El encuentro de aquel día se volvía a desarrollar frente a él. La misma princesa con ojos sabios e inocentes y el pequeño héroe con alma de adulto, incluso el mismo lugar donde se entrelazaron sus destinos no había cambiado ni un poco.

Sin embargo, la forma en que él percibía las cosas era completamente distinta.

Aún si él poseía el cuerpo de una criatura de 10 años, su perspectiva no veía mas que a una pequeña niña, asustada por la visita del "hombre del desierto".

Aún así, a pesar de la inmadurez de la pequeña, él confió en su juicio para completar su propósito.

El "pequeño" Link, estático en la entrada del castillo, enfrentando a los ojos al líder de la tribu Gerudo, quizá este no lo recuerde, pero Link, ni aunque quisiera, podría borrarlo de su mente.

Declarado traidor y acusado por intento de asesinato al Rey de Hyrule.

Ganondorf enfrentaría el exilio encerrado para siempre.

El jovencito se paraba firme e intimidante, en guardia, por si acaso este decidiera dar un último intento de pelea. No fue hasta que desapareció de sus ojos que suspendió el contacto con su espada.

Su misión estaba oficialmente cumplida.

Su plan original era salir lo antes posible del castillo. A decir verdad el ya no quería tener nada que ver con la realeza, ni siquiera con Hyrule, mientras mas pronto se alejara, mejor.

-Joven Héroe, en nombre del Rey, quiero agradecerte por tu advertencia, ya que sin esta una terrible catástrofe habría azotado en nuestro reino. Gracias-

La pequeña Princesa se atravesó a propósito enfrente de él para impedirle cualquier escape.

Después de sus palabras, ella le dirigió una sonrisa, descuidada y amigable.

"Joven Heroe" fue lo que dijo. Link reía interiormente. Esa pequeña no sabía el tipo de carga que llevaban esas dos palabras. Aunque, agradecía ser llamado así, al menos, una última vez.

Link cortésmente hizo una reverencia y siguió su camino.

Cinco minutos más tarde este cayó en la cuenta de que estaba siendo seguido. Y por nadie menos que la Princesa Zelda, quien a pocos metros caminaba detrás de él.

-Alteza. No debe seguirme. Regrese al castillo-

Habló con prudencia.

- Es que... esta por anochecer. No es seguro que nosotros los niños andemos solos tan tarde-

-Estaré bien, no debe preocuparse-

Volvió a caminar en un intento de tomar distancia.

-¡Por lo menos, permite que te llevemos a tu casa! viajar en un carruaje es más seguro y así, tus padres verán que llegaste seguro-

La pequeña corrió a su lado, mostrando temor ante las acciones temerarias del niño.

- Le aseguro Princesa que puedo cuidarme solo, aunque no lo parezca-

Link tenía talento con los niños por lo que su paciencia era envidiable.

-¿Cómo sabré que estas diciendo la verdad? ¿Acaso planeas venir mañana a mostrarte en un pieza?- replicó en incredulidad

- Si eso la tranquiliza...-

-Oh porfavor, no te vayas de esta forma. Al menos espera a mañana. Papá te dará sin duda alojamiento en recompensa a lo sucedido hoy-

Juntó las manos suplicantes rogando

-¡Vamos al castillo! habrá buena comida y una cama muy cómoda ¡Por mi título de Princesa, lo prometo!-

Demasiadas cosas habían pasado ese día para permitirse una lujosa visita al castillo. Link estaba emocionalmente atrofiado y con tremenda necesidad de estar solo.

Dio una última reverencia a la pequeña y huyó a toda velocidad de su prescencia. Corrió hasta que los gritos desesperados dejaron de escucharse.

El que en otro tiempo había sido dignamente reconocido como "Heroe" dejó de existir ese mismo día. Su pequeño cuerpo con sus pequeñas extremidades le hacían sentir encadenado a su espíritu. Para el muchacho que podía luchar prodigiosamente, el niño del ahora limitaba sus horizontes.

Si se abandonara en sus pensamientos, habría permitido dejar escapar unas cuantas lagrimas.

Si se viera en un espejo, probablemente lo mortificaría.

Sólo quedaba su conocimiento acumulado. Un pequeño premio de consolación que le permitía no olvidar de lo que es capaz y también un arma de doble filo que le permitía no olvidar lo que NUNCA MAS volverá a ser.

El héroe del tiempo no existía, pero Link seguía allí.

-Al final solo quedo yo ¿No navi?- pregunta inútilmente a una compañera que tampoco conservó.

Sin darse tiempo para más lamentos, se levantó dejando que sus pies lo llevarán a donde quisieran.

Necesitaba perderse a si mismo para encontrar un poco de razón.

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Mientras en el castillo Real.

-¿Qué fue lo que te dijo Zelda, Impa?-

El Rey con semblante preocupado y solitario al no tener a su única hija acompañandolo en la cena.

- Se siente culpable, por dejar ir al otro pequeño solo-

La figura de Impa parecía mostrar algo de preocupación también.

- Le ruega a su Majestad que vayan en busca de él, por la mañana-

Pensativo el Monarca trataba de hallar una solución al pesar de su tesoro. Haria lo que fuera por que la pequeña Zelda sintiera su amor.

-Entonces que así sea, llevala a donde ella desee-

- Si Majestad-

Antes de salir de la sala. Una última llamada del Rey detuvo su caminar.

-Una cosa más. Dile a Zelda que si el muchacho no es encontrado... No debe permitir a su mente consumirse por tal hecho-

Ella asintió una última vez.

El Rey amaba a su hija. Pero el deber real solía interponerse en su camino como Padre.

La pequeña Princesa, no se despegaba del balcón de su ventana, sus oraciones eran incesantes.

"Que el niño este a salvo" repetía innumerables veces. El ruido que hizo su nana al entrar no fue impedimento a su concentración, ni siquiera los constantes llamados a su nombre.

El toque a su hombro fue lo ideal para liberarla de una cadena de pensamientos torturosos.

Tenia una mirada angustiosa.

-Querida Impa...- Mencionaba dulcemente. - No podré dormir esta noche-

- De acuerdo a lo que me contó: el pequeño insistió en que podía manejar la situación solo ¿Por qué no trata de tenerle fe a sus palabras?-

-¿Qué puede hacer alguien tan pequeño contra esos horrible monstruos?- Zelda incitó al pánico

-Ni siquiera le pregunté su nombre, al menos así podría llamarle-

- Si me permite, Alteza, yo tomaré sus palabras como ciertas. El pequeño apareció misteriosamente y salva a su padre de ser asesinado hoy mismo. Si fuera usted, estaría mas animada por las buenas cosas que pasaron-

-¿Qué dijo Papá?-

Impa sonrío reconfortante

-mañana a primera hora saldremos a buscarlo-

Tras estas palabras, la niña se abalanzó a los brazos de Impa.

- ¡Te quiero Impa! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!-

- Le sugiero que baje a cenar con su Padre y le agradezca en persona su bondadosa decisión-

Obediente, Zelda bajó corriendo al gran salón a llenar de besos a su amoroso Padre.

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Después de casi una semana de búsqueda y Gracias a la perseverancia de Zelda.

En la plaza de la Ciudadela. Mientras la gente iba y venía con caballos y carretas.

La Princesa se halló en peligro de ser atropellada por un caballo salvaje que se escapó.

Habría acabado en tragedia de no ser por que el susodicho que estaban buscando: apareció para apartarla del animal.

Por segunda vez: Había salvado a un miembro de la familia real.

Tras la conmoción, Link, atrapado por la súplica de Zelda, fue llevado a la prescencia del Rey para recibir su agradecimiento personal.

Sin opción a negarse, fue cubierto con montones de buena ropa, comida y la mejor habitación del castillo.

Cualquier otro hubiera estado encantado con todas esas atenciones. Pero no él. De echo, estaba decidido a escaparse.

Su intento se vió frustrado debido a la entrada inoportuna de la joven Princesa.

-¿Puedo entrar Joven Heroe?-

Link todavía alcanzó a sonreír ante la mención del título dado por la inocente criatura.

-Adelante, su Alteza-

La pequeña traía consigo una alhajero de plata que mostró al otro niño. Enseñando los blancos dientes con su sonrisa.

- Mira lo que te traje- Se acercó para mostrar el contenido del objeto. Con mucho cuidado la destapó para entregársela - Es para tí-

El niño la miro confundido.

-Por salvarme- indicó ella el porqué de su presente.

Con la misma cautela, sacó el contenido del recipiente

Revelando una hermosa cadena dorada, acompañada de un pendiente discreto con la forma del escudo de la familia real.

El muchacho fue atacado por una puñalada en su corazón, quisiera o no, ahogado por los rencores. Con una mueca de desagrado, volvió a meterlo en su recipiente y con rapidez fue devuelto a las manos de la niña.

Con una tierna decepción en sus grandes ojos.

-¿No te ha gustado? Puedo darte otra cosa-

invitó ella, negándose a dejarlo ir sin un obsequio.

-¿Quieres otra joya? ¿Qué te parece si te doy muchas, muchas rupias?-

-Puede pagarme dejándome salir de aquí-

Su tono, aunque agudo por la edad infantil, era seco, al igual que el de un viejo ermitaño.

Link casi olvida que estaba hablando con una pequeña de diez años. Una pequeña con la pura intención de recompensarlo por la gratitud que sentía. Esa chispa de tristeza que se asomaba en su cara, golpeó a Link para devolverlo a la realidad.

Después de todo, esa niña no tenía la culpa de lo que pasó.

-Quiero decir... que... No me merezco un regalo de su Alteza, basta con que esté a salvo-

intentó desesperado recuperar el buen ánimo de Zelda.

Con éxito.

-¡Tonterías! Joven Heroe, alguien como tu merece todos los regalos del reino-

Su risa infantil, llenaba la habitación de frescura y alegría.

Él sonrió conmovido por sus palabras. Definitivamente no podía ser cruel con ella.

-Ademas... vine aquí, por que deseo hacerte una pregunta-

Su sonrisa se transformó en un semblante serio y concentrado.

-Quiero saber tu nombre, Heroe ¿Puedes decirmelo?-

Detrás de las faldas de su vestido, ocultaba sus pequeñas manos manipulando la tela en respuesta a su nerviosismo. No podía dejar que nadie la viese alterada o vulnerable.

Eso era una Princesa.

Un pensamiento fugaz atravesó la mente de Link. Hace siete años, en otro tiempo, ella le había preguntado lo mismo.

Sin embargo, la situación era diferente. Esta Princesa no iba a pedirle que le ayudase con una tarea o menos iba a demandarle que salvase al reino.

No

La Zelda que tenía en frente, tenía un regalo en las manos y curiosidad genuina por conocer su nombre.

-Link-

Ella parpadeó, esperando una continuación.

-y ¿Tú apellido?-

- Solo soy Link-

Zelda pensó con cuidado si formular sus siguientes preguntas sería apropiado.

El se percató de su disputa interna y contestó con amabilidad.

- No tengo familia-

-¿Estas Solo? ¿Y tu hogar?- ella se estaba arrepintiendo de haber preguntado su nombre.

- No tengo uno permanente, pero puedo quedarme en otros lugares, tu pueblo es muy amable Princesa-

Incrédula, Zelda veía como su semblante se conservaba relajado y sin una pizca de tristeza

-¿No extrañas a tus Padres?-

-La verdad, no los conocí. Solo sé que los perdí a causa de la guerra y todavía era un bebe-

-Pero ¿Alguien cuidó de tí? ¿cómo sobreviviste siendo tan pequeño y vulnerable?-

-Hubo... alguien, quienes... si velaron por mí-

También elegía con cuidado sus palabras.

No podía delatar la ubicación del brotecillo del árbol Deku ni de los Kokiri. y Prefería dejarlo en que eso sólo era un mito, como todos creían-

-¡Cielos! ¡Es increíble! Entonces ese es el por qué de tu naturaleza temeraría. Cuando saliste corriendo en medio de la noche... realmente me preocupé-

-Le dije que no debía hacer eso-

-Aun así, no todos los días ves a un niño tan seguro de si mismo que se aventure por el reino en medio de la noche ¿y esperas que no reaccione?

Link se encogió de hombros sin querér dar una respuesta.

-Bien, Señor... Link, puede que no quieras hablar pero te advierto que no te irás de aquí hasta que no esté convencida-

Con una dramática pose se dirigió a la puerta, antes de cerrarla

-Buenas noches- le deseó antes de dar una última sonrisa y desaparecer.

El solo rodó los ojos ante su actitud. Dispuesto a continuar su plan de escape.

Pronto se descubrió a si mismo bastante cansado, después de todo, la fuerza de un niño no era la de un adulto. Con indignación, se tumbó en la cama y permitió divagar a su mente.

Los recuerdos de su antiguo hogar en el bosque hacían poco por ayudarlo a dormir, las memorias de sus aventuras provocaban malestar en su estómago. Sin la prescencia de Navi, no encontraba su camino, aún permanecía con marca constante ese deseo de salir a buscarla.

En fin, no había forma de conseguir unos segundos de paz en el alma.

-Hilya- mencionó el nombre con suavidad.

La imagen de la pequeña niña Real, brindó mínimamente un alivio.

-Cuida mucho de la pequeña Princesa-

Miró al techo a forma de reflexión. Su trabajo no había sido en vano. Al menos ella y muchos niños más podían seguir viviendo felices y prósperos. Zelda sería una buena gobernante de un buen pueblo con buenos ciudadanos. Si, si al menos eso se cumplía, se sentiría mas tranquilo.

No era de extrañar ese cariño por los menores, viviendo por tantos años entre niños eternos... Link desarrolló cierta responsabilidad para con el resto de los infantes. Como el de un hermano mayor.

Ellos se merecían una vida feliz.

Hundido en pensamientos más tranquilos al fin logró quedarse dormido.

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Los siguientes días.

La Princesa se encargó de perseguir a Link frustrando sus intentos de salir del castillo.

Impa fue de gran ayuda en esta tarea.

Dandose por vencido ante la fuerza se esa mujer, terminaba siendo la compañía de Zelda durante todo el día.

Esta cambió el título de Link a "Querido Caballero" después de ver como manejaba su pequeña espada.

Aquellos días fueron de inmensa felicidad para Zelda, un amigo había llegado a su vida y era un amigo muy lindo y valiente. Estaba lleno de misterios, al igual que un libro nuevo.

Ese carácter distante no representaba un obstáculo para la persistencia de la Princesa, el resto de los sirvientes del castillo, catalogaban a Link como un niño callado y reservado.

Pero a ella le parecía el más dulce y cortés de todos los caballeros. Al menos a ella le parecía que siempre la trató con suma delicadeza y eso era encantador.

Era un punto de vista tierno.

Pasó el tiempo

Sorprendentemente un plazo de dos años se cumplió. Link estaba sorprendido por no haber logrado todavía escapar del castillo y francamente empezaba a hartarse de impa.

Zelda , por otro lado, como se sospechaba...creció en un cariño inigualable hacía el muchacho.

Muy a su pesar... intuía correctamente que, Link, nunca tomaba enserio sus muestras de cariño. y aveces aseguraba que se creía mucho mayor que ella a pesar de tener la misma edad. La forma de actuar del chico era similar a la de un Padre de familia.

Los últimos meses, la joven solía escapar de sus clases y deberes diarios. Todos sus escapes fracasaron, ya sea por culpa de Impa o Link. Este último la reprendía con frecuencia por sus acciones y se mantenía alerta en caso de que quisiera volver a hacerlo.

El propio Rey estaba fascinado con el nivel de responsabilidad de Link. Incluso le pidió que fuese la escolta de Zelda.

El se negó rotundamente.

Aún así, esas traviesas mariposas revoloteaban sin piedad en su estómago cada vez que le avistaba.

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El cumpleaños número 12 de la Princesa fue celebrado hace una semana.

Zelda quería pasar tiempo junto a su "Querido caballero" y le fue concedido.

Link, a fuerza de insistencia de parte de todo el personal del castillo, aceptó la petición de la Princesa y pasó con ella todo el tiempo que le pidió.

Últimamente se le veía mucho más distante y frio.

Zelda deseaba hablar con él y preguntar si ella podría ayudar en algo. Muchas veces lo seguía en sus paseos solitarios, se le veía triste y daba la impresión de que no deseaba estar allí.

Cuando acopiaba valor para hablarle... este desaparecía de su vista

En un desesperado intento por ayudar, Se dedicó toda una noche a escribirle una carta donde expresaba su profunda confianza, brindando su amistad y ofreciendo una mano para apoyarle si se sintiera solo.

La deslizó debajo de su puerta y espero pacientemente a que él se decidiera a hablar con ella.

Desafortunadamente cuando ese momento llegó. No fue de la forma en que a ella le hubiera gustado, todo lo contrario, estaba inconsolable.

El se iba, lejos, indeterminadamente, sin rumbo, sin ella. En su despedida le agradeció la gentileza de sus palabras escritas en esa carta y también por su hospitalidad.

-¿Vas a volver?- su voz, normalmente llena de alegría y dicha. Tocaba notas tristes a punto de quebrarse en llanto.

- Volveré para regresarle esto a su Majestad-

El muchacho hacía referencía al instrumento azul que le fue confiado - No estoy seguro de por qué el Rey me lo dió específicamente a mí. Pero si él insiste en que es por el bien del reino... Supongo que es lo menos que puedo hacer para pagarle todo lo que me ha dado-

-¿Sólo por eso?-

La esperanza de escuchar algo más, permanecía presente.

Link captó esa indirecta.

- SI para entonces, su Alteza, no se salta sus lecciones... Seguramente me volvera a ver-

Palmeó su cabeza con la ternura de un hermano mayor. Con cariño la miro a los ojos.

- No deje de sonreír, pequeña Princesa de Hyrule, yo sé que se convertirá en una gran Reina-

Entonces...

Como nunca, desde que se conocieron, por primera vez. Le mostró las mas genuina y cariñosa de las sonrisas.

Zelda se quedó con ese precioso recuerdo de su rostro feliz, hasta que desapareció en el horizonte.