Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.


Conocía la respuesta incluso antes de haberla hecho, era demasiada obvia para negarla, pero aun así no podía negar que tenía cierta esperanza de que hubiera otra manera de obtener una propiedad para Rebecca en este país. Maldije con rabia al lanzarme a mi cama boca arriba mirando el caracol que estaba en mis manos, intentando pensar en alguna otra opción. Otra que no sea llamarlo.

Sin tener que cenar con el resto de la familia, me mantuve en mi oficina cenando mientras pensaba en alguna solución, algo que pudiera ayudarme a conseguir lo que necesitaba. Pero cada pensamiento me llevaba a un camino sin salida. Ni siquiera pensé en lo que me costaría, lo que me cobraría por tal petición.

Alcé la bocina del den den mushi a regañadientes y sin ganas, colocándomela en mi oído derecho, esperando que me respondiera. Aunque muy en el fondo tenía la pequeña esperanza de que estuviera lejos de su caracol y solo no contestara. Eso me daría una excusa para postergarlo, de no tener que lidiar con él.

—¿Ya me extrañaste? —la voz del otro lado me hizo saber que la suerte no estaba de mi lado—. No ha pasado un día desde que me fui y ya me estás llamando, esperaba que tardaras más.

—Tu sentido del humor sigue intacto —me quejé sin hacerme gracia su broma—. Necesito un favor, y Baby 5 me dijo que la única persona que puede autorizar directamente lo que quiero eres tú —expliqué la razón de mi llamada sin equiparar en hacer tiempo antes, solo quería una cosa, y mientras más rápido terminara la llamada mucho mejor.

—No podría ser de otra forma —exclamó el flamenco notándole cierto tono de desdén que preferí ignorar—. ¿Qué es lo que quieres ahora?

—Una casa para Rebecca —respondí de manera directa sin obtener algún comentario de burla de su boca—. Está viviendo en un lugar que en cualquier momento va a caerse, tiene agujeros en las paredes y el techo, se moja cuando llueve, y se enferma, ni siquiera tiene que ser un gran lugar, con algo pequeño, alejado de la ciudad…

—Le diré a Diamante que te consiga algo que puedas usar —me interrumpió evocando que me sentara de golpe sin poder creerme que aceptara ayudarme tan rápido sin que tuviera que rogarle—. Sabe que te va a costar bastante caro el favor, ¿cierto? —ahí estaba el precio, era imposible pedirle algo sin que me cobrara algo por ello.

—¿Qué quieres? —le pregunté arruinando mi momento de felicidad por completo, ahora las ganas de que demorara en su viaje solo habían aumentado—. No tendré sexo contigo —le aclaré ganándome una risa fuerte de su parte, claramente divirtiéndole mi actitud—. Dame tiempo —cerré los ojos en cuanto las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas—, no quiero arrepentirme de ello.

—Luego cobraré el favor, pero me gusta tu actitud más abierta a dejarme complacerte —intenté no pensar en cómo su voz ahora sonaba más pausada y sensual—. Sabes que te gustó lo que te hice anoche, la forma en que te retorciste debajo de mí…

—Doffy, buenas noches —me reí antes de colgarle mientras negaba con una sonrisa.

Suspiré negando mientras volvía a lanzarme a acostarme en mi cama, con el den den mushi a un lado. Aunque no quisiera admitirlo del todo, tarde o temprano terminaría cediendo a él. Aún me faltaban años para dejar esta isla, y me estaba comenzando a acostumbrar a nuestras interacciones de odio y peleas. Aun lo detestaba, seguía cometiendo crímenes y dirigiendo el bajo mundo, pero también veía en él, el hombre juguetón, sensual, que solo quería disfrutar del sexo con alguien que estuviera a su altura, relajarse de manera natural.

Confiar en alguien fuera de los negocios.

Negué con rapidez intentando no pensar en ello. No estaba en este lugar para ser su amiga, ni que confiara en mí de esa manera, solo era una prisionera. Seguía en Dressrosa solo porque no podía salir, nada más. En unos años, esto no sería más que un mal recuerdo, o por lo menos eso me repetí hasta quedarme dormida.

Cumpliendo su palabra por completo, Diamante me notificó la mañana siguiente sobre una casa abandonada pero en buen estado en los límites del país, lo suficientemente alejada del resto de habitantes, justo lo que necesitaba. Tal como había pedido, era una pequeña casa, nada exuberante, de un solo nivel, dos habitaciones pequeñas, pero suficiente para Becca, una pequeña cocina/comedor, una sala, un solo baño, y mucho espacio alrededor para que pudiéramos estar tranquilas sin molestia alguna.

No logré preguntar acerca de Kyros pudiendo entrar a la casa, ya tenía suficientes problemas con conseguir esta vivienda, pero como estábamos muy alejados del resto de las personas para que alguien pudiera denunciarlos, mentí un poco al decir que podía vivir con su hija sin miedo alguno. Si pasaba algo solo tenían que decir mi nombre y que lo había permitido, yo me encargaría del resto.

Era un problema que sabía que solo pospondría a largo plazo. Aun así, supe que valía la pena cada día que siguió después de ese. Sin Doffy en el país, logré venir todos los días antes de desayunar, para comer con la pelirosa, incluso comencé a llevar parte de mi trabajo conmigo para poder hacerle compañía sin descuidar mis deberes. Aún seguía intentando mejorar las Smiles, sin éxito alguno, y apoyar a Caesar en otras de sus investigaciones.

Casi olvidándome de mis problemas, el siguiente mes completo fue una rutina a la que me había acostumbrado, a excepción de los domingos, que solía pasarme el día en el coliseo peleando hasta el final. Sin ninguna derrota en mi récord. Usaba gran parte de mi día para estar con Becca, aunque solo fuera haciéndole compañía. Logré reforzar la lectura que Kyros comenzó a enseñarle, y llevarle libros para que leyera mientras me preguntaba todo lo que no entendía.

No podía asegurar si era la falta de alguien en quien confiar, o lo abierta que estuve a recibirla como parte de mi familia, que hizo que la pequeña se acostumbrara a mí, llamándome incluso hermana en poco tiempo. Y esperándome sentada cada mañana en el alfeizar de la puerta antes de sonreír al verme. Una sonrisa que desaparecía cuando la tarde caía y tenía que dejarla, siempre rogándome que me quedara a dormir una noche, o que la llevara conmigo.

A veces me sentía mal por tener que dejarle el caos a Kyros para que lo resolviera solo. No estaba segura de como lo lograba, pero hasta ahora había funcionado, en ningún día, Becca me esperaba triste por haberla dejado el día anterior, aunque termináramos de igual manera.

—Es mejor que me vaya ahora que está dormida —le había dicho a Kyros dado que su hija se había dormido en mi regazo después de haberle leído uno de sus libros—. Tenía pendiente decirle que no podré seguir viniendo todos los días, como he hecho estos últimos dos meses —comenté levantándome del suelo con la niña en brazos para caminar hacia su habitación en silencio, en donde la dejé en su cama, arropada. Conociéndola, no despertaría hasta dentro de dos horas.

—¿Dejarás de venir? —preguntó el juguete en cuanto salimos de su habitación. No podía aun ver sus expresiones, pero sabía que estaba preocupado—. Pero Rebecca se ha encariñado contigo, si dejas de venir…

—No dejaré de venir, solo no lo haré todos los días —le aclaré suspirando—. He estado por mi cuenta este tiempo porque Doflamingo no ha estado en el país, tengo entendido que hoy volvió, y no podré salir con tanta frecuencia con él en el castillo.

—Pero dijiste que tenías permiso para cuidar de Rebecca…

—Kyros —lo llamé de golpe llegando a la puerta principal—. Desde el principio te dije que era más una prisionera, no puedo hacer lo que quiera, pero no te preocupes intentaré ver que tanto tiempo puedo negociar para ver a Becca, sino vuelvo explícale como puedas para que no se ponga triste, dile que volveré con un pastel —le aseguré con una falsa sonrisa al no querer que se diera cuenta que también los iba a extrañar, me había encariñado demasiado rápido con ellos, quizás porque me recordaba a mis hermanos.

—Yo me encargaré, no debes preocuparte, y ten cuidado —me dijo el soldado casi recordándome que también era casi una niña, apenas el mes anterior había cumplido finalmente la mayoría de edad, y celebrado con Becca, la cual insistió al enterarse de cuando era mi cumpleaños. Incluso me hizo un dibujo de regalo, de nosotros tres, el cual guardaba en mi habitación con añoro.

No tenía intenciones de tener hijos en este mundo, y la pequeña Rebecca era lo más cercano que tendría a una, por lo que intentaba disfrutar cada momento que le quedara de su adolescencia. Con un último adiós con mi mano, me alejé de la casa pensando en cómo lograr evitar a Doffy hoy al llegar. Con suerte estaría en alguna reunión con sus oficiales, o su habitación con sus mujeres complaciéndolo después de pasar tanto tiempo lejos.

Si se encontraba en su recamara, mi opción más viable para evitarlo, era ir directo a mi oficina y solo verlo cuando tuviera que ir a cenar con la familia. Un trago amargo que no extrañaba en absoluto, la mayoría aún me ignoraban y lo agradecía más de lo que podrían imaginarse.

Cada plan que había armado para evitar al flamenco fueron arruinados en el momento en que llegué a la entrada del castillo y lo sentí en la piscina. Parece que había pedido demasiado por evitarlo por hoy, sentía que el universo me mandaba una señal que no pidiera tanto después de librarme de él por un par de meses, lo cual había sido el mayor tiempo que había estado lejos de él.

Con una falta actitud positiva, atravesé el pasillo delante del jardín interior lo más cerca de la pared posible, usando las sombras que hacía el sol a esta hora para pasar desapercibida. Ni siquiera caminé con prisa, evitando llamar la atención, solo tenía que caminar unos metros y estaría en la escalera, donde podría correr a mi habitación de manera directa.

—¡Heis! —arruinó mi último plan deteniendo mi andar por completo para girar hacia la piscina, acercándome lo suficiente para que me viera.

—Bienvenido amo —le respondí de manera dócil para evitar hacerlo enojar, en serio solo quería salir corriendo en este instante—. ¿Se le ofrece algo?

—Ven aquí —me dijo de manera directa sin nada más, ofreciéndome el asiento a su lado en el sofá que estaba sentado—. Heis —me llamó de nuevo al ver que no había reaccionado. Tragándome mi rabia por completo, rodee la piscina hasta llegar al gran sofá y pararme delante de él—. Pregunté por ti cuando llegaste, Baby 5 me dijo que sueles irte temprano.

—Sí, antes de desayunar, me llevo mi trabajo conmigo, si es lo que le preocupa —respondí con tranquilidad intentando no alterarme—. ¿Me necesitaba para algo? —pregunté de nuevo fingiendo inocencia a lo que quería, porque todo su rostro me lo gritaba.

—Quería encontrarte cuando llegara —me regañó llevando su mano derecha a mi cintura, para lanzarme a su pecho sin defenderme más que para colocar mis manos en él y mirarlo directo a su rostro—. Te extrañaba, mi pequeño As.

—El sentimiento no es mutuo —exclamé sin apartarme de él, ni importarme la mirada que me estaban dando las demás mujeres que estaban a nuestro alrededor, si no fuera por mi fuerza, temería que alguna se atreviera a sacarme los ojos mientras dormía—. Tu harem me quiere asesinar con la mirada, será mejor que le des atención y me vaya —susurré lo suficientemente bajo para que solo él me escuchara.

—No serían capaces, ¿Por qué no te quedas?, no les importa compartir —soltó con notable ego y burla logrando que negara con mi cabeza, junto con una sonrisa falsa.

—A mí sí —ni siquiera lo pensé logrando alejarme un poco de su cuerpo pero sin evitar que seguiría sosteniendo mi cintura con su mano derecha de manera autoritaria y dominante—. No te ocurra besarme con tu boca llena de saliva de todas estas mujeres —le advertí con una mueca de asco logrando hacerlo reír.

—Eres a la única a la que beso —dijo en voz baja tan rápido como se apoderó de mis labios sin esperarme tal respuesta y no poder negarme a seguirle el beso, era un efecto que tenía en mí, solo necesitaba tocarme para que mi cuerpo lo siguiera sin protestar—. Recuerda que aún me debes un favor —soltó arruinando el momento, si se podía decir que habíamos estado teniendo uno, logrando que me limitara a sonreír de nuevo falsamente para soltarme de su agarre por completo.

—Ya no le quito más tiempo preciado, señoritas —les dije a la mujeres que deseaban mi muerte más que antes, pero tan pronto como me alejé lo suficiente de Doffy, volvieron a rodearlo como si fuera el plato principal de un festín—. Que lo disfruten.