Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.


Una vez Viola me dejó sola en mi recamara, me apresuré en asearme para empezar mi día sin permitirme pensar en otra cosa que no fuera aprovechar cada minuto que pudiera. Conociendo a Doffy como lo hacía, comencé por apresurarme a adelantar algo de trabajo antes de desayunar, si mi trabajo decaía por mi tiempo con la pequeña Rebecca, el psicópata me lo echaría en cara, no quería darle una sola razón para reclamarme.

Por suerte gracias a los progresos del último mes no tenía mucho pendiente, aun el último lote de Smile no era analizado por completo por Caesar, por ende no me había enviado datos nuevos para analizar. Había entregado una gran cantidad de prototipos de armas, por lo que tampoco tenía nada atrasado en ese ámbito, solo me dediqué a investigar y estudiar un poco con respecto a que podría aportar nuevo de lo que sabía.

En cuanto dieron las ocho de la mañana, una de las sirvientas del personal me llevó mi desayuno, el cual devoré con prisa para poder ir hasta mi habitación a alistarme para salir a buscar a Rebecca. Mi apariencia no era algo que solía preocuparme, peleaba con poca ropa en coliseo delante de todos, y era normal en este mundo que usara ese tipo de atuendo, sobre todo en clima cálido de este país, sin embargo, quería algo que no llamara la atención.

No quería que los ciudadanos me reconocieran en la calle, o que supieran a donde iba. Aun sin muchas ganas de ello, terminé por colocarme unos pantalones negros largos de algodón, y una blusa blanca, junto con unas botas nuevas que Baby 5 me había dejado en mi habitación. Até mi cabello y lo trencé en una larga coleta que caía por mi espalda, dándome una apariencia algo diferente a lo habitual. Esperaba pasar desapercibida de esta forma.

Casi al terminar de alistarme, Baby 5 entró a mi habitación con las cosas que le había pedido, observándome de pies a cabeza sin disimulo. Me limité a sonreírle de lado negando una vez terminé de arreglar mi cabello. Me conocía lo suficiente para saber a que se debía mi cambio de imagen sin que tuviera que explicárselo.

—El camino es un poco largo, pero llegaremos en unas dos horas —me comentó la azabache sin hacerme protestar por ello, estaba acostumbrada a caminar grandes distancias antes de venir aquí.

—Me terminaré acostumbrando con el tiempo —exclamé un poco pensativa antes de negar y ponerme de pie—. Por cierto, cuando lleguemos, quiero que me dejes a solas con la niña, puede llegar a malinterpretar las cosas si nos ven juntas —dije caminando hacia ella sin decoro en mis palabras—. Eres parte de la familia que asesino a su madre, no quiero que se sienta amenazada.

—¿Entonces no vas a decirle quien eres en realidad? —me cuestionó mirándome algo extrañada y casi podía jurar que molesta. Entendía porque, pero ella me conocía lo suficiente para saber que no me importaba ser sincera al respecto.

—Si le miento, va a terminar odiándome cuando se entere de la verdad, solo no quiero que alguien más de la familia se acerque a ella, le han hecho mucho daño —respondí de manera directa sin rodeos al respecto, ya tenía suficientes problemas con ser un oficial superior de Doffy como para agravar la situación aun más teniendo a Baby 5 siguiéndome.

—Deacuerdo, solo te llevaré allá, el joven amo te tiene suficiente confianza para saber que no darás problemas si te dejo sola —aceptó al salir de mi habitación con mis bolsas en las manos, sin permitir llevarlas por mí misma—. Pero debes llevarte un den den mushi contigo, por si necesita comunicarse —añadió evocando que asintiera con mi cabeza sin encontrarlo extraño, era un pequeño precio a pagar por estar sola en este país sin nadie vigilándome de cerca.

No podía negar que me tentaba a salir huyendo en la primera oportunidad que tuviera, pero sabía que eso solo me traía problemas, la probabilidades de salir de aquí aun con dificultad eran escasas, y que Doffy no fuera a buscarme, eran casi nulas. Podía arriesgarme aun así, pero elegía no hacerlo, no cuando conocía cual sería la situación de Dressrosa si me perdía, volvería a hacer ese falso paraíso que todos se habían tragado.

Por ello no me quejé ni dije nada en todo el camino junto con Baby 5, hasta llegar a una casa que parecía abandonada, por lo menos en el aspecto exterior. Las paredes estaban descuidadas, cuarteadas, y sucias, la madera de las ventanas y puerta, tenía signos de moho, oxido en las bisagras. Parecía que en cualquier momento se derrumbaría, lo cual no me extrañaba, era difícil encontrar un buen lugar para vivir cuando solo eras una niña.

Respiré profundo antes de negar e ir hasta donde Baby 5, que se había quedado atrás en cuanto llegamos a la colina, para darme espacio y subir primero. Sin que tuviera que decirle algo al respecto, la azabache me ofreció las bolsas que llevaba, colocándolas en el piso entre nosotras, con una expresión no muy convencida de lo que estaba haciendo.

—Regresa antes de que oscurezca, y siempre responde si llegan a llamarte —me indicó sacando un pequeño caracol de su sostén y ofrecérmelo, el cual no tardé en tomar para ponerlo en uno de los bolsillos de mi pantalón. No tenía idea de si esas cosas sentían algo, dado que siempre lo había visto siendo llevados en pequeños lugares, pero no quería tener un caracol cerca de mi piel—. Debes regresar para la cena, al joven amo le gusta que nos acompañes —me recordó evocando que asintiera.

—Parece como si estuvieras dejando a una niña en la escuela por primera vez —me quejé en forma de broma sin a ella resultarle gracioso—. Sé cuales son mis obligaciones, y limitaciones, no es necesario que te preocupes por eso —aclaré tomando las bolsas sin esperar a que dijera algo más, me había costado meses conseguir esto, no iba arruinarlo—. Además Doffy no está en el castillo, y si no vuelve, no tengo porque preocuparme por llegar temprano —añadí con una falsa sonrisa ingenua.

—Suerte —se limitó a decirme mi mejor amiga antes de dar la vuelta para alejarse de mí.

Me intenté convencer que el costo de este favor era justo, al recordar lo que había pasado la noche anterior, y como si continuaba cediendo ante él, terminaría por volverme su amante. A cambio Rebecca terminaría de crecer con alguien que se preocupe por ella aparte del soldado, y la alejaría del coliseo, en donde estaba previsto que estaría en par de años. Luffy no tendría que rescatarla, algo que sabía que cambiaría algunas cosas de la historia, pero lo resolvería en un par de años, por ahora lo importante era conseguir la confianza de la pelirosa.

Tomé las bolsas sin dificultad alguna para poder caminar a la casa, quedándome de pie delante de ella. Ni siquiera tuve que tocar antes de que un soldado de juguete con una sola pierna saliera apuntándome con una pequeña espada, lo cual no me sorprendía. Era su guardián, su padre, y no dejaría que nadie la dañara. Aquel era mi primer obstáculo para llegar a la niña.

—¿Qué hace aquí la reina de corazones? —me acusó el juguete evocando que dejara caer las bolsas, sin haberme esperado que supiera quien era, por lo menos no de esa manera. Eso solo complicaba las cosas.

—Vengo sola, no en nombre de la familia Donquixote —respondí alzando las manos en modo de paz, para que viera que no intentaba nada extraño—. Quiero hablar con Rebecca —aclaré sin que el soldado dejara de estar en guardia—. Podría solo lanzarte lejos y buscarla, saber que no sería difícil —bajé mis manos para agacharme a la altura del juguete—. Quiero protegerla, porque ambos sabemos que si vinieran por ella no podrías hacerlo solo —le acusé con una media sonrisa sin él aun bajar la guardia.

—¿Quieres usarla? ¿Por qué un oficial Donquixote quisiera hacerse cargo de mi Rebecca? —soltó las preguntas que esperaba evocando que terminara por sentarme en el suelo, delante del juguete—. Si es acaso alguna estratagema…

—La familia Donquixote no está implicada en lo que estoy haciendo —respondí con pausa y calma sabiendo que no podría conseguir la confianza del soldado sino le decía la verdad—. No soy particularmente miembro de esa familia, más bien soy una prisionera con una cuerda larga —aclaré sonriéndole de lado—. No puedo irme de este lugar —confesé sonriéndole, logrando que bajara un poco su arma—. Kyros, sé lo mucho que has luchado para cuidar de tu hija, no te pido que dejes de hacerlo, sino que me dejes ayudarte.

—Sabes quien soy —dejó caer la espada seguro sorprendido, no podía decirlo con certeza al juguete no poder expresar muchas emociones, pero supuse que por su reacción lo había agarrado con la guardia baja—. ¿Cómo sabes quien soy en realidad? —me cuestionó sonando a una mezcla de alivio y dudas, logrando que me limitara a sonreírle—. Nadie recuerda a los juguetes cuando son convertidos…

—Lo sé —le respondí sin apartar mi sonrisa—. No puedo decir todo, ni como lo sé, pero sé quien eres, como terminas así y lo que haces por Rebecca —le dije la parte importante de lo que estaba al tanto—. La familia Donquixote, no sabe de esta información.

—¿Cómo lograste venir aquí entonces si eres una prisionera como dices? —exclamó sin poder culparlo por tenerme tanta desconfianza.

—Me volví una ficha valiosa para Doflamingo, y con varios favores, logré que me permitieran encargarme de Rebecca sin él intervenir en ello —respondí de manera sincera sin equiparar en inventar algo, si quería ganarme su confianza, la verdad era la parte más importante—. Viola está al tanto que vine aquí por su sobrina…

—¿Viola? —preguntó sonando sorprendido por la mención de ese nombre—. ¿Cómo está ella?, no he logrado verla mucho después de lo que pasó…

—No lo demuestra, pero ha sido difícil para ella —comenté con una media sonrisa—. Perdió a su hermana, su padre fue traicionado, y su país destronado por la misma familia a la que ahora tiene que servir —suspiré admirando la determinación de la morena, la manera en como tan joven se sacrificó por el bien de su padre—. Ella en su situación nunca pudo encargarse de Rebecca, pero aun se preocupa por ella, por favor déjame hacerme cargo en su lugar —le pedí de nuevo intentando ser paciente—. Le compré algunas cosas, sé que ha pasado hambre frío, traje ropa, comida, cobijas, juguetes…

—¿Por qué haces esto? —preguntó el soldado de juguete sin entender del todo si era en modo amenaza o tristeza, era algo confuso descifrar sus emociones—. Eres una extraña de nuestro país, no tienes que ver con nosotros, pero vienes de la nada y dices que quieres hacerte cargo de mi hija.

— No puedo solo no hacer nada si sé que en dos años vendrán a llevarse a Rebecca al coliseo para que sea gladiadora —respondí logrando que su boca se abriera de la sorpresa—. No puedo decirte como lo sé, pero pasará, vendrán por ella, y no podrás evitarlo… como la actual campeona del coliseo de corrida, te aseguro que ese no es lugar para una niña.

—¿Tienes una fruta del diablo como Viola? —exclamó sin poder culparlo por tal teoría, era la misma que tenía la mayoría de personas que llegaban a conocerme—. Ves el futuro.

—No, te dije que no podía explicarte porque lo sé, pero no veo el futuro —le intenté explicar de la manera menos complicada o implicada posible—. Vi un futuro, uno que pasará sino hago algo, intento hacer este país un poco menos horrible de lo que ya es…

—Los juguetes han hablado de que dieron ordenes de que dejaran de convertir en juguetes a los perdedores del coliseo —no me sorprendí que lo supiera—. Y los tontattas aseguran que la reina de corazones cuida de ellos —añadió logrando que lo mirara extrañada—. Sé lo que has hecho por Dressrosa, eres fuerte, y quieres ayudarnos.

—¿Así que todo este interrogatorio solo fue para ponerme a prueba? —solté riéndome por no poder creer que había caído en el juego del gladiador.

—Quería comprobar los rumores que hay entre los juguetes por mí mismo, no te preocupes, no han esparcido esos rumores fuera de nuestros circulo —me aseguró sin preocuparme mucho, Doffy estaba al tanto de mis buenas acciones, actuar a sus espaldas habría sido contraproducente—. Aunque muchos se preguntan si vas a llegar a liberar el país, si hace falta, tenemos…

—No —lo interrumpí antes de que se atreviera a seguir hablando al saber el rumbo de la conversación—. Aun si me aliara con los Tontattas y los juguetes, no soy capaz de derrotar a la familia Donquixote —supe lo que diría, porque era lo que se esperaría sino estuvieran al tanto de lo que pasaría—. Mi fuerza es actualmente más poderosa que los tres oficiales superiores de la familia Donquixote, pero no creo que pudiera con todos a la vez, sin contar que no tengo el poder para pelear con Doflamingo y ganar.

—Podríamos conseguir más aliados si es necesario…

—Sé que quieres cobrar venganza por lo que le pasó a Scarlett —lo interrumpí de nuevo sin permitir que se emocionada—. Pero no es el momento de actuar, sé que es mucho pedir, pero necesito que tengas paciencia, en cuatro años, mi hermano menor vendrá con su tripulación y liberará Dressrosa, necesitará a tus aliados, a él es a quien tendrás que apoyar —dejé caer un poco de información futura para darle algo de esperanzas—. Solo necesitamos ser pacientes.

—Confiaré en que cuides de Rebecca —soltó las palabras que más esperaba que dijera—. Tus actos hablan más que tus palabras, me recuerdas a su madre —añadió dándome cierto orgullo—. Supongo que quieres que te lleve con ella.