Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.
Intenté convencerme de que solo quería un reporte de lo sucedido el último mes, lo que había logrado, que con eso podría dejarme en paz por un tiempo, por lo menos hasta que las primeras Smiles se cosecharan para examinarlas y ver que tanto mejoraron de lo que debían ser. El barco había partido poco después de que comencé a caminar hasta el camarote principal del psicópata. Se encontraba entre las primeras puertas que intenté abrir según Baby 5.
Necesité respirar profundo para ayudarme a concentrarme en que no me hiciera enojar, si fingía sumisión y respondía todas sus preguntas, quizás podría dejarme en paz antes de que regresáramos a su país. Toqué la puerta dos veces, antes de escuchar que pasara, encontrándomelo acostado en su cama mirándome sin poder descifrar que pasaba por su cabeza.
—Baby 5 me dijo que me buscaba —expliqué la razón de mi intromisión al detenerme cerca de la puerta una vez la cerré.
—Clown me contó lo que hiciste por su investigación —comentó casi sonándome como a alguien cuyo juguete si le funcionaba—, está muy sorprendido contigo, tenía días insistiendo en que te dejara más tiempo en Punk Hazard.
—Le soy más útil aquí que en Dressrosa —intenté argumentar manteniéndome lo más serena que podía, un estado que no era habitual en mí—. Podría continuar investigando sobre el SAD, mejorarlo, si me da más tiempo, no solo reproducirían frutas Zoan, sino…
—No confío en que estés muy lejos de mí, Heis —me interrumpió logrando helar hasta mis huesos con sus palabras—. La única razón por la que no estás atada en una celda, es porque te tengo cerca para vigilarte… no podría dejar que alguien que conoce todos mis secretos esté tanto tiempo alejada de mí.
—No le he hablado a nadie de lo que sé de usted —le aseguré con rapidez intentando no gritar que deje de ser un paranoico—. Punk Hazard está lleno de cámaras por su petición, puede escuchar casi cualquier conversación que tuve allí, y aun así podría ir hasta con Violet para que vea que…
—No voy a correr el riesgo, cualquier investigación que vayas a continuar para mí, lo harás desde Dressrosa —me ordenó evocando que me limitara a asentir, recordando a la perfección las palabras de mi única amiga, no debo hacerlo enojar. Mi única misión en este momento era no hacerlo enojar.
—¿Eso significa que dejaré de ir diario al coliseo a pelear? —me animé a preguntarle aprovechando la apertura en la conversación—. Necesitaré tiempo para estudiar, investigar, y aprender…
—De todas formas no tenía intenciones que entrenaras con tanta frecuencia, aun no confío en que puedas usar esa fuerza para escapar de mí —me pareció aceptar haciéndome sonreír satisfecha—. Le diré a Diamante para que organice que vayas una vez a la semana, pero sino tengo resultados…
—Lo sé, gracias, ¿necesita algo más de mí? —pregunté de manera directa aprovechando mi buena racha de no discutir con él, o que me hiera, para terminar la conversación en este momento.
—¿Algo más que reportarme? —preguntó de vuelta sin entender su pregunta, al haber sido siempre prudente con lo que hablaba sobre él con Caesar, ni siquiera había pensado en planear escapar o algo parecido, para no levantar sospechas.
—No, seguro Clown le informó sobre los libros y apuntes que me dio para que estudiara, y los…
—No me refiero a eso —me interrumpió sentándose en la cama, y siempre resultarme aún más grande de lo que era, pero tenerlo en un lugar así de íntimo lograba intimidarme más de lo que me gustaría—. Sabes que odio que me mientan —exclamó antes de sentir sus hilos en mi cuerpo inmovilizándome y llevándome "flotando" hasta donde él, mientras me preguntaba qué demonios le había hecho al loco para que reaccionara de esa forma.
Tenía mucho que no sentía el dolor provocado de su parte, por lo que no esperaba que me neutralizara de esta manera. Intenté usar haki de armadura para evitar que llegara a dañar la piel, pero algo me hacía sentir que estaba usando más fuerza que la última vez que hizo algo parecido. Sentía la piel a punto de romperse en cada parte que me tenía rodeada con sus hilos. El cuello, las muñecas, las piernas estaban enredadas por completo, y por último el abdomen.
—¿Para qué es esto? —soltó la pregunta mostrándome la caja de pastillas que me había dado Caesar, evocando que lo mirara de manera incrédula por ponerse de esa manera por eso.
—Son anticonceptivos —ni me molesté en mentir al respecto doliéndome la garganta al usar mis cuerdas vocales presionadas—. Maldición, ni que fueran veneno, solo es un control de natalidad —me quejé cerrando los ojos de dolor, sintiendo que mi piel comenzaba a romperse.
—¿Tienes pensado usarlas con alguien?, eres de mi propiedad Heis, es algo que al parecer aun no entiendes —lo escuché más cerca de lo que creía que estaba, lo cual siempre me intimidaba al agregarle esas últimas palabras—. ¿Para qué las quieres? —me sonó más a un "con quien quería usarlas".
—Eres un jodido paranoico —respondí abriendo los ojos al no querer demostrarle temor—. Y un posesivo de mierda, son solo un plan B por si alguna vez se te ocurre tocarme —expliqué de la manera más rápida que el dolor podía permitirme, logrando calmarlo un poco, al aflojar el agarre en mi garganta dejándome respirar con normalidad.
Por un instante la pregunta de si era mejor que creyera que quería follarme a alguno de su tripulación en vez de decirle la verdad, me llegó al ver la mirada de depravación con la que me miraba. Como si hubiera logrado romper algo en mí, o abrir una pared que antes estaba muy alta. Odiaba esa mirada de superioridad, que me hacía sentir que me poseía. Que podía tomarme en cualquier momento, y si no lo hacía era solo porque no lo intentaba.
No quise averiguar si solo estaba pensando en que decir al respecto, o que hacerme durante el incomodo silencio que nos inundó. Intentaba recuperarme del agarre en mi cuello, que se sentía húmedo y aun doloroso, indicándome que lo había presionado hasta que sangrara. Él solo me observaba como si estuviera desnuda, con una sonrisa de superioridad que hacía que mis instintos gritaran que no dijera nada, no lo rete.
Su risa llegó primero que sus palabras.
—No voy a violarte si es lo que tanto temes —me dijo de golpe llevando su mano a mi rostro, sin poder hacer nada al respecto—. Puedo ser muchas cosas horribles, pero no un violador… —aseguró como si eso me tranquilizara del todo—. Además, me sirves mejor cuerda, si llego a romperte de esa manera, tendría que atarte para que no te quitaras la vida, si te quisiera muerta, ya lo estuvieras —añadió teniendo razón, no creo que pudiera sobrevivir mucho tiempo si poseyera mi cuerpo en mi contra. La idea de que me rompiera de esa forma solo me asqueaba, ni siquiera estando en medio del mar temí en que alguien pudiera aprovecharse de mí en ese sentido—. Aun así tienes razón en ser precavida, te deseo —pronunció las palabras que menos quería escuchar pese que lo sabía—. Nunca he conocido a una mujer como tú, alguien que esté tan cerca de mi fuerza, las cosas que podría hacerte sin tener miedo de matarte en el proceso.
—Preferiría morir —exclamé con una mueca que logró hacerlo reír deteniendo la caricia de mi rostro para agarrarlo con solo dos dedos y hacerme mirarlo a los lentes de sol.
—Podría gustarte, tengo muchas mujeres que están dispuestas a lo que sea por un poco de placer —comentó sin dejar de sonreírme —. Hay tantas cosas que no te han hecho, mi pequeña…
—No soy virgen si alguna vez lo consideraste —le aclaré sin poder perder la oportunidad, sabía lo posesivo que era, y si se lo ocultaba solo lo haría enojar cuando lo descubriera si alguna vez lo hacía—. No creo que haya algo que no… —intenté argumentar provocando otra risa en él antes de que ni siquiera pudiera procesar que había pegado su boca a la mía.
Considerar al principio eso un beso, sería una blasfemia. No estaba dispuesta para él, solo unió nuestros labios para luego lamerlos con su lengua hasta lograr hacerse espacio entre mis dientes, tentándome a morderlo, pero en el momento en que tocó el interior de mi boca, perdí. No se sentía en efecto como cualquier beso que hubiera tenido antes en mi vida, era el hombre más grande que me había tocado, y el resto de todo su ser era igual.
Su lengua abarcaba casi toda mi boca, sintiéndose más como si me estuviera follando con ella, de una manera que no esperaba disfrutar tanto. Sino hubiera estado atada, hubiera cerrado mis piernas, al sentir como la humedad comenzaba a deslizarse de mi interior, anhelando más, que no se detuviera en mis labios, sino que siguiera por el resto de mi cuerpo.
Al contrario de un miembro, dada la flexibilidad que poseía, su lengua acarició mis mejillas por dentro, antes de rodear la mía, apretarla con fuerza y enredarla para succionarla, logrando casi que gimiera encima de su boca, mi cuerpo comenzó a necesitarlo, querer más, y casi como si me hubiera leído la mente, abandonó mi lengua para deslizarla un poco por mi garganta con cierta habilidad sin que me atragantara.
Dejé de pensar por completo hasta quien me estaba provocando tanto placer, y me dejé llevar, quedándome sin aire al no dejar cabida a nada en solo minutos. Ni siquiera necesitaba verme en un espejo para saber que debía estar con el rostro rojo, sudado, y reflejando toda la necesidad que me había provocado.
Sentía que me había follado la boca por completo con solo un beso, como logró darme un placer que ni conocía, por lo que en el momento en que abandonó mis labios, apenas pude respirar con fuerzas, intentando recuperarme de lo sucedido. Había cumplido sus palabras, podía darme un placer que nunca he sentido.
—Podríamos divertirnos tanto, mi pequeña —su voz me hizo regresar a donde me encontraba y con quien. No me había dado cuenta que soltó los hilos que me ataban, sosteniéndome en el aire solo por sus manos, una en mi cintura y otro en mi rostro—. Te gustó, ¿cierto? —preguntó como si no supiera la respuesta, pero antes de que pudiera decir algo más, me liberé de su agarre para saltarle encima, y darle una bofetada en el rostro en solo un golpe, sin importarme las consecuencias.
—No te atrevas a volver a tocarme —le advertí con asco mientras se reía como si le divirtiera.
Lo siguiente pareció pasar en cámara rápida, apenas sentir el dolor en mi cuerpo, al sostenerme con una mano por el pelo y con otra darme un puñetazo en el abdomen. El cual apenas pude cubrir con haki de armadura por la rapidez en que reaccionó. Sabía que me lo había buscado, pero no pensaba dejarme usar de esa manera y que se burlara en el proceso.
—No olvides tu posición, Heis, no tolero una insubordinación, ni siquiera de ti —me advirtió alzándome solo con su agarre en mi cabello, que evocaba que doliera demasiado, no podía ni concentrarme en usar haki para protegerme, prefería los hilos a esto—. No creas que porque eres valiosa, voy a tolerar tus malcriadezas —dejé de patalear para abrir mis ojos y mirarle con mezcla de desprecio e incredulidad—. Sabes que lo disfrutaste, que si continuaba me dejarías follarte en esta cama y rogarías por ello —odiaba mucho que tuviera la razón, porque aún tenía mi ropa interior húmeda por su culpa, y mi sexo palpitando porque siguiera, que me dejara someter—. No vuelvas a comportarte de esa manera, porque el castigo va a ser peor —soltó mi cabello dejándome caer en el suelo.
Por inercia llevé la mano a mi cabeza aun adolorida, asegurándome que no me había arrancado algún mechón de raíz, o que no estuviera sangrando por ello. Cuando no sentí nada húmedo en mi cabeza, me levanté dirigiendo mi mirada a él, que se encontraba igual que cuando entré. Sentado en la cama mirándome con superioridad, pero también deseo. Sonriéndome disfrutando de todo ello.
No quería intentar descifrar que tan enfermo estaba como para gustarle lo mucho que lo despreciaba, sentía que para él solo era un juego. Usarme como ratón y cazarme hasta que estuviera tan acorralada como para defenderme.
—Solo me defendí, te dije que mi cuerpo no era parte del trato —casi como si hubiera tocado otra fibra delicada, volví a ser atada por sus hilos, inmovilizándome, aún peor que antes, en el momento en que me movía incluso un centímetro, me cortaba.
—La única razón por la que no te follo en esta cama ahora mismo es porque disfruto más verte de esta manera, resiliente, luchando, y aunque tenga que esperar, disfrutaré más hacerte mía cuando me ruegues por ello —se burló con demasiada confianza en sus palabras—. Créeme que he tenido mucho autocontrol, saborearte tan poco me ha hecho solo desearte aún más —me sonrió bajando la mirada para que la siguiera y notara la erección que poseía, que solo me hacía que me negara aún más a tener sexo con él.
Me había hecho la idea, aunque no fuera apropósito, del tamaño de su miembro dado a lo grande que era en todo sentido. Pero esa cosa erecta era peor verla que imaginarla. No era como si tuviera otro pie, pero no estaba lejos del medio metro, y el grosor era mayor a mi brazo, solo era posible eso en un cuerpo como el suyo.
—Lo siento, siento haberlo golpeado —mis disculpas llegaron al mismo tiempo que mi orgullo se fue, si tenía que humillarme para que me dejara ir intacta sexualmente, era un precio que no me importaba pagar en estos momentos, si me follaba con esa cosa iba a destruirme de una manera que no sabía si podría llegar a recuperarme—. No volverá a ocurrir.
—No voy a tocarte, por más que quiera —me recordó soltando los hilos de mi cuerpo de nuevo—. Pero me gusta esa sumisión de tu parte, comienza a llamarme como el resto de la familia, quiero escucharlo de tus labios —necesité respirar profundo para responder de una manera "no adecuada", si hacía lo que quería, me dejaría en paz, llegaríamos a Dressrosa y podría continuar mi vida dentro de lo que podía, sin que me molestara.
—Amo —lo llamé evocando que me sonriera de nuevo, como si le gustara que lo llamara así.
—Ven aquí, y te dejaré en paz como tanto ansias —me llamó haciéndome caminar hacia él con el valor que aun poseía, si me volvía a revelar solo caería en un círculo tóxico, donde él me inmovilizaba, me hería, discutíamos y me soltaba—. Tengo todo un harem de mujeres esperándome en casa, no voy a usarte de esa forma —exclamó sonándome a pura manipulación emocional mientras caminaba a él hasta quedarme a poco centímetros de distancia.
Aun sentado en la cama, lo que lo hacía ver más bajo de lo que era, le llegaba por los hombros, por lo que tuve que alzar mi mirada para verlo al rostro esperando que era lo último que quería de mí. Su mano volvió a acariciarme como comenzaba a hacérsele costumbre, resultándome más escalofriante que nada.
—Que no se repita —me amenazó sin dejar de sonreírme ni acariciarme—. No voy a ser tan gentil, ¿me escuchaste?
—Sí, amo —respondí sintiendo mis propias palabras amargas en mi boca, al no poder creerme como me hacía humillarme solo por diversión—. ¿Puedo retirarme o necesita algo más?
—Voy a recompensarte por lo que hiciste en Punk Hazard, entenderás que puedo ser piadoso si te comportas —odié como me hablaba como si fuera una niña pequeña a la que solo acababa de reprender, por lo que me limité a asentir de mala gana—. Ya puedes irte, llegaremos pronto a Dressrosa, si necesitas algo pídeselo a Baby 5… voy a cumplirte el deseo de no tener que vernos por unas dos semanas —estaba casi segura que mis ojos brillaron al escuchar eso, catorce días sin tolerarlo era casi un regalo divino.
—Gracias, amo —me limité a responderle con intenciones de irme antes de que sostuviera mi mano para detenerme y lanzarme a su cuerpo para besarme de nuevo, más fugaz que la primera vez. Menos excitante, pero igual de íntimo, al sentirlo saborearme en cuestión de segundos—. ¿Eso porque fue? —las palabras llegaron a mí antes de que las procesara, esperando no haberlo hecho enojar.
—Me gusta besarte.
