Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.
Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.
Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.
No podía decir que en comparación con esta vida, extrañara la anterior del todo, quizás lo sencillo que era vivir sin que corrieras mucho peligro, al contrario de este. Pero lo que si podía extrañar era la tecnología, detestaba desde tomar apuntes con un lápiz en un cuaderno, hasta hacer los bocetos de mis ideas a mano. Me había acostumbrado con los años a hacerlo, pero aún me resultaba algo arcaico.
Lo peor es que ni siquiera sabía cómo producir o hacer que lograran la tecnología a la que estaba acostumbrada. Si hubiera estudiado algo relacionado a la robótica, quizás no estuviera tan hastiada de terminar llena de carbon de mi lápiz gran parte del día. Más que por intentarlo, por nostalgia, dibujaba algunos de los objetos que aun recordaba en el ámbito tecnológico con algunas notas alrededor, quizás si le enseñaba algo de eso a Caesar podría producir algo parecido.
Aunque el científico loco era más de biociencia. Suspiré llevándome una magdalena a la boca y cerrando ese cuaderno para continuar con el que llevaba Smile en la portada. El problema de la producción radicaba en las habilidades de los tontattas, por ellos habían tantos fallos. Pude usar algo de biogenética en la fórmula para reducirlos, pero no por completo. Plantear hacer la producción a la antigua no estaba a consideración, tardaría más del triple del tiempo en tener cosechas. Lo cual no equipara el coste de producción.
Si producían unas 100 Smiles, de las cuales 50 funcionaran, no era igual a producir 30 en esa misma cantidad de tiempo y que funcionaran todas. Era más efectivo, pero a la familia solo le importaba el dinero, y Kaidou estaba dispuesto a pagar el riesgo de las que no funcionaban.
Estaba anotando esto en una esquina de una hoja, cuando supe que estaba en mi puerta apenas segundos antes de que fuera abierta, evocando que soltara mi lápiz y lo mirara en silencio. Recordándome no hacerlo enojar, se acercaba el final del año, y necesitaba conseguir que me dejaran salir del castillo sin escoltas.
—Baby 5 dijo que me buscabas —comentó cerrando la puerta con sus hilos para caminar hacia mi escritorio, y sentarse en la silla que solía tomar mi mejor amiga cuando me visitaba, resultando miniatura para su tamaño—. Que querías un favor —casi susurró las palabras intimidándome al instante, necesitaba mantener la calma.
—Quiero poder salir del castillo, amo —solté mi petición con sumisión logrando hacerlo sonreír abiertamente—. He estado trabajando en armas para la familia, nuevas adquisiciones, ideas mías, sé que no puedo pedir algo de gratis.
—Trébol me ha mantenido informado de eso —no me sorprendió que lo supiera, era imposible ocultarle algo en este país, y mucho menos en el castillo—. ¿Por qué quieres salir? —comentó sin estar segura si hablaba con interés con molestia por tal petición. A veces resultaba difícil ver a través de esas gafas y perpetuante sonrisa que ocultaban sus emociones.
—No estoy pensando escapar si es lo que teme —le aclaré sin dudar, cerrando el cuaderno que llevaba en mis manos para ponerlo a un lado junto con el resto—. Si lograra llegar al puerto, nadie me dejaría llevarme un barco, y aunque lo hiciera, usted es más rápido que uno —añadí encogiéndome de hombros, escapar nunca estuvo entre mis consideraciones ni siquiera a futuro—. Quiero salir para poder encontrar a la nieta del antiguo Rey Riku —respondí su pregunta sin más vacilaciones evocando que se riera de manera siniestra.
—La niña huérfana, la sobrina de Violet —exclamó como si lograra recordar a quien se refería—. ¿Para qué?
—Es una niña, sin padres, sola allí fuera, quiero encargarme de ella —expliqué con calma sin permitirme exaltarme—. Sé que es parte de la familia que tomó el país cuando Donquixote subió a Marie Geoise, pero es solo una niña, solo tiene doce años, y lo que le espera en su futuro es algo que quiero evitar —añadí con verdades a medias sin poder haber previsto que llevara su mano a mi rostro para acariciarlo, mientras me contenía de no quitársela de un golpe por su atrevimiento.
—Ese favor es más caro que las armas desarrolladas que me proporcionaste —maldije al escucharlo con tal arrogancia—. Dejarte en el país por tu cuenta, no es un problema, pero nada me garantiza que no uses a esa niña en mi contra en unos años —casi juré que leía la mente por un segundo, pero solo recordé que era un paranoico.
—¿Qué quieres como pago? —pregunté tomando valor para colocar mi mano sobre la que él tenía en mi rostro—. No voy a traicionarte, una niña no podría hacer nada en su contra, el país odia al antiguo rey, no importa lo que haga eso no va a cambiar —intenté apelar a su parte sensata y lógica—. La criaré lejos de la ciudad, en medio de la nada, lejos de las demás personas y de la familia, por favor, solo no quiero que esa niña siga sola ahí fuera —su sonrisa maliciosa fue primero antes de que usara su mano para atraerme a su cuerpo y besarme con fuerzas.
Las primeras dos veces que llegó a besarme había sido menos esperado que esto, por lo que resistirme no estuvo ni en mis primeros instintos, disfrutaba la manera en que lo hacía. Por más que asqueara a mí misma en el proceso, la manera en que mi cuerpo reaccionaba a él era irresistible, por lo que en el momento en que me sentó en el escritorio para mover sus labios contra los míos, solo me dejé llevar.
Tal como nuestro primer beso, en el momento en que deslizó su lengua por mis labios, lo dejé pasar, logrando hacerme gemir en su boca en el momento en que rodeó la mía con la suya, para luego apretarla. Ni siquiera sabía que algo así era posible, pero no podía negar tampoco que era algo a lo que podría acostumbrarme. Sin estar segura de que me dejaría participar, en cuanto me soltó la lengua, llevé el juego que tenía a su boca. Casi juro que lo sentir sonreírme en mis labios cuando lo hice.
Dejando más notable que antes la diferencia de tamaños, apenas logré jugar con nuestras lenguas en su boca antes de que me introdujera la suya por la garganta de golpe, follandome con ella sin lograr atragantarme, sin tener idea de cómo lo hacía, pero mi parte baja gritaba que siguiera haciendolo, al mojarme por solo un beso. Ni siquiera ahora dejaba en duda la razón por la que tenía tantas mujeres gritando por su atención, si las hacía sentir la mitad de la cosas que me provocaba, no podría culparlas del todo.
Con un gemido de decepción, dejé que terminara el beso para que pudiera respirar. Ni siquiera noté que me faltaba el aire hasta que mi boca dejó de ser invadida por la suya. Mis manos en algún momento sin haberme dado cuenta se habían aferrado a su abrigo de plumas con fuerzas, y recién lo notaba por la textura que comenzaba a sentir en mis manos, y lo cerca que aún estaba de él. Al no haber sido capaz de abrir los ojos.
No quería ver como seguro estaba sonriendo con arrogancia porque no podía negar lo mucho que me había gustado que me besara, aun cuando lo golpeé la primera vez que lo hizo.
—Sé mía —susurró sobre mis labios logrando que los abriera de golpe y lo observara a una escasa distancia, que me hacía hasta sentir su respiración en mi rostro—. Déjame tomarte ahora, y aceptaré tu petición.
—No —me negué de inmediato soltando su abrigo y retrocediendo un poco para poner distancia entre los dos—. Me estás pidiendo demasiado, no voy a ser tu objeto sexual, ni…
—Serías mi amante —me corrigió llevando su dedo a mis labios que se sentían hinchados al tacto de su piel—. No puedes negar que también lo deseas, lo disfrutas, te gusta la manera en que te hago sentir —exclamó en un susurro que sonaba casi sensual en sus labios—. No solo obtendría placer de tu cuerpo, te lo recompensaría con la misma cantidad, esto solo sería una pequeñez con lo que puedo llegar a provocar en tu cuerpo.
—No hay placer que pueda recompensar el asco que sentiría por mí misma si me dejara tomar de esa forma —me negué de nuevo bajándome del escritorio por la parte de atrás para volver a mi asiento, sintiéndome un poco más segura a esa distancia—. Tienes razón, me gusta cuando me besas, pero el odio que tengo por ti es mayor que eso —su risa invadió mi oficina en vez de enojarse—. ¿Te parece gracioso?
—Me parece justo —respondió sin entender a que se refería—. Solo debo hacer que te guste más que te toque a lo que me odias —comentó como si fuera sencillo—. Si llegaras a separar el placer de tus sentimientos, sería más fácil —añadió sonándome a lo que Baby 5 me había dicho, que solo me dejara llevar y no me importara lo mucho que lo odiaba, solo sería sexo.
—Es difícil cuando eres lo que más odio en este mundo —expresé sin mucho detalle antes de negar, tampoco quería explicarle porque lo odiaba, lo mucho que sabía sobre los dragones celestiales—. ¿Entonces no va a dejar que salga? —pregunté sobre mi petición como si nada hubiera pasado logrando hacerlo reír, volviendo a mi tono de respeto hacia él—. El precio que puso es mucho mayor al favor que estoy pidiendo.
—Entonces es mejor que no perdamos el tiempo de ninguno de los dos —se levantó de su silla, haciéndome casi imposible de ver la notable erección que llevaba ahora por mi culpa. Pero eso no era nada en comparación a como truncaba mis planes de cuidar de Becah, por lo que volví mi mirada hacia arriba, mientras me ponía de pie casi por inercia.
—Por favor Doffy, es solo una niña —casi supliqué sin pensar ni saber porque ahora me sonreía complacido. Necesité unos segundos antes de darme cuenta como lo había llamado por inercia—. Lo siento señor, no debí…
—Dime así de nuevo —me interrumpió sin entender si estaba jugando conmigo o si hablaba en serio. Temía que me golpeara si lo obedecía, pero las probabilidades que igual lo hiciera sino obedecía eran mayores.
—Doffy —lo llamé casi en automático por tal exigencia, antes de volver de sentir sus labios sobre los míos.
Era demasiado rápido al moverse como para poder prever cuando hacia eso, pero igual me dejé llevar, apenas limitándose a saborear mis labios, para luego abandonarlos y besar la comisura de ellos, bajar a mi cuello para lamerlo, haciéndome cerrar las piernas como auto reflejo. Había sentido la humedad bajar por ellas cuando hizo eso. Lograba hacerme olvidar quien me tocaba en cuanto su piel entraba en contacto con la mía.
Apenas sabía que estaba ocurriendo, al sentir como me tomaba con sus hilos para elevarme del suelo, y continuar pasando su lengua de mi cuello al inicio de mi pecho, lo cual me hizo volver en sí. Si dejaba que continuara no iba a poder detenerlo.
—No —apenas dije con un hilo de voz en medio de un gemido, logrando que se detuviera de continuar—. No quiero que sigas —casi supliqué con la respiración exaltada, como si hubiera corrido por horas. Sentía mi corazón chocar contra mis costillas por la excitación que me había provocado.
—Cambiaré mi propuesta, deja que siga besándote y tocándote cuando yo quiera y dejaré que salgas a cuidar a esa chiquilla —me dijo dejándome en el suelo de nuevo, logrando que lo mirara algo sorprendida por ello.
—Estás demasiado obsesionado con follarme, estoy segura que tienes muchas mujeres que van a retorcerse de placer por ti… —intenté bromear logrando hacerlo reír interrumpiéndome.
—Ninguna ha aguantado tanto como quisiera —no supe porque eso hizo que mi cuerpo se estremeciera por completo al entender a que se refería—. No es nada personal, Heis, solo que eres casi tan fuerte como yo, podrías soportar que tengamos sexo por horas sin morir en el intento —no necesitaba verme en el espejo para saber que tenía mi rostro rojo y su risa me lo confirmó—. No estoy interesado en ti de otra manera que no sea solo curiosidad sexual, nada más. Deberías verlo de la misma manera.
—Eso me deja más tranquila —confesé sin mentiras de por medio, saber que solo estaba interesado por mi fuerza y aguante, me hacía sentir más aliviada que creer que le gustaba o le atraía de alguna manera más íntima—. ¿Qué ganas si acepto?, no…
—Terminarás acostumbrándote a tener contacto físico conmigo, con suerte terminarás por separar sus sentimientos del deseo y me dejarás follarte como quiero —respondió de manera directa logrando hacerme reír por su sinceridad—. ¿O tienes miedo de que tenga razón?
—Acepto —respondí su propuesta con valor dando un salto del suelo al escritorio para estar casi a su altura y poder verlo de frente—. ¿También vas a querer que te siga llamando Doffy? —me acerqué hasta llegar a la orilla del escritorio—. Vas a detenerte cada vez que sienta que vamos muy lejos, sino te detengo eres libre de hacer lo que quieras, es mi condición.
—Te dije que no era un violador Heis —me recordó sonriéndome, antes de que escucháramos la puerta siendo tocada por fuera.
Di un salto hacia atrás, cayendo en mi silla, mientras acomodaba mi cabello con rapidez, el cual al ser ondulado no necesitaba mucho para arreglarse. No necesitaba que hablaran para saber de quien se trataba, y no quería que me viera como estaba.
—Adelante —dijo Doffy por mí dejando entrar a Baby 5, la cual hizo una reverencia en forma de disculpas desde que entró.
—Lamento interrumpir, puedo volver luego…
—Ya me iba —la interrumpió el rubio aun serio frente de mí—. Baby 5, Heis tiene permiso de dejar el castillo, acompáñala a conocer Dressrosa para que no se pierda —le pidió sorprendiéndome un poco.
—Sí joven amo —aceptó la azabache con rapidez.
—Heis —me llamó logrando que alzara la mirada haciendo contacto fascial, dado que no podía decir a los ojos, al tenerlos escondidos en sus gafas. Se mantuvo con la mirada fija por unos segundos, evocando que me pusiera de pie por si eso era lo que quería antes de que nos dejara solas—. Ven a cenar con la familia, nada de encerrarte aquí, sino vendré a buscarte —me advirtió logrando que le sonriera de lado antes de asentir.
—Deacuerdo, sino… —antes de que lo echara solo se acercó a besarme de manera corta en los labios, sonrojándome por tal demostración física delante de un miembro de su familia.
—Hablo en serio —se limitó a decir mientras se alejaba de mí para salir de la oficina, dejándonos solas.
