Nota de autor: Holaaaa mis lectoras, aquí dejo un capítulo que espero les guste tanto como a mí escribirlo.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece.
El regreso a mi hermano fue más tarde de lo que tenía provisto, si me dejaba guiar por como caía la noche, llegué a calcular unos cinco días a solas con el pelirrojo, aunque estaba más que segura que esperaba que fueran más. Casi tuve que obligarlo a llevarme con mi gemelo, sino yo misma saldría sin ayuda, eso fue lo que pudo convencerlo de ello.
Conocía lo suficiente a Ace para saber que pese a que no tuviéramos un calendario establecido de lo que quería hacer y en qué momento, era bastante ansioso, pero sobre todo con muy poca paciencia. No quería ni imaginarme como los piratas del pelirrojo tuvieron que entretenerlo para que no fuera él mismo a buscarme. La respuesta me llegó al verlo algo exhausto, y con una botella de alcohol en la mano.
Parecía que había estado peleando con alguien antes de ponerse a tomar, preferí no preguntar al respecto. No llegó a percibir mi llegada de manera inmediata, solo cuando casi todos en la cueva giraron a vernos recién llegados, se dignó a percibirme y mirarme con burla, como si no le sorprendiera.
—Hubieran avisado —el regaño sonó que era en dirección de Shanks, ignorándolo como si nada—. ¿Vas a quedarte? —me preguntó de manera directa al levantarse del suelo, sacudiéndose la suciedad del pantalón—. No le confiaría a mi hermana a cualquiera, pero sé que estaría a salvo con ustedes —comentó a la tripulación del pelirrojo como si la decisión estuviera tomada.
—Agradezco la confianza chico, pero ella dijo que no —le comentó Shanks con su temple intacto, sin inmutarse—. Mantenla a salvo en mi lugar —le pidió a mi hermano, logrando hacerme sonrojar y negar para caminar a la salida de la cueva con intenciones de salir de la isla en cuanto antes.
La tripulación Spade no tardó en seguirme el ritmo, incluso Deuce se adelantó con algunos hombres, mientras yo me quedaba sin inmutarme a la espera de Ace, observando como terminaba de hablar con el pelirrojo. Ambos muy serios, me miraban de reojo sin yo lograr escuchar que conversaban, pero parecía grave, e importante.
No mencioné aquello en todo nuestro camino de vuelta al barco, no sabía cómo comenzar. O como hablar de lo que había pasado con Ace, cuando sabía lo sobreprotector que podía ser conmigo, no lo quería regañándome sobre haber tenido sexo con un emperador del mar, lo peligroso que había sido eso, o lo que podría conllevar.
El silencio apenas era sobrellevado por el clima extremo que teníamos que cruzar para volver al mar, y en cuanto subimos de nuevo al Piece of Spadille, se encargó de dirigir nuestro próximo destino, como si nada de lo anterior hubiera sucedido. Lo cual asumí igual que él, sin mencionarlo en absoluto, preocupándome solo por lo que venía. El enfrentamiento a Barba blanca.
El plan era sencillo, ir a una de las islas de su territorio y esperar que él o alguien más viniera a reclamar. En caso de ser un mensajero intentando enfrentarlo, lo enviaría con el mensaje de que Barba blanca viniera él mismo a reclamar, y dejara de enviar emisarios para la tarea.
La primera semana pasó en el mar sin ninguna novedad, aburrido, como solía pasar al menos que los piratas de mi hermano se encontraran a alguien a quien enfrentar o una isla donde abastecernos. De hecho de esa manera los días transcurrían a una velocidad, que si me preocuparan las fechas, me darían ansiedad. Pensé en averiguar con el navegador de Ace cuanto faltaba, cuando un sonido sordo de mi puerta siendo tocada me sacó de mis pensamientos.
—Adelante —me limité a responder sin pararme de mi cama con un libro en mis manos—. ¿Llegamos?
—Tardaremos un par de días más —respondió Ace entrando a mi habitación y cerrando la puerta detrás de él—. ¿Por qué no te quedaste con Shanks? —preguntó de repente sentándose en mi cama, mirándome de una manera que solo hacía cuando iba a empezar una conversación seria. La última vez que lo vi así fue antes de partir al mar.
—Tenemos una misión aquí, no iba a abandonarte a medio camino…
—Ni siquiera querías acompañarme para empezar —me regañó haciéndome reír al tener razón—. ¿Por qué no me dijiste que te había invitado a su tripulación cuando éramos niños?
—No querías ni siquiera saber de él cuando teníamos diez años —me defendí a medias antes de negar—. No iba a dejar a mis hermanos solos, no era una opción, y tampoco tenía intenciones de ir al mar como bien sabes —añadí cruzándome de piernas y dejando mi libro a un lado—. Creí que te enojarías por lo de Shanks.
—Parece buen tipo, y sentí una vibra extraña entre ustedes desde que se encontraron —añadió dándome a saber que la tensión que teníamos era más que evidente para todos—. Además es un Yonkou, estarías a salvo si hubieras aceptado quedarte, sabía que estarías bien.
—No del todo, si alguien supiera de mí, sería cazada como mamá, además aunque no te lo niego que fue divertido, no me veo quedándome con él de manera permanente —me encogí de hombros sin tener que explicar con detalles a que me refería, al saber que él me conocía lo suficiente para estar al tanto de que hablaba.
—Nunca vas a cambiar —me regañó a medias sin nada más que decir al respecto de la conversación, al verlo ponerse de pie y caminar hacia la puerta.
—Por cierto, ¿Qué fue lo que te dijo antes de irnos? —no pude evitar preguntar al respecto, logrando que girara a verme sonriendo mientras abría la puerta de mi habitación.
—Que cuidara de ti —respondió logrando hacerme sonrojar por tal petición—. Que era capaz de armar una guerra con quien sea si algo te pasara —añadió antes de salir sin estar segura que aquella declaración fuera algo malo o bueno. Solo esperaba que eso no me cobrara factura en el futuro.
Si mis planes iban como quería, en cuanto dejara a los piratas de Barba blanca, les pediría que me acercaran a una isla que consideraran tranquila, lejos de problemas, piratas o la marina. Construiría una pequeña choza, o en su defecto compraría una, como en la que viví toda mi infancia. En medio del bosque, alejado de todo. Apenas saldría al pueblo más cercano de vez en cuando para abastecerme de provisiones.
Sonreír acostándome en mi cama, añorando ese momento. Quizás podría terminar contacto a Shanks para entonces, permitirle visitarme de vez en cuando como cuando visitaba la Isla Dawn hace años. Nada de lo que tenía pensado gritaba peligro, o la necesidad de que interviniera. Intenté dejar el comentario de mi hermano en el fondo de mis recuerdos por ello. No quería cargar con eso.
Tal como me había indicado Ace, dos días después el barco se detuvo en uno de los puertos de abastecimiento de Shirohige según tenía entendido que era. Como era habitual, me mantuve en mi habitación con la puerta cerrada, con un libro en mis manos, esta vez leía un poco acerca de los mares, al estar considerando quedarme en una de las islas de este lado del mundo.
En un principio tenía intenciones de volver al mar del este, pero parte de mí no quería alejarse demasiado de Ace en caso de que me necesitara. Por lo que estaba analizando que isla podría tomar como hogar en este pedazo de mar estrecho. Lo cual se volvía algo difícil de decidir. La mayoría de las islas eran territorios de piratas, ya sea en nombre o como fuerte.
Lo primero que taché mi lista fue Whole Cake, ni siquiera tuve que pensarlo una vez. Era un reverendo no. Dressrosa fue el siguiente que le siguió a esta, junto con Wano, que este momento debía estar en la cúspide de construir armas. Aunque según mis cálculos, las Smiles aun no eran creadas. Pero aun así tampoco era opción.
Los libros existentes apenas tenían información de más islas de las que recordaba, y de nuevo la falta de un mapa del nuevo mundo complicaba que pudiera buscar un lugar para ir por mí misma. Terminé cerrando mi libro, para levantarme e ir a mi escritorio para comenzar una lista de lo que iba a necesitar aparte de Berries cuando me fuera por mi cuenta, no quería tener que terminar pidiendo ayuda por no pensar en el futuro estando sola.
Sin embargo, ni siquiera pude escribir la primera palabra al barco moverse de manera brusca con fuerzas, dándome a saber que había comenzado a pelear afuera. Con este alboroto, no podría concentrarme en nada, sin contar que tendría que terminar arreglando mi habitación cuando acabara la pelea.
Me levanté enojada del escritorio, en dirección a la puerta de mi habitación, a ver si convencía a los que estaban peleando que lo hicieran fuera del barco. Tenían toda una isla para ello, no era necesario luchar tan cerca de donde estaba. Intenté pensar en que estaba ocurriendo fuera, al considerar que no se trataba el viejo que buscaba mi hermano.
Un solo movimiento de su arma con su fruta habría hecho más que unas sacudidas al mar, aquello se trataba de otra cosa. Corrí con más curiosidad que impaciencia hasta la cubierta, desde donde pude observar el agua moverse de manera inusual en dirección a mi gemelo. Como si mi cerebro me pulsara con fuerzas, algo me decía que había visto esto antes, que sabía de quien venía, y que sucedía.
Mis ojos respondieron primero que mis recuerdos. El Gyojin se mostró en la superficie mejor de lo que recordaba. No tenía idea de que íbamos a encontrarnos primero con él, pero eso explicaba como terminaron conociéndose y siendo tan buenos amigos en el futuro. Una lágrima corrió por mi mejilla sin haberla notado antes sin importarme que estuviera luchando con Ace.
Los recuerdos de su infancia, su juventud y como terminó como nakama de mi hermano Luffy, vinieron a mí como ráfagas, impidiendo que dejara de llorar. No me importaba si alguien se daba cuenta, estar aquí viéndolo era casi irreal, y me hacía sentir afortunada de hacerlo. Creí que nunca lo vería en mi vida, dado que no tengo planes de interponerme en el camino de Luffy, por lo que aquello era un regalo.
—¡Cuidado idiota! —grité sin pensar al ver como quemaba las manos del enorme ser azul, logrando que ambos giraran a verme.
—¡Quédate adentro Heis! —me ordenó mi hermano con preocupación, sin haberlo visto así antes, aunque sabía que tenía sus razones. Nunca, sin importar que tan mal se escuchara, salía de mi camarote cuando él salía a pelear—. ¡Deuce, encárgate de ella! —le gritó a su vicecapitán al verme observarlo con decisión.
—Vamos —llegó el enmascarado antes de que pudiera darme cuenta, tomándome del brazo con fuerzas de vuelta a mi habitación—. Es peligroso que te quedes fuera, y lo sabes —me regañó una vez llegamos, entrándome en ella.
—No quiero que le haga daño…—me quejé secándome el rostro.
—Tu hermano es un hueso duro de roer, él no…
—No hablo de Ace, sino de Jimbei —lo detuve antes de que siguiera hablando, logrando que me viera con suma incredulidad—. Él solo cuida el nombre de barba blanca por una deuda que tiene con él, no es alguien malo, no quiero que le hagan daño… —intenté no llorar de nuevo al recordarlo brindar con Sake con mi hermano en Wano.
—¿De dónde conoces al shichibukai? —me preguntó confundido y sorprendido de la información que le otorgaba.
—No me creerías si te lo dijera —me limité a responder un poco más calmada—. Por favor, asegúrate que no lo hiera de gravedad, sino yo misma saldré a defenderlo.
