Nota de autor: Aquí les dejo el nuevo capítulo que espero les guste, todo lo sucedido ahora será necesario para capítulos futuros, por lo que espero no les aburra.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece.
Un barco lleno de piratas siendo dirigidos por mi hermano, resultó ser peor de lo que había imaginado. Solían llevarse del idiota de Ace para cada idea que se le ocurriera, sobre todo si esta implicaba que aumentaran su recompensa por su cabeza. Trayendo como consecuencia y como era de esperarse, varios enfrentamientos con la marina, de los cuales fui testigo desde mi camarote, sin salir una sola vez sin importar que tan mala pareciera la situación.
Si en el peor de los casos algún marino llegaba hasta donde mí, podría solo fingir ser un rehén de los piratas. Me negaba a dar la cara por mi gemelo, en hacerme una reputación, y condenarme a ser perseguida el resto de mi vida. Iba en contra de todo lo que quería conseguir algún día; paz.
Aunque eso nunca pasó. Los piratas Spade, como Ace hizo que se llamara su banda, lograban atravesar cualquier problema que se le pusiera delante, y cada vez sin siquiera pedirme que lo apoyara. No sabía si era por mi seguridad, o porque no quería discutir conmigo, ambas razones me convenían.
Antes de lo que tenía calculado, terminamos en el archipiélago Sabaody, en donde pondrían el revestimiento para pasar a la isla Gyojin y por ende, al nuevo mundo. Hogar de la mayoría de los piratas más peligrosos de este mundo. A veces me hacía cuestionarme si esta no debería ser mi última parada. Quedarme en el paraíso de la ruta marítima, buscar alguna de las islas menos peligrosas y explicarle a la mano derecha de Ace, del peligro que debía cuidarse.
Descarté la idea al escuchar como el supuesto capitán del barco fue el primero en bajarse para irse a comer, dejando al pobre Deuce a cargo de que le coloquen el revestimiento al barco. Quise decirle al chico que tenía que controlar mejor a mi hermano, pero me limité a quedarse encerrada leyendo otro libro sobre el nuevo mundo, y de paso el periódico del día. El cual no dejaba de leer religiosamente. Por si aparecía algún peligro del que tenía que mantenerme alerta.
—Heis —escuché que me llamaban interrumpiendo mi lectura, pero sin yo responderle de vuelta—. Heis —volvieron a llamarme esta vez tocando mi puerta.
—¿Qué? —pregunté con voz fuerte sin pararme de mi cama.
—Necesitan que el barco este vacío para colocarle el revestimiento —me respondió Deuce, haciéndome maldecir por dentro al olvidar ese detalle—. Puedes pasear por el lugar mientras… —intentó añadir antes de yo abrir la puerta de golpe, dejando mi libro en la cama.
—Aquí trafican humanos, Deuce, lo último que necesito es pelear con secuestradores, o en el peor de los casos, terminar en la casa de subasta —le informé con desdén mientras salía del barco y el chico apenas quedarse callado. Al igual que el resto de la tripulación, cuando le di una muestra de mi poder en el barco, comenzaron a respetarme y no molestarme de porque vivía con ellos cuando no hacía nada.
—Bien, pero no puedes quedarte aquí, necesitan ponerle el revestimiento —me informó escoltándome por los pasillos en dirección a la salida del barco.
—Lo sé, lo había olvidado, me quedaré cerca hasta que terminen —aclaré llegando a la cubierta y observando que nos estaban esperando.
—Era la única a bordo —le explicó Deuce al hombre de pelo gris que me observaba como si intentara recordar donde me había visto—. Vamos Heis, puede que encontremos algo con que entretenerte no muy lejos de aquí.
—Preferiría esperar al lado del barco, estoy segura que Rayleigh es suficiente para mantener a cualquiera alejado —me negué a alejarme del barco mientras saltaba a tierra firme—. ¿Le molesta que me quede aquí mientras trabaja? —le pregunté a la antigua mano derecha de mi padre.
—No, puedes dejarla conmigo —le dijo a Deuce con confianza sin dejar de darme esa mirada de como si me conociera, y que comenzaba a molestarme un poco.
—Gracias, Heis, iré a buscar Ace, espero que no se haya metido en algún problema…
—Lo más probable es que sí —lo saqué de su duda riéndome y sentándome en la tierra al lado del barco, para en poco segundos después, el rey oscuro bajar del barco hasta donde estábamos.
—Te la encargo, mi capitán me mata si le pasa algo —agregó antes de salir corriendo lejos de nosotros.
—Eres la hermana gemela de Ace —entendió con facilidad sin dejar de mirarme como si intentara esta vez descubrir algo—. No se parecen tanto a excepción del cabello.
—Yo me parezco más a mi madre —me encogí de hombros al saber que al crecer no nos parecíamos tanto que como cuando éramos niños, por ello siempre que nos veían juntos nos creían pareja.
—No sabía que tenía una hermana —exclamó casi con nostalgia—. Mis hombres se encargaran del revestimiento, puedes pasar al bar de mi esposa, seguro debes tener hambre —me invitó de pronto sin yo tener razones para desconfiar, este hombre sería quien entrenaría a mi hermano dentro de tres años, convirtiéndose en una segunda figura paterna para él.
El bar lucía casi igual al que apenas recordaba, sin clientes, y solo con Shaki en la barra, la cual me miraba con curiosidad, para luego ver a su esposo. Si el universo era justo, no malinterpretaría las cosas, aunque no recordaba que ella fuera una mujer celosa, de hecho todo lo contrario.
Sin temerle a la antigua emperatriz pirata, tomé asiento en la barra esperando que su esposo sea quien me ofreciera algo, ya que no iba a comprar nada de lo que vendía a elevados y exagerados precios.
—Tráele algo de comer, Shaki —se limitó a decirle Silvers sentándose a mi lado con demasiada confianza, casi podía jurar que esos dos podían hablarse sin decir palabra alguna—. Es la hermana de nuestro nuevo cliente, Portgas D Ace —le informó logrando que la señora expresara un sonido de sorpresa mientras buscaba un plato en la nevera.
—¿Qué se te antoja pequeña? —preguntó con demasiada amabilidad.
—Con algo de carne estoy bien, gracias —me limité a pedir un poco incomoda de estar a solas con ambos—. Y disculpa las molestias.
—Es una cosa adorable —exclamó Shaki llevándose el cigarro a la boca para darle una calada, a la vez que me traía un gran pedazo de carne no identificada en un plato a la mesa—. ¿También eres pirata?
—No —respondí de manera rotunda tomando el plato de comida, nunca podría negarme a tan buena carne, una regla que aprendí al crecer—. Solo acompaño a mi hermano, se negaba a dejarme en casa sin supervisión —exclamé con un poco de confianza, pero sin decir de más.
—¿Eres una chica problemática? —preguntó Shaki de tal manera que logró hacerme avergonzarme como si lo hubiera adivinado, haciéndome reír para encubrir la reacción principal.
—Solo tengo un hermano mayor demasiado sobreprotector —aclaré terminando de comer—. Ahora, ¿se les ofrece algo?, siento que estoy siendo analizada de manera descarada por ambos —exclamé cansada de su juego de miradas.
—Heis sabía quien era antes de que alguien se lo mencionara —comentó Silvers a su esposa, haciéndome maldecir y hacerme un memorándum, de dejar de llamar a las personas por un nombre el cual aun no me habían dado—. Supongo que sabes que fui amigo de tu padre —añadió dejándome saber lo que me sospechaba desde el principio, él sabía quienes éramos Ace y yo, eso explicaba esa forma de verme como si me conociera desde hace años y recién volvía a verme.
—Sí, su mano derecha —respondí intentando no ponerme a la defensiva, Rayleigh era un aliado, quizás un poco entrometido, más de lo que recordaba, pero era uno de los piratas buenos—. ¿Cómo supo quienes éramos?
—El apellido de su madre —explicó llamando mi atención sin haber aun probado la comida—. Y Shanks me contó de ti hace unos siete años, al igual que de Luffy —añadió teniendo aun más sentido que lo anterior, por eso me miraba de esa forma.
—Solo estuvo en mi isla unos pocos meses, no creo que pudiera decir mucho al respecto sobre mí —exclamé intentando no darle importancia mientras comenzaba a comer, relajándome un poco con el antiguo pirata.
—Te ayudó a entrenar, aunque no mencionó a Ace…
—No lo mencioné y él nunca lo vio —aclaré entre bocado encogiéndome de hombros—. No sabe que Rogers tuvo dos hijos, y no uno solo.
—Eso explica mucho —comentó Shaki esta vez tomando una calada de su cigarro—. Nadie se lo hubiera imaginado, ni siquiera al verlos juntos, aunque eso no explica porque se lo ocultaste… —añadió siendo más perspicaz de lo que esperaba, evocando que dejara el tenedor encima de la carne a medio comer, un poco incomoda por esa observación, lo que me hacía pensar que tendría que darles un poco de verdad para que me dejaran en paz.
—Mi hermano detesta a Roger por haber dejado a nuestra madre sola, y que tuviéramos que crecer huérfanos con una carga de ser los hijos del hombre más odiado por la marina —comencé a explicar entre bocados de mi carne, no iba a dejar que me arruinaran el apetito por su interrogatorio—. Si le decía de él a Shanks, iba a querer conocerlo, y eso solo provocaría disputa entre ambos, preferí no correr el riesgo.
—Tiene sentido su odio hacia mi antiguo capitán, pero no el porque tú no lo compartes, la manera madura en que te presentas aquí y nos hablas, denota más edad de la que posees —exclamó el rey oscuro esta vez, recordándome que tenía que actuar menos como una mujer adulta y más como una adolescente, por lo menos delante de personas peligrosas—. No te hice venir para preguntarte sobre el pelirrojo, o tu hermano, sino para conocerte.
—Necesitas ser menos confiada cuando vayas del otro lado —me advirtió Shaki esta vez—. No sé que sabes, ni como lo sabes, pero desde que entraste en este lugar lo hiciste como si ya lo hubieras visto antes —me maldije por haber sido tan obvia—, no te preocupes, no preguntaré al respecto, pero debes ser más cautelosa con esa actitud, podría llevarte a muchos problemas.
—¿Es decir que no me trajeron a interrogarme sino a aconsejarme para evitarme problemas? —terminé de comer mientras los veía con más calma, eran un par de ancianos que solo estaban previniendo a una novata del peligro al que entraría. Aunque no tenían que hacerlo, estaba al tanto de cuan peligrosa se pondría esta aventura una vez cruzáramos el Red Line—. Sé que tengo que dejar de hablar de más, no se preocupen, sigo trabajando en ello —les aseguré con una sonrisa llena de confianza, que logro que ambos se rieran. No estaba segura si porque se burlaban o porque confiaban en mis palabras.
La conversación se fue tornando menos hostil después de aquella aclaración. Silvers me hablaba de como conoció a mi padre, mientras yo le contaba sobre las aventuras que había tenido con mi gemelo, y nuestra infancia con Luffy. Sin darnos cuenta el sol fue ocultándose, y los trabajadores del rey oscuro entraron al bar para decirnos que habían terminado de ponerle el revestimiento al barco. Por ende era hora de reunir la tripulación y continuar nuestro camino.
No tenía muchas ganas de salir de este manglar y encontrarme problemas por estar buscando al estúpido capitán, que estaba más que segura que debería estar metido en algún lío. Por lo que preferí continuar en el bar de Shaki esperando que por lo menos Deuce volviera y él se encargara de reunir a todos.
—¿Hasta donde seguirás al joven chico pirata? —me cuestionó Shaki cuando su esposo salió del bar dejándonos solas—. Mencionaste que solo estabas acompañando a tu hermano, supongo que no es lo que pretendes hacer toda tu vida.
—Por supuesto que no —suspiré al recostar mi cabeza en mueble en donde estaba sentada ahora—. Para empezar seguirlo no estaba dentro de mis planes, es demasiado problemático, y he tenido mucha suerte que la marina no sepa de mí hasta ahora —comenté con una mueca intentando no pensar en Garp y como se habría tomado mi huida de la isla Dawn. Sé que de Ace se lo esperaba, pero no de mí—. Él tiene un objetivo ahora, y hasta que no lo cumpla no estará tranquilo, en ese momento nuestros caminos se dividirán —respondí su pregunta desvariando un poco, a la vez que respondía su pregunta sin dar demasiada información—. Cuando eso pase, me buscaré alguna isla tranquila para relajarme y vivir mi vida, lejos de peligros, piratas, y el gobierno —añadí haciéndola reír.
—Tengo una idea de donde podrías ir… —comentó dándole una calada a su cigarro, con una mirada algo sospechosa, que me hizo saber en que estaba pensando por lo que no pude evitar sonreírle—. Estarías tranquila, sin preocupaciones del gobierno o piratas, conozco a alguien que…
—No voy a ir a vivir en la isla de mujeres —la frené antes de que pudiera decir algo más—. Me encanta el sexo con hombres, no podría sobrevivir el resto de mi vida sin él —me quejé provocándole una risa como si lograra entender a que me refería. Aunque teniendo al rey oscuro a su lado, supongo que si era así.
—Conoces la isla —mencionó pensativa—. Sabes más de lo que esperaba, y estoy segura que guardas aun más secretos, hubiera sido divertido mantenerte aquí.
—Puede que alguna vez pase de nuevo, después que mi viaje con mi hermano termine, es bueno tener un lugar donde puedo hablar sin tener miedo de que pueda ser usado en mi contra —expresé con confianza al levantarme del mueble. Había sentido la presencia de mi hermano acercándose desde hace unos minutos, lo que significaba que mi parada en este lugar estaba por terminar—. Gracias por la comida y la conversación, pero es hora de irme.
—Siento que Rayleigh no pudiera estar aquí para despedirse…
—Sé que es así, no hay porque disculparse, y por cierto, agradecería que no le mencionaran a Shanks que estuve aquí si alguna vez se pasa —añadí sin querer arruinar la sorpresa de nuestra siguiente parada.
