Aclaraciones: Algunos datos, y hechos cannon del manga/anime, serán cambiados a mi conveniencia para mejor desarrollo de la historia.

Disclaimer: No soy dueña de One Piece, ni de ninguno de sus personajes a excepción del OC.

Adverencia: Spoilers sobre algunos datos de One Piece, y totalmente del arco de Dressrosa.


La mentira fue sencilla de armar entre los dos para que su hija confiara en mí. Me haría pasar por una vieja amiga de su familia que estuvo en el mar del sur por muchos años, y recién logré volver a Dressrosa. Al contrario de Kyros, la niña no tenía idea de quien era para el país, ni mi título, ni mi relación con la familia Donquixote, por lo que no desconfío de las palabras de su soldado. Quien la había cuidado desde la muerte de su madre.

—¿Seguro que puedo quedarme con esto señora? —me preguntó la pequeña al comenzar a sacar de las bolsas la ropa que le había traído, pensando más o menos el tamaño que tenía que tener ahora.

—Puedes llamarme Heis, y sí, es todo tuyo siempre y cuando te sirva —le respondí con una sonrisa cálida sin poder dejar de ver el lugar donde se estaba quedando. Algunos destellos del sol llegaban a notificarme de los agujeros que habían tanto en las paredes como en el techo—. ¿No tienes frío por las noches? —dejé salir la pregunta sin pensar en ella evocando que tanto el soldado desde la ventana, como la pequeña de pelo rosado me vieran con tristeza, antes de ella asentir con vergüenza—. Pruébate todo Becca, ¿puedo llamarte así?

—Sí —respondió con su voz aun aniñada corriendo por la casa con un par de bolsas en donde estaba la ropa.

—Traje algunas mantas, pero ella necesita otro lugar para vivir —le dijo a Kyros en cuanto sentí que su hija estaba lo suficientemente lejos para no escuchar—. Supongo que se enferma mucho cuando llueve o hay días fríos…

—Fue lo mejor que pude encontrar sin llamar la atención —lo entendí como una disculpas por el lugar en el que estaba—. Pero tienes razón, Rebecca se suele enfermar cuando hay frío o lluvia, hemos pasado algunas dificultades cuando no he podido cuidarla de cerca…

—Hiciste lo mejor que pudiste, no te culpes por ello —intenté consolarlo con una sonrisa—. No puedo devolverte a ser humano de nuevo, de hecho es una gran ventaja que no sepan que estás vivo, pero me encargaré que no le falte nada —le aseguré antes de ver como la pequeña regresaba a la sala sin muebles, con uno de los vestidos que le había conseguido, pareciendo una muñeca hecha humana—. Parece que acerté con la talla —me sentí complacida—. En la bolsa blanca hay algo de comida, no sé si sabes cocinar, pero la mayoría son cosas que puedes hacer por ti misma, enlatados, harina, arroz, cerillos para encender el fuego.

—El soldado me enseñó a cocinar un poco, pero es quien suele encargarse de la comida —me respondió aun con desconfianza y vergüenza hacia mí, sin poder culparla.

—Por más que quiera quedarme a…

—¿No vas a quedarte? —su voz quebrada casi me lograba hacer llorar al sentir la desesperación y soledad en sus palabras, recordándome que no era como yo, no era como era a su edad junto con mis hermanos, que podíamos valernos por nosotros sin problemas, peleando con cualquier cosa que se nos atravesara. Era solo una pequeña que no tuvo a nadie por años después de que su mamá muriera—. Dijiste que eras amiga de mamá…

—Rebecca, la señorita Heis tiene obligaciones que…

—Conocí a tu madre cuando era más joven que tú —le aclaré la misma historia que inventó Kyros para ella—. Ella era una gran mujer, y no estuve aquí cuando la asesinaron, de verdad lo siento por no haber venido antes, pero es difícil atravesar el mar cuando eres una niña pequeña —intenté apelar a su sentido común al saber que también debe sentirse impotente por solo ser una niña entonces y ahora—. Pero estoy aquí ahora, ¿sí?, aun no soy mayor de edad, no obstante, me encargaré de ustedes como si fuera tu hermana mayor, si me lo permites.

—¿Entonces porque no vas a vivir con nosotros? —preguntó cruzándose de brazos fingiendo ser fuerte pero podía ver los ojos de esperanzas con los que me miraba—. Sé que no es una buena casa, pero podríamos arreglarla nosotras, seguro eres mejor que el soldado con eso.

—Te buscaré otra casa —le prometí sin pensarlo, ni considerar siquiera como iba a lograr eso—. Esta está muy deteriorada para ser arreglada, en cualquier momento podría caerse, estoy segura que podré conseguir un pequeño lugar para que vivas, y donde el soldadito pueda entrar también.

—Pero la ley lo prohíbe —soltó Kyros antes de que Rebecca pareciera que iba a decir lo mismo—. ¿Podrías evitarla sin consecuencias?

—Creo que sí —respondí encogiéndome de hombros para luego sonreírles—. Tengo influencia en este país Becca, no tienes por qué preocuparte.

—¿Y vivirás con nosotros en la nueva casa? —no dejó el tema a un lado borrando mi sonrisa por completo, al saber que eso era imposible, Doffy arrasaría con el país si me atreviera a pasar una noche fuera del castillo, ya pedía demasiado con que me dejara salir de él en el día—. Dijiste que ibas a ser mi hermana mayor —caminé hacia la pequeña para agacharme a darle un abrazo como me imaginaba que nadie había hecho desde que murió Scarlett.

—Te visitaré casi todos los días —le prometí sin soltarla intentando no ser débil antes una pequeña indefensa—. Me encargaré de buscarte comida, y todo lo que necesites, quizás en unos meses logre quedarme contigo algunas noches —añadí soltándola para sonreírle—. Te traje algunos regalos también, algunos juguetes no muchos porque no eres tan pequeña, ve a ver si te gustan —cambié de tema, logrando que saltara de mis brazos a las bolsas que quedaban.

Físicamente apenas le llevaba cinco años y medio a la pequeña, era más una hermana mayor si la criaba que su madre, pero psicológicamente había muerto con treinta y cuatro años, más los casi dieciocho de este mundo, me hacía sentir como alguien mucho mayor. Por ello no podía dejar de verla como una hija adoptiva, mi pequeña de quien encargaría. Pocas veces lograba recordar que los años anteriores no eran válidos, que era una adolescente, y este era uno de ellos.

Rebecca logró encontrar accesorios para el pelo, algo de maquillaje y accesorios en mi bolsa de regalo, mirando extrañada muchas de esas cosas al no haberla visto antes, evocando que corriera a ella a comenzar explicarle como se usaba cada una. No era un maquillaje fuerte, pero si lo esencial para que jugara, al saber que era habitual que una niña de su edad tuviera curiosidad por ello. También incluí pinturas, cuadernos en blancos, y libros infantiles en mis compras.

De alguna manera terminamos pasando la tarde delante de la casa, con varias hojas en blanco con pinturas de ambas. Al principio, se entusiasmo por pintar con tantos colores nuevos, al no haber tenido antes la oportunidad, luego me invitó a que pintara y dibujara con ella, lo cual terminó en la situación en la que estaba ahora. Dándole algunas lecciones de dibujo, mientras me hacía dibujar un quinto paisaje, esta vez con el soldado en él.

—¿Has visto todo el mundo? —preguntó la niña tomando mi último dibujo para colgarlo para que se secara—. Ahora dibújame algo de tus viajes, otra isla, el mar… —pidió con entusiasmo sin poder negarme a su petición evocando que terminara por dibujar lo último que vi antes de que Ace se marchara, el mar con su Striker al horizonte como una sombra y el sol asomándose, lo cual en perspectiva la hacían una buena pintura—. ¿Dónde fue esto? —soltó casi arrebatándome la hoja de las manos.

—En donde vivía antes de venir aquí, una isla que no queda muy lejos —respondí levándome del suelo notando que el sol no tardaría en esconderse—. Te dibujaré otros lugares cuando vuelva, aunque la pintura era para que tú dibujaras no yo.

—Heis eres muy buena dibujando, quiero ver más de tus viajes —casi suplicó con una sonrisa a la que no pude negarme, recordándome a Luffy cuando me pedía más comida, pero de manera distinta, no me había criado en ninguna de mis vidas con una hermana, en la anterior tuve dos hermanos, aunque apenas los logro recordar—. Ahora quiero un dibujo de donde naciste, me contaste que fue en el mar del este y queda muy lejos de aquí.

—Se tarda meses en llegar en realidad, y eso con suerte —comenté suspirando antes de negar—. Y no más pinturas por hoy, va a hacerse de noche dentro de poco, tengo que volver, ¿seguro que puedes cocinarle la cena?, podría quedarme solo a hacer algo de comer y luego…

—Nos trajiste suficiente comida, yo me encargaré —me aseguró Kyros que de alguna manera había descifrado que era peligroso que me quedara hasta tarde y por eso insistía en irme por hoy—. Rebecca despídete de Heis, mañana volverá.

—¿No puedes quedarte un poco más? —soltó evocando que corriera a abrazar sin importar ensuciarme con la pintura que ya tenía encima de su nuevo vestido al pintar.

—Regresaré mañana, abrígate bien en la noche, y no te duermas sin haberte limpiado toda esa pintura —le regañé como mi madre en otra vida me hubiera dicho al estar en su lugar—. No voy a abandonarte, Becca —le prometí al ella abrazarme con más fuerzas, sin poder culparla, tantos años sola tan pequeña, la hacían aferrarse a la primera persona que le dijo que sería su nueva familia.

La despedida se terminó prolongando unos minutos más antes de que me marchara, yendo por el mismo camino por el que llegué con Baby 5, evadiendo las calles transitadas y caminando con prisa sin levantar sospechas. Podía no lucir como mi versión gladiadora de lejos, pero en cambio, me veía como una adolescente común, indefensa. Si alguien intentaba hacerme algo, no tardarían en darse cuenta quien era.

Terminé por usar mis habilidades para llegar al castillo con suma velocidad, sin que nadie se percatara de mi presencia hasta que llegué a la puerta principal, entrando como si nada hubiera pasado, en dirección a mi habitación. Sin corría con suerte, Doffy aun no estaba en casa, y me evitaría tener que compartir la cena por hoy. Después de un baño, conseguiría algo de comer a la cocina, y luego iría con baby 5 para consultar algunas cosas.

No encontrarme de primera mano con el harem del flamenco en la piscina al pasar por el frente de esta, fue la primera pista de que este aun no llegaba, evocando que terminara dando saltitos de felicidad mientras caminaba a mi habitación. Después de la noche anterior, lo que más necesitaba era estar lejos del psicópata.

Disfrutando de la tranquilidad que había tenido desde que volví, tomé una larga ducha, pensando en como lograría conseguir un nuevo hogar a Rebecca y su padre. Ni siquiera tenía mi dinero, me quitaron todo sin devuelta de las cosas que llevaba cuando me trajeron aquí. Y dado que todas mi necesidades eran cubiertas, hasta ahora no necesité pensar en pedir algo monetario a cambio de mi trabajo.

Por lo que no tenía nada de efectivo, dejándome solo una opción a tomar, solo esperaba que el costo de esto no me saliera más caro que el último favor que pedí. Negué con rapidez sin acobardarme, no iba a dejar que mi pequeña viviera en esas condiciones mientras yo vivía en el castillo como una reina, una reina cautiva, pero una reina en cuestión de lujos.

—Me habían dicho que llegaste —comentó Baby 5 entrando a mi habitación sin tocar, lo cual sucedía con frecuencia, las pocas veces que la había visto pedir permiso era cuando Doffy estaba en el castillo, o conmigo—. Bien hecho viniendo antes de que oscureciera y sin dar problemas, el joven amo se alegrará de eso —añadió con orgullo dándole una calada a su cigarro.

—¿Es decir que no ha vuelto? —preguntó quizás con demasiado entusiasmo por ese hecho, pero no iba a ocultarlo—. Por favor dime que va a demorarse.

—Está haciendo algunos negocios, hasta donde tengo entendido, Diamante está a cargo junto con los demás oficiales superiores, por lo que no creo que regrese pronto —salté de felicidad sentándome en la cama sin borrar mi sonrisa—. A veces olvido lo mucho que lo detestas cerca.

—Eso es difícil de creer porque nunca ha sido un secreto —me burlé riéndome sin hacerle gracia, supongo por el alta estigma que le tenía—. Por cierto, ¿crees que pueda conseguir alguna propiedad en el país? —dejé caer la pregunta con la expresión más inocente que pude fingir.