Nota de autor: Aquí les dejo el nuevo capítulo que espero les guste, todo lo sucedido ahora será necesario para capítulos futuros, por lo que espero no les aburra.
Muchas gracias a ShioriShuu por su reviews, me encanta que te encante, espero te guste el capítulo. Subo todos los viernes.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: A partir de ahora habrán spoilers. Por ahora solo serán sobre la infancia de Ace, Sabo y Luffy.
Enlisté una gran cantidad de cosas necesarias para partir de la isla, todo lo que a Luffy le faltará cuando saliera. Comenzando por comida, mucha comida, envuelta para que no pudiera ser echada a perder si en algún momento naufragara, al no poseer ningún conocimiento de navegación. Conocía la teoría un poco, pero como no había tenido intenciones de salir de aquí antes, no me preocupé en ponerlas en práctica.
Sin tentar a mi suerte en la ciudad, me limité a armar una mochila con alimentos que no se echaran a perder de manera sencilla de la villa Foosha, frutas, enlatados. También algunas cosas que encontré que podrían servirme en una emergencia, cuerda, una brújula, una mochila grande para poner todo, y el resto lo tomaría de mis cosas. Como mi botiquín de primeros auxilios, sábanas, algo de ropa, unos jabones, al saber que podría pasar hasta meses en el mar sin siquiera poder comprar o robar algo, cepillo de pelo…
La noche me llegó en mi habitación recopilando todo sin haberla sentido, ni haberme preocupado en almorzar. Desayuné bastante, y comí algunas frutas antes de volver de la villa, luego podría recuperar energías con la cena, si pensaba poner mi vida en las manos del idiota de mi hermano mayor, necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener antes de partir.
—Aquí estabas —exclamó Luffy al entrar a la habitación junto con Ace, y observarme extrañados, como si lo que iban a decir ya no tuviera sentido—. Te fuiste temprano, Heis, creía que hoy entrenaríamos…
—¿Vas a alguna parte? —me cuestionó mi gemelo observándome algo preocupado, e ignorando a nuestro hermano menor.
—Decidí irme contigo, he estado ocupada buscando lo que necesitamos para… —respondí evocando dos reacciones distintas en ambos hermanos.
—¡Pero Heis, ibas a ser parte de mi tripulación! —repitió lo que tenía años diciéndome sin yo haber aceptado en ningún momento—. No es justo que Ace se quede contigo.
—Luffy, ¿puedes dejarnos solos por favor?, asegúrate que no quemen la carne de oso —le dijo al niño de catorce años que no dudó en obedecer al saber que cuando nuestro hermano mayor se ponía en esa actitud, era mejor no discutir—. ¿Qué fue lo que te dijo ese idiota?
—No sé de que hablas —respondí intentando evitar el tema mientras cerraba mi mochila, y la dejaba a un lado de mi cama—. Necesitaba pensar en lo que me dijiste, y tomé una decisión, es todo.
—Hermanita, no juegues ese juego conmigo —me advirtió recostándose de la pared mientras me dedicaba una mirada de preocupación—. No quieres salir al mar, te aterra, es algo que me has dejado en claro toda nuestra vida, y de repente sin que te insista, terminaste por aceptar, ese idiota de ciudad tuvo algo que ver —exclamó con desprecio—. Fuiste a verlo esta mañana, por eso saliste tan temprano.
—¿No puedes solo dejarlo estar? —le cuestioné sin querer tener esta conversación—. Son mis asuntos, lo importante es que lo conseguiste, me iré contigo, saldremos al mar, los gemelos Portgas contra el mundo —comenté levantándome del suelo con intenciones de salir de la habitación y cenar algo, pero antes de que pudiera cumplir mi cometido, mi gemelo me sostuvo del brazo para detenerme.
—¿Qué fue lo que te dijo? —me repitió la pregunta aun más molesto, al conocerme lo suficiente para saber que cuando evitaba un tema era por este lo iba a enojar—. No tengo problemas en ir a la ciudad y armar un desastre si ese idiota se atrevió a hacerle daño a mi hermana —amenazó a Charles con una protección que nunca había visto en él hacia mí, no de esa manera.
—No es necesario, si fui a hablar con él esta mañana —me solté de su agarre con fuerza, retrocediendo mis pasos para regresar dentro de la recamara—. Necesitaba saber si era necesario tener que irme de aquí, si el peligro que me aguarda fuera de esta isla es peor que quedarme —comencé a explicarme mientras me miraba con cara de "te lo dije"—. No es algo que pretendiera de manera inmediata, pero quería que me quedara en la ciudad y fuera su amante…
—¿Su amante? —sus puños se cerraron con fuerza, dando a denotar lo enojado que estaba—. Ni siquiera se atrevió a convencerte de que fueras su esposa, o algo por el estilo —exclamó con rabia—. Te dije que idiota solo quería para follar contigo, nada más, ni siquiera te ve digna para ser su esposa o…
—Primero, ni aunque me obligaran pienso casarme en mi vida, ni siquiera con Charles —le corregí su error con calma al no querer empezar una discusión que escuchara toda la familia—. Segundo, te he aclarado siempre que solo estaba con él por placer, no estoy enamorada, ni para por el estilo, por más difícil que sea para ti de asimilar, no soy de esas chicas —repetí un hecho que él se negaba a aceptar—. Y por último, aunque lo primero que te dije no fuera así, nunca podría casarme con él, no poseo el apellido suficiente, su familia no lo permitiría… —añadí lo último en voz baja al intentar no hablar de más al no haberle dicho del todo quien era el hombre con quien me acostaba.
—¿Qué no me estás diciendo Heis? —me reclamó sin ser idiota como Luffy para omitir detalles, el pequeño de sombrero de paja se habría limitado a dejar la conversación, varios diálogos atrás, pero mi gemelo no era un hombre fácil de engañar, y era algo que desde hace años me ha recalcado—. Puede que no tuviera la educación que te dio, pero sé que muchas mujeres pueden llegar a escalar en la sociedad si lo buscaran… —comentó sabiendo demasiado al respecto, mientras me mordía el labio al saber que tendría que decirle todo antes de que dejara el tema.
—Charles no es un noble —le dije de manera directa al suspirar—. Te dije que lo era para que no te preocuparas, ni te metieras, aunque nada de eso importa, por lo que podemos dejar el tema aquí.
—¿En que problema fue que te metiste? —exclamó claramente intentando no estallar de la rabia—. De por sí nuestro padre nos complicó la vida con nuestro origen, nuestro apellido paterno es algo que nunca podremos usar sino queremos ser perseguidos, por lo que espero que no te hayas buscado más problemas de los que ya tenemos.
—Déjalo estar Ace, sé que te haces una idea de que sucede, y creo que siempre lo has sospechado, después de todo, no cualquier adinerado puede mandar a la marina a buscar a alguien en el bosque —comenté encogiéndome de hombros sin él dejar de verme muy enojado—. En mi defensa, no busqué nada de esto, y no sabía quien era cuando empecé a verlo, fueron cosas que pasaron de manera eventualmente, y para cuando supe quien era en realidad, ya estaba muy metida en el problema —intenté justificarme de la manera en que pareciera más inocente sin él claramente creerme.
—Espero que tengas más cuidado cuando salgamos de aquí, las personas que nos encontraremos serán más peligrosas de lo que podemos imaginar, y lo último que necesito es que otro psicópata termine obsesionado contigo —me advirtió sin yo poder contradecirlo, al tener toda la razón. El problema que tenía con Charles era una molestia en comparación a estar en el ojo de algún pirata peligroso.
Una gran mochila bien sostenida en mi espalda, una brújula colgando de mi cuello era lo único que llevaba conmigo cuando salí de mi habitación el día de mi cumpleaños lista para despedirme de mi madre adoptiva. Los tres días anteriores pasaron tan rápido que apenas logré percibirlos, por lo que aun estaba con la decisión en mis talones de dejar la isla con mi hermano, el cual ya había salido antes a preparar nuestro bote.
Observé mi habitación desde el marco de la puerta por una última vez, sin saber si volvería a hacerlo en un futuro, si el destino me dejaría regresar alguna vez al lugar que me vio crecer. Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en él de esa manera. Antes de venir aquí, la historia de los tres hermanos fue algo que me afectó por un momento, pero pasó a segundo plano con los años y el desarrollo de la trama. Ahora no podía decir lo mismo.
Había pasado toda mi vida con el techo que estaba viendo sobre mi cabeza cada noche desde que abrí mis ojos la primera vez. Este fue el lugar que me recibió aun cuando no sabía donde estaba. Acaricié la madera del marco con nostalgia sintiéndome de mi edad, como una niña que dejaba el nido por primera vez para empezar su vida. Sin saber que me esperaba en el futuro, como sería conocer a otros piratas, y cuales se atravesarían en nuestro camino.
Suspiré por última vez limpiándome las lágrimas para dar la vuelta y ver a Dadan de espaldas a mí, imaginaba que llorando en silencio para que nadie la viera hacerlo.
—Siento haberte dado problemas en algún momento, pero gracias por cuidar de Ace y de mí, sé que nunca te lo he dicho, pero eres una madre para nosotros sin importar la sangre —decidí despedirme de la mejor manera al no tener certeza de que volvería a verla—. Y no podría haber esperado una mejor.
—Nunca fuiste una molestia —le pude sentir que estaba llorando aunque no se diera la vuelta—. Fuiste la mejor de los chicos, y sabes que siempre tendrás un lugar aquí si alguna vez decides volver —añadió haciéndome sonreír e inclinarme para dar las gracias.
—Gracias, Dadan, gracias chicos, y aunque no te lo haya dicho, Ace también les agradece…
—Heis —exclamó Magra con tristeza.
—Debo irme, no quiero que el idiota de mi gemelo se vaya sin mí —exclamé antes de salir corriendo por la puerta sin poder decir otra palabra más para despedirme, al no encontrar las necesarias para expresar mi gratitud hacia ellos.
Respirando el aire del bosque por última vez me apresuré a ir directo a la costa donde Ace había atracado el barquito en el que nos iríamos, al haber perdido su tesoro años atrás, y no haber vuelto a las andanzas después de la muerte de Sabo. Aseguraba que ya el mar le proveería lo que necesitaba, algo que ignoré en su momento pero que ahora no me parecía tan buena idea. No le calculo más de 5 días a esa balsa en medio del mar.
Terminé encontrando al azabache en la orilla aun con el bote atado mirándome con desesperación por haberme tardado, y yo devolverle una sonrisa.
—Me estaba despidiendo —me defendí subiendo al bote y notando como él apenas llegaba una pequeña mochila, haciéndome saber que tenía razón al empacar por ambos.
—¿Seguro que no intentabas quedarte? —me reclamó desatando el bote para que este zarpara, dejando que las olas nos alejara de la orilla.
—Aun tengo mis dudas de esto, pero ya es tarde para arrepentimientos —me recosté en el bote, sintiendo lo cómodo que era dejar que las olas nos mecieran con calma. Terminé por cerrar los ojos para que solo poco después sentir que la tranquilidad cesaba con una fuerte ola, que me obligó volver a abrir los ojos. Encontrándome con el pequeño rey del mar de la isla de Dawn—. Casi me olvidaba de él.
—¿Es el que se llevó el brazo de Shanks? —preguntó mi hermano observando al monstruo marino como si pudiera luchar contra él en el mar.
—Sí, y ni se te ocurra tirarte al agua para enfrentarlo —le advertí al leer sus intenciones—. Este es pequeño en comparación con los que veremos en la isla Gyojin cuando tengamos que pasar por debajo del Red Line —le comenté sin él cuestionar como sabía eso, al estar al tanto de todo lo que había estudiado mis últimos dos años—. No es necesario enfrentarlo —añadí respirando profundo para concentrarme en mi haki del rey, el cual era suficiente para noquear una criatura de ese tamaño—. Guarda tus energía para la verdadera amenaza.
