Nota de autor: Aquí les dejo el nuevo capítulo que espero les guste, todo lo sucedido ahora será necesario para capítulos futuros, por lo que espero no les aburra.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece.


Un día, un día fue lo que necesitamos para tener nuestro primer naufragio. Maldije con rabia mientras intentaba recolectar algo de buena madera para hacer otro bote y salir de esta maldita isla. Sin ninguna carta de navegación, ni un mapa, porque nadie aun hacia uno, terminamos solo navegando al norte, rumbo a la montaña invertida para poder ir al Grand line, cuando una corriente marina nos arrastró hasta aquí, arruinando nuestro bote al chocar con la orilla.

Fue menos del tiempo que esperaba, pero había ocurrido lo que tanto temía, estar en medio de una isla desierta sin ningún animal siquiera para cazar, o personas para comunicarnos. Por suerte, o más bien gracias a mi ser precavido, teníamos provisiones para una semana si racionalizamos las porciones.

—¿Qué te parece este? —comentó mi hermano llegando con un gran tronco hueco, dejándolo caer delante de mí para que lo examinara y negara con desdén—. Pero es grande, y…

—Tiene la madera podrida —lo detuve antes de que siguiera—. Si navegamos en esto, antes de que pasemos dos metros de la orilla, nos vamos a hundir —le expliqué de la manera más simple, caminando a la orilla intentando ver con mi haki de observación si podría conseguir algún barco a la deriva que pudiera rescatarnos. La madera que conseguíamos no podía hacernos un barcos, pero si una buena hoguera.

—Detesto cuando tienes razón —se quejó siguiéndome sin al parecer nada más que se le ocurriera—. Ya miré también, no viene nadie por aquí, ni siquiera hay peces en la orilla.

—Y por esto es que te dije que no podíamos salir sin un plan —le reclamé con fuerza sin importarme alzarle la voz al saber que no nadie podría escucharnos, y sería una gran fortuna si así fuera.

—Relájate, ya averiguaras como sacarnos de aquí —confío demasiado en mis capacidades sin agradarme en absoluto—. Que tal si terminamos de recorrer la isla, a ver si… —comentó pasando su mano por su hombro para darme la vuelta y ambos callarnos al notar que no estábamos solos, un chico enmascarado nos observaba—. Así que no estábamos solos —comentó lo obvio mientras el extraño nos miraba sorprendido.

—¡Humanos! —gritó sin yo poder dejar de verlo extrañado y quitarme del agarre de mi hermano—. ¿Vinieron a rescatarme? —preguntó haciéndome reír al instante.

—No, naufragamos hace unas horas en otra de las orillas, una ola gigante nos tragó hasta aquí —respondí negando entendiendo porque nos miraba así, creía que éramos la ayuda que necesitábamos—. ¿Tú también fuiste arrastrado?

—Sí, esta isla suele engullir a todo el que se le acerca, tiene una corriente marina muy particular, por eso la llaman la hormiga león de los mares —explicó el chico de pelo azul enmascarado, dándome a saber que él si sabía algo de navegación.

—Eso tiene sentido para mí —comenté antes de girarme hacia mi gemelo—. ¡Ves!, él si se documentó antes de salir al mar, así es como se hace, zopenco —lo regañé volteándome de nuevo hacia el extraño como si esa escena no hubiera ocurrido—. Dado que tienes algo de conocimiento, ¿sabes de alguna manera de salir de aquí antes de que muramos de inanición? —pregunté con gentileza logrando que el chico se sonrojara algo pensativo.

—Podríamos intentar construir un bote pero la corriente no permitirá que nos alejemos mucho —explicó con cautela mientras le asentía entendiendo su punto.

—Si el mar no hace una marea para nosotros, podríamos solo nadar con el bote hasta salir de la corriente —dije intentando que sonara tan fácil como se escuchaba—. Puede que no lo parezca pero somos fuertes.

—Muy fuertes —aseguró Ace con seguridad, sin yo aun dejar de estar enojada con él.

—Tengo el conocimiento básico para hacer un barco, pero si puedes contribuir en algo, como por ejemplo, por dónde empezar… —exclamé antes de que empezara a explicarnos las partes del barco que tendríamos que construir y que necesitábamos para ello.

Gracias a la ímpetu de mi gemelo terminamos encontrando un naufragio bastante grande, con el cual empezamos a armar nuestro nuevo barco, uno que pudiera servir para salir de aquí. Lo cual era lo único que podía darnos el navío destrozado, al no tener ni una pizca de comida en ella. Pero no era un problema inmediato para nosotros al poseer comida para unos días, los cuales se acortaban gracias a nuestro nuevo amigo, pero este se lo había ganado con su trabajo.

—No es mucho, pero… —comenté abriendo una de las latas de judías para ponerlas en el fuego—. No moriremos de hambre por unos días en lo que terminamos de armar el barco —terminé la frase abriendo otras dos latas.

—Esa sería mi primera comida en días —se quejó en enmascarado, al mismo tiempo que su estomago lo comprobaba, evocando que Ace y yo nos riéramos de ello—. ¿Cómo fue que se te ocurrió traer comida como esa?

—Tenía desde hace tres días planeando todo por si naufragábamos, aquí entre nosotros no confiaba en que duraríamos mucho en el mar —explicó Ace sacando una de las latas calientes con una rama.

—Cuidado si la derramas, porque no te daré más —le advertí al verlo pasarse la lata de una mano a otra por lo caliente que estaba, a veces era un poco idiota—. Y sí, no confiaba en ti en guiarnos hasta la Grand line, y mira que tenía razón, donde hemos parado —lo volví a regañar haciendo reír al chico de la máscara.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?, se ven de mi edad —preguntó el chico sin yo entender su pregunta de manera inmediata—. ¿No salieron al mar como una pareja? —explicó la pregunta haciéndonos reír a mi gemelo y a mí casi de inmediato mientras yo me encargaba de sacar las dos latas restantes, y ofrecerle una al enmascarado sin dejar de reírme.

—Heis no es mi novia, es mi hermana menor —aclaró evocando que el chico nos mirara como si todo tuviera sentido.

—No es como si me llevaras mucho, solo fueron diez minutos de diferencia, nada más, así que no lo hagas parecer la gran cosa —le repliqué al azabache tomando una cuchara para empezar a comer, llevándome un bocado a la boca, el cual devoré con rapidez. Cuando creces de la manera en que lo hice, te enseñan a comer rápido o no comes—. Somos gemelos —aclaré mi comentario mientras el chico de pelo azul se limitaba a asentir entendiendo mejor la situación.

—Eso, eso tiene más sentido —comentó algo avergonzado mirándome de reojo.

—Sé que no es mucho, pero al menos de hambre no moriremos, y hay que racionalizar la comida —exclamé en cuanto devoré mis judías, aun con mucha hambre, al estar acostumbrada a grandes banquetes y comer hasta reventar—. Mañana será otro día, y necesitamos recuperar energías —añadí bostezando, lanzándome al suelo, usando mi mochila de almohada, tanto por comodidad, como para que Ace no pudiera abrirla mientras dormía.

—¿Ya se durmió? —podía escuchar al chico nuevo sorprendido por la manera en que me acomodé en el suelo.

—No lo sé, aunque siempre ha tenido el sueño ligero —escuché a mi hermano suspirar al responderle—. ¿Cuánto crees que nos tome hacer un barco?, ella me advirtió de no salir sin rumbo, y no quiero que lo último que vea sea esta isla antes de morir de hambre por mi culpa —comentó el azabache, logrando que casi me llenara los ojos de lágrimas por ello, al ser una de las pocas veces que lo escuchaba tan preocupado por mí.

—Unos tres días ya que tenemos comida para recuperar fuerzas, el problema será salir de aquí —respondió el chico pensativo—. Te preocupas mucho por ella, ¿no?

—Por supuesto, aunque no lo se lo diga, es mi alma gemela de manera no romántica, mi otra mitad, estaría perdido si le pasara algo —aseguró logrando que terminara llorando mientras el sueño se apoderaba de mí.

Siempre pensé que no le importaba, que no se preocupaba por mí, que solo era una molestia que se limitaba a regañar porque le había prometido a Sabo que cuidaría de mí, pero por primera vez en mi vida, supe que estaba equivocada. Tantos años cuidando de él, procurando que se volviera fuerte, si fueron para algo.

Terminé soñando que estábamos con Luffy en las montañas Corvo, cazando jabalíes cuando mi haki de observación me despertó de golpe, dándome cuenta que aun era de noche. Se suponía que no había nadie en esta isla, ni siquiera animales, por lo que era extraño que sintiera una presencia acercarse, una que lograba que mis sentidos gritaran peligro.

Me senté con cuidado de no despertar a los chicos intentando determinar en medio de la luz de la luna y las estrellas, de donde provenía el peligro. La respuesta llegó tan rápido que sino fuera por mi haki no hubiera podido contrarrestarlo a tiempo. Un pájaro gigante estaba atacándonos, uno más grandes de los que había visto en mi isla natal, imaginé que esta isla debía ser uno de sus lugares para alimentarse, y que el olor de la comida fue lo que lo atrajo.

—¡Estamos bajo ataque! —desperté a los chicos al no poder preocuparme por ellos mientras enfrentaba al ave.

—¡¿Qué demonios es esa cosa?! —exclamó Ace al lograr levantarse y ver al ave que me miraba a punto de atacarnos.

—Toma la mochila, no dejes que la tome, vino por ella —le advertí respirando profundo, maldiciendo porque había jurado que no pelearía por mi hermano, mientras llenaba mi mano y mis pies con haki de armadura para salvar de lleno contra el ave, y esta atacar con intenciones de comerme.

Le acerté un golpe de lleno en el pico que tuvo que romperlo un poco al llegar a ella, enojándola aun más, e intentando esta vez tragarme mientras caía al suelo por la gravedad, sin ella darse cuenta que no era tan fácil devorarme. Di una vuelta mientras caía para tomar impulso y esta vez golpearla con mi talón en el estómago, logrando que se asustara y saliera volando.

—Y allá va mis intenciones de comer carne —me quejé ya en el suelo, al verla alejarse, y seguro sin intenciones de regresar.

—¡Eso fue increíble! —exclamó el enmascarado del cual me había olvidado en medio de mi pelea, y rascar mi cabeza por detrás un poco avergonzada por el halago.

—Heis es muy fuerte, tanto como yo… —habló con la boca llena, sin yo haber atado las cuerdas, y ver en su mano una manzana casi devorada—. Estoy seguro que…

—¡Ese es tu desayuno!, ladrón —le quité la mochila antes de que alguno de los chicos pudiera haberme percibido—. Y debemos cambiar de lugar para dormir, puede que la haya asustado, pero también que vuelva para buscar venganza —exclamé bostezando y enganchándome la mochila en mi espalda, para emprender una caminata en medio de la noche.

Por fortuna para los tres, el ave lo no volvió los días que siguieron, por lo que dejando a un lado la poca comida que podíamos consumir al día, los días siguientes fueron tranquilos y fructíferos al casi terminar el barco que nos sacaría de aquí. O esa era la meta antes de que una tormenta nos arrebatara el trabajo de tres días completo, dejándonos igual que al principio. Quizás un poco peor, dado que teníamos menos tiempo que antes.

Sentía como si cada plan que tuviera, el universo se divirtiera arruinándolo, o poniendo a prueba de cuanto podría soportar.

Terminé por encontrando fuerzas para volver a plantearnos hacer otro barco, pero los ánimos de los chicos no estaban muy alejados de los míos. Parecía solo un callejón sin salida, y ninguno sabía que decir para mejor la situación. Intenté no pensar en que quizás habría estado mejor quedándome en la isla de Dawn, ahora mismo estaría descansando en mi habitación después de haberme saciado de carne de algún animal salvaje.

Terminé no lamentándome por problemas que no tenían solución. Quejarme de haber salido al mar no resolvía el problema que tenía ahora. Me levanté del suelo y caminé de vuelta al barco abandonado y destrozado con las intenciones de revisarlo una vez más en busca de algo, preferiblemente libros o un mapa por lo menos. Pero lo único que terminé encontrando fue un cofre cerrado que los dos idiotas parece que habían ignorado, o no lograron a verlo.

Sin tener muchas esperanzas al respecto, terminé por abrirlo para ver que tenía en su interior encontrándome con el universo riéndose de nuevo de mí, diciéndome que todo pasaba por algo. Y a la vez encontrando quizás la clave para salir de esta maldita isla, supongo que no todo era tan malo si lo ponía en perspectiva. Tomé el botín en mis manos para poder llevársela con su futuro dueño destinado, sin quiera pensar en haberla tomado para mí.

Mi hermano le debía la mayoría de lo que sería a ella, y yo no tenía intenciones de comer alguna vez una fruta del diablo. Adoraba nadar, y casi siempre esas cosas conllevaban a problemas.

—Ace —llamé a mi hermano que comenzaba a juntar madera cerca de la costa para comenzar con el barco, logrando que el chico me mirara extrañado, pero aun así responder a mi llamado.

—¿Qué es eso? ¿Es comida? —preguntó mirando la fruta en mis manos y yo sonreírle con más emoción de la debería.

—Esto es nuestro boleto fuera de esta isla —el azabache me miró como si hubiera perdido la cabeza—. Vamos, come —le ofrecí la fruta y él no tardar en comerla, tanto él como Luffy no eran de los que dudaban cuando le ofrecía algo comestible, sin poner nunca en duda su procedencia.

—Sabe horrible —se quejó entre mordisco pero sin dejar de devorarla.

—¡Oye no hay nada para mí! —se quejó el enmascarado dejando lo que estaba haciendo e yendo hacia nosotros.

—En realidad no —respondí con sinceridad dedicando mi mirara a mi gemelo—. Debería estar haciendo efecto…

—¿Efecto? ¿Acaso eso tenía algo? —desconfió Ace antes de prenderse en fuego y yo reírme—. ¡Me quemó!, espera, no me quemo… ¡Era una fruta del diablo! —entendió con demasiada facilidad lo que ocurría.

—Era la fruta que estaba destinada para ti, hermanito, y nuestro boleto de salida de este lugar.