno y su padre comían tranquilamente, y la azabache se encontraba a su derecha, todos se comportaban como si aquello fuera lo más normal. Los dos hombres comentaban alegremente sobre lo felices que estaban de que Kodachi y él se fueran a casar pronto y daban su bendición.
Obviamente el ojiazul se negó firmemente, sin embargo, nadie parecía querer prestar atención a lo que decía, y si bien toda la situación era molesta y completamente ridícula, lo estaba tomando con relativa calma, al menos hasta que el castaño comentó que, el día siguiente, él llevaría a Akane para presentarla con su padre como su prometida y que estarían planeando la boda para probablemente la próxima semana, esa conversación fue la que hizo enardecer al azabache, y dejando salir su furia, golpeó fuertemente a los dos hombres y a Kodachi, simplemente la ignoró mientras caminaba a la salida.
En la soledad, volvió a bufar cansadamente, si bien todo aquello era prácticamente su día a día, había una cosa adicional que lo mantenía de tal mal humor, y era que, todas las veces que le había sucedido una desgracia, había coincidido con el hecho de que, Akane y él, se encontraban a solas, y a pesar de todo, creería que se trataba de una extraña coincidencia, de no ser porque tenía días que sentía como si supieran exactamente dónde se encontraba y con quien, y aunque su cabeza le decía que era imposible debido a sus habilidades, con cada día que pasaba la idea se hacía más fuerte.
Para cuando llegó a su hogar ya había pasado la hora de la cena y todos se habían ido a dormir, gruñó por lo bajo, tenía hambre, pero no tenía ganas de estar rodeados de todos y que su mal humor afectara a los demás, por eso había tardado tanto en volver. Tenía la esperanza de que Kasumi hubiera guardado su porción y que su padre no la hubiera visto aún, de lo contrario, no tendría qué cenar, ya que, debido a los eventos recientes, ya no le era fácil acudir ni al puesto de Ukyo ni al de Shampoo.
Caminó con sigilo a la cocina, no quería alertar a nadie, abrió el refrigerador y, para su suerte, dentro había unos cuantos onigiris, no era mucho, pero le servirían, el verlos le recordó un poco a su época de viajero cuando no había mucho que comer, un sentimiento agridulce se posó en su corazón, tomó el plato de forma delicada y, sin ánimo de ver a su padre, se dispuso a ir a comer en el techo, ahí podría disfrutar un poco el aire fresco.
- Volviste – dijo una dulce voz que, si no fuera el artista marcial que era, seguramente le habría sacado un susto
- Estás despierta – fue la respuesta
- Te esperaba – contestó
Desde que se habían confesado el uno al otro, las peleas y celos estaban más controlados, mas no con eso quería decir que habían desaparecido, y es que todas las cosas que el azabache le dijo a la peliazul se habían quedado grabadas firmemente en el corazón de la chica, ahora le tomaría mucho tiempo reemplazarlas o borrarlas, aunque la verdad era, que ciertamente su prometida no tenía cualidades culinarias ni hogareñas, pero podía sobrevivir a ello, si él era quien se encargara de cocinar.
Por otro lado, las extrañas actitudes que tenían sus otras prometidas no estaban ayudándole en mucho, no importaba cuántas veces el azabache le reafirmaba que, para él, no existía nadie más que ella, sin embargo, comprendía que cualquiera se molestaría si una mujer restregaba sus atributos en el cuerpo de su prometido. Notando la inseguridad en los ojos de la chica, quien seguramente estaba creándose escenarios mentales que no habían pasado y nunca pasarían, extendió su mano para que ésta la tomara. No tuvo que esperar mucho para la respuesta.
Ranma guió suavemente a la peliazul hasta el estanque, donde, con agilidad, puso el plato de comida en las manos de su prometida, quien lo tomó más por inercia, la cargó suavemente tomándola por las piernas y sus brazos, y saltó hacia el techo de la vivienda, ya ahí, ayudó a que la chica se sentara y luego él hizo lo mismo, tomó el plato que aún seguía en las sutiles manos de su acompañante, le ofreció uno y luego él tomó otro. Ambos comenzaron a degustar los alimentos en silencio, disfrutando sólo la compañía del otro.
- ¿Qué ocurrió esta vez? – preguntó luego de un rato la chica
- Lo mismo de siempre, Shampoo me persiguió por media ciudad con su bicicleta, cuando pasé frente al restaurante de U-chan huyendo, ella se sumó a la persecución y, para cuando supe, ya tenía a las tres detrás de mi
- Debió ser cansado – dijo con la mirada en el suelo intentando ocultar su dolor y celos, cosa que no pasaron desapercibidos para el azabache
- Molesto – corrigió
Los dos se quedaron nuevamente en silencio, el cual era solamente roto por el sonido que hacían al masticar. La noche estaba despejada, había un ligero viento fresco, aunque no mucho como para sentir frío. Akane, envalentonada por el hecho de que solamente estaban ellos dos, puso su cabeza en el fornido hombro del chico, aspirando el aroma tan único que despedía y simplemente disfrutando de su compañía.
- Todo esto se resolvería si me dejaras aclararlo con ellas – habló rompiendo el silencio el azabache, recibiendo un movimiento negativo de cabeza por respuesta – Terca – recriminó
- Si haces eso, lo único que ocasionarás es que la abuela Cologne venga a decirte que has roto no sé cuántas leyes de la tribu China y que estás deshonrando el honor de su nieta, Ukyo probablemente comience a decir que cómo pudiste traicionarla y que estás faltando a la promesa que le habías hecho cuando niña y Kodachi vendría a raptarte argumentando que te he hechizado.
- No olvides a Kuno viniendo a toda prisa y gritando que te rescatará de mis horribles garras – dijo mientras hacía el ademán de ser una especie de lobo para darle más intensidad a sus palabras - Y a Ryoga queriendo enfrentarme con todas sus fuerzas
- Aun no comprendo por qué piensas así de Ryoga, si él lo hiciera sería solamente porque somos amigos
- Ya sabes que…
- Que no puedes decirme el por qué estás tan seguro de que él reaccionaría de esa forma
- Exacto, además…
- Además, esperas que nunca lo descubra porque si lo hago eso sería faltar al código de hombres – recitó como si de una lección aprendida se tratara
- Bueno, ya lo sabes – afirmó
Otra vez el silencio se posó sobre ellos, aunque no era incómodo, ya no.
- Si fueran sólo esas razones no te opondrías tan fervientemente a que aclaremos todo esto. ¿Por qué otra razón no quieres que lo diga?
- Porque… - bajó la cara esperando con ello ocultar el sonrojo que se había posado sobre sus mejillas – Si nuestros padres se enteran, no dudes que nos estarán casando al día siguiente.
- ¿No quieres?
La pregunta sorprendió a la chica, haciendo que volteara a verlo inmediatamente, pero el chico levantó su cara como si estuviera viendo tranquilamente el cielo estrellado, aunque podía notar lo rojo de sus orejas, estaba sonrojado, no pudo evitar sonreír, la sorpresa se fue para dar paso a la ternura.
- No es eso – contestó honestamente mirando también el cielo – Es sólo que…Me gustaría que, si vamos a dar un paso tan grande en nuestra relación, sea por nuestra propia decisión, no porque nuestros padres quieren unirnos para beneficio del dojo. Esa decisión es únicamente de nosotros.
Cuando terminó, volteó a ver a su acompañante, para darse cuenta que él también le miraba fijamente, no había otro sonido más que el del suave viento y algunos cuantos grillos. El calor subió fuertemente a sus mejillas y, aunque quiso voltearse para evitar ser vista, no pudo, Ranma había puesto su mano sobre su rostro, imposibilitándole el pensar claramente. Poco a poco sus rostros se iban acercándose sin notarlo mientras sus respiraciones comenzaban a acompasarse, la luna los iluminaba suavemente, otorgándoles una luz mágica, pronto, sus caras estaban tan cerca, que podían sentir la respiración del otro, instintivamente inclinaron sus cabezas y entre cerraron un poco los ojos, y cuanto a estaban a escasos centímetros, un sonido muy conocido para ambos los detuvo.
Akane conocía perfectamente cuando Ranma estaba enojado, y aquella era una de esas ocasiones, si no lo conociera tan bien, estaría preocupada, pero sabía que, por más molesto que estuviera, nunca haría daño a nadie, sobre todo a una chica. Sonrió melancólicamente, había pensado que al fin darían el siguiente paso, peor parecía que el destino no pensaba igual, sacudió la cabeza para alejar los tristes pensamientos y le sonrió a su prometido, intentando aligerar su carga.
- Vamos, te llevaré abajo para que puedas ir a tu habitación – le sonrió, aunque la alegría no llegó a sus ojos
- Gracias
El chico bajó con una gracia y sigilo característica de él, deseó buenas noches a su prometida, y desapareció en la noche, su buen humor se había ido nuevamente al tiempo que unas voces se escuchaban más cerca, sus sospechas de que alguien estaba avisándole a esas chicas sobre su ubicación crecieron aún más, y aunque aún no entendía el cómo sabía dónde estaba, y sobre todo, cuando estaba con Akane, lo averiguaría.
- Y tú Akane ¿Ya has dado tu primer beso? – preguntó Yuka
Akane despertó de su ensoñación, había estado preocupada toda la mañana por el azabache, no lo había oído llegar la noche anterior después de que había salido huyendo de sus otras prometidas, y no lo había visto en toda la mañana. Las inseguridades se apoderaron nuevamente de ella, pero hacía un esfuerzo para confiar en él, así que, cuando su amiga le dirigió la palabra, ella no tenía idea de lo que hablaban.
- Cómo crees Yuka, de seguro Ranma ya la ha besado infinidad de veces – respondió Sayuri
La peliazul parpadeó varias veces intentando encontrarle sentido a lo que sus amigas decían, y cuando pudo hacerlo, el color subió a su cara inmediatamente, sobre todo porque aquello le había traído los recuerdos de la noche anterior.
- ¿Cómo? – preguntó casi con horror
- Que si tu y Ranma ya se han besado – Reiteró la chica
- ¿Por…por qué preguntas eso? – dijo bajando su mirada avergonzada
- Pues, porque son prometidos
Akane comenzó a analizar la frase dicha por su amiga, pero para ella carecía de sentido, no necesitaban besarse solamente porque eran prometidos, un beso no valía si no había un sentimiento de por medio, o al menos eso era lo que ella pensaba, y si Ranma y ella ya habían aclarado sus sentimientos, entonces ¿Era momento de besarse? Y de ser así ¿Por qué no lo habían hecho aún? No es que no quisieran, ya había habido múltiples oportunidades para hacerlo, pero cada vez que estaban en ese punto, algo los interrumpía. De pronto, los ojos de Akane se abrieron grandemente al darse cuenta de algo. Se excusó con sus amigas y salió corriendo a un rumbo desconocido.
Ranma miraba el despejado cielo azul mientras el suave viento mecía su cabello, tenía una clara cara de molestia, razón por la cual no había querido asistir a clases. La noche anterior le había tomado un rato perder a sus persecutoras, y cuando al fin estuvo libre, ya era hora de acudir a clases. Si regresaba al hogar de los Tendo, estaba seguro que su padre le molestaría con faltar a la escuela y no estar ahí para proteger a su prometida, pero si iba a la escuela, estaría de mal humor todo el día, así que hizo lo único que se le ocurrió, huyó al tejado de la escuela para no tener que ver a nadie, sin embargo, nunca contó con que, en la hora del receso, la puerta del lugar se abriera de un golpe, curioso, investigó de quién se trataba.
- Te encontré – fue la melodiosa voz que llegó a sus oídos
Frente a sus ojos se encontraba la peliazul con la respiración entre cortada y algo sudorosa, sin embargo, con una sonrisa de oreja a oreja, en cuanto la vio, toda molestia se esfumó de su cuerpo, en definitiva, aquella chica era la única que podía cambiar su humor en cuestión de segundos.
- ¿Qué haces aquí? – le preguntó divertido
- ¿Tú qué haces aquí? – cuestionó de vuelta – No fuiste a clases – dijo cuando su respiración se normalizó un poco
- No tenía ánimos – dijo saltando a su lado
Los dos se miraron a los ojos, sintiendo nuevamente aquella energía entre ellos, guiado por ella, Ranma colocó nuevamente la mano sobre la mejilla de la chica, la cual le sonreía grandemente. Lentamente se fueron acercando al punto que podían sentir la respiración del otro en su rostro, pero justo estaban en el punto culminante, cuando unos pétalos de rosa negra comenzaron a caer sobre ellos.
- ¿Otra vez? – preguntó al aire el azabache con claro enfado
- Ven, sígueme
Sin poder decir nada u oponerse, la chica jaló al ojiazul por la puerta por la que ella había entrado y comenzó a correr por el lugar, Ranma iba con cara de confusión, pero frente a él, la peliazul reía como si de un juego se tratase todo eso, contagiado por su alegría, se dejó guiar por la escuela. Pronto encontraron un lugar para esconderse, sin embargo, rápidamente fueron encontrados por la castaña, nuevamente se escondieron y en esta ocasión la china los encontró, y así fue por distintos lugares en la escuela. Lejos de molestarse, Akane reía como si estuvieran jugando a las escondidas.
Pronto se quedarían sin lugares para esconderse, y pese a su condición física, subir y bajar por toda la escuela comenzaba a agotarlos, cuando llegaron al área de la piscina se detuvieron un rato para intentar recuperar el aliento, y aunque se divertía mucho, no pudo evitar asustarse cuando su prometida comenzó a tocarlo con sus pequeñas manos por todo su cuerpo
- A… Akane, ¿Qué haces? – Preguntó nervioso
- Busco – fue la simple respuesta
La peliazul hurgó en el cuello de su camisa, el dobladillo del pantalón, su cinto, muñequeras, pero no encontró nada, se detuvo un momento para mirar a su prometido de arriba a abajo, sin notar el carmín en el rostro del chico, cuando el azabache estuvo a punto de abrir su boca para preguntarle qué pasaba, la chica se agachó y se puso a mirar fijamente las zapatillas.
- Préstamelos – dijo firmemente
Confundido, el ojiazul hizo lo que le pedían. La chica observó detenidamente las zapatillas de su prometido y, en la zuela, pudo ver un objeto muy pequeño que emitía una luz roja, era tan diminuto que, pese a lo delgados que eran los zapatos de Ranma, este no lo sintió en ningún momento, hizo lo mismo con sus zapatos encontrando el mismo objeto, los quitó con cuidado, y los dejó en el cuarto de almacenamiento de la piscina, cuando el chico iba a preguntar algo, la peliazul hizo una señal de que guardara silencio, y acto seguido se fueron.
Rápidamente la chica los dirigió hacia el cuarto de almacén del gimnasio, en el cual ya se habían escondido, pero supuso que, si repetían el lugar, sería más difícil que los encontraran, seguramente no pensarían que volverían ahí. Akane intentaba recuperar el aliento mientras seguía con una sonrisa en sus labios.
- ¿Se puede saber qué hacemos? – preguntó en un susurro
- ¿Has notado que últimamente todos parecen encontrarnos más fácilmente? – preguntó en el mismo todo de voz
- Sí – contestó con molestia. ¿Que si lo había notado? Estaba harto
- Me puse a pensar ¿Cómo es que siempre saben dónde encontrarnos? – dijo sin querer decir lo que había exactamente en su mente, que era cómo sabían dónde encontrarlos, cuando estaban juntos – Al principio creí que era una coincidencia, pero pronto dejó de tener sentido, ya que no importaba dónde estuviéramos, ahí llegarían, entonces pensé, ¿Acaso nos están rastreando? Sinceramente no lo creí cierto, pero lo acabo de comprobar – Sonrió
- ¿Me estás diciendo que ese trío de locas nos colocó algo para rastrearnos?
- No, la verdad dudo que hayan sido ellas
- Te refieres a…
- Sí, Nabiki
Ranma apretó los puños fuertemente en un intento de contener su coraje, ya estaba harto de lo avara que podía a llegar a ser la castaña, tanto como para hacer algo tan vil y sólo por conseguir dinero. Chasqueó la lengua por la molestia.
- Tú no usas los mismos zapatos todo el tiempo – dijo tratando de convencerse de que aquello no era posible
- Por eso creo que fue Nabiki, es la única que tiene acceso a todo lo mío y lo tuyo
El ojiazul golpeó un colchón que había ahí para liberar su enfado, habría golpeado la pared, pero estaban escondiéndose, así que no le era posible, la sangre le hervía, la castaña había evitado ya suficientes veces el besar a su prometida. Notó cómo la chica lo miraba confundida y con preocupación, pese a todo lo que sentía, se obligó a calmarse. Caminó lentamente y se sentó sobre unos colchones que se mantenían en el piso y su prometida le siguió.
- Lo lamento – dijo finalmente
- No tienes porqué, no sabías
- No por eso, sino por perder la compostura
- ¿Por qué te enfada tanto? No es la primera vez que se aparecen de la nada – rio suavemente
El azabache no dijo nada, sin embargo, pudo sentir claramente cómo el calor subía a su cara y se posaba en sus mejillas, no estaba listo para admitir que, la razón por la que estaba tan enojado, era porque le habían hecho perder la oportunidad de darle un primer beso ideal. Desde aquella vez que aclararon sus sentimientos y casi se besaban, la idea de darle un romántico beso a su prometida se había posado en su mente, por lo cual se había obligado a leer varias novelas románticas y mangas, donde los personajes se daban un beso digno de recordar, sin embargo, todas las veces que es momento había llegado, había sido interrumpido, de ahí su enfado.
- No, es nada importante – respondió desviando la mirada
- Si te molesta tanto, es importante – le dijo tomándole suavemente el rostro para obligarle a verle
Ranma no pudo evitar perderse en aquellos ojos color avellana, aquella chica le traía loco, y ella no tenía idea, podía escuchar el latido errático de su corazón y se preguntó si acaso ella podría oírlo. La calidez de su mano lo tranquilizó, y el suave aroma de su prometida aturdió todos sus sentidos, lentamente se fue acercando a la chica, embriagado por el momento, posando su mano sobre la delgada cintura, su mente se nubló, no existía nada aparte de ellos dos en esos momentos, y justo cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para sentir la respiración del otro, el azabache tomó a la chica de los hombros y la alejó de él.
La peliazul miraba asustada y confundida al chico, quien sudaba profusamente, rápidamente su cabeza llegó a la conclusión de que, quizás, ella había confundido las señales y el azabache no quería realmente besarla, sus ojos, desobedientes, comenzaron a llenarse de un líquido tibio y cristalino mientras sus mejillas se sonrojaban. Ranma, al verla, se asustó, la había herido, y nadie tenía la culpa más que él.
- No, espera, Akane, no es lo que piensas – dijo atolondradamente, pero tan pronto las palabras salieron de su boca, supo que sonaba a cualquiera de las otras excusas que ya había dicho – Déjame explicarme – pidió
- No, no te preocupes – respondió sonriéndole, aunque era obvio que no sentía ninguna felicidad – Será mejor que nos vayamos – le dijo dándose media vuelta dispuesta a no degradarse aún más
- Espera – le detuvo sosteniéndole de la muñeca – Por favor, déjame hablar – rogó. La chica no se volteó, pero tampoco hizo el intento de irse – No me malinterpretes, no es que no quisiera… eso – dijo tímidamente – Es que yo… yo… - El calor volvió a sus mejillas y se expandió por su cara – Yo… yo sólo quería que tu primer beso fuera ideal, y este lugar no es un buen lugar para eso, quiero que recuerdes este beso como el mejor de todos y por eso no puede ser aquí – dijo tan rápido apenas si se le entendió
La ojicastaña tardó unos segundos en descifrar lo dicho, pero cuando lo comprendió, sus mejillas se tiñeron de carmín, volteó a ver a su prometido, quien mantenía la mirada gacha, pero sin soltarla.
- ¿Cómo? – preguntó, como si no le hubiera escuchado bien, pero el azabache no dijo nada – Ranma ¿Qué te hace creer que este no es un momento ideal?
- Pues…que…no es como ninguno que haya leído
Akane sonrió tiernamente, jamás habría imaginado que su prometido le habría puesto tanto empeño en algo como aquello solamente para que ella fuera capaz de recordar el momento como el ideal
- Ranma – le dijo al tiempo que posaba la mano en su mejilla de nueva cuenta – Cualquier momento contigo, es el ideal
El ojiazul abrió los ojos grandemente ante lo dicho mientras sentía el calor de la pequeña mano sobre su mejilla, el ambiente había vuelto a ellos, con timidez, tomó la suave y delgada cintura, era tan obvio que cuando le decía que estaba gorda era una mentira, ella era la única que no lo veía, el rostro de ella mantenía un suave sonrojo que la hacía adorable, y como toque final, sonreía de una forma tan tierna que se sentía afortunado de ser la única que la pudiera ver.
Con suavidad, la acercó a él, ocasionando que sus cuerpos quedaran juntos, y sus respiraciones comenzaran a mezclarse mientras sus ojos se cerraban lentamente y sus caras se inclinaban, y cuando se encontraban a escasos milímetros, la duda invadió la mente del pelinegro, abrió los ojos para ver a su acompañante, quien mantenía sus ojos cerrados, sus labios entre abiertos y sus mejillas sonrojadas, la duda se fue, era el momento, y haciendo a un lado sus dudas y miedos, cerró el delgado espacio que aún había entre ellos.
En los libros y mangas que había leído, habían descrito el primer beso como algo mágico y asombroso, pero la verdad es que no se acercaban ni siquiera un poco a la realidad, podía sentir los pequeños y suaves labios sobre los suyos, temblando ligeramente, la cálida respiración de la chica sobre su cara, la humedad de la cavidad, el hormigueo en sus labios, la electricidad que recorría todo su cuerpo, el sentirse flotar.
Con temor, movió un poco sus labios entreabriéndolos un poco, para así poder sacar su lengua y con ella acariciar los pequeños labios de ella, ante la sensación, la chica saltó un poco y se tensó, pero rápidamente se relajó. Pronto, ambos encontraron el ritmo en el que sus labios danzaban acompasadamente, Ranma cerró sus brazos a través de la cintura de su prometida, mientras ella acomodaba los suyos tras el cuello del azabache. No supieron cuánto tiempo estuvieron así, sólo se dieron cuenta del pasar del tiempo cuando la campanilla anunciando el fin de las clases sonó. Con pesar, se separaron, sintiendo rápidamente la pérdida del calor del otro. Ranma sonreía tontamente.
El azabache pensó en lo dicho por la peliazul, y no pudo evitar pensar que tenía razón, cualquier momento con ella a su lado era ideal, y en definitiva, aquel había sido el beso ideal que tanto había buscado para ella, y no le molestaría repetirlo cuantas veces quisieran.
Notas del autor
Este fanfic fue realizado como parte de la dinámica de la página de facebook #MundoFanficsInuyashayRanma para su #Rankaneweek2023 en sus 1000_y_1_palabras_de_amor.
Para el cuarto día, tenemos Beso Ideal. Agradezco nuevamente la invitación por parte de #MFFIYR para participar en esta divertida dinámica.
Como siempre, agradezco a todos los que leen mis fanfics, porque sin ustedes, estos no tendrían vida, y también agradezco a todos los que pueden y quieren dejarme un review, siempre son bienvenidos. Espero que les haya gustado. Hasta el próximo fanfiction.
