The Memory Remains
Yuuko debía admitir que fue una buena idea por parte de Natsuki el revivir sus salidas a karaoke. No solo extrañaba hacerlo, también sentía aquella mañana que sus fuerzas estaban renovadas, algo bueno para afrontar la nueva semana que estaba iniciando. Mirándose al espejo en su habitación, daba los últimos retoques a su atuendo de aquel día, luciendo una sonrisa radiante. Si Tsujimoto descubre que haber pasado tiempo con Natsuki me dejó sonriendo de esta forma, se la pasará mofándose, pensó.
De repente, el sonido de notificación de mensajes de su teléfono la devolvió a la realidad. Al revisarlo, vio que se trataba del chat grupal que tenía con Natsuki, Nozomi y Mizore, notando con cierta sorpresa que su remitente era la oboísta.
Mizore 7:03
Chicas, están invitadas al concierto que los de nuevo ingreso estaremos dando el próximo sábado. Pueden llevar a alguien más si así lo desean.
Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la rubia, orgullosa del que podría ser el primer momento protagónico de su amiga en el conservatorio. Aquella chica tímida y reservada a la que acogió desde el primer día que puso un pie en el salón de la banda sinfónica de Minami, guiada por Nozomi; aquella a la que consideraba como la hermana que nunca tuvo, aunque Natsuki insinuaba que la trataba como a una hija; aquella que tenía un enorme talento para la música, ahora se codeaba con otros jóvenes de su misma categoría. Yuuko deseó que Mizore pudiera destacar entre ellos tanto o más que cuando estaba en Minami y Kitauji.
"Ahí estaré" escribió en el chat, notando que un mensaje idéntico, enviado por Natsuki aparecía al tiempo en que la señal de "enviado" aparecía junto al suyo. Un segundo después, la ahora guitarrista de Ao no Danjon enviaba un "feliz helado" en respuesta a su mensaje.
Yuuko 7:05
¿Cuentan los mensajes de texto en ese juego?
Natsuki 7:06
Yo diría que sí
El caso es que me debes un helado
Yuuko 7:06
De acuerdo. Dime a qué hora nos vemos para pagarte.
Nozomi respondiendo a Mizore 7:07
Yo también iré!
Respondiendo a Natsuki 7:07
Por cierto, chicas, si van a planear sus citas, mejor háganlo en privado
Leer estas palabras provocó que tanto Natsuki como Yuuko se ruborizaran. Si bien no era la primera vez que Nozomi implicaba en sus palabras la idea de que ellas dos se llevaran mejor de lo que sus discusiones pudieran indicar, era la primera vez que se refería a una de sus salidas como "cita". Natsuki optó por aprovechar la situación para burlarse un poco más.
Natsuki 7:08
Apuesto que te sonrojaste por esto Yuuko
Yuuko 7:08
Mira quién habla. Apuesto que tú estás aún más roja que yo.
Natsuki 7:09
Entonces admites que estás roja? 😏
Yuuko 7:09
¡Cállate!
Natsuki 7:10
Estoy escribiendo callada 😜
Viéndose derrotada, Yuuko suspiró mientras bloqueaba el teléfono, permitiéndose sonreír con diversión ante esta pequeñez matutina.
Tras una mañana cargada de clases, fue una grata sorpresa que Yuuko y Miyuki se encontraran en la cafetería de la universidad con Natsuki y Hibuki. Si bien la rubia refunfuñó cuando su compañera de clases indicó que se sentaría con ellos, no opuso mayor resistencia al seguirla, ubicándose al lado de la guitarrista y robándole de forma descarada una de las papas fritas que ella había pedido minutos antes.
—¡Oye, eso es mío! —reclamó Natsuki.
—Era tuyo. Además, es mi venganza por todas las veces que me robaste comida en Minami y Kitauji.
—¿Una sola papa compensa varios años de eso? —preguntó Hibuki, limpiando sus lentes antes de probar alimento.
En respuesta, Yuuko tomó otra papa. Natsuki no solo no protestó esta vez, sino que acomodó la bolsa que las contenía en medio de ambas.
—Digamos que el robo de comida es recíproco entre las dos —aseguró encogiéndose de hombros.
Hibuki, tras acomodarse sus lentes, miró a las dos chicas que tenía al frente. Su expresión seria puso algo nerviosa a Yuuko, como si temiera un rechazo de su parte hacia la curiosa relación que tenía con su guitarrista.
—¿Cómo fue que ustedes dos se conocieron? —preguntó, sonriendo de lado—. ¿O debería preguntar cuál de las dos fue la primera en robarle comida a la otra?
—Apuesto a que fue Nakagawa la primera en hacer eso —aseguró Miyuki entre risas.
—Si bien tienes razón, ya llevábamos un tiempo de conocernos antes de que Natsuki mostrara su lado más travieso —aclaró la rubia, abriendo el bento que traía de su casa.
—Aunque no lo crean, Yuuko era bastante tímida en un inicio. Irónicamente, eso, sumado a su belleza, la hacían bastante popular con los chicos.
—Y tú eras una chica ruda a la que todos tenían miedo, Natsuki. —Yuuko punzaba el brazo de su amiga con su dedo índice mientras hablaba, para luego volver a centrar su atención en Miyuki y Hibuki—. ¿Pueden creer que ella ahuyentó a la mayoría de mis pretendientes?
Miyuki rio con discreción, mientras que Hibuki se limitó a asentir.
—De hecho, esa fue la circunstancia que nos llevó a hablar, o bueno, discutir por primera vez. —El tono serio de Natsuki hizo que las demás personas en la mesa prestaran atención. Yuuko la miraba con el ceño fruncido—. Alguien tan linda como Yuuko atrae la atención de la gente, a veces de gente no deseada.
» En nuestro primer año de secundaria compartimos aula, así que era habitual ver cómo interactuaban los demás con ella. Y había un chico que insistía bastante en llamar su atención. Al principio parecía inofensivo, ya saben, palabras dulces y algún que otro detalle de aparente inocencia, pero poco a poco fue mostrando sus verdaderas intenciones.
» Él se enojaba cuando alguien se acercaba a Yuuko, ni hablar de cuando ella entablaba conversación con otra persona. Intervenía cada vez que eso pasaba. Yuuko rogaba que no lo hiciera más e intentaba alejarse, sin éxito. Mi paciencia se colmó el día en que él le levantó la voz, declarándola como suya.
Tanto Miyuki como Hibuki abrieron sus ojos con asombro ante aquellas palabras. Yuuko suspiró con pesadez.
—Admito que las cosas con él se salieron de control, pero sigo pensando que no era necesario que intervinieras —aseguró la rubia. Natsuki rodó sus ojos, pero no dijo nada—. Estaba enojada por su forma de tratarme y estaba a punto de llegar a mi límite cuando ella apareció detrás de él y, tocando su hombro, le dijo con voz seria que no me molestara más, o se vería en la penosa necesidad de manchar su historial disciplinario con su sangre. La expresión furiosa de su rostro y el hecho de que usara el cabello corto en esa época la hacían ver intimidante, lo suficiente para que él se alejara de mí y nunca más me volviera a dirigir la palabra.
—Y, aun así, esta malagradecida me gritó que no me metiera en sus asuntos —intervino Natsuki—. Me defendí diciéndole que no parecía que realmente tuviera todo bajo control y que debería haber estado agradecida. Ella respondió que jamás iba a agradecer por una ayuda que nunca pidió y menos a alguien como yo, y luego me sacó la lengua.
Pese a la seriedad del asunto y del tono de voz de la guitarrista, fue inevitable para Miyuki soltar una pequeña risa al imaginar a una versión más joven de Yuuko en una actitud tan infantil.
—Vaya, ni siquiera yo sabía aquella historia —intervino una voz ajena a la de las cuatro personas sentadas a la mesa.
—Tú nunca ahondaste en cómo nos conocimos Yuuko y yo, así que el tema nunca salió —respondió Natsuki, rascándose la nuca. Luego, señalando a la recién llegada, añadió dirigiéndose a sus compañeros de banda: — Ella es mi mejor amiga, Nozomi Kasaki. Nozomi, ellos son Hibuki Yamazaki y Miyuki Tsujimoto.
—Es un gusto —dijeron los tres al unísono.
Miyuki permanecía mirando fijamente a Nozomi, al punto que la flautista llegó a incomodarse.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó sin querer sonar grosera.
—Dos ojos, una nariz, una boca… —enumeró Miyuki en son de broma, aunque a ninguno más le pareció gracioso—. Hablando en serio, te pareces demasiado a una chica con la que comparto algunas clases. De no ser porque los nombres no coinciden, estaba a punto de preguntarte cómo volviste a tener tu cabello al natural en cuestión de horas.
—Parece que encontramos a tu gemela perdida, Nozomi —bromeó Natsuki.
—Que no se entere Mizore, o seguro me cambia por ella —rogó Nozomi, aunque sonriendo.
—Pensé que ya habías superado tu inseguridad al respecto —intervino Yuuko, sonando genuinamente preocupada. Nozomi rascó su nuca en respuesta—. Mizore es una amiga nuestra, y la novia de Nozomi. Ella estudió con nosotras en Minami y Kitauji, pero ahora está en el Kyoto Music College. Es una virtuosa oboísta.
—¿En serio? —preguntaron Hibuki y Miyuki a la vez. Yuuko asintió con orgullo.
—Hablando de eso, si quieren, pueden venir con nosotras al concierto que los de nuevo ingreso de ese conservatorio van a dar el sábado —invitó Natsuki.
—Claro, será un gusto —aseguró Miyuki con una sonrisa. Hibuki se limitó a asentir.
Los ojos de Natsuki se paseaban de lado a lado de la vitrina, en busca de algo que llamara su atención para hacerle un regalo a "su dolor de cabeza". Aquel sábado no solo era el debut universitario de Mizore, también era el cumpleaños de Yuuko. La joven Nakagawa habría preferido organizar algo para la ocasión, junto a Nozomi y Mizore, pero el tiempo disponible de todas jugaba en contra. La cumpleañera debía ir a su trabajo tan pronto como terminase el recital de la oboísta, y había una gran posibilidad de que pasara la noche con su familia.
De repente, sus ojos se posaron en un llamativo llavero con forma de un oso vestido de traje y con una trompeta en su "mano".
—Es perfecto —se dijo a sí misma mientras hacía una seña al dependiente de la tienda, indicando que se lo llevaba.
