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El aire fresco del jardín le aclararía la mente, sabía que Terry no había correspondido a aquel beso, ella fue testigo de su rechazo, vio cómo su esposo alejaba a Kate de él; pero simplemente esa mujer no entendía.
-Yo no la besé. – dijo con sus labios aún sobre los femeninos.
-Lo sé. – juntó su frente con la de su esposo.
-Entonces, por qué el golpe? – tenían los ojos cerrados, sus respiraciones recién se normalizaban después de aquel beso intenso que se dieron.
-Porque una vez la besaste.
-Cómo? – se alejó para mirarla a la cara.
-Si no hubieras tenido una aventura con ella, no estaría obsesionada contigo.
-Fue antes de conocerte. – se dio cuenta que su esposa estaba celosa – hice muchas tonterías antes de conocerte.
-Ella se enamoró de ti. – bajó la mirada.
-Pero yo no me enamoré de ella. – tomó su barbilla para hacer que lo viera.
-Alguna vez te enamoraste?
-Sí. – fue firme con su respuesta, Candy lo alejó levemente apartando la mirada de la de él – no vas a preguntarme de quién?
-No me interesa saberlo. – se agachaba para tomar sus zapatos; pero Terry se adelantó para ayudarla. – debió ser otra de tus mujerzuelas. – dijo amargamente.
-No permitiré que te expreses así de ella. – con una leve sonrisa de satisfacción, le ayudó a ponerse los zapatos – es la persona más amable que he conocido.
-No quiero oírlo, no me interesa. – levantó su pie para facilitarle la tarea.
-Aunque es testaruda y terca – con su pulgar acarició su tobillo – es la única mujer que logró un cambió en mí, y fue para bien – Candy sintió una corriente eléctrica al sentir el tacto del castaño – me convirtió en un hombre fiel y empático con los que me rodean – le puso el otro zapato y repitió la caricia; pero en este demoró un poco más – es hermosa, tiene unas lindas pecas y un buen gancho. – se puso de pie para mirarla a los ojos – estaría loco si dejara que hables mal de ella, pues es una mujer extraordinaria.
-Terry…
-Te amo Candy… - la miró intensamente – y nada ni nadie cambiará eso, soy afortunado por tenerte en mi vida – acarició su mejilla - tú eres la única mujer que logró derribar las barreras que yo mismo levanté para no perder mi libertad. No quiero perderte, ahora eres parte de mi vida y lucharé para ser importante en la tuya.
-Ya lo eres… - unas cuantas lágrimas rodaban por sus mejillas – yo tampoco quiero perderte – le tembló la voz - y hoy… al verte allá… me dio miedo hacerlo…
-No vas a…
-Te amo… - lo interrumpió, pues no estaba dispuesta a perder nuevamente la oportunidad de decirle lo que sentía. – no estoy segura desde cuándo; pero… sí lo estoy de lo que siento… te amo Terry, y ya eres importante para mí.
Terry tomó su rostro entre sus manos y con una gran sonrisa acercó sus labios a los de su esposa. Comenzó con un beso suave, que poco a poco se volvió exigente. Terry alejó sus labios unos milímetros de los de Candy.
-Vámonos de aquí… - su voz sonó ronca y desesperada, Candy abrió los ojos y sus miradas se conectaron nuevamente.
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-Duque de Granchester. – Richard se giró para ver al hombre que lo llamaba.
-Lord Williams.
-Que gusto coincidir con usted. – Richard elevó la ceja izquierda – he intentado conseguir una cita con usted; pero me fue imposible.
-Acaso quiere hablar y concretar un negocio conmigo en una fiesta de presentación?
-Oh… no, claro que no. – dijo nervioso – pero si quisiera que me permitiera reunirme con usted en otro momento.
-Podría saber el motivo?
-Duque… - era ahora o nunca – me di cuenta que su hijo mayor no apartó la mirada de mi hija. – nuevamente Richard repitió aquel gesto con la ceja – es decir… al parecer se ve interesado en mi amada Kate, tal vez…
-No. – fue tajante, Richard Granchester conocía muy bien la actitud libertina de la joven, cuando se enteró que estaba teniendo una aventura con su hijo menor, la mandó investigar y no solo había sido Terry, sino también otros tres nobles más.
-Pero…
-Disculpe Lord Williams; pero mi hijo Anthony ya tiene un compromiso. – cuando vio que iba a decir algo volvió a hablar – no soy de los que rompen un acuerdo. – sin decir más le dio la espalda y se dirigió hacia otro salón.
Uno de los motivos que tuvo Richard Granchester para adelantar sus planes de casar a Terry fue justamente ese.
Cuando se enteró que su hijo menor estaba saliendo con la hija de Lord Williams, de quien sabía estaba casi en la ruina, decidió que ya no esperaría a que Anthony regresara para cumplir su palabra; sino que sería Terruce quien lo haría. Después del matrimonio entre su hijo y Candy, siguió investigando a la hija de Williams, enterarse que la joven había intentado comprometer a dos jóvenes, hijos de familias nobles, e incluso a un conde que le doblaba la edad, supo que había tomado la mejor decisión al enviar a su hijo y nuera a Escocia.
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Por suerte el camino a la mansión de su padre no era largo, temía que en el trayecto Candy se acobardara o se pusiera tímida nuevamente.
Cuando le propuso retirarse de aquella fiesta, en la que estuvieron solo un par de horas, pensó que la rubia le daría un montón de excusas para quedarse; sin embargo le dio un tímido asentimiento, el cual le bastó para tomarla de la mano y salir con ella por el portón trasero donde estaban los carruajes, cuando encontró a su chofer le ordenó llevarlos a Granchester House.
-Terry… - lo alejó un poco – el chofer… va a oírnos.
-No mi amor – volvió a besar su cuello – el ruido de la calle y los cascos de los caballos lo evitaran – dijo sobre su piel.
-De… verdad?
-Te lo aseguro.
Candy movió la cabeza hacia Terry para que la besara, el castaño gustoso lo hizo mientras sus manos recorrían sus piernas hasta llegar a sus muslos. Candy dejó escapar un leve gemido cuando sintió la caricia de su esposo. El castaño estaba por perder la cordura y la habría tomado ahí mismo sino no hubiera sentido que el carruaje había disminuido su velocidad, lo cual le indicó que ya habían llegado, se alejó de la rubia y le acomodó el vestido mientras ella se arreglaba el cabello.
-Ya llegamos mi Lord. – el cochero les abrió la puerta y por primera vez, Candy agradeció tanto que les hiciera una reverencia, pues así no se dio cuenta de lo desastroso de su aspecto.
En cuanto entraron a la casa fueron recibidos por el mayordomo, después de un asentimiento Terry tomó la mano de su esposa y la guió a la parte superior de la mansión.
-Esta es tu habitación? – cuestionó cuando Terry abrió una puerta y le dio acceso.
-Ahora es nuestra – la abrazó por la espalda mientras la rubia recorría con la mirada el lugar – la revisarás mañana – hizo a un lado el cabello rizado y posó sus labios en el cuello delgado de la rubia.
-Tengo curiosidad ahora. – hizo la cabeza a un lado para darle mayor acceso – por qué no me la enseñas detalladamente – sonrió al escuchar un gruñido como respuesta. – muéstrame fotografías tuyas.
-Candy…! - se quejó.
-Solo bromeaba – dijo riendo mientras se giraba para rodear su cuello nuevamente – eres un gruñón. – acercó sus labios para que la besara.
-Me estás matando… - se apoderó de sus labios, la sintió sonreír e inmediatamente le correspondió.
Terry la besó apasionadamente mientras la dirigía hacia la cama, cuando las piernas de la rubia chocaron con ésta se alejó de él.
-Seré tuya?
-Ya te considero mía. – acarició su mejilla – tú me consideras tuyo?
-Hoy… - imitó al castaño – cuando vi a esa mujer besándote – pellizcó su labio – sentí celos… no me gustó ver que alguien más besaba - no quitaba su vista de los labios de su esposo – lo que ahora es mío. – Terry sonrió al escuchar aquello – así que… - ahora lo miró a los ojos – si yo soy tuya, tú serás mío para siempre.
-Ya lo soy amor… soy sólo tuyo. - Sellaron aquel acuerdo con un beso, él comenzó a bajar el cierre del vestido.
-Te ves hermosa con este vestido – murmuró sobre sus labios – pero me muero por quitártelo y arrojarlo lejos porque estoy seguro que te verás mejor sin él. – la joven se sonrojó al oír aquello.
-Sólo no lo estropees – le tembló la voz – me costó mucho encontrarlo.
Estaba verdaderamente nerviosa por lo que estaba por ocurrir; pero no quería demostrarlo, quería verse segura, pues deseaba entregarse completamente a Terry. Mientras él hacia su trabajo, ella, tímidamente, comenzó a quitarle el saco y desabotonar la camisa.
La tenía ahí, sobre su cama, con su cabello esparcido al alrededor de su cabeza, vistiendo solamente la ropa interior, aunque quiso ocultarlo se veía nerviosa y algo asustada.
-Confía en mí - se acercó y besó su frente – haré todo lo posible para no lastimarte – Candy sabía a lo que se refería, antes de casarse Annie la habló sobre eso.
-Confío en ti. – dijo bajito antes de que Terry la volviera a besar.
Despacio y lentamente sus manos subían por los muslos femeninos, los acarició levemente antes de subir un poco más hasta alcanzar la seda blanca. La sintió moverse para ayudarlo a quitárselos, él no apartaba sus labios de los femeninos, le gustaba el sabor dulce de estos.
Por su parte Candy, acariciaba la amplia espalda del castaño, dibujaba círculos con sus uñas dejando estelas rojizas en la piel masculina.
Lentamente alejó sus labios para bajar por el cuello hasta el pecho femenino, decidió quedarse ahí un tiempo dándoles un buen tratamiento a esas colinas blancas y delicadas.
-Terry… - no reconoció su voz, sentir sus labios bajar por su vientre y jugar un poco por esa área, la bloqueó por completo, disfrutaba todo lo que su esposo hacía.
-Estás lista? – preguntó poco después, antes de entrar y unirse a ella – prometo que haré lo posible para que no duela mucho. – ella asintió, pues no creía tener voz en ese momento.
Un grito, que fue amortiguado por los labios de su esposo, salió de su garganta. Sintió un dolor desgarrador cuando de una sola embestida Terry la reclamó como su mujer, no creyó que doliera tanto; no pudo evitar que las lágrimas salieran acompañadas de un apagado quejido.
Terry sintió como las uñas de su esposa perforaban la piel de su espalda, hubiera querido evitarle aquel dolor; pero ya no podía, sólo alcanzó a besarla y quedarse quieto hasta que se acostumbrara a él.
-Ya pasará… - dijo alejándose para mirarla – prometo que cuando pase el dolor – besó sus parpados – será placentero para ti también mi amor. – ella seguía con los ojos cerrados, como si eso evitara que le doliera, solo asintió con la cabeza para decirle que le creía.
Nuevamente con movimientos leves el castaño comenzó a moverse, sintió como su esposa se relajaba y a medida que lo hacía pequeños gemidos escapaban de sus labios. El joven esposo supo que el dolor había pasado cuando Candy posó sus manos en sus caderas exigiéndole que se moviera más rápido.
La habitación se llenó de canticos primitivos, debido a los movimientos de una danza muy antigua, de la que parecía que los esposos sabían muy bien los pasos. Un último movimiento antes de que una explosión sucediera en ambos llenándolos de gran satisfacción.
-Te amo… - besó su frente y luego sus labios antes de caer sobre el delicado cuerpo de la joven.
-Yo también… - acarició su cabello – te amo – respondió a su declaración – Terry..? – dijo cuándo su respiración se tranquilizó.
-Dime amor. – se acomodó a su lado mientras la atraía para que apoyara su cabeza en su pecho.
-Siempre… será así?
-Te refieres a…
-Sí – lo interrumpió, estaba completamente sonrojada.
- No mi amor, sólo pasa la primera vez, a partir de ahora será solo placer.
-Entonces podemos hacerlo otra vez? – dijo tímidamente. Al castaño le alegró oír eso.
-Hoy no mi amor. – la abrazó más fuerte – debes estar adolorida, fue tu primera vez; pero te garantizo que la próxima, lo haremos más de una vez.
La rubia se acurrucó más al cuerpo de su esposo en respuesta a aquella promesa. Poco después, como era su costumbre, al ver que su esposa había sucumbido al sueño, como era su costumbre se dio vuelta, dándole la espalda al castaño, quien rodeó su pequeña cintura, la unió más a él y apoyó su mentón en la cabeza de la rubia, así ambos amantes se quedaron dormidos.
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-Buenos días.
-Padre. – dijo el hijo mayor del Duque de Granchester. – es raro verte en casa a estas horas.
-Hoy no iré a la oficina. – anunció – Terry y Candy están en casa.
-Candy está aquí?
-Y tu hermano. – acotó – los invité a pasar el fin de semana en casa.
-Terry no me dijo nada. – murmuró – y donde están, habrán salido a cabalgar?
-Al parecer aún están dormidos.
Anthony ya no dijo nada más, aunque le pareció raro que su hermano, quien nunca se perdía una mañana de cabalgata, lo haya hecho ahora.
-Anoche Lord Williams se acercó a mí para insinuarme que quería unir a su hija contigo. – el joven casi escupe el té que bebía – que te parece la idea?
-Si quieres aceptarla como esposa allá tú; pero a mí no me metas en tus tratos.
-Al parecer diste a entender que la joven te llama la atención. – Anthony lo miró sin comprender – según Williams, no le quitaste los ojos a su preciosa hija.
-Si no le quité los ojos es sólo porque tú me lo pediste. – dijo en son de reclamo – acaso lo olvidaste?, esa mujer estaba acechando a Terry.
El Duque de Granchester al ver que la joven Kate Williams no le quitaba la vista a Terry, le pidió a su hijo mayor que la mantuviera vigilada, pues no quería que Candy pasara mal rato.
-Pues a su padre se le ocurrió la maravillosa idea de unirlos.
-Supongo que rechazaste la propuesta, verdad? – Richard no dijo nada, solo lo miró – padre, ni se te ocurra aceptar tal propuesta, pues no tienes otro hijo que cumpla con tu palabra.
-No te preocupes, no estoy loco como para unir mi familia con la de un hombre incompetente que ni siquiera puede controlar a su hija.
-Perfecto, ahora iré a dar un paseo por los alrededores.
-No esperarás a tu hermano y Candy?
-No sé cuánto tarden en bajar, así que prefiero ir a caminar ahora que el clima está perfecto.
El padre sólo miró a su hijo mayor abandonar el comedor; sabía que éste intentaba mirar a su cuñada como familia; pero era evidente que había quedado prendado de ella, sólo esperaba que se le pasara pronto.
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-Terry…? – el joven pensaba que la voz de su esposa era la más dulce que jamás había oído.
-Ya despertaste. - la estaba mirando con una mirada seductora, logrando que la rubia se sonrojara completamente.
-Buenos días.
-Muy buenos cariño. – se acercó para besarla y sintió como la rubia tensaba su cuerpo cuando él se posicionó nuevamente sobre ella. – estás adolorida.
-Un poco – fue honesta – pero estaré bien.
-No mi amor – se alejó – no quiero lastimarte, esperemos a que te recuperes completamente.
-De verdad?
-Sí, ya te dije, que la próxima vez lo haríamos repetidamente. – al ver aquella expresión en la rubia quería tomarla nuevamente; su rostro mostraba timidez ante lo prometido; pero sobre todo esperanza de que la cumpliera.
-Ya deben estar esperándonos para el desayuno.
-No tengo ganas de bajar, quiero quedarme un poco más así – la acercó a su cuerpo – solo contigo. – sabía que su padre podría acaparar la atención de Candy, él los había invitado justamente para conocerla mejor.
-Seremos groseros si no bajamos.
-Diremos que estábamos cansados por la fiesta.
-Tu padre creerá que soy una holgazana.
-Él lo entenderá. – la besó; pero antes de intensificarlo más y faltar a su promesa de cuidarla, se alejó de ella – que te parece si tomamos un baño juntos y luego te muestro la propiedad.
Gustosa, con una sonrisa la rubia tomó la mano de su esposo para ponerse de pie y preparar el baño. Como lo había propuesto, el joven disfrutó de aquel momento íntimo en aquella pequeña habitación, donde ella con suaves caricias lavó su espalda, para después él, con leves besos lavar la suya.
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Disculpen la demora, he tenido mucho trabajo últimamente; pero finalmente terminé el capítulo. Espero que les haya gustado y haya valido la espera.
Se cuidan mucho y espero no tardar mucho con el siguiente capítulo.
