Nota de autor: Holaaaa mis lectoras, aquí dejo un capítulo que espero les guste tanto como a mí escribirlo.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece.
La pelea duró cinco días más, lo cual me dio cierto alivio, mi hermano aun no superaba en poder al Gyojin, por lo que le estaba dando trabajo luchar contra él. Su tripulación por su parte, se mantuvo casi todos despiertos esperando el desenlace, sin este parecer aproximarse, solo al quinto día pareció que todo había terminado. El silencio se sintió por unos minutos, los más largos desde que empezaron.
No presté atención a lo que sucedía hasta que el barco se movió dándome a saber que estaban navegándolo en alguna dirección. Esto tampoco hizo que fuera a averiguar qué ocurría. Ya había discutido una vez con Ace por salir de aquí e interponerme en su camino, no pasaría por ello de nuevo. Después de todo, sabía que sobreviviría, era su destino. Uno del cual en parte no me pondría al medio.
Intentando que las horas fueran más largas, terminé tomando el resto de la noche para meterme en mi cama y dormir un poco. Con suerte Shirohige aparecería mañana para terminar con todo esto. O por lo menos para llevarse a todos a su barco, lo cual era un buen comienzo.
Sin nunca haber sido de entrar en un sueño profundo, terminé por abrir los ojos no sé cuánto tiempo después, pero creo que aún era de noche, solo que mi haki de observación me decía que alguien desconocido se estaba acercando a donde estaba. Dudé de que fuera un enemigo, pero aun así no bajé la guardia, saliendo de mi cama de inmediato, y poniéndome en posición para pelear.
—¿Una chica? —exclamó quien abrió la puerta al verme, y hacerme bajar la guardia al reconocer de quien se trataba—. ¿Acaso eres una prisionera o parte de la tripulación?
—Ninguna de las dos —respondí cruzándome de brazos con sorna—. La puerta estaba abierta, no me ves amarrada, pero tampoco me viste luchando, así que eso confirma mi respuesta —fui clara logrando que el pirata embozara una sonrisa dándome la razón.
—¿Qué haces en un barco pirata entonces? —exclamó teniendo sentido su pregunta pero sin apartarse de la puerta, consideré que estaba esperando que saliera corriendo en cualquier momento.
—Si estás aquí he de suponer que Ace perdió contra tu capitán —comenté sin responder su pregunta y suspirar caminando hacia mi tocador—. ¿Podrías dejar que me vista más adecuadamente?, no pienso pisar tu barco con una pijama —le pedí logrando hacerlo sonreír de lado—. Ace es mi hermano mayor —respondí su primera pregunta borrando su respuesta.
—Así que el niño imprudente es tu hermano, se metió con quien no debía cariño —comentó como si no lo supiera—. Siento hacer esto, pero debo llevarte con el viejo para ver qué hacemos contigo.
—Lo sé, por te pedí que me dejaras cambiarme —le repetí mi petición cruzada de brazos, dado que estaba con una camisa manga cortas, y unos pantalones cortos. La ropa menos adecuada para estar en un barco llenos de hombres—. Y sino es mucha molestia, también tomar mis cosas, porque sé que será difícil que vuelva a este barco de nuevo.
—No puedo dejarte hacer eso, podrías escapar —comentó sin intenciones de moverse, pero teniendo un punto—. Toma lo que necesites, yo lo revisaré y luego te llevaré con el viejo para ver qué hacemos contigo.
—Voy a cambiarme aunque te quedes ahí, me rehúso a ir allí con esta ropa —me quejé desabotonando mi camisa, y quitándomela sin importarme que me observara de manera detenida, no era la primera vez que un hombre me veía en ropa interior. Y que fuera él no era tan malo del todo—. Seré rápida, no me demoraré —le aseguré quitándome el pantalón para ir hasta mi cómoda y tomar una blusa con mangas, unos pantalones de tela largos, y un abrigo por si el clima se ponía frío.
—¿Qué haces en este barco si no eres parte de la tripulación? —exclamó Marco sin notarlo sorprendido por mis acciones, mientras me cambiaba.
—Vigilarlo, asegurarme de que llegue a su destino —respondí terminándome de cambiar, al colocarme unas botas negras—. ¿Te mandaron a revisar el barco? —solté mientras tomaba un bulto para comenzar a llenarlo de varias mudas de ropa, algunos libros que no podía dejar atrás y otras cosas necesarias, medicamentos, mapas…
—Tenía que hacerlo antes de encenderlo en llamas —respondió teniendo sentido, al no haber escuchado de este barco después de que Ace se uniera a su tripulación—. ¿Lista?, debía haber estado de vuelta a mi barco hace tiempo.
—Sí —respondí arrojándole mi bulto para que lo revisara—. Tú lo llevas, vamos.
Sin perderme de vista, dejó que saliera primero, siguiéndome de cerca hasta que llegamos a cubierta, y en efecto, aún era de noche. No debía faltar mucho para que amaneciera. El barco se encontraba desierto, con señales de lucha por todas partes, lo cual no me sorprendió, imaginé que la tripulación de Ace pusieron resistencia cuando los atacaron.
Suprimí una sonrisa por ellos, porque ninguno a pesar de todo, reveló que yo estaba en el barco. Si Marco no se hubiera dedicado a revisarlo, fácilmente hubiera sido pasada desapercibida. Estaba el problema del incendio, pero me daría cuenta antes de que se propagase. Supongo que su lealtad a su capitán se extendía hasta mí.
—Vas a tener que sostenerte de mí, vine volando —comentó sacándome de mis pensamientos mientras asentía—. No pareces sorprendida —añadió sin haber prevenido ello.
—Sé quién eres, confórmate con eso —le respondí caminando hacia él y sostenerme de su cuello con fuerza, sintiendo poco después una de sus manos, asegurando su agarre en mi cintura—. ¿Entonces voy contigo o con tu capitán? —pregunté con curiosidad sin molestarme como comenzaba a quemar el barco con sus llamas en cuanto nos alejamos volando de este.
—Con el viejo, él decidirá que hacemos contigo —respondió alzándose más en el cielo una vez el barco pareció que era consumido por las llamas—. No esperábamos que hubiera una chica con la tripulación, por lo que no puedo solo llevarte con los compañeros de tu hermano.
—No te preocupes, lo entiendo —le aseguré escondiendo mi cara en su pecho intentando no ver hacia abajo al elevarnos.
Era la primera vez que me encontraba tan alto, y aunque pudiera decir que era un espectáculo digno de ver, solo me aterraba. Me daba miedo no tener control de ello, y que mi vida estuviera en la mano de alguien más, aunque ese fuera Marco. No estaba del todo segura si una caída desde aquí podría matarme, o si la presión del agua me terminaría ahogando. Me limité a cerrar los ojos hasta que sentí que mis pies se asentaban en el suelo.
—Ya puedes abrir los ojos —me susurró el usuario de la fruta legendaria con algo de sorna—. No iba a dejarte caer si es lo que temías.
—Aun no confío lo suficiente para saber eso —me quejé soltándome de su cuello, aunque él no de mi cintura, evocando que permaneciera cerca de él—. Puedes soltarme.
—Claro —soltó con sorna al hacerlo y negar—. El viejo debe estar durmiendo, no es bueno que lo levantemos, por lo que te guiaré a donde puedas pasar el resto…
—No voy a volver a dormir, y menos en un barco que es extraño para mí —lo detuve antes de que dijera algo más, logrando que se riera—. Esperaré despierta hasta que se levante.
—Eso podría tardar unas horas, y no sé qué hacer contigo mientras tanto, porque no voy a dejarte suelta aquí sino sé con qué estoy lidiando —comentó algo pensativo.
—Solo soy una chica de diecisiete años en un barco lleno de piratas, ¿en serio crees que puedo ser una amenaza? —lo reté con una sonrisa burlona al cruzarme de brazos—. No soy idiota como mi hermano, para armar una pelea en el barco de un Yonkou.
—Prefiero no arriesgarme, te acompañaré hasta que el viejo despierte —concluyó sin yo poder culparlo por su desconfianza, en este mundo nadie era lo que parecía. Y hasta una mujer joven podía ser signo de problemas—. ¿Quieres algo de comer?, tenemos al mejor cocinero del mundo, seguro debe estar en la cocina, puede hacerte algo mientras esperamos.
—¿Cocinero? —pregunté algo pensativa antes de asentir y seguirlo por la cubierta hasta llegar a una puerta que daba a la cocina.
—¿Y esa niña? —le interrogó un hombre de cabello castaño extraño de espaldas a nosotros mientras cocinaba—. Deberías estar en tu barco.
—La encontré cuando quemé el barco de Ace, es su hermana menor —le respondió la historia sumamente corta, sin llamar la atención del cocinero—. La traje para que padre diga qué hacemos con ella.
—Tienes un hermano menor problemático, jovencita —exclamó el señor haciéndome reír.
—Lo sé, es como una tormenta de fuego, un poco difícil de domar —coincidí sentándome en el comedor con confianza—. Siento lo que hizo, pero es bastante terco.
—No tienes por qué preocuparte por eso —me aseguró dando la vuelta y dejarme sin habla al reconocerlo. Era una de las razones por las que había emprendido este viaje.
—Thatch —exclamé con añoranza, al casi no recordar su rostro por las pocas veces que aparecía—. Lo siento, es que, no es nada —limpié con rapidez las lágrimas que cubrieron mi rostro, siendo más gentil en persona de lo que había imaginado.
—¿Nos conocemos? —me cuestionó extrañado porque le dijera su nombre seguramente—. Pareces que viste un fantasma.
—También me reconoció cuando me vio —comentó Marco esta vez, sentándose a mi lado—. ¿Nos viste en carteles de recompensa?, eso explicaría un poco, aunque tu mirada es la de alguien que nos conoce.
—Quizás algún día les cuente, por ahora, me gustaría probar la comida del cocinero de un Yonkou —comenté sonriéndoles, y contagiándoles la sonrisa, mientras Thatch se limitaba a asentir con una sonrisa.
