Día 4: Beso ideal.
Pequeño accidente
Kasumi Tendo se levantó muy temprano esa mañana, como siempre lo hacía, sin ayuda del despertador. El sol aún no se asomaba por la ventana, sin embargo corrió las cortinas y las ató con los respectivos alzapaños, se apartó dos pasos y regresó para ajustar el derecho que estaba unos milímetros más abajo que el izquierdo. Luego hizo la cama, estiró la sábana de cada esquina hasta que no quedó una sola arruga, hizo lo mismo con el cobertor.
Abrió el closet y repasó los vestidos, no le costó mucho encontrar el que iba a usar ese día, ya que estaban clasificados por color. Se vistió sin prisas y se peinó frente al espejo, en su mente contó hasta cien. Cien era un número razonable, pensó.
Dejó el cepillo en el cajón derecho de su tocador y comenzó con sus labores del hogar.
El desayuno era lo primero en la lista, puso la arrocera a funcionar con exactamente tres tazas de arroz, ese día era lunes, por lo tanto, prepararía sopa de miso, pescado a la parrilla y té verde por supuesto.
Puso la tetera y sacó la parrilla del tercer gabinete, casi sin mirar por la fuerza de la costumbre.
Estiró la mano y sintió algo fuera de lugar. Ella recordaba que la botella de aceite estaba más llena el día anterior. Se limpió las manos con una servilleta y salió a la puerta principal, consultó el reloj, se estaba tardando un poco más de lo usual.
—Akane, querida.
Akane frenó frente a su hermana y jadeo por el esfuerzo del ejercicio.
—Kasumi ¿Pasó algo?
— Disculpa que no te dé tiempo de descansar, pero ¿Podrías ir por aceite?
Akane se pasó la toalla por el rostro. — No hay problema— dijo tomando el dinero de la mano de su hermana y regresando por donde había venido.
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— Akane por favor, ve a despertar a Ranma— pidió Kasumi desde la cocina.
— Sí.
Akane subió las escaleras despacio, un poco adolorida del ejercicio y se dirigió al cuarto de él.
—Ranma…— llamó por pura cortesía a la puerta, sabiendo que nunca escuchaba y que tendría que entrar a despertarlo.
—Todos los días lo mismo— suspiró
—¿Todos los días qué?
Akane dio un brinco sobresaltada —¡Ranma!
—Buenos días.
—Te levantaste temprano hoy.
—Bueno, es que…no dormí muy bien.
—¿Estás enfermo?— Akane se acercó para inspeccionarlo.
Ranma sintió el calor subir hacia su rostro y se apartó en dos zancadas — No, es nada, es que hacía demasiado calor.
—¿Calor? — Akane levantó una ceja, pero si estaban en pleno otoño, ¿qué calor podía hacer?
—¿Quieres entrenar?— pidió Ranma.
—¿Entrenar?—Akane abrió los ojos y sus pupilas danzaron ante tal propuesta. Por lo general, Ranma prefería entrenar solo, cuando regresaba del instituto.
— Si entrenar, ya sabes un poco de todo vale.
—Ehmm, pero…es que…acabo de llegar de correr, creo que hice más kilómetros de los acostumbrados. ¿Podemos dejarlo para mañana en la tarde?
Ranma recién noto que Akane tenía su ropa de salir a correr, ese diminuto short que dejaba sus largas piernas al descubierto, noto también las gotas de sudor que bajaban por su cuello y se perdían en su escote. Akane estaba a punto de decir algo, ya que Ranma se había quedado allí plantado sin decir nada.
—¡No! — casi gritó Ranma — Digo, es que me gusta más entrenar en la mañana.
Akane levantó una ceja—Pero si tú siempre entrenas en la tarde.
—Ah,sí, es que, quiero cambiar mi rutina.
— Ya veo … entonces mañana te despertaré a las cinco y entrenaremos ¿Está bien?
—¿A las cinco? — Ranma arrugó la cara.
— Bueno, sí, es que hoy no tuvimos clase, pero mañana sí ¿Recuerdas?
—Ah, sí, sí, entonces mañana a las cinco.
—Vamos a desayunar, Kasumi nos está esperando.
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Kasumi Tendo continuó con los quehaceres, la lavadora tardaba 20 minutos según el ciclo que había puesto, tiempo exacto que le permitía lavar y secar los platos del desayuno y organizarlos en la cocina por tamaño. Dispuso los especieros para que las etiquetas quedaran todas hacia el frente y guardó la arrocera.
—¿Pero qué?...
Kasumi tomó una servilleta y limpió una gota que osaba ensuciar su pulcra cocina, sonrió satisfecha, pero entonces vio otra a dos pasos y otra más. Estaba tan ocupada limpiando que no sintió cuando Ranma entró en la cocina.
— Kasumi…
Ella se enderezó de inmediato — Ranma, no me digas que ya tienes hambre, pero si desayunaste hace poco— se puso una mano en la cara preocupada.
— No, no es eso, ¿hay hielo?
El joven se frotó la cabeza con fuerza donde empezaba a crecer un bulto.
— Acaso …¿Akane te golpeó?, Ella es un poco violenta y torpe, pero no te preocupes, seguro se le pasa y …
— No me golpeó, solo fue un accidente.
— Ya veo, déjame buscar…
Kasumi salió por unos segundos y regresó con una bolsa para aplicar hielo, metió tres cubitos y se la entregó — Aquí tienes, cuando termines de usarla ponla en el botiquín, en el estante de arriba, por favor.
— Está bien, gracias.
— Al lado del alcohol... o mejor entrégamela y yo me encargo de guardarla en su lugar.
Kasumi regresó la vista al rastro de gotitas amarillas, limpió una a una desde la cocina, continuo por el comedor, siguió por el pasillo hasta que finalmente parecieron desaparecer en las puertas del dojo.
Satisfecha sonrió, consultó el reloj y se le desdibujó la sonrisa, hacía dos minutos que la lavadora había terminado, era hora de sacar la ropa al patio.
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Akane despertó de golpe y se sentó en la cama, tomo su traje de entrenamiento que Kasumi le había dejado perfectamente doblado sobre el escritorio y se lo puso, caminó descalza hasta el baño para lavarse la cara y los dientes, puso empeño en peinarse, aunque durante el entrenamiento de todas formas se le alborotara el cabello. Continuó hacia la habitación de Ranma tratando de no hacer ruido, ya que todos descansaban, pero lo divisó ya cerrando la puerta.
— Ranma ¿Despertaste tú solo tan temprano? — susurró
— Sí, bueno…habíamos quedado en entrenar juntos. Voy a cambiarme— dijo levantando el traje que llevaba en la mano.
— Está bien.
Ranma fue al baño y Akane se quedó en las gradas pensando si debería esperarlo ahí o ir directamente al dojo. Tal vez si lo esperaba parecería muy ansiosa por verlo y no quería eso, ya sabía que Ranma era un engreído y todo se lo tomaba a mal, frunció el ceño, miró hacia atrás, pero era demasiado tarde, Ranma ya venía de regreso.
— ¿Por qué tienes esa cara? Si no tardé nada.
—¿Qué?, No… yo…¿Vamos?
Caminaron casi de puntitas tratando de hacer el menor ruido posible.
Ranma deslizó la puerta del dojo, solo lo suficiente para que pudieran pasar, Akane pasó primero y luego él, cerrando sigilosamente tras de sí.
— Calentemos un poco primero— sugirió Akane caminando hacia el centro.
—Mejor aquí— dijo Ranma halandola de un brazo — hay mejor iluminación.
Akane no dijo nada, miró la mano de Ranma que la sostenía y sintió el corazón acelerado que atentaba con delatar los nervios que le provocaba estar a solas con él.
Hicieron algunas katas simples y también estiramientos antes de comenzar.
— ¡Atácame!— ordenó Ranma.
— ¿Qué? Pensé que me ibas a enseñar algunos movimientos.
— por eso, atácame, quiero ver en que nivel estás, hace mucho que no entrenamos juntos— mintió Ranma, a pesar que no entrenaran juntos, él sí sabía exactamente el nivel de Akane, sabía cada debilidad y fortaleza, la había observado con disimulada atención cada que ella se proponía entrenar por su cuenta.
— Está bien, pero luego me enseñas algo nuevo — respondió con un puchero que a Ranma le pareció adorable.
Akane se lanzó con un grito no muy fuerte, pues no quería despertar a nadie , dio un golpe directo por la derecha que Ranma esquivó a gran velocidad, otro por izquierda, pero Ranma hizo lo mismo, continuó con patadas y más puños lo cual ocasionó que Ranma retrocediera y ambos se movieran por el dojo. Akane se estaba frustrando por no poder alcanzarlo.
— ¡Vamos, ven por mí! — jugueteó Ranma dando un salto para alejarse unos metros.
Akane resopló, dio un paso hacia atrás y corrió para alcanzarlo con una patada desde arriba, o eso tenía planeado, pero su pie resbaló cayendo de bruces sobre Ranma y llevándolo al suelo con ella. Aunque reconoció perfectamente lo que estaba pasando, no pudo moverse, había caído sobre él y sus labios, sus labios…¡Estaban juntos! Se estaban rozando.
Ranma la había abrazado para evitar que se golpeara, sintió el dolor en la cabeza, justo en el mismo lugar que se había golpeado ayer, pero no le importó, lo único que tenía su total y absoluta atención eran los labios de Akane, tenía miedo de abrir los ojos y encontrarla con la cara contraída ¿Le desagradaría? No supo por qué sus brazos la apretaron con un poco más de fuerza.
Akane dio un respingo y saltó para alejarse.
Ranma se sentó lentamente frotándose la cabeza, cuando giró hacia ella la encontró con la mano en los labios y los ojos muy abiertos.
— Yo ..lo siento… me resbalé.
Ranma se puso de pie y le tendió la mano — tranquila, fue un pequeño accidente— sonrió.
Akane tomó la mano que le ofrecía Ranma y se puso de pie, trató de respirar lentamente para apaciguar sus nervios.
—Tra-traeré agua— ofreció el joven.
Ranma se agachó para tomar la toalla que había tirado en el piso y de paso limpiar.
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Kasumi que se había despertado justo después que los jóvenes, se encontró con Ranma en el pasillo.
— Buenos días, Ranma.
— Buenos días, Kasumi.
— ¿Necesitas algo?
— Vo- voy por agua y… un poco de hielo.
—Ranma-kun— dijo con dulzura Kasumi, la bolsa para hielo está..
— en el botiquín en el estante de arriba — completó Ranma.
— Así es y por favor Ranma, cuando utilices el aceite de cocina, trata de taparlo bien, podrías ocasionar un pequeño accidente, aunque a veces los pequeños accidentes te pueden dar algo de felicidad.
Ranma palideció, balbuceo una disculpa mezclada con negación y se perdió tras la puerta que daba al comedor.
FIN
Notas: nuestra querida Kasumi está a un paso del TOC trastorno obsesivo conpulsivo jajaja
saludos especiales a GATOPICARO831
NITA-CHAN84
BENANI0125
JUANY NODOKA
perdón, de nuevo me atrasé, tal vez mañana sea la última historia que publique para esta RANKANE WEEK
