.
.
Día 4: beso ideal
.
.
Besarlo era su perdición. Pecaminosa adicción que la condenó desde que sucumbió al calor de sus labios.
Ranma era un excelente seductor.
La pareja aprovechó la tarde para pasear un poco por el vasto campo que había en el parque. Ese día las clases terminaron temprano; así que, antes de volver al dōjō decidieron vagar tranquilamente por las calles, hasta que, el sol se ocultara. Así no tendrían que soportar a sus entrometidos padres que no los dejaban de espiar cada vez que querían estar a solas.
Ranma tomó con ternura la mano de su prometida; entrelazando sus dedos a los suyos, mientras le contaba las tonterías que había hecho con sus amigos esa mañana. Akane; por su parte, se sonrojó al sentir el contacto, pues le sorprendió la forma tan espontánea en la que Saotome la cogió para que caminaran. Ellos no eran una pareja melosa cuando se encontraban acompañados; sin embargo, estaban solos. Completamente solos.
Así como lo estaban cada vez que se demostraban cuánto se amaban en la alcoba de la menor de las Tendō. La habitación de Akane guardaba muchos secretos. Íntimos, placenteros y románticos secretos.
Sobre todo, guardaba el recuento de los besos. Aquellos tiernos y apasionados encuentros en los que sus bocas se fundían para acariciarse y amarse en exceso.
—Akane, ¿te pasa algo? —inquirió, luego de notar un deje de nostalgia en su mirada.
—No, no, no. Tranquilo. No pasa nada —expuso, sacudiendo la cabeza rápidamente—. Solo recordé algo sin importancia.
—¿Segura? —Tendō asintió, antes de otorgarle una sonrisa. Su sonrisa lo cegó, llenando de regocijo su corazón—. Entonces, vamos. Allá hay una banca en la que nos podemos sentar, mientras conversamos.
Ranma aceleró el paso, pues no quería que nadie le ganara el sitio al que iba a llevarla. La banca estaba un poco retirada. Aislada de las miradas y de los murmullos de los visitantes del parque. Era un "área privada". Un espacio que él decidió que sería solamente para ellos dos.
Akane estaba deslumbrada, pues nunca imaginó que un lugar tan bonito estuviera dentro del parque que había visitado desde que era una niña. En todos esos años, jamás se percató de esa área que parecía ser especial, ya que en ella se encontraba una banca rodeada por frondosos árboles y hermosas flores. La vista que se apreciaba daba directamente al parque; además, de encontrarse a su alrededor con un impresionante paisaje. Era una postal inigualable.
—Ranma, esto es-
—Genial, ¿cierto? —La joven no dijo nada, simplemente, siguió admirando la belleza que la rodeaba. Él; por su parte, sonrió al instante, ya que le encantó la expresión de sorpresa que su prometida le obsequió—. Ven, vamos a sentarnos.
—¿Cómo descubriste este lugar? —inquirió, mientras se sentaba—. He vivido en esta ciudad toda mi vida y jamás me enteré que esto existiera.
—Fue por casualidad —espetó, encogiéndose de hombros. Aunque, la realidad era otra, ya que lo descubrió una tarde en la que huía de todas esas locas que se hacían pasar por sus prometidas. Sin embargo, gracias a los dioses se las había quitado a todas de encima—. Fue un día que salí a caminar y sin querer encontré el lugar.
—Entiendo —musitó, restándole importancia. Era claro que no fue por "casualidad". Sin embargo, no haría un escándalo, simplemente lo dejaría pasar. Así que, mejor se concentraría en la naturaleza; aquella que la estaba embriagando con su aroma. O, pensándolo bien, era la fragancia de alguien más la que la estaba haciendo suspirar—. Ra-Ranma, ¿q-qué estás haciendo?
—Sentándote en mi regazo. Así estarás más cómoda. —Saotome la tomó por la cintura y sin decirle nada la acomodó sobre sus piernas, mientras sus fuertes manos rodeaban la pequeña cintura de su prometida—. Akane, estamos solos. Así que, aprovechemos el paisaje y la compañía. ¿Te parece?
—Ranma…
La joven de hermosa mirada chocolate no pudo continuar conversando, pues sus palabras fueron calladas por los tibios labios del hombre al que amaba. Ranma la besaba con dulzura. Disfrutando muy despacio del exquisito aroma que desprendían sus labios. Tendō ahogó un suspiro, luego de rodear el cuello de su prometido con las manos. Las yemas de sus dedos se metieron por los negros cabellos, masajeando al mismo tiempo el cuello. Saotome jadeó al sentir la caricia, antes de introducir la lengua en la cavidad ajena que lo hacía llegar a la cima del cielo.
Poco a poco la intensidad fue bajando. Desacelerando la pasión para dejarse envolver por el calor de la ternura que los embriagó.
Akane se separó lentamente de los labios de su amado, mientras le besaba las mejillas sonrojadas. Ranma le besó la frente y la apretó con sus manos fuertemente. Ella se acomodó en el espacio de su clavícula, al mismo tiempo que acarició el espacio donde descansaba el corazón de su novio. El pecho de Ranma subía y bajaba con rapidez; indicándole cuánto la amaba.
»—Ranma, ¿podríamos regresar a este lugar otra vez? —inquirió, mientras cerraba los ojos. La fresca brisa los acompañó haciendo que danzaran sus cortos cabellos.
—Podremos venir siempre que tú lo desees, Akane. Este será nuestro lugar especial.
—Y nuestro beso ideal —susurró, besando fugazmente los labios de Ranma.
—¿Eh?
—No es nada. Solo pensé en voz alta —le dijo, guiñándole un ojo—. Por cierto, te amo.
—Y yo te amo a ti, Akane.
La pareja volvió a unir sus labios para demostrarse en ese gesto cuánto se amaban, necesitaban y adoraban.
La tarde estaba acabando y los rayos del sol se estaban ocultando. Sin embargo, para ellos el tiempo se había congelado, ya que lo único en lo que pensaban era en lo maravilloso que era estar al lado del ser que tanto amaban.
Fin.
¡Hola!
¿Cómo están?
Un nuevo relato para esta hermosa week que me ha llenado de alegrías esta semana. Debo confesar —por si alguien no lo sabe— que amo imaginar a este par siendo más directos y espontáneos. Diciéndose lo que sienten y expresándose lo que hay en la profundidad de sus corazones.
Así que, por eso siempre rebosarán en miel. Soy una romántica, no puedo evitarlo.
Mil gracias por estar a mi lado y acompañarme todos estos días. Los amo.
Nos leemos mañana.
GabyJA
