Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.


Intenté no sonreír en cuanto el emplumado cerró la puerta, no por haber disfrutado la manera en que me trató. Porque no era idiota para saber que solo me utilizaba, no había ningún interés de su parte en mí más que solo usarme a su antojo. Sonreí por no poder creer que me había dejado convencer de esa manera.

Mi cabeza cayó en mi escritorio de golpe, sin poder negarme que había disfrutado de su tacto. Mi cuerpo reaccionaba casi por instinto en cuanto él me tocaba. Lo odiaba, cada vez más mi odio solo aumentaba. Era todo lo que detestaba en un hombre, no solo por las cosas que había hecho sino por lo que pensaba, su forma de actuar, su falta de empatía.

Mantuve mi cabeza en la madera en silencio sin querer imaginarme si alguna vez mis hermanos se enterarían de esto. De dónde he estado los últimos meses. Consideré retroceder mi palabra, olvidarme de ir por Rebecca, pero mis piernas no se movieron, mi cuerpo me recordaba lo bien que se sentía cuando me tocaba, no quería que dejara de hacerlo. Estaba resistiendo lo suficiente para no haber dejado que terminara de seducir y follarme en mi escritorio.

Lancé un gran suspiro de cansancio al levantar la cabeza para buscar la libreta donde tenía anotado la lista de cosas que necesitaría para llevarle a la pequeña Rebecca. Y los lugares en dónde sospechaba que podría estar al no recordar con claridad su paradero actual. Recordaba vagamente que antes de vivir en el coliseo, se encontraba habitando con el soldado de juguete en lo que creo que era una poblado abandonado.

Casi por inercia, tomé mi lápiz para dibujar las pocas escenas que recordaba de la niña en ese lugar. No tenía colores para darle mejor acabado, pero esperaba que fuera suficiente para que Baby 5 tuviera sospechas de ubicaciones al tener tantos años viviendo en este país.

—¿Qué dibujas? —me sorprendió la azabache al acercarse fumando a mi escritorio y observar lo que hacía.

—Un lugar que apenas recuerdo —respondí aún pensativa intentando recordar algo más al respecto—. Quiero buscar a una niña, que se encuentra ahí —señalé el dibujo—, Doffy me permitió cuidar de ella.

—Con ese era el favor que querías —exclamó dejando salir el humo de su boca y sonreír de algo que no llegaba entender—. ¿Aceptaste estar con él a cambio de esto? —preguntó de golpe sin sorprenderme, sabía que la azabache vestida de maid era demasiado entrometida para no decir nada del beso que presenció tan intimo entre nosotros antes de dejarnos solas.

—No del todo —respondí con una media sonrisa—. Accedí a que me tocara y besara cuando quisiera, siempre y cuando se detuviera si se lo pedía —no me preocupé en contarle sobre mi trato con su amo—. Él tiene la certeza que con el tiempo me terminaré acostumbrando a su contacto físico y terminaré cediendo… —me encogí de hombros sin darle importancia para luego arrancar la hoja donde estaba la lista de las cosas que necesitaría para Rebecca—. Necesito estas cosas, quiero que mañana me acompañes a buscar a la niña… —le indiqué logrando que tomara el papel, lo doblara y lo guardara.

—Aún no terminamos de hablar —me advirtió con un tono serio que me alertó un poco mientras tomaba asiendo en una de las sillas delante de mi escritorio donde solía sentarse para hablarme mientras trabajaba—. El amo es mi familia, pero me preocupo por ti, eres como una hermana para mí —me sorprendió su familiaridad logrando que le sonriera de lado—. ¿Vas a estar bien con ese trato?

—¿No eras tú quien me decía que apartara mis sentimientos y cediera? —contrarresté su pregunta con otra riendo—. Mis emociones siguen intactas, odio a Doffy, odio quien es, lo que hace, y lo que me ha hecho —enumeré sin dudar ni titubear para que no quedaran dudas de ello—. Pero me gusta, lo cual también odio, me gusta la manera en que me hace sentir cuando me toca, y como mi cuerpo reacciona a él, aun no cedo para tener sexo con él…

—Deberías organizar tus sentimientos antes de que te hagas daño —me sorprendió que me dijera la azabache con una sonrisa comprensiva, haciéndome considerar que realmente era mi amiga y no que solo me vigilaba por su amo—. Saldremos mañana temprano, intentaré averiguar donde es tu dibujo, sino logro encontrar el lugar, buscaremos juntas —cambió de tema como lo necesitaba haciéndome asentir con una sonrisa.

Llevándose mi dibujo y mi lista, Baby 5 me dejó sola en la oficina apenas terminamos de hablar, sin yo quejarme por ello, le había dado un rango muy corto de tiempo de buscar aquellas cosas. Aunque tampoco era culpa mía, no esperaba que Doffy me diera permiso hoy para encargarme de Rebecca, ni siquiera había considerado verlo por otros días más.

Suspiré negando, para empezar a recoger mis cuadernos, y materiales en su lugar, dado que era casi hora de cenar. Le había dicho al emplumado que cenaría con la familia, y conociéndolo se atrevía a venir a buscarme si faltaba a mi palabra. Lo último que quería era enfrentarlo de nuevo en tan corto período de tiempo, no podía negar que ansiaba volver a besarlo, pero intentaba no dejarme llevar por mis bajos instintos.

Como era usual, la familia se encontraba reunida en el comedor ya comiendo en cuanto entré, sin ninguno equiparar mucho en mi presencia, era algo a lo que me había habituado. Ninguno de ellos solía esperar a que bajara a comer, y no iban a retrasar su comida solo para esperarme. Lo único que cambió de la rutina establecida este último mes era que Doffy se encontraba en la cabecera de la mesa, observándome desde que hice acto de presencia.

Ni siquiera tuvo que decirme algo para saber que esperaba que me sentara en la silla vacía a su lado. Lo cual no dudé en hacer, no quería conflictos por pequeñeces.

Delante de mí asiento ya se encontraba servida la comida que solía comer, lo cual no pregunté porque. Lo único que quería era terminar mi plato y salir casi corriendo de ese lugar directo a mi cama a descansar. Mañana sería un largo día, tenía que encontrar a Rebecca y rezar porque no me tratara con hostilidad una vez lo hiciera, después de todo era una extraña. En su defecto si sabía que era parte de la familia Donquixote solo tendría más desconfianza hacia mí.

Me senté pensando en ello, empezando a comer casi por inercia ignorando las conversaciones a mi alrededor en las cuales no me obligaban a participar. Era una de las pocas cosas que agradecía, que no me hicieran sentir incomoda al incluir en sus conversaciones o mencionarme en ellas, era casi como si pretendieran que no estaba ahí. La única persona con la que me gustaba hablar, no se encontraba.

Pensé en que quizás Baby 5 se adelantó a buscar las cosas de mi lista y luego comería algo, dado que mientras más tarde se hacía, más difícil sería.

Sintiendo un alivio inmediato al terminar de comer, miré a Doflamingo para indicarle me retiraba para luego hacerlo. Salir casi corriendo de ese lugar al cual dudaba que alguna vez podría pertenecer, solo era un hogar temporal, uno que me duraría otros cuatro años antes de Luffy viniera por mí. Lo cual no era tanto tiempo en comparación a los diecisiete que tuve que esperar para asegurarme que mi gemelo estuviera a salvo.

Pensando en ello subí las escaleras corriendo directo al tercer piso, aún era temprano para dormir, pero quería descansar lo suficiente y leer un poco por placer antes de caer dormida. Desahogar mi mente lo suficiente para relajarme, todavía me encontraba con mi cerebro pensando demasiado para ello.

A pesar de ello así estuve preparada para el acercamiento de mi verdugo al sentir subir las escaleras mientras me limitaba a caminar por el pasillo, girando mi mirada hacia él, al saber que me había seguido para ir por mí. Si lo evitaba solo alargaría todo.

—¿Necesitabas algo? —le pregunté cruzándome de brazos recostada en la pared entre nuestras puertas.

—El lugar que le dibujaste a Baby 5, sé dónde es, ya le indiqué la dirección —me respondió sorprendiéndome bastante su disposición a ayudarme, pero la sorpresa se fue tan rápido como llegó. Recordándome que él no hacía nada de gratis.

—Supongo que quieres algo por eso —suspiré algo cansada encogiéndome de hombros y separándome de la pared.

—No —me tomó fuera de mí antes de acortar la distancia entre nosotros, acorralándome contra la pared—. Ya tengo lo que quiero de ti —añadió llevando su mano a mi cintura acariciando mi abdomen que solía llevar al descubierto.

—No quiero que alguien más que Baby 5 nos vea en el pasillo de esta manera, no quiero que ni tu familia, ni el personal de este casillo crea que soy tu puta —le advertí al saber que quería volver a tocarme, y que estaba por besarme en medio del pasillo, aún era temprano para que cualquiera pudiera encontrarnos.

—Todos saben que eres mía —me contradijo apartando su mano de mi abdomen para tomarme del brazo y arrastrarme hasta su puerta que no tardó en abrir con sus hilos—, te reclamé como tal desde el momento en que te traje a este castillo.

—No es lo mismo que me vean siendo usada por ti sexualmente —me defendí con valor intentando no ir demasiado lejos con mis palabras. Tenía que aprender a tratar con él, como se trata con una torre de naipes de cristal, moviéndome con destreza para que no destruya todo lo que he construido con un solo movimiento o palabra—. No es lo mismo que me vean como tu propiedad a como la puta que puedes usar para desahogarte cada vez que quieras, sería denigrante ser… —intenté continuar haciéndome callar al arrojarme en sus brazos y unir sus labios con los míos sin oponerme a ello.

Dejé de pensar, fue lo único que pude hacer al cerrar los ojos y dejarme llevar. Dejar de pensar que me estaba besando el hombre que tanto odiaba, si era necesario disociaría el Doflamingo que conocía a la perfección, del que era cuando estábamos a sola de esta manera, mientras lograba sentirme a cómoda con esto. Debido a la cercanía entre nuestros cuerpos, guie mis manos por todo su pecho, sintiendo cada duro músculo en ellas.

Sonreír sobre su boca al dejarlo invadirme con su lengua, logrando excitarme con ella como tanto comenzaba a gustarme. Mis piernas comenzaron a fallarme, por lo que terminé llevando mis manos a su abrigo para sostenerme. Ni siquiera estuve segura de que ocurrió después, al solo sentir la cama debajo de mi espalda, y el peso de Doffy sobre mí sin dejar de besarme.

No me atreví a pensar con serenidad al intentar quitarle el abrigo emplumado de encima, y él terminar de quitárselo, déjame poder acariciar todo su cuerpo, lo cual me gustaba más de lo que debería. Pequeñas ideas de como las cosas hubieran sido distintas sino fuera el psicópata que conocía, quizás en otras circunstancias no estaría tan negada a estar con él, quizás…

Gemí de frustración al sentirlo abandonar mi boca, al querer que continuara besándome, era demasiado bueno en ello para privarme de ese placer si tenía que acceder a esto. Sin embargo mi frustración fue amortiguada al sentirlo lamer mi cuello e inutilizar mis brazos, extendiéndolas con sus hilos para que no pudiera moverme. En otra ocasión me habría quejado o defendido de que me privara de mi movilidad, pero de alguna manera me mojaba por tal control sobre mi cuerpo, esperando con ansias como iba a proseguir.

La respuesta llegó al sentir y escuchar como rasgaba mi corta blusa junto con mi sostén, y sentía el aire chocar con mis senos. Intenté quejarme de que no siguiera tan lejos, pero antes de que pusiera hacerlo, terminé arqueándome de placer al sentir succionar uno de mis pechos con fuerzas, lamiéndolo por completo de una manera que tampoco sabía que era posible. El gemido debido al placer que me provocaba no pudo ser atrapado por mis labios, mucho menos al aferrarse a mi anatomía como si fuera un lactante, con fuerza en mi pezón.

Necesitaba más, por primera vez desde que me había tocado, necesitaba más que su toque, necesitaba que me hiciera llegar al orgasmo. Aun si me dejara ahora ir a mi recamara no podría hacerme terminar como él podría. Por ello no me quejé ni pensé al sentirlo bajar un poco mis shorts, sin ni siquiera detenerme a pensar en qué momento me quitó el cinturón o lo desabotonó.

Escuchando mi cuerpo más de lo que esperaba, no se preocupó en quitármelo, sino que lo dejó de manera parcial, al igual que mi ropa interior, el espacio suficiente para introducir uno de sus dedos en mí, evocando un grito ahogado de mis cuerdas vocales. Había sido tocada de esta manera antes, muchas veces, pero sus dedos podían emular en longitud un pene normal, por lo que no se sentía como si solo estuviera tocándome, sino que me estuviera follando con su mano mientras su boca no se apartaba de su pecho.

—Por favor —supliqué logrando que introdujera un segundo dedo que le agregaba el grosor suficiente de cualquier miembro común, para poco después usar su pulgar para rozar mi clítoris sin dejar de penetrarme con sus dedos.

El clímax llegó antes de lo que tenía previsto, inundándome por completo el cuerpo de un placer y relajación, que me mantuvo quieta en silencio por lo que pareció una eternidad. Ni siquiera me quejé en cuanto sacó sus dedos de mi interior, o dejé de sentirlo encima de mí, y en cambio el peso se desplazó a mi derecha en la cama.

En cuanto sentí que mis manos eran liberadas, las llevé a mi rostro para ocultar la sonrisa que llevaba, la expresión de completa satisfacción que debía tener debido a él. Detestaba que pudiera cumplir con su palabra, sentirme así por su toque. Quería llorar y sonreír a la vez, por lo que solo me limitaba a cubrir mi rostro intentando olvidar en donde estaba.

Sin que me dijera nada, ni enfrentarlo, descubrí mi rostro para poder usar mis manos y subir mis pantalones junto con mi ropa interior, abotonándolo al acomodarlo de nuevo en su sitio mientras me giraba para darle la espalda. Intenté buscar la parte de arriba de mis prendas pero solo encontré los retazos debajo de mí, de los cuales me limité a tomar la blusa para improvisar un sostén, que me cubriría lo suficiente para ir hasta mi habitación. Con suerte nadie me vería de esta manera.

—Podrías quedarte —su voz me hizo temblar internamente logrando que me detuviera de pararme de la cama, y dejar que me tomara por la cintura para sentarme en sus piernas, presionando la gran erección que tenía debajo de mis glúteos—. Te daré más de eso… —recosté mi cabeza en su pecho antes de alzar la mirada y sonreírle de lado al verlo al rostro.

—Fue suficiente por hoy —le aseguré apartando sus manos de mi cuerpo para poder pararme de la cama quedándome de pie delante de él, sin sus largas piernas en la ecuación, estar así lograba que pudiera solo alzar un poco la mirada para estar a su altura—. Dijiste que te detendrías si…

—Como quieras, tengo quienes puedan terminar lo que comenzamos —exclamó con arrogancia mientras intentaba no sentirlo con un ataque directo a mi orgullo, calmándome al asegurarme que era mejor que tuviera a otras mujeres, quienes lo satisfagan de la manera en que me negaba hacerlo.

—Que lo disfrutes —me atreví a decirle con una sonrisa burlona al saber que no sería así gracias a sus propias palabras, según él por más que buscara a una mujer, ninguna aguantaba más de una vez, por lo menos no vivas, eran muy débiles para satisfacerlo por completo.

—Vas a terminar cediendo, deberías dejar de alargar ese momento también —me advirtió logrando hacerme reír, al no querer aceptar que tenía razón, retroceder y dar la vuelta para caminar hacia la salida.

—Cuando deje de sentirme asqueada cada vez que terminemos —exclamé sin haber tenido intención de prometerle algo o amenazarlo, solo lo dije sin pensar, al sentirme de esa manera ahora. Con asco, ganas de vomitar por haberme permitido hacerme sentir placer de ese psicópata homicida—. Por lo que único que siento cuando dejas de tocarme, es asco por gustarme tanto lo que me provocas —limpié mi rostro tan pronto sentí que se humedecía por mis lágrimas.

—Lo complicas demasiado —me regañó sintiéndolo acercarse a mí logrando que me detuviera delante de la puerta con la mano en el pomo—. No tengo sentimientos por ti, esto es solo placer, nada más, deberías verlo de la misma manera —giré a enfrentarlo encontrándomelo de pie delante de mí con su sonrisa burlona que solía llevar dándome ganas de golpearlo por disfrutar mi dolor y confusión, pero en vez de eso me mordí mi labio inferior para no hacerlo.

—Feliz resto de la noche, tengo cosas que hacer temprano mañana —me despedí dando un solo paso hacia él, dejando en claro la diferencia de tamaños, apenas le daba por el pecho, muy lejos de estar parejos, ni siquiera empinándome lograría besarlo, lo cual era a veces un poco frustrante—. Si me permites, me retiro.

—Si quieres que te bese solo debes pedirlo —no pude quejarme antes de que se inclinara y poseyera mis labios de la manera en que comenzaba a gustarme demasiado, intentaba que no fuera así. No sentir nada, pero mis labios solo le seguían el ritmo en cuanto los tocaba—. Buenas noches Heis, sino terminas de irte te terminaré amarrando y follando toda la noche.

Sintiendo el calor en mi rostro, me aparté de él para correr a la puerta y terminar de salir de su habitación, sin tener idea de lo que estaba haciendo. Necesitaba hablar con alguien, alguien que pudiera entenderme, que pudiera darme un mejor consejo que Baby 5.