Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.


Necesité controlarme para no pedir una explicación ante tal estúpido título en medio del coliseo, pero sabía que no era el momento para armar un espectáculo. Una de las fortalezas de la familia era lo unidos que eran, contradecir a Diamante solo lo haría ver como un idiota, y por ende me traería problemas por ello. Un nombramiento de ese tipo los merecía. Luego podría hablar en privado con el oficial por tal título.

No supe que me había enojado más sí que me llamara reina, o que sea la nueva "corazón" de la familia, dado el trágico destino que tuvo el último. En cualquier caso ninguna de las dos cosas me agradaba, aunque no podía negar que se sentía un poco satisfactorio que todos en el coliseo me llamaran de esa manera con puro orgullo hacia mí, algunos incluso llegaron a tirar flores por mi victoria.

Una pequeña sonrisa se asomó en mi rostro casi por inercia, antes de borrarla, y saludar en modo de agradecimiento por sus palabras, lo cual provocó que aumentaran los vítores en mi nombre. No creo haber recordado una sensación similar en mi vida, ni siquiera en la anterior. Aun así dejé de pensar en ello, al percibir como volvían a poner la plataforma para que entrara al coliseo.

Sin haber esperado mucho de ello, en cuanto entré, sin decirme nada, y fingiendo que estaba feliz con el resultado, Diamante me escoltó de vuelta al castillo. Aguantándome las ganas de explotar en busca de una explicación, lo seguí en silencio, hasta que las puertas del castillo se cerraron, dándonos la privacidad que necesitaba.

—¡¿Puedes explicarme qué demonios fue eso?! —le pregunté con rabia sin poder esperar un segundo más una respuesta—. Acepté ser anunciada como miembro de la familia, pero nunca un título, y menos ese —le reclamé sin dudarlo, provocando que el seudo gigante me sonriera como si le hubiera hecho un chiste.

—Deberías ser agradecida por ello, apenas llevar dos meses en este país y Doffy te puso al mismo nivel que sus oficiales superiores que llevamos casi toda su vida con él —me reclamó de vuelta, dándome a entender a la perfección que él tampoco estaba feliz con ese nombramiento—. La información que posees no puede ponérsele un precio, pero nombrarte reina de corazones tampoco fue del agrado de la familia —añadió recalcando que no solo él no estaba deacuerdo, sino el resto de la tripulación.

—Espero que lo de reina solo era puras palabras, porque si tu amo en algún momento cree que puede tenerme más que como una marioneta, debe buscar eso en otro lugar —me quejé caminando hacia las escaleras sin aminorar mi rabia, evocando que Diamante se riera detrás de mí.

—Si ese fuera el caso, deberías sentirte honrada —se burló sin hacer que me detuviera por unos segundos antes de seguir, sin dejarme provocar por ello.

Maldije todo el camino a mi habitación algo agotada por tanto esfuerzo físico en pocas horas al luchar con tantas personas, a lo que no estaba acostumbrada. Las peleas con mis hermanos no se comparaba con esto, ya que ellos nunca atacaron a matar, aun así no podía negar que había sido un poco divertido ganarles, ver sus caras de sorpresa al ver que una "niña", les ganaba, y como el público gritaba mi nombre.

Negué con rapidez al cerrar la puerta de mi habitación e ir directo a mi baño a tomar una buena ducha, necesitando en momento como este que me hubieran dado también una tina para tomar un largo baño. La molestia de mi nuevo título volvió tan pronto el agua comenzó a empapar mi cuerpo, esperando que solo fuera algo textual, y no literal.

Sonreí con tristeza al recordar a corazón, y cuestionarme como nos hubiéramos llevado de haberme conocido, si estaría deacuerdo en que heredara su título en la familia. Me reí sola al saber que si hubiera estado vivo sería el primero en querer sacarme de esta isla, seguro armaría algún plan para ayudarme a escapar a toda costa.

Casi podía escucharlo gritarle a su hermano por haberme llevado en mi primer lugar, su sonrisa llegó a mi mente, e intenté mirar el lado amable de ser su reemplazo, estaría orgullosa de que fuera ese mi nombre, de una de las personas más amables que llegué a conocer en este mundo, aunque sea a través de una pantalla. Sin embargo, ser llamada reina no era algo con que podría hacer las paces.

Necesitaba tener toda la información de ello, lo que conllevaba, al negarme a ser más que un peón, una fuente de información. Dejé que el agua cubriera mi cuerpo llevándose consigo cada gota de sudor, aunque no las magulladuras producto de las peleas, que comenzaban a tonarse moradas, para eso tendría que esperar que el tiempo las curara. Suspiré al tomar una esponja con jabón para pasarla por mi cuerpo, odiando el hecho que aunque me negara, las probabilidades de negarme a que Doflamingo hiciera conmigo lo que quisiera eran escasas, y eso era lo que me asustaba.

En cuanto mi piel comenzó a arrugarse por el frío y la humedad, salí del baño envuelta en una toalla, cuestionándome si era mucho pedir quedarme el resto del día en esta habitación. Moría de hambre, el almuerzo había sido escaso en medio de los torneos en comparación a la alimentación que tenía en el castillo, pero las probabilidades de encontrarme con alguien de la familia hoy, me hacían preferir esperar a la mañana o madrugada para buscar comida en la cocina.

—¿Puedo pasar? —me preguntó la única persona que toleraba en este lugar, detrás de la puerta mientras me colocaba mi ropa interior.

—Pasa Baby 5 —le respondí sin vergüenza de que me viera casi desnuda, dado la confianza que nos teníamos. Pasarme meses en un barco rodeado de hombres, y criarme con otros 3, hace que la vergüenza y pudor se vaya disminuyendo con los años, eran pocas las personas que lograban hacerme sentir incomoda al estar desnuda—. Justo estaba pensando en ti, muero de hambre y no quiero salir de aquí.

—¿Piensas esconderte de nuevo? —me cuestionó con su cigarro habitual en su boca sostenido por sus dientes, mientras me colocaba unos pantalones negros y una blusa corta roja encima de mi sostén, que apenas cubría mis senos, lo cual era mi ropa habitual desde que salí de mi isla natal. Solo cuando llegaba con mi hermano a islas de invierno me cubría, y esta en especial poseía un clima muy tropical como para usar mucha ropa.

—No me escondo, evito a la familia que es distinto —la corregí riendo al dejar mis rizos mojados, y colocarme por último unos botines negros—. Por cierto, ¿sabes algo del título que me otorgaron? —solté la pregunta de manera sutil al sentarme en mi cama y mirarla con curiosidad.

—Fue idea del amo, supongo que sabes quien fue corazón, ese puesto había estado vacío desde su muerte —comentó algo de lo que estaba al tanto—. Tanto por el nivel simbólico como por el nivel de poder que conlleva, no sé qué exactamente trato hiciste con el joven amo, pero parece que le eres útil, y confía en ti.

—Eso no me hace sentir mejor —me quejé con una mueca logrando que la azabache se riera con fuerzas de ello—. Entonces… ¿me vas a traer algo de comer?, muero de hambre baby 5 —casi supliqué con un puchero al cambiar de tema haciéndola negar al dejar de reír.

—De hecho, venía a buscarte para llevarte a cenar con la familia, el joven amo quiere que cenes con nosotros —respondió evocando que la mirara de manera incrédula, sabiendo que no podía negarme siendo una orden directa—. Vamos será divertido, te sentarás conmigo, y podrás socializar un poco más con el resto de la familia.

—Y supongo que negarme no es una opción —acepté de mala gana al pararme de la cama y seguir a mi mejor amiga hasta el comedor en donde ya se encontraba toda la familia sentada pero sin comer.

Solo esperaba que no me estuvieran esperando para ello.

Las miradas hostiles de algunos miembros no se tardaron en llegar, las cuales solo me daban ganas de gritarles que no estaba allí por opción propia. Que si querían reclamarles a alguien, ahí estaba su amo perfectamente culpable de todo. Aun así reprimí mi rabia para seguir a Baby 5 por el comedor hasta dos asientos que se encontraban vacíos entre Trébol y Sugar. Aquella última era la única que se encontraba comiendo, unas uvas de su tazón, tal como la recordaba.

Gracias a la fábrica de juguetes, aquel personaje casi no era divisado por mí, ni siquiera habíamos llegado a cruzar palabras entre nosotras. Solo esperaba que no estuviera enojada conmigo por recortar sus juguetes.

—Hasta que te nos unes, Heis —la voz de Doflamingo me hizo estremecer de maneras no gratas en cuanto Baby 5 se sentó e iba a hacer lo mismo a su lado, sin siquiera girarme a mirarlo—. Siento quitarte a tu hermana Baby 5, pero nuestra reina tiene su lugar a mi lado —necesité mucha fuerza de voluntad para no gritarle en ese instante al detenerme y mirarlo enojada, sin evocarle nada más que diversión, o eso parecía al sonreírme.

—Lo siento —le dije en voz baja a Baby 5, la cual se limitó a sonreírme mientras me alejaba de ella, y tomaba asiento esquina derecha de la mesa, justo a su lado de cierta manera, dado que su asiento se posicionaba en uno de los extremos, mientras el otro se encontraba vacío, supuse que para denotar su poder—. ¿Esto era necesario? —le pregunté en voz baja al flamenco una vez tomé asiento, sin importarme en realidad que alguien nos escuchara.

—Estamos celebrando a nuestro nuevo miembro oficial de la familia, por supuesto que es necesario —respondió mientras todos comenzaban a comer, como sí que yo me sentara fuera la señal para que lo hicieran—. Demostraste tu fuerza en el coliseo, no esperaba menos de ti.

—No es como si me hubieras dado opciones —exclamé sirviéndome carne en mi plato para empezar a comer, si tenía que soportarlo, por lo menos pensaba llenar mi estomago—. Y no era necesario que me dieras un título, y menos la de un oficial —añadí después de devorar el muslo de un animal que ni me molesté en identificar para buscar otra más—. Soy más una prisionera que parte de esta familia —no me importó comentar con una mueca, que evocó para mi sorpresa la risa de algunos de los miembro de la familia, que al parecer coincidían conmigo.

Necesitaba dejarles en claro que no estaba planeando inmiscuirme en sus planes, ni escalar en poder en su tripulación. Estaba ahí porque no tenía más opciones nada más, y tratar con su amo era parte de ello.

—Eres nuestro pequeño as bajo la manga —me corrigió casi haciéndome reír por usar el significado de mi nombre a su favor, lo cual sabía que no era difícil. Tanto mi hermano como yo, fuimos nombrado por una variabilidad de la palabra as usada en las barajas—. El cual espero que todos sepan, es tu posición en esta familia —aquello casi sonaba a un regaño para que dejaran de quejarse por ello.

—No tienen por qué soportarme —les aclaré levantando mi mirada hacia su tripulación—. Ni apreciarme, ni siquiera fingir que les caigo bien —la mirada de desprecio y satisfacción por mis palabras surcaron los rostros que observaba—. Tienen la razón al desconfiar, soy una extraña en sus vidas, aunque los conozca a todos, ustedes no me conocen, así que no se preocupen en fingir falsa empatía conmigo, aunque este lo quiera así, a mí no me importa —aclaré tomando mi plato de nuevo servido para ponerme de pie—. Si me disculpan, haré lo mismo.

Las conversaciones por cómo me apartaba de la mesa no se demoraron en llegar, sin yo prestarles atención mientras salía del comedor con mi comida, lo último que quería era que terminaran por echar a perder mi apetito con sus presencias. A la única que quería de esa mesa era Baby 5, y sería con quien me disculparía más tarde por mi comportamiento, al ser mi amiga, a quien sentía como si fuera parte de mi familia por su trato.

En cuanto terminé de devorar la comida de mi plato en la seguridad de mi habitación, lo tomé para llevarlo a la cocina. No esperaba que nadie fuera por él, y con suerte después de que me fuera por más de media hora del comedor, no tendría que encontrarme con algún pirata en el camino.

Suspiré al cerrar la puerta de recamara, pensando en si estas cenas en "familia" se convertiría en algún tipo de tradición diaria, había tenido suficiente con la de hoy para no querer volverla a repetir. Durante los últimos dos meses, disfrutaba comer a solas en mi espacio, sin tener que ver a nadie de esta casa, era un pequeño placer que esperaba no perder a partir de hoy.

—Heis —me interrumpieron mi caminata la persona que menos soportaba en este castillo.

—Solo voy a llevar esto a la cocina, si me disculpa —intenté usar el falso respeto para librarme de él, evocando que usara sus hilos para tomar mi plato y tirarlo por el balcón. Genial, lo había hecho enojar de nuevo—. Sé que me comporté muy mal en la cena, si… —intenté disculparme después de suspirar, haciéndome callar al instante al usar sus hilos en mí. Sí, en definitiva era tarde para disculparme.

—No soporto que me desobedezcan, Heis, lo sabes —me dijo casi como si regañara a una niña pequeña, mientras sus hilos me rodeaban el cuerpo hasta mi cuello—. Te comportaste como una niña malcriada en el comedor, después de que solo armara todo como un festejo por tu nuevo título —su risa me hizo temblar más que sus palabras, este hombre iba a hacer que le temiera en serio, al saber que nunca había usado toda su fuerza para herirme de verdad—. Vas a comportarte mejor si no quieres que comience a castigarte por ello —sonó más a orden que petición por lo que asentí con mi cabeza sin poder hablar antes de que me quitara sus hilos de encima, dejándome caer en el suelo casi sin aire.

—No tienes idea de cuánto te odio —apenas pude decir con la voz un poco ronca recuperándome de su ataque—. Si crees que voy a dejar de hacerlo en algún momento por tus "regalos" o "recompensas"

—Disfruto ese odio que me profesas —se burló evocando que alzara mi mirada, resultándome más intimidante que antes dado que desde el suelo, parecía un gigante delante de mí—. Vamos, tenemos mucho de qué hablar, encontré a Caesar tal como me indicaste —comentó casi sonando a gratitud o disfrute de que no le mintiera. Sin yo aun estar segura de cómo iba a sobrevivir a esto los próximos años sin morir en el intento.