Nota de autor: Holaaaa mis lectoras, aquí dejo un capítulo que espero les guste tanto como a mí escribirlo.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece.


Mi primera impresión de Shirohige era que en verdad estaba muy viejo. Su piel en su rostro mostraba muchas más arrugas que en el anime, su pelo era blanco casi como paja por la edad, y que estuviera con un respirador en la nariz no ayudaba mucho a que pensara otra cosa que en serio estaba muy viejo. Parecía que estuviera luchando contra la naturaleza de estar hace años bajo tierra.

La mirada que me dio después que el capitán de su primera división explicara quien era, fue una de total desconfianza, y desconcertación. Era más que obvio que tanto él como su tripulación no esperaban que el chico problemático que lo buscaba para derrotarlo, tuviera una hermana menor viajando con él.

—¿Sabes pelear? —preguntó después de un largo silencio solo observándome—. No tengo hijas en mis barcos, pero si la llegara a tener, debe saber pelear.

—No voy a ser parte de tu familia, Edward —respondí cruzándome de brazos sin dejarme intimidar—. No soy una pirata, ni pienso serlo.

—¿Entonces quieres que te dejen en algún lugar? —comentó lo más obvio evocando que me negara de nuevo.

—Quiero que me permitas quedarme en tus barcos hasta que mi hermano deje de buscarte pelea —solté de manera sincera, sin intenciones de tener secretos con el viejo—. Ace despertará en algún momento, y volverá a molestar para matarte, es un idiota, en verdad en el fondo cree que tiene alguna posibilidad.

—Eres más sensata que él —exclamó con una energía que no había notado en alguien antes, me pregunté si esta era la manera en que se sentía que una figura paterna te hablara o mirara—. Es un muchacho muy terco, le falta mucho por aprender, pero…

—Solo es un chico —terminé de decir por él encogiéndome de hombros—. He intentado aliviar su enojo por nuestros padres, pero eso nunca ha terminado del todo, por eso quiere probarse ante ti, quiere demostrar algo —comenté algo triste al conocerlo mejor que nadie—. Él solo necesita una familia, algo más que yo, y sé que tú vas a dárselo, quiero estar ahí hasta que pase —le pedí con la mirada baja—. Si me lo permite señor.

—Puedes quedarte —aceptó logrando que alzara la mirada sonriéndole con entusiasmo, aunque tampoco esperaba que me echara, uno nunca podía saber con qué lidiaba en este mundo—. Mi invitación de quedarte aún queda en pie, no me equivoco con las personas, y tu mirada es la de alguien que sabe muchas cosas —comentó haciendo uso de la sabiduría que le había dado los años. Me preguntaba desde mi primer encuentro con Shanks, que era esa mirada que daba que les decía a las personas que sabía quiénes eran. Necesitaba hacer algo con eso para evitar futuros problemas.

—Solo me quedaré hasta que se vuelva uno de tus hijos —me encogí de hombros intentando no sonreír por ello, al saber lo importante que se volvería la tripulación del Yonkou para él en los próximos tres años—. No solía hacer nada en el barco de mi hermano, pero puedo trabajar para ti mientras tanto, no…

—No es necesario —comentó interrumpiéndome sin dejar de mirarme como si intentara descifrarme—. Mis hijos siempre han podido por sí mismos, solo no causes problemas como tu hermano, y con eso estaremos a mano.

—Gracias, Edward, espero poder compensártelo algún día —agradecí como despedida caminando hacia la puerta dando por terminada esa conversación.

—Y yo que logres confiar en la familia para contarnos que oculta esa mirada pesada que llevas —me reí ante aquello, supongo que a un hombre con tantos años no se le podía ocultar algunas cosas.

Salí de su habitación con una mueca triste recordando como se supone que moriría en el futuro. Sin remordimientos, en medio de una guerra para defender a su familia. Necesitaba evitarlo, que aunque no quisiera, su muerte fuera por su edad y no por culpa del maldito de barba negra. Hasta ahora no había logrado verlo en la cubierta desde que llegué, aunque tampoco a muchos de la tripulación de la cuarta división.

Desde el momento en que supe que nací en este mundo, estaba al tanto de todo lo que tendría que prevenir, las cosas que no podía dejar que pasaran, las muertes que podía evitar. Estar en el comienzo de todo, hacía que todo fuera más pesado, sentía que la carga que llevaba conmigo se había duplicado. Necesitaba actuar antes de marcharme, advertir a las personas adecuadas sin revelar demasiado que pudiera cambiar el futuro para algo peor.

Thatch era lo primero en mi lista. Precisaba encontrar una manera de prevenir que lo mataran, de salvar su vida, para que Ace no fuera a cobrar venganza. A la vez tampoco podía solo señalar a Teach por algo que aún no hacía, eso solo cundiría el pánico en la familia, sin contar que era una extraña. No tenían razón alguna para creerme.

Terminé recostada en el borde del barco observando el mar, sin saber qué hacer con exactitud. Supuse que solo me quedaba esperar a que Ace terminara las peleas con el viejo, e intentar hacerlo entrar en razón sobre tener cuidado con barba negra. Sabía que sonaba más fácil de lo que parecía. Mi hermano era muy terco, pero me había pasado toda nuestra vida, demostrándole que mis predicciones no se equivocan nunca, por lo que su reacción ante mi advertencia sería pura hostilidad.

—Un berrie por tus pensamientos —me sacaron de ellos logrando enfocarme en el hombre volador con manos como fuego azul delante de mí, al cual no pude evitar sonreírle en respuesta—. El viejo quiere que te lleve a mi barco, espero que no vuelvas a tener miedo de volar.

—Pensé que podría quedarme aquí con mi hermano —comenté un poco sorprendida por ello, al haber considerado aprovechar la situación para vigilar de cerca de Teach, averiguar qué tipo de hombre era en realidad.

—Padre cree que puede que lo distraigas si te quedas aquí, que tema por tu vida —argumentó teniendo un punto, aunque sin aminorar mi sorpresa e incomodidad, bien podría habérmelo dicho cuando hablamos—. ¿Lista?

—Detesto volar —le aseguré alejándome de la orilla del barco para que pudiera tomarme en brazos y yo cerrar los ojos de manera inmediata, comenzando a odiar que hiciera eso. No por la altura, en mi anterior vida, pude tener la oportunidad de viajar varias veces en avión, pero no era para nada parecido. La idea de ser sostenido por un ser humano a varios metros del mar, con el aire dándome de lleno en el rostro, me aterraba.

No iba a hundirme como un usuario de fruta del diablo si caía al mar, pero aun así seguía siendo peligroso caer a esa altura de manera directa en el agua, sin contar con lo incomodo que era. Agradecí en silencio en cuanto el usuario de la fruta Zoan me dejó encima de la cubierta de su barco, no tan alejado para que no pudiera ver el que había dejado atrás, pero si para no distinguir que sucedía desde aquí.

—Tenme un poco más de confianza, Heis, te dije que no iba a dejarte caer —me recordó Marco riéndose de mi reacción a volar con él, evocando que me limitara a rodar los ojos.

—No voy a confiar en un extraño, ave sin plumas —me quejé haciéndole una rabieta, ignorándolo, no tenía intención de formar vínculos con los piratas de barba blanca, mi meta era sencilla. Aunque ninguno de mis planes sencillos terminaban de esa manera—. ¿Qué puedo hacer aquí para entretenerme?, ¿tienes algo para leer?

—¿Te gusta leer?, creo que debo tener algo de los botines que hemos guardados, mandaré a buscar algo para ti —me aseguró dándome una pizca de simpatía—. Pero quiero algo a cambio —comentó llamando la atención, si fuera otro hombre habría creído que quería algo sexual, pero su mirada en mí nunca me dio esa sensación. Más bien me miraba como yo miraba a Luffy, como un hermano menor.

—Depende si está a mi alcance —me crucé de brazos con arrogancia logrando hacerlo reír sin entender la razón.

—Quiero una pelea contigo, algo me dice que eres fuerte, y quiero saber que tanto —argumentó sin yo entender que es lo que los hombres de este mundo sentían tan atractivo de retarme a pelear—. No usaré mi fruta, para estar a la par, ni te haré daño.

—Una sola pelea —acepté teniendo la sospecha de que si me negaba solo lograría que siguiera molestando mientras me quedara en su barco.

—Solo si usas toda tu fuerza —me advirtió como si supiera que podría solo fingir perder en la primera oportunidad.

—Tienes mi palabra —le aseguré sonriéndole de lado, preguntándome que tan alejada estaba mi fuerza de un comandante de un Yonkou. Mi enfrentamiento con Shanks, me dejó más que claro, que estaba más que lejos de poder enfrentar a un emperador, que mi nivel de poder actual era muy bajo en comparación, pero un comandante era otro hueso que roer.

Me alejé de la orilla del barco para dejarme guiar hasta un lugar más espacio casi en el medio de la cubierta, la comenzó a ser rodeada por los demás tripulantes de la embarcación. Algunos abucheaban, otros se burlaban por tal hazaña, el resto le pedían a Marco que no abusara de su fuerza con una niña, que tuviera algo de piedad.

La gran velocidad del fénix fue lo primero que pude percatar, en cuanto dio el primer golpe, moviéndose en cuestión de segundos para golpearme, sin lograrlo al yo esquivarlo. Evocando el ruido de sus hombres, como si estuviéramos dándole un espectáculo. El usuario de Zoan me sonrió ante mi reacción, continuando intentar golpearme, en el momento en que estuvo cerca, coloqué mis brazos en forma de cruz frente a mi rostro, engullidos en haki de armadura y del rey.

—¿Eso fue Haki? —se apartó Marco sorprendido pero satisfecho—. Sabía que eras una caja de sorpresas.

Le sonreí en respuesta, moviendo mi cuello para estirarme, supongo que podía darle una buena batalla, y de paso usarlo para entrenar un poco antes de marcharme. La segunda sonrisa que le dediqué no fue de arrogancia, sino de reto, esperando que viniera a atacarme de nuevo, pero antes de que pudiera siquiera hacerlo, comencé a atacarlo de vuelta con gran velocidad.

Con solo mi haki de armadura y observación, nos movíamos como si fuera un vals, con perfecta sincronía. Golpeándonos el uno al otro de vez en cuando, pero siguiendo como no nos afectara, apenas nos separamos de nuevo, cuando logró darme de lleno en el estómago. No tuve ningún daño interno gracias a mi haki, y a que él aun no usaba toda su fuerza. Si seguía así, tardaríamos horas en esta pelea.

Cansada de no ver progresos en la batalla, decidí usar más de mi capacidad, dejando salir mi haki del rey por completo, dejándonos solo a los dos de pie en el barco, sorprendiendo aún más a Marco. Antes de que pudiera comentar algo, engullí mis puños con haki del rey avanzado para ir contra él, sin tocarlo, lo cual él no comprendió del todo, hasta que comenzó a sangrar en las partes que apuntaba.

—¡Suficiente! —me gritó volando hacia mí y tumbándome contra el suelo de golpe sin poder moverme—. Sé que dije que no usaría mi fruta, pero sin ella estás muy cerca de mi nivel —comentó sorprendido y asustado a la vez—. ¿Ace es más fuerte que tú?

—Él cree que sí —me encogí de hombros riendo y quitándomelo de encima de una patada que nunca recibió al apartarse a tiempo—. Nunca pude explicarle bien el uso de los haki, eso me dio ventaja de poder.

—Si te quedaras como nuestra hermana podrías llegar muy lejos en poder, Heis —me comentó parándose del suelo sin dejar de verme con cierta determinación, que solo había visto en Shanks cuando me pedía entrenarme o unirme a su tripulación—. El viejo podría ayudarte a terminar de manejar los haki, aumentar tu poder…

—No entiendo el afán de que entrene —exclamé al aire negando—. No eres el primero que ve potencial en mí, ni mucho menos el primero que rechazo —di mi respuesta de manera indirecta—. No quiero ser una gran guerrera, ni pirata, de hecho solo sigo aquí para que mi hermano cumpla su propósito, después de eso solo me iré a la isla más tranquila del nuevo mundo, a pasar el resto de mis días tomando sol.

—Suena aburrido —se burló el rubio.

—Es tranquilo, humilde, lejos de peligros, sobre todo —añadí encogiéndome de hombros—. Ya cumplí mi parte Marco, ahora te toca a ti buscarme mis libros.

Debí haber pedido ver el botín primero antes de aceptar la propuesta de Marco, en él, no había muchas cosas interesantes. La mayoría eran libros que ya me sabía de memoria, otros sin importancia, y solo unos pocos hablaban de algunas islas del nuevo mundo. Sin mucho que hacer en este barco, terminé quedándome dormida en la habitación de Marco, el único lugar, donde él decía que podía estar a salvo de alguno de sus hombres.

No es que no confiara en ellos, pero seguían siendo del género masculino, sin haber visto mujer en meses. Prefería no tentar la suerte.

Los días siguientes transcurrieron más lento de lo esperado gracias al aburrimiento de no hacer nada en el barco, ni siquiera leer algo decente. Ace había despertado una semana atrás, y días tras días retaba a Barba blanca, perdiendo cada batalla. De las cuales solo sabía gracias a que la información volaba por la flota.

Varias veces se comentó, que quien debería retar al viejo sería yo, y que después de lo que vieron, aseguraban que estaba por encima de mi hermano en poder. Preferí ignorar sus comentarios, concentrándome en preguntarle a los hombres del barco información sobre las islas que conocían del nuevo mundo, y si recomendaban alguna para vivir. Tuve muchas opciones al fin gracias a ello.

—Ya se pusieron deacuerdo, cuando Ace pierda 100 veces se unirá a la tripulación, faltan otras diez —me informó Marco una tarde después de haber regresado del barco donde estaba mi hermano, entrando en su habitación en donde me encontraba en el suelo con varias listas—. ¿Qué estás haciendo? —preguntó con curiosidad, al haber sido él, el único al que no le había preguntado.

—Opciones para vivir —respondí juntando algunas hojas con nombres de islas, junto con las ventajas y desventajas de todas—. Quiero un lugar donde no haya precisamente un rey, quizás un alcalde o un presidente, algún líder elegido y no heredado, que no sea propiedad pública de algún pirata, emperador, o la marina, y sobre todo, que tenga un gran bosque donde poder vivir alejado de todo, como en el que viví todo mi infancia.

—Esto no, ni este —comenzó a descartar mis hojas—. Hay una isla, pequeña, tropical con apenas un puerto y un pueblo a su alrededor, según sé solo es un puerto comercial, no te garantiza alejarte de piratas, pero si eres prudente y te mantienes en el bosque gran parte… —comentó una gran idea antes de saltarle encima a abrazarlo como agradecimiento por su ayuda—. De nada Heis, no hay nada que no haría por mi hermanita.

—No voy a quedarme aunque me digas hermanita —le advertí apartándome de él para terminar el abrazo y comenzar a recoger todas hojas que tenía en el suelo—. Aunque te agradecería si le pusieras un ojo encima a Ace cuando me vaya, esa sería la primera vez que nos separaremos desde que nacimos.

—Otra razón para que te quedes —comentó recostado en la pared con sorna—. Podrías considerar una de nuestras islas, tiene…

—Aunque tenga su bandera, es propensa a ser atacada por otros piratas, no gracias —lo interrumpí terminando de recoger—. No solo me voy para estar tranquila, sé muchas cosas que prefiero llevarme a la tumba, si termino aceptándolos a todos como mi familia, no tardaría en contarles sobre mí, y eso solo me pondría en peligro, lo mejor para mí, es estar alejada de todos —añadí suspirando antes de sonreír, sin haber sido capaz de decir eso en voz alta antes, o siquiera pensarlo. Mi conocimiento era una ventaja pero a la vez podría ser el camino a mi propia perdición.