Día 5

Pasatiempo para dos

Ella salió de la habitación y un tiempo después Ranma la llamó.

—¿Cómo se ve, Akane?

Una parte de los pensamientos en Akane fueron hacia Sayuri, lo que veía no fue solo un diseño ajustado para ser funcional. El vestido estaba equilibrado al cuerpo de Ranma adecuadamente. Los fuertes hombros de su esposo eran visibles sin que se forzaran las proporciones de la ropa, lo mismo ocurría con la parte frontal y el escote. Lo que había considerado como mesura profesional, era en realidad experiencia aplicada.

Sayuri logró como aplicar y maximizar el efecto de la ropa. No era un vestido adaptado como le dijo, era personalizado.

El viejo recuerdo de ver a Shinosuke, Ryoga y su esposo con aquellos trajes mal ajustados se sobrepuso a la imagen frente a ella.

«Solo Ranma podía lograr verse bien usando un vestido en su forma de nacimiento. Qué injusto»—pensó Akane, aunque aplastó los celos juveniles de inmediato. El contemplarlo con aquella mirada incierta tan extraña en su rostro le hizo saber que aguardaba su opinión como si fuese algún tipo de veredicto final.

Dejarse llevar por sus emociones primarias fue algo que Akane solo hacía en momentos muy específicos a esa edad, sin embargo, en esta situación lo consideró adecuado, de manera que avanzó hasta abrazarlo y simplemente murmuró susurrando en su pecho.

—Es perfecto, me encanta como se ve en ti.

Akane sintió como Ranma se relajaba lentamente entre sus brazos, perdida en la comodidad, divagó en media docena de ideas, para sus «noches especiales».

—A-aka- ¿Akane? Tus… tus manos—balbuceó Ranma.

Tiempo de colocarle la correa a su lujuria.

—Ups.

—Veo que te gustó. ¿Cómo se ajusta para mi otra forma?

—¿Ya quieres cambiar?

—Por ahora sí. Quiero acostumbrarme, no es que no me guste, ya admití eso, pero quiero ir poco a poco. Debo pensar si quiero salir y compartir esto o mantenerlo entre nosotros… ¿Pasos pequeños?

«También debo controlarme, quiero hacerte taaantas~ cosas con esa ropa»—pensó Akane inquieta, pero solo dijo:

—Buu~ como quieras, pero antes de que cambies, permíteme un pequeño capricho primero.

Akane fue hacia el discreto mueble junto a la cama y activó un pequeño aparato que llenó la habitación con música, se dio vuelta hacia Ranma y tiró del cordón de su bata para revelar su atuendo. Un traje sastre que nunca había visto, pero que combinaba con los tonos de la ropa en Ranma.

Extendiendo la mano hacia Ranma dijo:

—¿Me permites esta pieza, amor?

Atontado por la radiante sonrisa en Akane, Ranma simplemente asintió.

La visión que lo molestase frente a aquella tienda por fin estaba completa. El joven peleador reconoció la melodía de inmediato.

—¿Esa es…?

—La de nuestra boda, sí. Ahora relájate, yo guío.

Otra parte de aquella fantasía se acomodó en su sitio. Akane era la única persona ante quien cedería tan fácilmente.

La música los transportó hacia un sitio perfecto en el que danzaron con ritmo.


No usaban zapatos, no tenían el cabello arreglado y el espacio para moverse era limitado, pero eso no les impidió disfrutar y bailar por un largo tiempo.

Más tarde, ambos estaban sentados en el borde de la cama, descansando ligeramente, aunque Akane se sorprendió cuando su esposo apoyó la cabeza en su hombro.

—Es muy tarde para salir a cualquier lugar bueno, pero no quiero dormir.

—¿Tal vez salir a caminar y por un helado?—dijo Ranma con voz serena.

—Me parece bien.

Akane tenía un vaso de agua convenientemente cerca, pero en lugar de salpicar a Ranma le sumergió la mano izquierda.

—Mejor que el agua en la cara— declaró la pelirroja.

—Ya lo creo, ahora ven aquí.

Los pequeños añadidos en el atuendo resultaron ser una serie de ingeniosas correas ocultas para ajustar el vestido. Con algunos ensayos la pieza de ropa se adaptó a la figura de la pelirroja.

En un cómodo silencio, ambos terminaron de alistarse para salir.


Mientras caminaban por su vecindario, Akane notó de nueva cuenta la atípica actitud dócil en su esposo.

—¿Por qué te comportas tan…?

—¿Suave? ¿Obediente?— usar esta ropa me dio una pequeña libertad que no pensaba necesitar. Quiero descansar un poco de todo el asunto de mantener el control y mostrar una cara fuerte, deseo dejarme llevar como en el baile. Por ti. No porque tenga mi cuerpo de Jusenkyo o como una treta de Ranko, sino porque también me gustó mucho la forma en que me has mirado y quisiera que dure un poco más.

Continuaron caminando en silencio y fue hasta que ambos estuvieron sentados con sus postres frente a ellos que Akane dijo:

—¿Quieres invertir roles?

El sonrojo en la pelirroja dijo mucho, pero respondió:

—Solo en algunos momentos. No sabía lo cansado que puede ser aquello de hombre entre los hombres, hasta que lo solté mientras bailábamos.

—Puedo hacer eso, si es lo que quieres.


Tumbado en su cama, Ranma Saotome suspiró con una mezcla de nerviosismo anticipado y ganas de reír. El asunto de ceder el control fue agradable. Pero sabía que dejar a Akane guiar volvería a morderlo.

Los juegos «especiales» habían escalado a un nivel nuevo.

Tenía las muñecas atadas con el nudo más endeble de la historia, pero debía fingir que era una especie de cadena irrompible.

Y Akane explotaba sus talentos de actriz, fingiendo las situaciones más... interesantes. Las locuras siempre terminaban con un esposo feliz, pero ligeramente masticado.

En cuanto ella entró a la habitación, sus pupilas se ampliaron de deseo y supo que la tortura de esa noche sería de otro tipo. El pequeño conjunto de ropa negra que usaba Akane casi apagó su cerebro.

—¿Cómo se ve, Ranma?—preguntó Akane con su voz linda.

«¡Incluso se cortó el cabello a su estilo de preparatoria!»— gritó mentalmente.

Satisfecha por su reacción, ella «entró en personaje».

—Me darás respuestas, héroe Dai. Tengo maneras de hacerte hablar.

La tortura comenzó.

—Oh, dios mío.— gimió él.

Ella sonrió con crueldad.

Resistirse, al final sería inútil.

FIN