Hola hermosas, espero que estén muy bien y listas para continuar con la siguiente línea del tiempo, recuerden que

LÍNEA 1: Es la original.

LÍNEA 2: Es la época moderna.

LÍNEA 3: Es la época donde Anthony y Stear sobreviven.

Espero no causar mucha confusión esta vez. Les recuerdo que los personajes no me pertenecen, pero la historia es completamente mía y es sin fines de lucro.

LÍNEAS DEL TIEMPO

CAPÍTULO 3

LÍNEA 3

El galopar del caballo se escuchaba con fuerza sobre el camino que llevaba a la mansión de las rosas, el jinete tenía su gesto enardecido, completamente rojo por el esfuerzo que hacía para mantenerse a esa velocidad sobre su caballo.

Desde aquel fatídico día había perdido totalmente el respeto a la velocidad en la que cabalgaba, era como si tentara su propia suerte y buscara revelarse a su destino. Seguía adolorido a pesar del tiempo y ninguno de sus intentos por seguir adelante habían tenido éxito alguno.

Llegó a su destino por fin deteniendo de manera abrupta al equino, el cual jadeaba exhausto por tremenda carrera, sin embargo aquel noble corcel estaba acostumbrado a es tipo de paseos.

-OHHH! – Gritó fuerte para que el caballo lo obedeciera de inmediato. El caballo detuvo su galopar de manera repentina, parándose sobre sus dos patas, provocando que su jinete se aferrara con fuerza para no caerse de él.

-¡Hasta que llegas! – Dijo una voz chillona que estaba esperándolo frente a la entrada principal de la mansión. En ese momento el joven deseo haberse dejado caer del caballo.

-¿Qué quieres? – Preguntó de mala manera, desmontando del caballo de un salto para dirigirse hacia la entrada sin poner mucha atención en la fastidiosa joven.

-Te he estado esperando desde hace horas. – Dijo aquella mujer exagerando en sus maneras, como siempre, mientras con sus ojos marrones lo veía con enfado.

-No exageres, me acabo de ir hace unos minutos. – Dijo el jinete sin detenerse ante ella. Caminando deprisa por tal de huir de su no deseada visita.

-¡Anthony! ¡Hazme caso! – Dijo la joven golpeando con su fino zapato el suelo que la sostenía.

-¡No estés fastidiando! – Respondió el rubio aún sin detenerse. Vestía un pantalón café, una camisa blanca dejando su pecho mitad descubierto y un chaleco negro.

-Deberías irte a cambiar. – Dijo un poco más tranquila la joven, cambiando un poco su actitud para ver si de esa manera tenía su atención. – Pareces un pordiosero. - Anthony sonrió maliciosamente ante la opinión de dicha joven sobre su aspecto.

-Nadie te invitó para que me vieras así. – Sonrió con malicia, dirigiéndose a ella por fin, centrando su azulada mirada filosa y con fastidio sobre ella.

-¡Anthony! ¡Tienes que ir a ver al sacerdote! ¡Me acaba de decir que no has ido a verlo! – Dijo nuevamente, saliéndose de quicio al ver la despreocupación que mostraba el rubio.

-¡Ya te dije que no lo haré! – Dijo Anthony realmente molesto, sus hermosos ojos demostraban la furia que aquella joven de cabellos rojizos y piel morena le provocaban con solo verla y escucharla.

-¡Tú madre y mi madre hicieron ese compromiso desde que éramos unos niños! – Respondió Elisa con fuerza, molesta por la continua negativa de aquel atractivo joven.

Después de la muerte de la tía abuela había aparecido mágicamente un compromiso no revelado entre él y la joven Leagan, un compromiso que si bien por un tiempo intentó aceptar con el paso de los días y de los meses se fue haciendo cada vez más insostenible para el rubio, hasta el punto de desear estar muerto antes de pararse frente al altar y jurar lealtad eterna y decía lealtad por que amor jamás lo podría hacer por nadie.

-¡Mi madre está muerta! ¡Así que ese compromiso no es válido! – Dijo Anthony con desprecio, le molestaba que quisieran chantajearlo con aquella treta.

-¡Tienes que cumplir su último deseo! – Dijo Eliza nuevamente, insistiendo en que debía casarse con ella.

-El último deseo de mi madre fue que yo fuera feliz… y tú no me haces feliz… – Dijo Anthony completamente convencido de ello acercándose a ella peligrosamente, con su mirada filosa, con sus puños apretados y con su respiración realmente agitada, casi bufando, amargado por la suerte que tenía.

Elisa lo miró con cierto miedo. Cuando tenía esa mirada filosa sobre ella la ponía nerviosa, así que apartó su rostro para evitar su mirada.

-Pero mi madre dice que… - Dijo intentando convencerlo de nuevo, pero sus argumentos cada vez perdían más peso.

-No me interesa… - Dijo Anthony de nuevo. – Para ti solo soy un capricho, tú misma has dicho que parezco un pordiosero ¿No? – Preguntó con ironía. – Yo no pienso cambiar, y no pienso aceptar tus chantajes, sabes que si algo detesto es que quieran controlar mi vida. – Dijo una vez más, dirigiéndose de nuevo hacia el interior de la mansión.

-Anthony… yo te amo… - Dijo Elisa con las lágrimas a punto de salir de sus ojos. Anthony no se inmutó al escuchar la voz entrecortada de la pelirroja, sabía que era una más de sus tretas para convencerlo, sin embargo aquella manera de hacerlo no era la indicada, para él hacía muchos años que las lágrimas de una mujer no lo conmovían, menos cuando eran de Eliza.

-No te engañes Eliza, tú no me amas, simplemente repites las palabras que te indicó tu madre. – Dijo con sarcasmo, seguro de que había tenido mucho tiempo para ensayar su acto. – Tú solo amas al dinero, a la posición, los lujos… tú solo te amas a ti misma… - Le dijo una vez más, comenzando a subir las escaleras que lo llevarían hasta su habitación.

-¡Es por ella! ¿¡Verdad!? – Preguntó realmente molesta, apuñando las manos haciendo referencia lo mucho que odiaba a aquella joven que tanto daño según ella les había hecho. - ¡No sabes cuánto me alegro que haya muerto! – Dijo con burla, con una sonrisa que demostraba que realmente estaba muy feliz de que ella hubiese muerto, a pesar de aun así él no la tomara en cuenta para formar una familia a su lado.

-¡Cállate! – Dijo Anthony en un grito, sin importarle que era un caballero y que a la que tenía frente a él era su supuesta prometida, una prometida que él rechazaba terminantemente. - ¡Te prohíbo que ensucies su recuerdo con tu lengua venenosa! – Le dijo con fuerza desde las escaleras, mirando con un odio profundo a la joven, un odio que jamás imaginó sentir por alguien.

A pesar de la distancia Eliza sintió la mirada llena de odio y rencor sobre ella. Anthony se retiró del lugar, subiendo las escaleras de dos en dos para apartarse de ella lo más rápido posible, la odiaba, odiaba realmente a aquella mujer que le habían impuesto las tontas reglas de sociedad y los tontos compromisos que se pactaban entre ricos.

Eliza se quedó con el coraje en su pecho, sintiendo que tenía ganas de revivir a aquella joven simplemente para matarla con sus propias manos.

-¡Maldita seas Candy! ¡Donde quiera que estés te maldigo! – Dijo la pelirroja con verdadero odio, sin importar que se dirigía a una joven que ya había rendido cuentas ante el creador.

Anthony llegó realmente molesto a su habitación. Cerró la puerta de golpe, una costumbre que se había hecho presente en él desde que se enteró que lo querían casar a la fuerza con Eliza Leagan, poniéndole de pretexto que su madre había hecho esa promesa en el lecho de muerte. Por un tiempo le había sido de total indiferencia, creía que debía aceptar su destino a pesar de que no tenía el menor interés en aquella joven, sin embargo al saber por medio de ella que cada vez se acercaba más y más la fecha establecida por los mismos Leagan le estaba produciendo náuseas en su vientre.

-¿Por qué tuviste que irte pecosa? – Se preguntaba una vez más, reflejando en su rostro la amargura que vivía desde que la había perdido aquella mañana en la cacería del zorro. – Yo fui el que debió de haber muerto pequeña. – Se decía una vez más. Tenía el mismo pensamiento desde que la había perdido.

Aquella mañana habían salido a cabalgar juntos. Acababan de presentarla ante la familia Andrew y él había decidido robarla de sus primos para poder estar una vez más a solas con ella. La noche anterior le había declarado su amor y habían sellado con un tierno y dulce beso la promesa de amarse para siempre, un beso que aún quemaba sus labios como si hubiese sido ayer cuando lo hubo robado.

Jamás imaginó que aquella trampa que había sido puesta para cazar zorros, atraparía una de las patas delanteras del caballo que ella montaba. Eso ocasionó que el caballo comenzara a sacudirse del dolor y con la poca experiencia que tenía Candy montando no tuvo la oportunidad de asirse de la rienda y salió volando del caballo cayendo de cabeza, muriendo instantáneamente ante la mirada atónita de Anthony quien no pudo hacer nada por ella.

-¡Candy! – Gritó el joven quien de inmediato desmontó para llegar hacia ella, ni siquiera pudo despedirse, no pudo volver a ver sus hermosos ojos verdes, aquellas esmeraldas habían quedado cerradas para siempre y con ello él quedaba solo, con el corazón roto y su alma destrozada. –Todo lo he perdido Candy… - Decía con amargura, una amargura que le había quedado desde que la había perdido a ella, en la cual había puesto todas sus esperanzas para ser feliz.

Había renunciado a la felicidad... primero había muerto su madre dejándolo solo bajo el cuidado de la tía abuela, después había conocido al amor de su vida y este había muerto en aquel accidente a caballo, poco después la tía abuela también abandonó este mundo por la tristeza que le causó la muerte de Candy, jamás se pudo recuperar de aquella pérdida, ella había adoptado a Candy porque tenía el deseo de tener una nieta y la rubia cumplió con todas sus expectativas, sobre todo el reto de convertirla en una señorita y a pesar de lo difícil que ella creía era, estaba resultando. Anthony sabía que tarde o temprano lo conseguiría, sin embargo el tiempo no se lo había permitido.

-Te extraño tanto pecosa. – Decía mientras se metía a bañar para limpiar su cuerpo del sudor generado por su ejercicio y sentir al mismo tiempo que se limpiaba de la presencia de Eliza. Sus lágrimas cayeron al mismo tiempo que su rostro se iba mojando con el agua que caía sobre su piel, confundiéndose con ella.

Desde aquel día Anthony había dejado de sonreír con alegría, poco a poco se fue encontrando con más y más motivos para dejar de sonreír, la muerte de su madre, la muerte de Candy, la muerte de la tía abuela, la muerte de su primo y para colmo el anuncio de un compromiso del que casualmente nadie sabía tan solo Sara Leagan y que ahora hasta su tío William exigía se cumpliera. Nadie podía ayudarlo, William seguía de viaje y rara vez se comunicaba, George alegaba que él no tenía conocimiento del hecho y el primo que le quedaba le aconsejaba que huyera al igual que lo había hecho su hermano.

Secó su atractivo cuerpo con cuidado para vestirse con ropa limpia y salir así a realizar sus actividades diarias. Vivía una rutina desde hacía seis años y a pesar de la monotonía seguía cumpliendo al pie de la letra con cada uno de sus deberes.

Salió de la mansión con dirección hacia el taller de su primo, quien de seguro se encontraba trabajando en un nuevo proyecto, desde que su hermano había partido se había sumergido en sus inventos y solo salía hasta la noche de ahí.

-Buenos días, Stear. – Dijo Anthony tranquilamente, saludando al joven inventor que se mantenía encerrado en el taller, o como él le decía "su laboratorio".

-Buenos días Anthony. – Dijo Stear sin dejar de poner atención en lo que estaba haciendo.

-¿Qué haces? – Preguntó el rubio intrigado en lo que Stear hacía.

-No mucho. – Dijo Stear quien se había quedado sin ideas, alrededor de él podían verse un sin número de aparatos que había inventado, ninguno había funcionado, sin embargo seguía ideando con tal de distraer su mente.

-¿Quieres salir un rato? – Preguntó el rubio, quería distraer un poco su mente. Stear lo miró sonriendo de lado, pudo ver en sus ojos la frustración que vivía una vez más dentro de su alma atormentada.

-Vamos… - Le dijo dejando sus lentes de protección, sus guantes y la bata que se ponía cuando entraba a su laboratorio. Anthony sonrió por primera vez en el día de manera tranquila. - ¿Qué quería Eliza? – Preguntó Stear mientras caminaban hacia el jardín trasero, un lugar que ambos preferían ya que el jardín principal les recordaba mucho a Candy y a su hermano.

-Lo de siempre… - Dijo Anthony con fastidio, suspirando cansado de aquella situación.

-¿Qué vas a hacer? – Preguntó Stear también seguro de que Anthony ya estaba cansado de aquella odiosa joven.

-No lo sé, cada vez se acerca más el día y te juro que quiero salir corriendo y renunciar a todo. – Dijo siendo honesto, suspirando con cansancio por la manera en la que estaba sucediendo su vida.

-Yo sigo en lo mismo… - Dijo Stear quitándose los lentes para limpiarlos. – Hagamos lo mismo que Archie. – Dijo nuevamente. Anthony ya sabía a lo que se refería.

-¿Quieres que nos enrolemos al ejército? – Preguntó con ironía. Stear sonrió triste.

-Podemos decir que así lo hicimos y nos vamos lejos de aquí. – Dijo Stear suspirando, sabía que su hermano había huido de Lakewood por la misma razón que él tenía ganas de huir. – Así podremos buscar a una dama de nuestro gusto y formar nuestra propia familia. – Dijo Stear a su primo, quien lo miró no estando de acuerdo con ello.

-Sabes que yo no puedo pensar en nadie más. – Dijo Anthony con amargura, volviendo sus recuerdos en el tiempo, más específicamente a la noche del primer y único beso robado a su pecosa.

-Eso es porque no has conocido a nadie más fuera de Chicago, todas las jóvenes que conoces son presumidas y caprichosas como Eliza. – Dijo Stear una vez más, seguro de que lejos de ahí en algún lugar había otra dama que cautivaría a su primo como un día lo había hecho Candy.

-Todas excepto la señorita Britter. – Dijo Anthony mirando a su primo con una sonrisa. Stear suspiró frustrado al recordar a la joven que había rechazado su hermano y que tiempo después ella lo había rechazado a él, motivo por el cual este se había ido a la guerra para demostrar que no estaba dolido por ese rechazo.

-Tal vez tienes razón y ambos deberíamos quedarnos aquí, tú con Eliza y yo con Annie. – Dijo mirando a su primo con travesura, el cual abrió los ojos, sorprendido por su comentario. - ¿Lo ves? Sabes que no es correcto. – Dijo de nuevo Stear al ver la reacción de su primo.

-Yo no amo a Eliza. – Dijo Anthony fastidiado por su situación.

-Ni yo amo a Annie, además ella está interesada en alguien más. – Dijo Stear con seguridad, recordando que más de una vez Anthony le había sugerido cortejarla. – Sin embargo es mejor opción que Eliza. – Dijo de nueva cuenta con un largo suspiro, imaginándose cómo sería su vida si se casara con ella.

-Yo que estaba dispuesto a cederte mi lugar. – Dijo Anthony bromeando con su primo. Stear puso cara de asco. – Por lo menos Annie es una buena chica. – Dijo de nuevo el rubio con un fuerte suspiro. Stear asintió con su comentario.

-Sí, pero Annie estaba enamorada de mi hermano y no me parece que yo intente conquistarla, mucho menos después de que hay rumores que dicen que está enamorada de otro. – Dijo realmente decidido en lo que pensaba. Anthony asintió, sabía que era verdad y que a pesar de que Archie había muerto al frente de guerra amando a Candy, jamás pudo corresponder a Annie a pesar de su último esfuerzo, pero su hermano estaba con vida y merecía formar una familia o por lo menos intentarlo.

-¿Todavía amas a Candy? – Preguntó el rubio incómodo, sabía que así era ya que él no podía olvidar la dulzura de la rubia, su sonrisa, su lindo rostro y sus simpáticas pecas que adornaban su cara. Stear sonrió de lado.

-Siempre tendré a Candy en un lugar muy especial en mi corazón. – Dijo Stear sincero. – Sin embargo sé que debo seguir y ella no estaría feliz si tú o yo nos quedamos para vestir santos. – Dijo con gracia intentando animar a su primo una vez más. Anthony sonrió de lado por la manera en la que siempre intentaba animarlo.

-No sé si podré amar a alguien alguna vez como amé a Candy. – Dijo Anthony una vez más, recordando la dulzura y la candidez que ella tenía.

-Tal vez no… pero por lo menos encontrar a una chica que no sea Eliza. – Dijo recordando a su primo que estaba en una situación muy complicada.

-Creo que pensaré muy seriamente en irme al frente. – Dijo Anthony sarcástico, prefería irse a la guerra que soportar a la odiosa de Eliza y a su insoportable familia.

-Mi hermano cometió un error al enlistarse. – Dijo Stear recordando con dolor a su hermano. Él era un joven pacifista que no creía en las armas, sin embargo su hermano era más impulsivo y cuando estalló la guerra encontró una manera de sacar el enojo y la frustración que sentía desde la muerte de Candy y el motivo perfecto para alejarse de Annie, para enfrentar así el rechazo que ella había tenido con él. – Tal vez en estos momentos él sería feliz con Annie. – Dijo pensando en la joven de ojos azules que había llorado bastante por la pérdida de su hermano. A pesar de que ella, decían estaba interesada en alguien más le había podido realmente su muerte, tal vez era la culpa que la embargaba por haberlo despreciado.

-Tal vez el destino de ella realmente esté al lado del joven Grandchester o si quieres intentarlo... – Dijo Anthony intentando darle ánimo a su primo. Stear sonrió de lado por las palabras de su primo.

-Yo no puedo verla de otra manera que no sea mi "casi cuñada". – Dijo Stear con una sonrisa, tenía un cariño muy especial por Annie, sin embargo sabía bien que no era amor, además creía que la pelinegra merecía encontrar a una persona que la amara y la valorara de verdad y sabía bien que el joven Grandchester era una opción para ella, ya que se habían conocido en el colegio y a pesar del comportamiento salvaje y poco amable de él, había puesto los ojos en la tímida muchacha.

-Jamás creí que podría verlos de esa manera. – Dijo una tercera voz que se unía a los dos primos que se mantenían sentados bajo un árbol observando el cielo.

-¿¡Quién eres tú!? – Dijo Stear de pronto, sentándose incrédulo en su lugar, mientras Anthony se colocaba junto a él para observar a uno y otro detenidamente.

-¿¡Cómo que quien soy!? – Preguntó de nuevo el recién llegado. – No creo que me vea muy diferente a pesar de los años de diferencia. – Dijo poniendo sus brazos sobre sus caderas.

-Creo que es bastante obvia la respuesta. – Dijo Anthony mirando a su primo. Stear lo miró confundido.

El joven frente a ellos era una copia exacta del joven Stear quien seguía sentado bajo la sombra del árbol observando hacia arriba para ver a aquella aparición que había llegado tan de repente. El joven inventor observaba confundido que aquel extraño visitante era muy parecido a él las pocas diferencias eran su edad, que no llevaba anteojos y su vientre un tanto abultado bajo su saco.

-¿Estamos soñando? – Preguntó Stear levantándose para ver de cerca al recién llegado.

-Pues mi discusión con Eliza fue bastante real. – Dijo Anthony señalando que no creía que era un sueño.

-Pero estoy muy gordo. – Dijo Stear señalando la panza que reposaba en el joven que se mantenía frente a él con el ceño fruncido.

-Si sigues sentado dentro de tu laboratorio en unos tres años más cuando mucho tendrás la misma barriga que yo. – Dijo un tanto inconforme por haberle dicho panzón. Anthony comenzó a reír de buena manera, era la segunda vez que lo hacía en el día, más veces de lo que lo hacía en una semana. Stear lo miró molesto por burlarse de él.

-¡Bueno ya! – Dijo el Stear más joven, viendo con desagrado y desconfianza al Stear de 25 años que tenía frente a él. – Ya estuvo bueno de bromas, dime quien eres y por qué te pareces tanto a mí. – Dijo Stear haciendo el mismo gesto que su otro yo.

-¿No te ha quedado claro? – Preguntó el Stear mayor girandose con las manos abiertas para que lo observara completo. – Soy tú. – Dijo sonriendo. Anthony no podía negar lo evidente, aquel joven sonreía y tenía los mismos gestos que su primo, lo único que los diferenciaba era la edad y el abultamiento en su vientre que si lo escondía bajo su pantalón no era muy discreto que digamos.

-¿Eres mi yo del futuro? – Preguntó Stear sarcástico. El Stear mayor negó con una sonrisa.

-¡Por supuesto que no! – Dijo con una sonrisa. – Soy Alistear Cornwell Andrew de otra línea del tiempo. – Dijo como si lo que dijera fuera lo más normal del mundo.

-Creo que se te ha zafado un tornillo. – Dijo Stear intentando sacudir sus ideas.

-¡Vamos eres un genio! sabes que es posible. – Dijo el mayor con una sonrisa, mientras se reía de su yo con anteojos. El joven Stear se le quedó viendo a los ojos, buscando alguna forma que le dijera que estaba burlándose de él, sin embargo no veía nada, sabía que era cierto lo que decía, él mismo había buscado la manera de hacer eso posible y a pesar de que había encontrado algo que lo podría ayudar no se había atrevido a ir más allá de lo que había descubierto.

-Esto debe de ser una broma. – Dijo el joven Stear tallándose los ojos con desesperación.

-Creo que no es así primo. – Dijo Anthony, pues él también a pesar de que creía que era una especie de broma o sueño, sabía que no era posible si los dos estaban soñando con lo mismo.

-¿Qué es lo que haces aquí? – Preguntó Stear a su otro yo.

-Vine buscando a mi primo. – Dijo mirando a Anthony con una sonrisa. Anthony se señaló a sí mismo. Stear mayor asintió. – Pero creo que me equivoqué de línea del tiempo. – Dijo suspirando intentando mostrar frustración, sentándose en el lugar donde estaban sentados los dos jóvenes antes de que él llegara.

Anthony y Stear lo miraban confundidos, aún no asimilaban lo que estaba pasando mientras el viejo Stear cerraba los ojos mirando hacia el cielo, estaba un tanto encandilado por los rayos que se filtraban por las ramas del árbol que los protegían del sol.

-Aquí se respira paz y tranquilidad. – Dijo Stear mayor. Los jóvenes lo miraron sin comprender sus palabras, sin embargo se sentaron junto a él.

-¿Acaso de dónde vienes no es así? – Preguntó el joven Stear.

-De dónde yo vengo parece que es un lugar diferente. – Dijo suspirando con tranquilidad la paz que se respiraba en el ambiente.

-¿Acaso vienes de otro lado que no sea América? – Preguntó de nuevo el joven Stear quien seguía escéptico de que estuviera platicando con él mismo. Stear mayor comenzó a reír por la pregunta de su yo más joven.

-No…no soy un extraterrestre si eso estás insinuando... - Respondió tranquilamente cerrando los ojos para poner su brazo sobre la frente y continuar respirando la paz y la tranquilidad junto con el trino de los pájaros. – Vivo en Lakewood también. – Dijo sin abrir los ojos, mientras los otros dos jóvenes estaban esperando que continuara con su respuesta. – Solo que vengo de un tiempo más adelantado. – Dijo sin especificar nada más.

-Sí como no… - Dijo Stear de nuevo, como todo hombre de ciencia necesitaba pruebas de lo que decía, no simplemente que una persona con un extraño parecido a él le dijera las cosas.

-Te entiendo. – Dijo el mayor. – Sé que estás pensando en que debería de mostrarte las pruebas necesarias para comprobar lo que digo. – Dijo viendo a su yo más joven quien se sorprendió por sus palabras, era como si le estuviera leyendo la mente. – Y no… no leo la mente… - Le dijo de nuevo para su sorpresa. – Lo que sucede es que creas o no, somos la misma persona. – Dijo de nuevo con una tranquilidad tan envidiable que el menor deseaba en esos momentos.

-Bien. – Dijo Ahora Anthony. – Supongamos que te creemos. – Dijo demostrando que no era así. – Y vienes de otro "tiempo". – Dijo con sarcasmo. - ¿Por qué dices que has venido a buscarme? – Preguntó ya que tenía la duda de saber por qué había ido a buscarlo.

-No te he venido a buscar a ti. – Dijo Stear confundiendo a Anthony.

-Pero dijiste que… - Dijo Anthony sin embargo Stear lo interrumpió antes de que terminara.

-Sé lo que dije… vine a buscar a mi primo. – Dijo de nueva cuenta. – Sin embargo busco a mi primo de mi tiempo, no a mi primo de este tiempo. – Aclaró para que comprendieran lo que estaba haciendo.

-Claro… - Dijo Stear joven incrédulo de lo que el mayor decía, comenzando a creer que era un desafortunado loco que conocía muy bien a la familia. - ¿Y no vienes a buscar a mi hermano? Digo tú hermano. – Aclaró de nueva cuenta el inventor, intentando continuar con aquel juego que le parecía absurdo.

-Sé muy bien dónde está mi hermano. – Dijo Stear mayor con una sonrisa de lado. – Él vive muy feliz con su pareja en mi tiempo. – Dijo de nuevo sorprendiendo a Stear joven.

-¿Quieres decir que Archie vive en tu tiempo? – Preguntó sorprendido Stear joven quien deseaba con todo el corazón que eso fuera realidad en su línea del tiempo.

-En mi línea del tiempo todos los seres que quiero están con vida. – Dijo viendo a ambos jóvenes, incorporándose para hablar con seriedad. – Menos mi tía Rosemary. – Dijo recordando a la mamá de Anthony quien de inmediato bajó su rostro triste al recordar a su madre.

-¿Y Candy? – Preguntó Anthony con el corazón acelerado. Stear mayor sonrió de lado, sabía bien que Anthony tarde o temprano preguntaría por ella.

-Ella es tu esposa en mi línea del tiempo. – Dijo el inventor mayor una vez más. La sonrisa de Anthony se iluminó al escuchar aquella afirmación que hacía el mayor.

-¿Entonces por qué dices que me estás buscando? Digo… ¿Por qué dices que estás buscando a mi yo de tu línea del tiempo? – Preguntó el rubio ya más convencido de las palabras del mayor.

-Joven Anthony. – Dijo Dorothy detrás de ellos. Stear mayor se tapó el rostro con su mano para evitar que lo viera la joven. – Lo busca la Sra. Sara Leagan. – Dijo para sorpresa del rubio, quien torció los ojos en señal de fastidio.

- Dile que no está. – Respondió Stear mayor sin descubrir su rostro. Dorothy se sorprendió por la orden dada ya que Anthony jamás se negaba a hablar con aquella mujer, sin embargo Stear sabía que no tenía ganas de ver a aquella dama. Dorothy volteó a ver a Anthony quien le asintió para que hiciera lo que había dicho su otro "primo".

Dorothy asintió y se dio la media vuelta para dirigirse de nuevo al interior de la mansión y negar la presencia de su patrón.

-¿Vamos a nuestro laboratorio? – Preguntó Stear mayor para buscar privacidad a lo que tenía que contar a los jóvenes.

-Dirás mi laboratorio. – Dijo Stear joven un tanto celoso de lo que decía su otro yo.

-Es la misma. – Dijo Stear mayor con una sonrisa, le causaba gracia la manera en la que su yo de esa línea del tiempo se comportaba.

Una vez dentro del laboratorio de Stear, el mayor tomo una tiza para escribir en la pizarra que tenía en la pared. El mayor sonrió por los artefactos tan primitivos con los que trabajaba su otro yo.

-Primero que nada me tienes que demostrar que realmente eres yo. – Dijo Stear cruzándose de brazos. Stear mayor rodó los ojos por la manera en la que desconfiaba de él mismo, así que llevó su mano a la billetera y sacó de ella una identificación que lo avalaba como Alistear Cornwell-Andrew y que vivía efectivamente en Chicago, lo que le llamó la atención fue la fecha en la que indicaba expiraba aquella identificación.

-¿Es verdad esa fecha? – Preguntó sorprendido. Stear mayor asintió con una sonrisa.

-¿Mi ropa no te dice nada? – Preguntó Stear mayor con una sonrisa, girándose frente a ellos nuevamente para que observaran su manera de vestir.

-Si… creo que es muy ajustada. – Dijo el inventor más joven con una sonrisa de burla. El Stear mayor puso los ojos en blanco.

-Mira quien lo dice, el que usa cuadros en su ropa y hace tiempo se dejaron de usar. – Dijo con una sonrisa el mayor, recordando las veces que su hermano le decía anticuado.

-Te recuerdo que estás en el pasado según tu identificación. – Dijo Stear joven defendiéndose del ataque.

-Bueno basta. – Dijo Anthony con una mueca, un tanto cansado de la manera en la que se estaban comportando ambos inventores, una cosa era tolerar a un Stear, pero ahora eran dos y juntos eran realmente fastidiosos. – Tu identificación y tu ropa pueden alterarse para aparentar que vienes de otro tiempo. – Dijo Anthony aún un tanto desconfiado.

-Nunca pensé que sería tan difícil convencerlos. – Dijo Stear mayor, decidiéndose a sacar de su bolsillo interior un artefacto que para ellos era completamente extraño.

Ambos jóvenes lo veían buscar algo en aquel artefacto rectangular que tenía en sus manos y que deslizaba con sus dedos.

-¿Qué es eso? – Preguntó el joven Stear curioso como buen hombre de ciencia en saber.

-Un teléfono celular. – Respondió Stear tranquilamente. – Aquí está. – Dijo de nuevo una vez que encontró lo que buscaba. Puso frente a ellos una fotografía en la cual aparecían los tres primos Anthony, Archivald y Alistear, los tres de 24,24 y 25 años respectivamente.

Tanto Anthony como Alistear estaban confundidos con lo que veían en las manos del otro inventor, quien sonreía porque por fin les había callado la boca.

-¿Ahora me creen? – Preguntó Stear mayor.

-¡Archie! – Dijo el menor conmovido al ver cómo sería su hermano de haber seguido con vida. Stear arrebató el teléfono a su otro yo para ver con detenimiento la imagen. - ¿Esto es un teléfono? – Preguntó una vez más mientras observaba el artefacto. Stear mayor asintió. – Los teléfonos de aquí son más grandes. – Dijo moviendo el artefacto por todos lados para buscar los cables que le hacían falta.

-Tal vez puedo hacerlo funcionar con lo que tienes por aquí. – Dijo Stear quien buscaba entre las cosas que había ahí lo necesario para que su teléfono tuviera línea. – Por lo menos de una manera análoga ya que es digital. – Decía mientras los demás lo veían confundidos.

Anthony se aventuró a mover la imagen en busca de algo más en el celular de Stear mayor, encontrando más adelante otra fotografía en donde aparecían no tres sino cuatro jóvenes.

-¿Qué hace Grandchester aquí? – Preguntó el joven inventor. Stear mayor volteó para ver que habían seguido husmeando en su teléfono.

-No lo entenderías. – Respondió Stear mayor sin inmutarse, sin embargo el joven seguía observando en cómo su hermano abrazaba a aquel rebelde como si fueran muy amigos, algo que no comprendía porque en vida su hermano no había conocido de cerca al rebelde.

-¡Candy! – Dijo Anthony al ver que le seguía una foto en la cual estaba él junto a una rubia verdaderamente hermosa, una rubia que él reconoció al instante al ver aquel brillo tan particular en sus ojos. Los ojos de Anthony se habían llenado de lágrimas al ver en aquella fotografía el posible futuro que hubiese podido compartir con Candy.

-Ambos tienen un hijo. – Dijo Stear sintiendo que su corazón se estrujaba al ver el dolor reflejado en el rostro de su primo.

-¿Un hijo? – Preguntó Anthony sentándose sobre un banco que estaba en el lugar. Sus piernas habían perdido fuerza, su corazón estaba adolorido, deseando que aquella vida que tenía su otro yo en otra línea del tiempo fuera la vida de él y no la tontería de que debía casarse con Eliza.

-Se llama Alexander. – Dijo Stear mayor con cierta melancolía al ver la reacción del joven rubio que tenía frente a él.

-¿Y dónde está mi otro yo? – Preguntó Anthony limpiándose la lágrima que salía de sus ojos, hacía tiempo que no lloraba frente a los demás y en ese momento no le importaba demostrar el dolor que aún cargaba en su alma. Stear joven se acercó a él para reconfortarlo, sabía que sufría aún por Candy, pero tenía tiempo que no lo veía llorar por ella.

-Hace unos días, Alexander estuvo jugando con mi máquina. – Comenzó a explicar Stear mayor a los dos jóvenes quienes ahora si con mayor confianza lo escuchaban, aquel aparato que les había mostrado no era de su tiempo y difícilmente lo encontrarían en 1916. – Y colocó varias fechas en las que podría visitar diferentes épocas en el tiempo. – Dijo de nuevo. – Anthony intentó detenerlo, sin embargo ambos fueron trasladados a una de las fechas que él seleccionó y entre ellas estaba esta. – Dijo nuevamente haciéndoles ver el motivo por el cual había mencionado que buscaba a su primo.

-Nosotros no hemos visto nada fuera de lo normal a parte de mí mismo. – Dijo Stear a su otro yo. Stear mayor sonrió.

-Lo sé, sin embargo por un error mío seleccioné esta fecha ya que se registran las tres fechas últimas que se le dieron a mi máquina, en la otra línea del tiempo tampoco los encontré, al contrario todos están felices y contentos. – Dijo sin revelar nada de esa línea del tiempo. – Falta otra línea en la que estoy seguro que es en la que Anthony y Alexander están. – Dijo de nuevo. – Candy está muy preocupada y si no regreso con ellos pronto me matará porque según ella yo tengo la culpa de lo que ha sucedido. – Dijo el inventor con temor, sabía que su prima Candy era bastante intensa cuando se enojaba.

-Creo que tiene razón. – Dijo Anthony mirándolo a los ojos. - No debes de dejar las cosas al alcance de los niños. - Agregó dando la razón a Candy en ese momento.

-Creo que Alexander no debió de jugar con las cosas de su tío. – Dijo Stear defendiendo a su otro yo.

-Alexander es un niño muy inteligente y creo que algo vio antes de dirigirse a ese tiempo, porque de todas las fechas o todas las líneas del tiempo a las que pudo haber ido solo hay tres registradas y se me hace mucha casualidad que sea esta y en la que estoy seguro esta Anthony y Alexander, el problema es que me necesitan para regresar. – Dijo Stear preocupado.

-¿Qué es lo que pudo haber visto? – Preguntó Anthony con curiosidad.

-En este tiempo Candy es la que perdió la vida… - Dijo Stear mayor con pesar, recordando a su prima y pesando que no sabría qué hacer si viviera algo así. – Pero en la otra línea del tiempo a la que para mí sería la línea 1, el que perdió la vida en el accidente a caballo… fuiste tú Anthony... – Dijo para sorpresa del rubio quien abrió los ojos sorprendido con ello.

-¿Cómo lo sabes? – Preguntó Stear joven.

-Porque yo estuve ahí antes de que se fuera Anthony y Alexander. – Dijo suspirando con pesar, anunciando que ya se había documentado antes de ir a su línea del tiempo. – Ahí descubrí que tanto tú como yo. – Dijo refiriéndose a Anthony y a él mismo. – Somos los que han perdido la vida. – Dijo suspirando al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo.

-¿Y ahí vive Archie? – Preguntó Stear ilusionado. Stear mayor asintió.

-Archie, Candy… la tía abuela,aunque a ella no la he visto. – Dijo tranquilamente.

-Candy… - Dijo Anthony ilusionado por volver a ver a la rubia.

-Archie… - Dijo Stear, cada uno mencionaba a la persona que más extrañaban.

-Pueden venir conmigo… – Dijo el inventor mayor observándolos detenidamente, como si estuviera analizando la reacción que tenían ambos chicos, esa sería la solución perfecta para dejar atrás todo el sufrimiento que estaban pasando. Tanto Anthony como Stear se observaron fijamente, como considerando la posibilidad de hacer lo que el mayor les decía.

El mayor los observaba ansioso, deseando que aceptaran ambos ir a la línea del tiempo de la cual se había escapado para ir por ellos, estaba seguro que Anthony lo mataría al regresar, pero era algo que sentía debía hacer para evitar que ese joven fuese infeliz junto a la odiosa Eliza Leagan.


En la mansión una vez que se había retirado Sara, Anthony y Stear platicaban de lo que había sucedido en el jardín trasero, mientras el inventor mayor estaba en una de las habitaciones dispuesto a descansar, preocupado por lo que había sucedido y su rostro presentaba el temor con el paso del tiempo, ya que no sabía que tanto podría funcionar su plan o que tanto podrían cubrir su ausencia en su línea del tiempo y en la línea del tiempo donde había quedado Anthony y su familia.

-Espero que esto funcione… - Pensaba un tanto inquieto, mientas se dedicaba a bañar y a cambiar sus ropas por unas más de acuerdo con la época. No sabía que tanto tiempo iba a permanecer en esa línea del tiempo, pero rogaba que no fuera mucho lo que tardara en convencer a su primo y a su contraparte de ir con él, al mismo tiempo esperaba que todo estuviera fluyendo bien en la línea del tiempo en la que estaba su sobrino y los demás y que no estuvieran causando demasiados problemas, de lo contrario podría ser juzgado por su atrevimiento por viajar entre las líneas del tiempo y temía que en esa época hasta lo acusaran de conspiración o algo peor y lo llevaran a la horca.

-¿Cómo ves lo que dice mi otro yo? – Preguntó Stear menor a su primo, quien había estado muy callado desde que entraron a la mansión.

-No lo sé Stear. – Dijo Anthony pensativo. – No te voy a negar que me gustaría volver a ver a Candy… - Dijo como si hubiera algo ahí que lo detuviera.

-¿Pero? – Preguntó Stear, sabía que algo no le cuadraba a su primo, además si se decidían a ir era ambos, él no tenía muchos motivos para quedarse, sus padres hacía tiempo que ya no se comunicaban y era difícil saber si estaban vivos o no, no tenía a nadie más en su vida, el único era Anthony y fuera de ahí no había nadie más de importancia para él, todo se había acabado y lo único que deseaba era volver a ver a su hermano.

-Pero aquí está mi Candy… mi madre… - Dijo refiriéndose al lugar donde descansaban los restos de las mujeres más importantes de su vida. – La tía abuela… - Dijo nuevamente, dirigiéndose a la ventana para observar el triste jardín donde antes estaba cubierto de rosas, sin embargo solo quedaba hierba y flores silvestres en lo que antes había sido un bello jardín. Suspiró melancólico al ver que aquellas flores tenían años de no ser cultivadas por él mismo, había perdido la ilusión de cuidarlas, había perdido la ilusión de crearlas y extrañaba en el fondo al viejo Anthony.

-Pero ellas ya no están a nuestro lado… - Dijo Stear triste al ver que todo aquello solo eran recuerdos. – Ni siquiera es como que su cuerpo esté en ese lugar, solamente es su recuerdo. – Dijo Stear quien no necesitaba ser un científico para saber que el cuerpo terminaba por unirse a la tierra. Anthony suspiró dándole la razón a su primo.

-¿Qué pasará con todo esto? – Preguntó Anthony viendo el lugar donde había crecido, todos sus recuerdos estaban en aquel lugar y por eso había evitado irse de ahí, lo malo que esa misma decisión lo había metido en problemas al ser constantemente asediado por los Leagan.

-Son bienes materiales Anthony… - Dijo Stear sin comprender por qué su primo se preocupaba ahora por lo material si jamás había sido interesado.

-No me refiero a eso Stear. – Dijo suspirando una vez más. – Me refiero a todo lo que esto representa. Aquí están nuestros recuerdos. – Dijo de nuevo. Stear lo miró con una sonrisa de lado.

-Esos los podemos llevar en nuestro corazón. – Dijo Stear con tranquilidad. – Además podemos ir simplemente y si no nos conviene o nos metemos en algún problema le decimos a mi doble que nos regrese. – Dijo en tono de broma, él sabía bien que no sería tan fácil regresar como si de un coche se tratara.

-Tienes razón. – Dijo Anthony ya más animado.

-Es tú decisión Anthony, yo voy a donde tú vayas… no es como si el otro Archie me fuera a aceptar. – Dijo externando ahora él su temor. Anthony se detuvo un tiempo más para pensar.

-Es verdad, no había pensado en ello… tal vez Candy no me vea igual que veía a su Anthony. – Dijo el rubio dudando una vez más de ir hasta ese lugar.

-Adelante. – Dijo Stear al escuchar que tocaban a la puerta.

-¿Qué decidieron? – Preguntó Stear mayor una vez que abrió la puerta de la habitación del Stear joven.

-¿Cómo supiste dónde era mi habitación? – Preguntó el joven inventor.

-Tienes que saber que tenemos más coincidencias de las que puedas imaginarte. – Dijo Stear viejo en respuesta. Una sonrisa apareció en los rostros de ambos científicos quienes poco a poco interactuaban más y podían casi casi adivinar sus pensamientos.

-Es verdad se me dificulta comprender que es como si fuéramos la misma persona. – Dijo sonriendo a su doble.

-Aún no decidimos. – Dijo Anthony en respuesta al mayor.

-No tenemos mucho tiempo, hay que arreglar las cosas antes de partir o antes de irme. – Dijo de nuevo el mayor, quien era observado como si no comprendieran qué tenía que arreglar antes de irse.

-¿Y si Candy y Archie no nos aceptan? – Preguntó Anthony de nueva cuenta, externando el miedo que tenía de ser rechazado por la rubia aunque no fuera la de su línea del tiempo.

-¿Y si son ustedes los que no los aceptan a ellos? – Preguntó el mayor en respuesta, haciéndoles ver que también podría ser una posibilidad. Los dos jóvenes se observaron sorprendidos, ninguno había pensado en esa posibilidad. ¿Cómo podía no aceptar a Candy? Se preguntaba Anthony, ¿Cómo podría no aceptar a Archie? Se preguntaba Stear.

-Tengo razón. – Dijo el joven Stear refiriéndose a su doble. Anthony sonrió por su comentario.

-Sé que podemos generar algún problema. – Dijo el inventor mayor. – Por eso es necesario que hagamos todo de lo más discreto, no podemos decir a nadie hacia dónde vamos o a qué tiempo vamos. – Dijo advirtiéndoles que debían cerrar bien sus ciclos antes de marcharse.

Anthony y Stear se vieron a los ojos asintiendo como si estuvieran de acuerdo en lo que harían.

-Podemos decir que nos enlistaremos para la guerra. – Dijo Stear despreocupadamente, el mayor los había escuchado hablar de ello y podría funcionar. – Aunque Eliza pondrá el grito en el cielo. – Dijo volteando a ver a Anthony.

-Eso es lo de menos. – Dijo el rubio despreocupado, de todas formas si algo me pasa buscará al próximo heredero. – Dijo sabiendo bien que ella lo que buscaba era su dinero.

-Puede casarse con Terry Grandchester. – Dijo el Stear mayor con cierta satisfacción en su rostro, ambos jóvenes lo miraron. – Digo, sería posible que le guste ¿No? – Preguntó con una sonrisa extraña.

-A ese actor le gustan todas, pero parece que tiene ya a su favorita. – Respondió el joven Stear. – Pero la verdad no estoy seguro si realmente están comprometidos. - Dijo de nuevo el joven inventor sin importarle mucho el hecho.

-Creo que por ese lado no deberían de preocuparse, el dinero lo seguirá administrando Albert y él estará bien. – Dijo el mayor sorprendiendo a los jóvenes.

-¿Albert? ¿El leñador? – Preguntó Anthony haciéndose el confundido. El mayor los vio sorprendido de que no supieran quien era la cabeza de la familia.

-Albert William Andrew. – Dijo el mayor irónico. – Él es la cabeza de la familia ¿No lo sabían? – Preguntó advirtiendo que ahora ya lo sabían.

-Ya decía yo que era extraño que se pareciera tanto a ti. – Dijo el joven Stear con ironía, demostrando que ambos sabían bien que Alber y William eran la misma persona, solo que los días de leñador habían quedado atrás hacía mucho tiempo.

-La verdad no me preocupa que William se quede con toda la herencia, después de todo es lo que ha estado peleando todos estos años. - Dijo Anthony refiriéndose a su tío William.

-Bien debemos irnos mañana por la mañana, la máquina ya está lista y nos están esperando. – Dijo algo distraído antes de salir de la habitación.

-¿Quién nos está esperando? – Preguntó Anthony curioso al reparar en sus palabras.

-¡La máquina! – Dijo Stear menor para cubrir al distraído de su doble, pudo darse cuenta que hablaba a diestra y siniestra, hablaba con él mismo sin percatarse de que era escuchado, algo que le sucedía a él muy a menudo. Stear mayor se dio cuenta de que casi había metido la pata y se dirigió a su doble menor para sonreírle aliviado. – Estaremos listos. – Le dijo con una sonrisa para que se tranquilizara. El menor asintió seguro de que él se encargaría de llevarse a Anthony con él.

Continuará…

Y terminamos la siguiente línea del tiempo, espero que no se hayan confundido mucho con la aparición de los dos Stear, porque como les había dicho se van a duplicar varios personajes en algún punto de la historia, pero como comprenderán los dos inventores son los que llevan la batuta.

Muchas gracias a todas y cada una de ustedes por leer y por estar al pendiente de la actualización de la historia, como siempre les digo el papel de uno u otro personaje no es con el fin de ofenderlas, simplemente es un rol que les di en mi historia y que son de mero entretenimiento.

TeamColombia: Hola hermosas, cómo están? me alegra que ya estén comprendiendo por donde va el asunto, muchas gracias por sus comentarios y por estar siempre al pendiente de la historia. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

Usagi de Andromeda: Hola hermosa! un placer leer tú comentario, de verdad me da mucho gusto el leerte. Muchas gracias por tus lindas palabras te aseguro que agradezco y valoro verdaderamente tú opinión. No importa si lees de otros ships la verdad es que hay tantas historias para entretenerse leyendo que tiempo es lo que nos hace falta, sin embargo tienes razón al decir que hay muy pocas historias de Anthony y más si las comparas con las de Terry y Albert, quienes son los favoritos de las lectoras. Me alegra que hayas decidido comentar y sobre todo leer mis historias, te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones.

Julie-Andley-00: Hola hermosa, siento haberte enredado con la historia, sin embargo siento decirte que con el paso de los capítulos algunos se enredan más, espero que no te sea incómodo o díficil llevarle el paso. Muchas gracias por leer amiga, te mando un fuerte abrazo como siempre.

Silandrew: Hola hermosa! Estás igual que yo! también me divertí mucho con este singular par ya que estamos acostumbrados a que sea Archie y Terry los peleoneros, pero un ligero cambio en la línea del tiempo no me pareció mal del todo, espero que no te ofendas y mucho menos quiero ofender a las que aman a estos personajes. Te confieso que por este detalle fue por lo único que me había detenido a publicar la historia ya que me dijeron que me iban a odiar, yo espero que no sea así jijijiji. Te mando un fuerte abrazo amiga y mil gracias por tu comentario.

Rose1404: Hola hermosa! me alegra saber que tu pequeño Anthony es un buen acompañante para la lectura, te aseguro que yo tengo al mío cerca mientras escribo aunque el mío si me distrae con su plática jajaja. Has entendido perfectamente la historia, me alegra que así haya sido porque la mayoría se ha confundido, yo espero que con el paso de los capítulos se vayan acostumbrando a la trama. No te preocupes con la traducción yo la entendí perfectamente. Te mando un fuerte abrazo hermosa para ti y Anthony bebé, saludos y bendiciones.

Cla1969: Ciao meraviglia! hai così ragione Stear è ancora lo stesso genio incapace e Terry è ancora il giovane con la forte paura e i commenti pungenti. Povera Candy che dovrà fare i conti con tanti personaggi nel suo appartamento mentre tutto si sistema e torna alla "realtà".

Sono contento che il capitolo ti sia piaciuto. Ti mando un grande abbraccio bellissimo, saluti e ovviamente benedizioni.

Mayley León: Hola hermosa, me alegro que tengas tiempo de leer. ¿Qué te contesto? ¿Te ofenderás con la realidad jijijiiji? ¿O lo dejamos a la conveniencia? Por ahí decía el maestro Juan Gabriel "Lo que se ve no se pregunta" jajajaja espero que no te sientas ofendida por ello, pero recuerda que es solo una historia y no es nada por ofender. Te mando un fuerte abrazo hermosa y sobre todo bendiciones para ti y tú familia.

lemh2001: Hola hermosa! ¿Cómo estás? Como ya leíste les tocó convivir a todos y como lo había dicho los personajes se duplicarán, así que espero no te confundas. Candy adoraba a Anthony y a Stear así que ya te imaginarás lo que sintió al verlos de nuevo. Muchas gracias por leer amiga, te mando un fuerte abrazo.

Muchas gracias a mis lectoras silenciosas, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

GeoMtzR

28/07/23