Me gustan los capítulos largos

No inventen!!! de verdad alguien esta leyendo esto. Dios bendiga sus ojitos pispiretos.

De verdad gracias, hacen que mi corazón sea chocolate y bombones.

Veo que me han comentando y me alegra ver que no son comentarios negativos y, por el momento, no parece haber algún problema. Gracias por eso. Me gusta ver sus opiniones, es como hablar con ustedes .

Gracias por sus visitas, comentarios y sus votos. Todo, todo, todo.

Si les gustó que bueno y si no, psss para la otra.

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Una hermoso amanecer en Hyrule.

Aún siendo las seis de la mañana, el sol donaba una generosa cantidad de luz en el Reino. El día pintaba para ser perfecto. Tenía que ser Perfecto.

Desde temprano, los sirvientes del Palacio se movían de arriba y abajo y de izquierda y derecha. Todo un ajetreo en cualquier rincón.

El joven, que recién se había despertado, veía con entretenimiento al resto de personas, como si fuesen hormigas construyendo un nuevo túnel. Se preguntó interiormente (¿Toda la realeza celebraba así el aniversario de sus natalicios?)

Demasiadas preparaciones, muchos lujos, montones de decoraciones. La pila de obsequios y un gran baile.

Un baile.

Él tragó en seco, nervioso.

Ese día, por primera vez, Link asistiría a un baile real. Y aunque el insistió en que no estaba a la medida de esos eventos... terminó aceptando.

La noche anterior, la Princesa Zelda llamó a su puerta. Esta fue regañada por su imprudencia, ya que una mujer no debería estar ni cerca de las habitaciones de un hombre que no fuese su marido. lo último que él quería era un malentendido y por ello la reprendió severamente.

En fin.

Zelda, entusiasmada, pidió al joven asistir al evento de mañana. Y como ya se había mencionado, al Principio de negó. Sin embargo, ella no daba intenciones de rendirse en un buen rato. Era una chica llena de energía. Podrían haberse quedado allí parados toda la noche. Link estaba cansado y solo quería dormir en paz, por lo que no vió otra alternativa para acceder a su reposo, que aceptar la petición de la Princesa.

Por eso, allí estaba, esa mañana, nervioso y confundido.

(Ni siquiera tengo ropa decente) pensó par si mismo, después de reflejarse en una de las ventanas.

Una ligera sonrisa atravesó su rostro. Si el fuese vestido así al evento, todos los nobles se escandalizarían. Probablemente se convertiría en el "chisme" de la alta sociedad y le prohibirían la entrada al castillo.

De momento le pareció un buena idea.

¿Pero y Zelda? Preguntó su conciencia tomando control.

Zelda quedaría en ridículo.

Link apretó los dientes ¿Es que no había nada en su vida que no involucrara pensar en ella? Los últimos tres años pasaron iguales. Sin poder sacarla de su mente. Supuso, por el momento, que se trataba de una genuina preocupación por la jovencita, siendo que era una mujer auténticamente inocente, soñadora y aveces un poco torpe, así que tomó el rol de una figura familiar, como un hermano.

O al menos, esa fue su conclusión.

Desviando su mente, avistó a un grupo de jovencitas que tenían problemas cargando varios arreglos florales, ningún caballero había acudido en su ayuda. Así que, Link, se acercó a ofrecerles ayuda.

De primeras, aceptaron gustosas su servicio.

Aquello era una escena cómica.

El joven recorrió el mismo camino cerca de unas veinte veces, cargando los pesados contenedores. Detrás de él, siguiendo cada paso, ocho señoritas con sonrisas encantadoras y las mejillas muy rojas, todas ella halagando su fuerza.

Era como un grupo de pollitos siguiendo a mamá gallina.

Cabe decir que, el chico permanecia ignorante del echizo que arrojó sobre aquel pequeño grupo. Pues, para las jóvenes de nuevo ingreso, que no habían conocido al pequeño caballero de hace años, resultaba maravilloso encontrarse a un hombre cortés, bien hablado, servicial, caballeroso y ¿Por qué negarlo? Atractivo.

Link les resultaba fascinante.

Tras una hora dedicándose a ayudarlas, agradecieron sus servicios, no sin antes, recibir invitaciones de cada una de ellas para visitar la cocina y prepararle lo que el desease a forma de pago. El prometió pasarse uno de esos dias y se retiró dejando atrás un montón de corazones flechados y convirtiéndose (sin saberlo) en el centro de todos los rumores del castillo.

Todo en una mañana.

Aún era temprano y todavía le quedaba un pendiente.

Se llevaba preguntando hace unas semanas, antes de llegar a Hyrule, si debía conseguirle un obsequio a la Joven Princesa del cumpleaños. Cumplir 16 en la realeza era casi tan importante como llegar a la edad para heredar la corona. Ya que la gran parte del futuro de Zelda sería decidido en ese año, pues había alcanzado la edad casadera.

Pero ¿Qué podría el regalarle? ¡Era una Princesa! ya lo tenía todo. No había nada que él tuviese para dar. Ni una joya, o algún lujoso vestido. Aunque la Princesa no era tan superficial, seguramente aceptaría cualquier detalle con suma felicidad. En el fondo, a pesar de haber nacido con una corona, Zelda era una joven humilde y con un corazón de oro. A pesar del tiempo. Eso seguía igual.

Vagó por el castillo buscando un lugar para despejar su mente y se le ocurrió ir a aquel jardín tan memorable para él. Siempre que pensaba en Zelda, la imaginaba en ese lugar, de espaldas a él, asomándose a una ventana. Sería el lugar perfecto para meditar.

Se sentó en el pasto fresco de la mañana, la tierra, todavía húmeda por el rocío, emanaba un agradable olor y la sombra seguía presente en ese punto, por lo que no hacía frío ni calor.

Era tan agradable.

Alguna vez le escuchó mencionar a la Princesa que ese era su lugar favorito para pasar el tiempo. Y con razón... ¡Que silencio! Que tranquilo, que relajante. Tanto que casi se quedaba dormido otra vez.

(¿Sería buena idea preguntarle a Zelda personalmente que quiere de regalo?) se preguntó a su mismo. (¡No! probablemente diga que no quiere nada) (Tal vez ¿ algo de comer?) (no, soy un desastre para la cocina) (Un perfume...) (Una capa...) (Una mascota...) (¡Ninguno me convence!) (Quizá debería pedirle un consejo a Impa) (¡Mala idea! Probablemente me dirá algo como: encuentra la respuesta por tí mismo"...) (y ¿Si le hago algo yo mismo?) (¡De ninguna manera! eso sería muy personal) estaba desarrollando todo un alboroto dentro de su cabeza (¡Vamos Link! No eres tan tonto, debe haber algo...) repasó todas las opciones, una y otra vez. (Para empezar... ¿Tengo que darle algo?) (¿Por qué siento que ya no es lo mismo?) (Si le doy flores, será demasiado sencillo, aunque, puede que la alegre..)(Sin embargo, no quiero comprometerme con algo asi) (Pero si no le doy nada, no podré quedarme tranquilo)

¡Vaya lio!

Ocupado, resolviendo sus enigmas personales, una prescencia se había acercado al lugar donde Link descansaba - ¿Pero quien está aquí? Es el héroe del momento- aquel sarcasmo en la voz

Su Pomposidad, el Principe Frey, había entrado al jardín, casualmente, él también estaba vagando por el Palacio esperando a que la Princesa despertase, en su camino encontró a Link, recostado en la hierba. No quiso desaprovechar la oportunidad para conocerlo, así que se presentó mirándole con prepotencia, desdén, desprecio, burla, etc;

¿Cómo aquellos ojos podían reflejar tanto odio ?

-Sir Link, no esperaba encontrarmelo aquí- Fingió demencia -¿También le molesta todo el escándalo de Palacio?- Sin preguntar, tomó asiento, enfrente del otro.

El joven héroe, apenas verlo, escalofríos recorrieron su espalda, no de miedo, pero de repulsión. Tras esa fachada elegante, había una persona con sucias intenciones. Su aguda mente de guerrero todavía servía para reconocer la maldad en otros. Pero no se podía dar la libertad de evitarlo. Aún si había llegado apenas ayer al castillo, él ya era muy consciente de que se estaba viviendo un ambiente problemático tras las puertas del castillo. Y únicamente por no perjudicar a la joven Zelda, guardando la calma y las apariencias, Link contestó serenamente -Así es. Necesitaba pensar-

-Parecia muy concentrado, o debo decir, perdido mirando el cielo ¿le sucede mucho?- Frey no vió ninguna amenaza en el contrario, sin embargo continuó en guardia. Así como Link podía ver su maldad, él también sentía cierta incomodidad en su prescencia.

- No, solo cuando me da conflicto-

-Recomiendo que no lo practique con frecuencia, bajar la guardia es un error garrafal. Nunca se sabe si alguien...

Link se adelantó -Es cierto...- Se reincorporó para quedar sentado -hasta el mas inofensivo puede resultar una escoria-

Frey aprobó sus palabras con una sonrisa chueca -De dónde viene Sir Link?-

-Nací en este Reino. El resto de mi vida lo he pasado en varios sitios-

- ¿Un hombre de mundo ?.-

- Supongo que si-

-Entonces ¿puedo suponer que conoce a esta tribu de mujeres salvajes?-

-¿Quiénes?-

- La mujeres del desierto. Dicen que son unas bestias come hombres. Hermosas, pero al fin y al cabo, unas bestias-

Link frunció el seño ante aquellas palabras -Gerudo-Corrigió con severidad.

-¡Eso es! había olvidado el nombre, que descuidado... Supe que usted advirtió el ataque de su lider-

-Si-

...

- Escucha... Link- Cortó la formalidad - Es probable que acabe siendo el futuro Rey de este lugar. Pienso que, por beneficio mutuo, hay que empezar a llevarnos bien ¿No crees?-

-El Príncipe tiene mucha seguridad en si mismo ¿No cree que está delirando de poder?-

-Las ambiciones nos llevan a cumplir nuestros sueños-

- Sueña con ser Rey de una tierra ajena-

-Habrá tiempo para conocerla-

-Lo dudo-

El Príncipe se encogió de hombros. Levantándose de su lugar - Por cierto. Aunque te agradezco que hallas salvado a Zelda, te agradecería más, si la próxima vez te mantuvieras al margen. No debes preocuparte, yo estaré allí-

Seguro... podría mantenerse al margen. Si no fuera por que se notaba que el tipo tenía malas intenciones.

-Supongo que no puedo pedirte ni de favor que te alejes de la Princesa- Frey llamó su atención al ver que el otro no respondía nada.

Alejar... Link repasó esa palabra cientos de veces. Alejarse. Eso era lo que estaba intentando desde que regresó de su ya inexistente aventura. Llevaba buscando un lugar donde apartarse de todo lo que conocía, si iba a ser olvidado, lo mejor sería que él también se olvidase de si mismo y con el tiempo, el dolor desaparecería.

Pero...

Al parecer su destino no pensaba de la misma forma. Constantemente colocando a Link en la vida de la Princesa, cada vez que ella parecía necesitar ayuda. Las cadenas de su corazón se aferraban a la Princesa. Razón por la que pasó dos años sin poder abandonarla en el castillo.

Y Entonces... llegó este tipo, a pedirle que haga lo que ha estado intentando desde hacía ya varios años... Alejarse. Finalmente, alguien le pedía que se alejara. La vida estaba conspirando en su contra y ese fue el único tipo que le concedía lo que el quería.

Encontró que... No tenía motivación para dejar Hyrule. Le estaban abriendo las puertas, pero él ya no quería salir.

¿Por que?

-Hasta que me diga ella misma que ya no me necesita- Link habló por impulso, no pensó lo que estaba diciendo. Fue como si alguien más, otra versión de él tomará control de su lengua. Pero, graciosamente, no se retractó de sus palabras, es más, ni él mismo pudo haberlo dicho mejor.

¿Qué acababa de decir?

Frey suspiró pesado y viéndolo inútil, de momento , se retiró del lugar. Finalmente dejando a Link con sus pensamientos.

[...]

-Buenos días mi querida niña- Impa se acercó a Zelda con voz maternal.

-Buenos días, Impa- devolvió el saludo. Y agregó a este un abrazo que fue bien correspondido.

La mujer sostuvo con ambas manos el rostro de la Princesa y con delicadeza depositó un cariñoso beso en su frente - Has crecido tanto...- Mencionó nostálgica, hace tiempo, la pequeña Princesa apenas alcanzaba su cintura - Eres la viva imagen de su Majestad, la Reina- Impa no pudo controlar su corazón siendo enternecido ¡Que niña tan buena ha cuidado! Por mucho que le ofrecieran, estaba segura que nada haría que dejase el lado de su Princesa.

-Has de saber, querida Impa, que gran parte de lo que soy, te lo debo a ti-

Tras unos minutos más, llenos de cariño mutuo. Llamaron a la puerta.

-Adelante- Zelda se separó rápidamente de Impa y esta rápidamente bajó la cabeza en señal de respeto a la figura que entraba al cuarto.

El Rey entró, todavía en su enorme y gorda bata para dormir-¡Feliz cumpleaños!- gritó mientras abrazaba con desmesurada fuerza la figura de su hija.

Ella sonreía, el genuino cariño paternal le traía mucho consuelo y tranquilidad a su corazón agitado por los nervios.

-Aquí tienes, tu primer regalo del día- El viejo sacó una pequeña cajita que escondía en su bata y se la entregó, mientras mostraba el contenido.

Un hermoso anillo de oro, con su nombre grabado. Sin duda alguna era sencillo pero elegante y hermoso.

-Papa ¡Es precioso!- Después de examinarlo detalladamente, lo puso con delicadeza en su anular derecho - Lo llevaré con orgullo por ser un regalo tuyo-

-Es un anillo que te identifica como una doncella casadera. A partir de hoy, empieza tu búsqueda para encontrar al Rey de Hyrule-

Zelda volvió a abrazar a su Padre, pero no dijo nada.

-Hija mia. Eres mi orgullo y estoy seguro de que también el de tu Madre. Se que no me decepcionarás-

La Princesa tragó en seco. Esa puñalada que acababa de recibir dolió más de lo que pensaba. A pesar de que ya estaba preparada. Todavía guardaba inseguridades y miedos.

Se acabaron los juegos, se acabó su vida tranquila, se acabó la "pequeña Princesa"

No podía desafiar el designio de Hylia.

Aquel anillo tenía el poder de romper todas sus ilusiones en pedazos, todos sus sueños, sus anhelos.

Quizá era más una maldición que un Regalo.

-Gracias Papá, daré mi mejor esfuerzo- Fingió una sonrisa y un tono alegre.

-Este anillo tiene una tradición. Una vez te hallas comprometido, él portará este hasta la muerte. Como símbolo de fidelidad-

(¿Ni siquiera podré conservar este regalo tuyo?) pensó Zelda con tristeza.

El viejo inmediatamente reaccionó ante los ojos pucherosos de su hija. Entendió su situación. Y a pesar de que su deseo siempre fue ver a Zelda feliz, como Rey, debía sobreponer la Corona por encima de su propia familia. Nunca se puso a pensar en lo rápido que llegaría ese día y por lo tanto no encontraba forma de levantarle los ánimos.

La mejor manera en la que pudo ofrecer apoyo fue tomando su mano entre las suyas -Eres fuerte, Zelda-

Ella asintió ligeramente con la cabeza.

- Pero... No creas que sólo te traje ese anillo. Pasé toda la noche buscando algo para tí-

El Rey llamó a su sirviente y Este, al momento le hizo entrega a la Princesa de un paquete. Este pesaba un poco, más no era imposible de sostener. Zelda lo soprepesó tratando de adivinar, definitivamente, se trataba de un libro.

-Abrelo- Insisitió el Rey.

Sin perder un segundo, desenvolvió el paquete, revelando,efectivamente, un libro. Este se veía antiguo, muy bien cuidado, pero descolorido por el paso de los años. Su cubierta era de color dorado con unas aves muy peculiares grabadas en esta alrededor del título.

"La Diosa y el Héroe del Cielo"

Algo en su interior aceleró por unos segundos los latidos de su corazón. Confusa, Zelda miró a su Padre.

-Cuando me comprometí con tu Madre, tu abuela me obsequió este libro. Fue escrito hace miles de años y ha pasado por generaciones en la familia Real. Ahora no son más que leyendas, pero, tu Abuela y tu Madre aseguraban que todo lo escrito allí es real-

La joven miro con cariño el objeto en sus manos -y tu Papá ¿Crees que es real?-

- Cuando lo leí, me pareció impresionante lo que describía. Son cosas que jamás hubiera imaginado. Pero por la insistencia de tu Madre, acabe convenciendome de que, en efecto, todo fue real-

Esta vez, con auténtico amor, envolvió su regalo con los brazos, se había convertido en un objeto de máximo valor -¿Estará bien si te digo que este libro me ha gustado más que el anillo?-

Daphnnes se rió tomando a su hija en otro abrazo -El anillo es solo una tradición. Sabía que el libro te sacaría una sonrisa. Por eso te lo obsequié-

- Te amo Papa-

- Yo te amo más, Zelda- Después de un último beso en su mejilla se apresuró a salir -Bueno, Bueno, hay mucho que hacer hoy. Tengo que supervisar todo para esta noche- con esta excusa salió de la habitación.

Zelda se quedó más tranquila. No del todo aliviada, pero encontró valor en aquellas muestras de afecto.

- Padre me trajo un regalo a mi habitación. Que detalle-

-y algo muy valioso - concluyó Impa acercándose de nuevo a la joven -Sugiero que piense en estos momentos cálidos cuando se sienta afligida por sus nuevas obligaciones-

Ella solo asintió.

Recuperó la compostura y se dirigió a una de sus damas con cariño -Quisiera usar flores para mí tocado de hoy ¿Podrías traer algunas, porfavor?-

La dama con gusto aceptó y después de una reverencia salió en busca del pedido de la joven.

-¿Flores, su Alteza?- Impa levantó una ceja.

-Así es, simbolizan la inocencia. Pensé que sería significativo usarlas hoy- Desvió varias veces la vista. Si se le iba a obligar a contraer matrimonio en un futuro, no veía el daño en querer cuidar su apariencia para cierto joven. Ella lo veía justo.

La nana no era despistada y rápidamente vió las intenciones ocultas -Quiere robarle la mirada a alguien ¿verdad?- la veía severamente.

Zelda bajó su cabeza avergonzada. Descubierta en un parpadeo.

-Alteza, comprendo su entusiasmo juvenil y no tengo nada contra eso, pero, porfavor, no pierda la cabeza por ese muchacho-

- Solo son unas flores- Replicó inocentemente.

Impa resopló -Haga lo que desee, siempre y cuando mantenga presente que, él podría rechazarla y no podré reconfortarla si le causa dolor. Sin mencionar que su Padre espera que usted profundize los lazos con el Príncipe ¿No lo habrá olvidado verdad?-

Su gesto se frunció reflejando molestia -Desearía hacerlo. Ese hombre no acaba de gustarme. Créeme Impa, que intenté darle varias oportunidades ¡Tu misma lo has visto! Él es... Tan... Tan.. Tan... Tan sucio- Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo en respuesta al disgusto que le provocaba -Me gustaría decirle a mi Padre cuan promiscuo puede llegar a ser el joven Frey... Pero no me creera-

- Su Alteza... sabe que puede contar conmigo en cualquier momento. Con gusto respaldaré sus palabras ante el Rey-

- ¿Para que resulte en lo mismo que ayer?- Sugirió sarcástica.

- No lo será. Su Majestad ha aprendido una valiosa lección de vida. Le aseguro que está vez resultará diferente. Él escuchará lo que tenga que decir-

-Aún así, si todo resultará perfectamente... lo único que lograría es sacar a ese hombre con su Madre ¿y si llegarán otros con las mismas sucias mentes? A partir de hoy y en adelante toda la nobleza se concentrará en encontrar al futuro Rey de Hyrule. No pararán hasta que elija y estarán encima de mí como animales carroñeros-

- Esto lo sabía desde que tiene uso de razón, su Alteza-

-No será nada fácil-

- Pero es por eso que se ha preparado arduamente. No tema, la sabiduría que le ha concedido el cielo es vasta. Ya sabrá que hacer con el tiempo-

La Princesa suspiro - Me había levantado con excelentes ánimos, pensando que celebraría solo mi cumpleaños. Pero en tan sólo una hora, me Di cuenta que todo es una tonta fachada. A nadie le importa si estoy feliz o no-

A la nana se le rompía el corazón de escuchar como la jovencita fue capaz de entender la cruel realidad de su vida. En tan sólo unas palabras describió perfectamente su condena por haber nacido en la realeza. Pero Impa jamás la dejaría sola, jamás le diría que tenía razón. Impa continuaría buscando una luz para su Princesa, algo que le diera una motivación para ejecutar todas sus responsabilidades sin la necesidad de ser una marioneta de la Corona -Princesa... No es correcto que le diga esto pero... A mis ojos, usted es más que mi costodiada o mi futura reina. Yo deseo su felicidad. Por favor, no piense que está sola-

Zelda se arrimó a su pecho, como un osesno con su madre. Refugiandose en su calor y aliviando un poco la marea de pensamientos que habían inundado su mente -También te queiro Impa-

- No decaiga ahora. Debe haber algún camino bueno para seguir. Solo debe ser paciente y astuta-

Zelda dudaba un poco si preguntar lo siguiente -¿Crees que Link este en ese buen camino?-

-Princesa... Que... ¿Qué quiere del joven Link?- Impa no vió el caso en llevarle la contraria.

-Quiero ayudarlo. De verdad. Que no tenga ese vacío en sus ojos-

-¿Y si él no comparte el mismo camino que usted? ¿si a usted no le corresponde ayudarlo?-

Esas palabras, asustaron a Zelda. Nunca se le había ocurrido que ella no era la única en la vida de Link, se llenó de una molesta inseguridad. Dolorosas astillas aparecían al imaginar otra persona, o más bien, otra mujer al lado de su "Querido caballero". Es cierto que ella no tenía derecho a interferir en su vida y que su bien estar era la máxima prioridad. Pero dolía.

Dolía y molestaba.

- Si no estaba destinado a ser... Entonces me resignaré-

-Princesa... ¿Puede prometerle algo a su Impa?-

-¿Qué cosa?-

- Solo, ayudelo. No intente ganarse su corazón. Si pasara... Oh cuan miserable sería usted-

-¿Por qué dices eso? - ella de nuevo se mostró preocupada.

-Escuche... Usted es joven... su corazón anhela muchas cosas. Pero si anhela el afecto del joven Link y llegase a conseguirlo... El Consejo se abalanzará sobre su Padre y el joven. No dudarán en encerrarlos en un calabozo, o peor, podrían ejecutarlos. Y en cuanto a usted... la emparejaran con cualquier hombre, mientras sea noble. Y la gran mayoría de ellos, no son buenas personas ¿Qué hará usted indefensa en tal caso? ¡Ni yo podria protegerla estando en sagrado matrimonio! Aun con la peor de las escorias. En el mejor de los casos, tal vez la encierren en su habitación como prisionera. Y entonces, esa mujer, Hilda, intervendrá en eso e Hyrule quedara en la manos de ese Príncipe-Impa penetreba en los ojos de Zelda -¿Ha entendido la situación? Es demasiado peligroso llevar la contraria-

Zelda se quedó petrificada ante la realidad de los hechos.

La puerta volvió a tocarse, Obligandola a recuperar la compostura de golpe.

Las damas habían llegado con las flores que había solicitado, junto con varios vestidos para probarse, adornos, perfumes, zapatos, etc;

[...]

Después de desayunar, Link salió del castillo para buscar el regalo de la Princesa.

Su conflicto interno llegó a esta conclusión: "Si no encuentro algo adecuado, al menos no tendré el arrepentimiento por no haberlo intentado"

.Aproximadamente sería una hora hacia la Ciudadela, más unas tres de búsqueda y el regreso. Calculó que llegaría a tiempo antes del baile.

Además sería bueno dar una visita al lugar para familiarizarse.

La plaza del pueblo estaba a hartar de gente. Más de lo que él recordaba. No era muy distinto del ajetreo del castillo.

Identificó varios carruajes lujosos aparcandose uno junto a otro peleando el lugar. El resto de los ciudadanos prescenciaba aquel espectáculo lujoso, que para ellos era como un carnaval. Los cocheros y los sirvientes anunciaban a sus amos, obligando a los espectadores a formar un camino para estos.

¿Qué hacían tan lejos del castillo? se suponía que EL Rey siempre habría las puertas a los invitados, con mayor razón ese día por el asunto de los pretendientes. Y Parecia que los habían desalojado de allí, por lo que buscaban hospedaje en las posadas del pueblo.

¿Qué estaba pasando?

Antes de acercarse un poco para revisar la situación. Una melódica voz llamó por completo su atención.

-¡Link!- gritaba con júbilo mientras se acercaba.

El mencionado miró a su alrededor pero entre la multitud no podia encontrar ni su propia sombra.

-¡Link! ¡Por aquí! - Por el volumen de voz dedujo que estaba cerca, pero aún no encontraba su paradero.

De sorpresa, sintió dos delgados brazos rodeandolo desde atrás. Estuvo apunto de derribarlo de no ser por que la fuerza que ejercían sobre él era inofensiva.

-¿Quién eres?- Repetía el joven tratando de descubrir el rostro misterioso que aún se ocultaba a sus espaldas.

La figura femenina jugaba con el, impidiendo cualquier contacto visual -Tienes que adivinarlo-

¿Quién podría ser? ¿Zelda? No, absolutamente no. Por lo que escuchó, era una mujer joven, asi que eso excluía a Impa de las opciones. A lo mejor, era una de las sirvientas que ayudó esa mañana. Pero...todos en el castillo estaban ocupados hasta para respirar.

Y más importante... se supone que nadie debería conocerlo, desde que fue enviado hace muchos años en el tiempo, no mantuvo contacto con nadie de ese mundo.

Sólo una persona...

- ¿Ya tienes una respuesta?- preguntó juguetonamente.

Link se quedó callado, y cuando vio que la joven Estaba desprevenida, rápidamente tomo sus manos evitando que hiciera otro movimiento y poder enfrentarla cara a cara -Malon...- El nombre le sacaba una sonrisa ¡Claro! ¿Quién mas tendría esa hermosa voz?

Ni siquiera la Princesa Zelda.

-Hiciste trampa- Ella infló sus mejillas en protesta - Pero te lo perdonaré ya que estoy feliz de ver tu rostro por estos rumbos-

- Lo mismo digo. No te veo desde hace años ¿Te ha ido bien? ¿Tú padre ya mejoró?-

-todo a ido de maravilla, estos años han sido prósperos y de buenas ganancias. En cuanto a Papá... el solo esta viejo, solo tiene que descansar... como siempre- Reía ante esto último.

Link rió con ella.

Rió, rió de verdad.

Co motivo de un feliz reencuentro, ambos acordaron que sería buena idea salir de todo ese tumulto de gente para poder conversar un poco. Siendo buenos amigos tenían bastante confianza el uno con el otro. Link especialmente se sentía bastante más relajado y contento que cuando estaba en el Palacio. Probablemente tenía que ver con que la joven Malon era una persona común, fácil para hablar, no necesitaba de un título para dirigirse a ella, compartían gustos por varias cosas y eso hacia que la convivencia fuese plena y agradable.

Para él, era una brisa de aire fresco encontrarse con alguien que conservo su memoria a pesar de los años.

¿Por qué no había ido a visitarla antes? ¡Que descinsiderado!

En el pasado, cuando Zelda celebraba su décimo primer cumpleaños, Su Padre pensó que sería buena idea que su hija aprendiese a montar. Link entonces dió la sugerencia sobre los hermosos ejemplares que Malon y su Padre tenían. De los muchos que les enseñaron en el rancho, la entonces pequeña Princesa, posó sus ojos en el Potrillo que en el futuro se llamaría "Estrella de Plata". Era calmado y al parecer tímido, además, el pequeño estaba alejado del resto de lo suyos y se encontraba solo debajo de un árbol. Zelda comunicó su decisión al dueño y cuando le mostró su elección, quedó estupefacto. Talón decía cosas como: "No creo que sea de la talla de una Princesa" "Es un muchacho muy difícil de tratar" "Le aseguro que le causará demasiados problemas" sin embargo, la Princesa no se retractó e insistió en que ese era el indicado. Malon, por otro lado, estaba agradecida, le dijo que aquel Potrillo fue rechazado por su madre y que los otros caballos eran "malos" con el, por lo que, temia que siempre se quedaría solo. Zelda entonces le prometió que lo cuidarla con su vida y Link se unió al juramento.

Esa fue la última vez que Link y Malon se vieron.

Malon reanudó su conversación- De hecho, estamos buscando manos extra. Realmente nos hace falta a Ingo y a mí-

Si había algo que identificará a Malon (a parte de su carácter de mecha corta) era que su diligencia en el trabajo era impecable. Todos los días, laborando duramente sin quejarse.

Link admiraba mucho ese tipo de dedicación. Y siendo su naturaleza una caritativa...

- Yo puedo ayudarte, Si quieres- habló entusiasta

Aquella respuesta fue demasiado rapida - Link.. recién nos volvemos a ver. No puedo simplemnte llevarte a trabajar. No soy esa clase de mujer- Ella le calmó los ánimos. Si, sería un gusto tener a Link como su invitado, no como un trabajador.

-Soy yo el que se está ofreciendo, además, seguro que hay mucho de que hablar y además... Epona estará encantada de volver a verte-

-Aun Así. Hoy no podría. Verás, hoy, como seguramente sabes... nuestra Princesa cumple años. Y he sido solicitada para prestar ayuda en la cocina en la elaboración de un magnífico pastel- Ella infló su pecho con orgullo. Ser invitado al castillo era un honor.

- Tu ¿cocinando? tengo que ver eso- El joven sonrió con cierta mofa.

-¡Oye! creelo o no. Soy una hábil cocinera. No sólo soy Malon la que reparte leche. Tengo mis habilidades- Se defendió

-y ¿Qué se supone que harás?-

-No lo sé... seguro me lo dirán cuando llegue. Aunque, personalmente, me gustaría decorar-

-¿Hay que decorar algo que se come?-

Ingenuo Link.

-¡Claro que Si! además, hablamos de la Princesa Zelda- Malon remarcó sus siguientes palabras - Es una buena mujer... ¿Sabías que Hyrule ya tiene un orfanato? pues, es gracias a ella-

Él se sorprendió de tal información -¿Orfanato?-

- Para los niños que no tienen a donde ir-

-Vaya... eso es... dulce...- Su corazón latió plácidamente.

- Lo Es, por eso quería poner todo mi esfuerzo, al menos en ese pastel. Y además le traje un Regalo- El rostro de la joven brillaba de alegría.

Malon era linda. Ese lado infantil era atractivo a su manera.

A el le gustaba eso.

-¿De qué se trata?-

Ella lo invito a seguirla, a las afueras del pueblo, donde dejó su carreta. Allí se encontraban un caballo y...

-¡¿No es hermosa Link?!- acariciaba la cabeza de un bovino de gran tamaño.

-¿Una vaca?-

-¡No cualquier vaca! La mejor del rancho y me atrevo a decir... De todo Hyrule. Romina y su leche han sido aclamadas por todos lo que la han probado y ¿que mejor que regalarle a su Alteza un delicioso vaso de la mejor leche todas las mañanas?...-

Tenía un buen punto. Y no quiso indagar en detalles

-¿Y Tu, Link? ¿irás al baile?-

- No tengo otra opción... me insistieron demasiado- Contesto molesto.

-Pues claro... eres alguien importante para EL Rey y la Princesa-

- No diría eso. A mi me parece más algo conveniente o pura cortesia-

-Pero aún así... te tienen en alta consideración-

Link no quiso seguir conversando eso y cambió de tema -¿Por qué no le dijiste a alguien que viniera contigo? has estado llevando esto tu sola...-

- Como dije... la falta de personal-

-Mañana iré contigo a ayudar en lo posible- declaró sin dar lugar a peros o a nos.

Malon terminó aceptando.

-¿También llevarás un Regalo entonces?- Ella seguía dando caricias a su vaca.

- Si lo encontrara...- soltó frustrado.

-Pienso que, mientras venga de tu corazon, el regalo no importará-

Comenzó a dar de vueltas alrededor de la carreta, pensando.

-¿Qué tal unas flores? Son sencillas y vistosas al mismo tiempo-

- No. Muy personales y comprometedoras-

-¡Qué ridículo! Estamos hablando de un Regalo de cumpleaños, no de una propuesta de matrimonio. Link... Créeme. La Princesa estará encantada con ellas-

(Solo por que no la conoces) Pensó Link. En el fondo, temía que Zelda empezará a sentí alguna conexión con el, o más grave, que desarrollará ciertos sentimientos (No es que él se creyera el hombre ideal) acabaria en desastre Y por todos los medios posibles, debía evitarlo. Y si pensará en él, que lo hiciese sin ningún sentido especial.

Las flores eran conocidas como "las mensajeras del amor" así que, Link se comolicaria su situación si de alguna forma Zelda llegase a pensar que se le estaba insinuando.

De ninguna forma. Cayó una vez y no volvería a caer.

-Podríamos usar, tulipanes y algunas rosas, también gardenias, o Camelias- Malon estaba emocionada con la idea de armar un ramo.

- No le daré eso- Espetó él.

-Entonces... ¿Qué tal un libro? Todos saben que a la Princesa ama leer-

-Nada que involucre sentimentalismo- aclaró.

-Si vas a ser tan simple, mejor dale un cuckoo- Se mofó ella. Aunque no le resultaba imposible que, en efecto, se atreviera a obsequiarle uno de esos animales.

-No tengo tiempo de ir a perseguirlos-

-¡Cielos! ¿Por qué lo complicas tanto?-

-¿Por qué las mujeres solo piensan en flores?-

- Cualquier buena mujer aceptaría un buen detalle con buenas intenciónes-

- Hablas como si supieras todo-

-Oh No. No pienses eso. Hablo desde una perspectiva personal. Cuando se es una persona buena es por que sabes apreciar hasta las más pequeñas cosas. Y con esto quiero decir que, su Alteza es buena y por lo tanto recibirá con igual gusto cualquier obsequio sea grande o pequeño. Yo no me contuve y por eso traje a Romina conmigo-

- Pero ¿Tienen que ser flores?-

-A menos que tengas algo más...-

- No-

Ella sonrió triunfante -Bien... entonces ¿Qué estas esperando? Ve y compra el más bonito que puedas armar-

Él se mantenía tieso y se avistaba un poco de inseguridad -Necesito una chica y sus conocimientos sobre plantas-

- No se diga más- Malon entró al mercado con paso veloz y Link detrás de ella.

[...]

Volviendo al castillo de Hyrule.

En una habitación llena de lujos y bastante espaciosa.

Hilda tenía ocho damas a su alrededor, encargándose de su apariencia. Y No era suficiente.

-¡Traigan más sirvientas! todavía hay mucho que hacer- dictaba ya perdiendo la paciencia.

-Señora, todas las manos están ocupadas con las preparaciones. No podemos traer mas- La mujer a cargo aveces le tenía miedo a esa señora tan fría y no sabía que sería capaz de hacer si algo la molestara.

- ¿Así es como tratan a un invitado del Rey? Me temo que está conducta tendré que reportarla directamente con su Majestad-

Esa no era la primera vez que Hilda amenazan a los pobres sirvientes. Desde su primera llegada, las personas que han estado a su servicio han estado cambiando por semanas. Gracias a la intervención de la Princesa Zelda y la todavía existente cordura del Rey no fueron despedidos. Pero la amenaza no descansaba. Y ellos estaban obligados a complacerla.

-Sólo espere un poco más, estará lista antes del baile. Se lo aseguro-

-Esto debía de estar listo desde la mañana ¡¿Por qué solo me mandaron a las jóvenes?! ¡No tienen idea de lo que hacen!- Como protesta, levantó su zapato y cruelmente pisó la mano de una de las chicas que arreglaba su vestido.

Cuando la mujercita grito, el resto dieron un brinco por el susto automáticamente retrocediendo.

Pobrecillas... parecían conejitos asustados por un depredador.

Mientras la que había sido lastimada, tomaba su mano en un intento por calmar el dolor.

Afortunadamente la encargada acudió en su ayuda y la sacó de ahí.

Hilda había echo su rabieta, echó a todas las chicas de su cuarto con amenazas y veneno de su boca.Y por ese momento, le bastó para calmarse.

Su hijo, el famoso Príncipe le hacía compañía, burlándose de los berrinches de su Madre - Te comportas como una niña-

-Aveces una mujer tiene derecho a consentirse-

-Madre. Todos los días te das privilegios, desde que tengo memoria-

-y los comparto contigo, hijo mio- Replicó para callar cualquier queja -así como espero, en el futuro, que compartiras tu futuro Reino con tu Madre-

-Con suerte, esta noche será decidido-

-mala suerte dirás- corrigió a su hijo - Te prepare todo para hacerte quedar bien enfrente del Rey y su Hija y mira... un desconocido de cuna pobre, aparece y te lo quita ¡Valla que fue humillante!-

- No fue mi culpa, él estaba más cerca-

-Excusas, excusas. Te pudiste haber adelantado-

-¿No viste lo rápido que pasó todo? Ni tu misma tuviste tiempo de asimilar lo sucedido-

Hilda levantó la mano en señal de silencio. Estaba acostumbrada en sus tierras a que, al realizar aquel gesto, se hiciese la voluntad de la Reina -Frey, no te puedes volver a equivocar. De momento, el Rey te tiene como un "preferido" para pretendiente de la Princesa. No pierdas esa ventaja. Haz algo, algo que te asegure el puesto como futuro Rey. Mucho más ahora que no serás el único candidato-

-Entonces ¿a qué se deben todos esos acercamientos con el viejo? Creí que te gustaba-

- Es una medida preventiva, si algo te elimina de la candidatura, entonces habrá un cambio de planes y tendré que actuar-

-Preferiría que me ayudases a quitar los obstáculos del camino, quiero casarme con Zelda. Se ha convertido en un deseo muy personal-

-¿Qué te inquieta al respecto hijo? -

-Apenas ayer conocimos al joven Link y no fui lento para darme cuante de que lleva mucha ventaja respecto al cariño de la Princesa. Y eso es un problema-

Hilda rió con buena gana -Oye...No me has entendido bien ¿es que no conoces la brecha entre la realeza y la plebe? Frey... me sorprende que no pienses con tu sentido común. Es simplemente imposible que el joven ese se convierta en algo por lo que te debas preocupar. Yo en tu lugar me.concentraría en mi verdadera competencia. Los Príncipes y nobles de las otras fronteras-

-Aun así, es irritante tenerlo en el castillo. No me gusta-

-Entonces sacalo de aquí. Piensa-

-Esperaba que tu poder de persuasión me ayudara con eso, Madre-

Ella acarició la cabeza de su hijo - Si eso quieres. Haré lo que pueda-

[...]

La celebración se había llevado a cabo perfectamente como se había planeado. La noche había llegado y estaba transcurriendo agradable para los invitados.

Precisamente, Zelda había terminado de bailar con el décimo joven que se lo pidió. Con un rápido beso en la mano este de despidió, agradeciendo la gentileza de la Princesa.

Bien. No había nadie al acecho. Así que tal vez podría descansar unos minutos.

Fue y se sentó en su respectivo lugar. Lanzando un largo y lamentado suspiro que le permitió relajarse. Se dedicó a escuchar la música de fondo para no pensar demasiado y mantenerse calmada.

Sin embargo.

No había paz que pudiese conseguir. No sin antes haber visto al menos unos segundos a Link, allí presente. Que angustia, Tel vez ella le presionó demasiado y por eso no había venido, debería disculparse apenas tuviera un poco de libertad. Zelda no podía controlar siempre su egoísmo, invitar al joven al baile pudo haber sido un error. A pesar de que él le aseguraba que no encajaría en tal evento, ella no se dejó vencer.

Ya que lo pensaba, estaba siendo molesta e irritante como una chiquilla malcriada. Y Link tuvo que soportar su berrinche.

¡Fue una egoísta!

Estaba decidido. Iría a pedir disculpas más tarde. Sería bueno tomar un poco del pastel para llevárselo. Estaba exquisito y los invitados pedían más de un trozo por tan buen sabor. Él tenía que probarlo, a lo mejor también pide una segunda porción.

Mientras seguía buscando con la vista, en caso de que pudiese aparecerse, el Rey se acercó a ella.

-¿Hay algún muchacho que te halla interesado?- le preguntó.

Ella negó con su cabeza

- Si hay alguien que llame tu atención, asegúrate de informarme- con esta última advertencia, Daphness regresó a conversar con los demás nobles. Constantemente mirando a Zelda, vigilando sus movimientos y reacciones.

Que incómodo.

Ya que no parecía haber señales de que Link se presentase, se levantó de su asiento para concentrarse en su tarea.

Apenas se había levantado, otros diez jóvenes se acercarón para pedirle un baile.

Que cansado era ser Princesa. Pero. Bien prefiere agotarse bailando con muchachos decentes, a estar en los brazos de ese Príncipe. La sola idea de tenerlo allí, enviaba mal estar a su estómago. Estaba procurando mantenerse ocupada para no tener tiempo ni de pensar en él. Estaba resultando. Cierto, aún quedaba mucho de la velada, más había numerosos invitados, si hiciera falta, Zelda les pediría personalmente que bailarán con ella dos o tres veces.

Desáfortunadamente.

Su estrategia no funcionó de mucho. Ya que, el susodicho hizo acto de aparición y sin prestar importancia a su educación, simplemnte apartó al compañero de baile de Zelda para entrar él en su lugar.

Zelda pensó seriamente si usar la fuerza de sus zapatos o de sus uñas, en caso de que intentará otra vez algo indecente.

- No hemos tenido la oportunidad de hablar en todo el día. Pero ha valido la pena esperar. Que hermosa te ves Princesa ¿El tocado fue tu idea?-

- Si- Ella ni siquiera miraba a su dirección.

-Demuestra que tienes buena educación y deja de hacer eso. Es muy grosero girar la cabeza en otra dirección cuando te están hablando-

Ella soltó una sarcástica risa -Sabrá que también es mala educación empujar a un compañero de baile, insinuar Y amenazar a otros, no se diga la molesta necedad de entrar en mi recámara. Me parece que mis modales en comparación, son finísimos-

-No pensarías asi de haber sido más obediente y pasiva. Tu carácter no te permite pensar de la manera correcta. Debes pensar en mi como tu futuro marido y ya verás que nuestra convivencia será diferente-

Podría darle una bofetada y tal vez un golpe ¡Vaya atrevimiento! No se molestaba en ocultar sus intenciónes. Frey ¿Rey de Hyrule? o peor... Frey ¿Mi esposo? ¡Jamás! antes torturada hasta la muerte. Zelda sospechaba que a esas alturas, los delirios de grandeza del joven, harían dificil que se retirara de su vida.

(No hay que temer) se dijo Zelda (Soy la futura Reina. Hay personas mal intencionadas por doquier, no puedo dejarme intimidar por este hombre. Si no puedo con el, no podré con la Corona)

- Pienso en usted de una manera opuesta al aprecio o consideración siquiera. No confíe tanto en esas ambiciones suyas. Hyrule necesita un Rey ejemplar, con valores y numerosas virtudes, un diamante embruto. Hombres como usted le sobran al Reino- Satisfecha con esta respuesta, se atrevió a retarlo con la mirada.

-Vaya... Tu caballero si que ha influido en tus ideales- El sonreía con malicia, esperando una reacción de susto.

y en efecto.

Zelda se vió descubierta. Era tan transparente y notorio como su corazón clamaba por un solo hombre. Pero... -Debería aprender de él. Así tal vez se me haría soportable nuestra convivencia- Ella no quería tropezar.

Para Ser Reina se necesitaba ser imponente, feroz. No ceder.

- Una lástima que no puedes tener lo que quieres. Hay de ti Princesa, parece que sufrirás mucho- él seguía burlándose.

- No tanto como lo haría en un matrimonio con usted-

-Dime la verdad querida Zelda ¿No te parezco ni un poco atractivo? ¿No hay algo en mí que te atraiga?-

¡Ja! ¿De verdad le preguntó?

-Nada- habló secamente. Consideró que burlarse era demasiado y llamaría la atención.

-Anda... di la verdad. Yo por ejemplo, pienso que tus ojos son más valiosos que todo mi Reino-

El mal intento de halagar a una mujer.

- Yo pensé que los suyos tenían el color del estanque de las ranas- Zelda solo fue honesta.

...

-Tienes una boca muy grande. Deberías cambiar eso, no quiero una Reina contestona-

- Yo no quiero un Príncipe con ojos color estanque sucio-

La paciencia se le acabó. Aún estando rodeados de público, Frey se las arregló para esconder su vil acción de cubrir la boca de la Princesa y que dejase de hablar, apretó con fuerza las muñecas de la joven y con un rápido movimiento la atrajo hacia él.

Zelda sin saber como liberarse. Viendo como el tipo sacaba de su ropa una flor de color lila.

Ella reaccionó alertada. Habia leído muchos libros, ya que ella tenía intereses por muchas áreas científicas, la botánica no fue la excepción. Por lo tanto, fue fácil reconocer el espécimen que él traía consigo.

"La bella durmiente"

Una flor cuyo polen es altamente somnifero. Utilizado para medicinas, algunos sedantes y Por supuesto, como arma para inmovilizar al oponente.

Si Zelda olía esa flor, quedaría dormida por al menos 8 horas.

Sólo el cielo sabe que estaba planeando ese hombre.

- Es muy bonita ¿No crees Princesa?Además huele exquisito- intentó acercarcela.

Ella endureció sus músculos con toda su voluntad para evitar el contacto con la flor.

Se estaba llevando a cabo un ataque a la Princesa de Hyrule y ninguno de los presentes se había dado cuenta ¿Qué podría hacer para que le ayudasen? No podía moverse o hablar.

-Deje respirar a su Alteza- Una voz que vagaba entre lo demandante y lo bromista. Llegó a los oídos de Zelda como si fuese el canto de Hylia.

Unos brazos reconfortantes la sacaron de su prisión, envolviendola con una delicadeza, que casi se sintió la joya más preciada de la tierra.

Sólo uno tenía la capacidad de hacerla sentir tan especial.

Frey miraba sumamente disgustado a ambos. Zelda, estaba resguardada en su lugar preferido. Allí no había amenazas o daño alguno para ella.

-Princesa. Aún no termina la canción. Por favor. Bailemos el resto- Extendió su mano atrevidamente para arrebatarla otra vez.

Ella iba a rechazarlo con un manotazo. Pero, para su dichosa sorpresa, Link se le adelantó haciendo exactamente eso mismo

- Pobrecilla de su Alteza. Debe estar agotada después de todo ese ajetreo. Hay que dejarla descansar ¿No cree Príncipe?- el volumen de su voz era amigable (Solo para guardar las apariencias) cualquiera diria que solo fue una conversación normal. "Querido caballero" parecía una persona completamente diferente, con un rostro furibundo.

¿Cómo podía sonar tan relajado con semejante expresión? Zelda nunca, nunca, nunca lo había visto así, ni se imaginó que Link pudiera hacer ese tipo de cara.

Que miedo.

-Un descanso parece apropiado- Sentenció el Príncipe.

La razón por la que cedió tan rápido: El Rey se estaba aproximando a ellos para conversar. Con vehemencia saludó al grupo de jóvenes, quienes correspondieron, actuando como si nada hubiese pasado.

- Su Majestad. La Princesa Zelda no se siente bien. Parece que necesita descansar y mucho aire fresco. Así que la llevaré afuera, solo en caso de que algo pase- Declaró Link, agilmente usando lo necesario en palabras para convencer al Rey.

-¡Por favor muchacho! te lo agradecería. No podemos permitir que mi hija se pierda su propia celebración-

Antes de que Link se retirara de allí con Zelda, Frey hizo un último intento desesperado.

-Espere, Sir Link- le habló con un título -Deje que vaya yo. Me haré responsable por ella-

-Esta bien, joven Frey. Déjalo que se encargue. Ahora necesito hablar contigo-

Link pensó que tendría que hacer una escena, oponiéndose a la idea. Pero El Rey, sin saberlo, les permitió salirse con la suya. La llevó a un balcón alejado, pensando que necesitaría un lugar más silencioso para reponerse. Zelda permanecía silenciosa debido al susto y a la vergüenza.

-¿No le pasó nada Princesa?- Él sonaba preocupado.

Como resistirse a ese tono tan amable -Una vez más, estoy bien, gracias a ti "Caballero"- ella para no incomodarlo, cambió a algo más formal -Aunque siento pena por siempre depender de ti cuando me encuentro más vulnerable- confesó mientras jugaba con la tela de su vestido.

-Nada de eso. Al contrario. Estoy agradecido por haber llegado a tiempo. No tenía idea de... la clase de persona que era. Que desagradable-

-¿escuchaste todo?- sus orejas se colorearon y casi se le para el corazón.

- Solo lo último, cuando le menciono el detalle sobre las ranas-

Zelda respiró de alivio

-¿Por qué su Padre no está enterado de esto?- Reclamó él -Algo tan grave, debería decírselo-

-Descuida Link. Se lo diré mañana por la mañana-

-Esto no puede esperar tanto. Enserio que usted es ingenua-

- No puedo arriesgar la imagen de mi Padre ante los demás ¿Te imaginas los problemas de Hyrule cuando sus aliados se enteren de que el mismo Rey le trajo a su hija un pervertido para que lo desposase? No se nos tomaría en serio y las guerras acabarían con nosotros-

Link no tenía idea del frágil equilibrio de la paz entre reinos. El solo luchaba contra el enemigo, no se ponía a pensar en la diplomacia.

-Asegúrese de que sea a primera hora. No se lo tome a la ligera solo por que la saqué esta vez. Piense más en su seguridad-

Zelda lo prometió cruzando su corazón. Ella, debido al conflicto, no lo había notado. "Querido caballero" traía algo llamativo debajo de su capa.

Que bien se veía con capa. Pensándolo bien, todo su conjunto se veía espléndido. el color rojo le quedaba como anillo al dedo. Su juego de botas y guantes blancos eran el toque perfecto para que se le confundiera con la realeza.

Tenía frente a ella a un Príncipe.

En fin, debajo de su capa, estaba ocultando algo.

-¿Qué estas escondiendo Link?- Ella preguntó inocentemente.

Él se quedó meditando su respuesta -Un regalo para la Princesa- lo dijo procurando no inyectar ni una sola emoción para no dar la impresión equivocada

-¿Enserio? ¿De verdad? ¿para mi? - Zelda comenzó a balbucear ¡No podia ser! ella se dió a la idea de que el muchacho no mostraría ni sus luces. y De repente, estaba charlando con él y le daría un obsequio.

Casi le aterra lo bello de la situación.

Él joven paso su manos hacia donde estaba el objeto, listo para sacarlo - No es mucho Pero espero le agrade -

Presentó ante la Princesa un ramo de flores color rosado, azul y violeta. Todas ellas daban la impresión de haber sido fabricadas como esculturas de hielo. Brillaban aún en la noche.

Ella se quedó atónita. No sabía que responder ni como reaccionar.

En realidad si. Sin dudar lo habría abrazado y Por impulso lo habría besado (¡Basta Zelda! concentrate)

- Es precioso, Link. De verdad te acordaste de mi...-