Catra IV:
Catra no pudo descansar de ninguna forma en lo que quedó de esa noche. Cuando las luces del alba aparecían en el cielo ella simplemente se mantenía sentada sobre una piedra mientras movía compulsivamente su pierna. El retumbar de los cañones de aquella nave no salían de su cabeza, cuando los primeros impactos hicieron añicos las casas sus manos empezaron a temblar.
Por un momento se perdió en un mundo donde únicamente existía ella el fuego pesado disparado desde el cielo, juraría que por un momento sintió el lodo en sus pies de nuevo y ese aroma dulzón invadiendo su nariz. Así como se perdió en el tiempo volvió a ese momento donde tenía que hacer algo contra los learosis y una vez que estuvieron a oscuras pero sanos y salvos se da el lujo de relajarse un poco.
Rápidamente tuvieron que organizarse para bajar hasta aquella ciudad cuyas luces se veían en la penumbra de las praderas. Ella y Lilith tuvieron que hacerse cargo de escoltar a los prisioneros learosis que también fueron transportados bajo ese domo multicolor. Obviamente las preguntas de Lilith no se hicieron esperar y empezó a atosigar a Vernis quién no sabía como responderle, pues ni él sabía como pudo ser posible.
Magia, tú mejor que nadie deberías entenderlo reprochó Catra para sus adentros.
Aun en su completa ignorancia sobre el tema, Catra sabía que la magia dotaba de habilidades asombrosas a los usuarios de la misma. Aunque odiaba admitirlo, entendía el punto de Tempest sobre el límite que se les ponía a veces a los seres mágicos.
Cuando llegaron a las puertas de la ciudad se empezó una movilización masiva de arbisanos para ayudar a los refugiados. Pero hubo algo que llamó poderosamente la atención de Catra, pues estos arbisanos de la ciudad vestían de una forma más "formal" mientras que los ahora refugiados de la sitche usaban vestimentas más tribales. Pudo identificar a unos arbisanos uniformados con trajes de placa de metal gris que se llegaron en vehículos a motor con capacidad para tres y otros en vehículos más grande y pesados vestidos con túnicas y capas blancas.
En menos de una hora se había montado un campamento para ayudar a los heridos, calmar a los alterados y bendecir y preparar a los muertos. Todos frente a los ojos de Catra que se ve relegada de todo, obligada a usar aquella capa ceremonial o lo que fuera.
Un alboroto la hace parar la oreja, poniéndose nerviosa se levanta para ver que pasa para encontrarse con Amity que se dirigía hacia ella.
— ¡Tienes que venir! —. Exclama Amity.
— ¿Qué ocurre? —. Pregunta Catra con preocupación.
— ¡Es Sunset! ¡Ella...! —. El alboroto se acrecenta.
Catra emprende la carrera junto a Amity quien la lleva frente a la cárcel levantada por Lilith donde tienen a los learosis prisioneros en donde encuentra a Sunset con un prisionero atado con cadenas transmutadas alrededor de su cuerpo, haciendo presión sobre el cuello. Catra se acerca a largas zancadas hacia Shimmer.
— ¿¡Qué crees que estás haciendo?! —. Exclama Catra mientras la tira del hombro, Sunset y Catra empiezan un pequeño forcejeo que se detiene cuando la felina sostiene las manos de la pelifuego.
— ¿¡Qué te parece que hago?! —, grita de vuelta Sunset soltándose del agarre, — ¡Obteniendo información! Ellos saben algo sobre Trost ¡y van a decirmelo así tenga que sacárselo a la fuerza!
¿Trost?
— ¿¡Cómo va a decirte algo si lo estás asfixiando?!
— ¡Lo hará! La tercera es la vencida, según dicen —. Suficiente piensa Catra.
Antes de que Sunset pudiera volver a su agresión, Catra la vuelve a tirar del hombro y le da una sonora bofetada. Los arbisanos habían sanado el moretón que el golpe de el tal Trost le había dejado pero ahora la adornaba la forma de la mano de Catra.
La mirada de Sunset pasa de sorpresa a furia, Shimmer levanta la mano para ejercer su magia sobre ella y vuelve a caer en la sorpresa al darse cuenta que su anillo ya no está.
— ¿Buscabas esto? —. en el forcejeo Catra se lo había logrado caer.
Shimmer frunce el ceño y sin pensarlo dos veces lanza un puñetazo en dirección al rostro de Catra quien lo esquiva fácilmente, para frustación de Sunset, quien empieza a lanzar golpes torpes y toscos intentando golpear a Catra. La felina la toma del brazo y le aplica una llave poniendo su brazo por detrás de la espalda y la derriba con suma facilidad.
Amity le ata las manos con esa baba morada y Catra le dice que le quite las cadenas al learosi y que lo vuelva a meter en la jaula mientras se lleva a Shimmer lejos de los ojos de los arbisanos que no interfirieron de ningún modo y por lo que pasó anoche, no fue por miedo a Sunset.
Una vez lejos, le quita el amarre a la pelifuego y la hizo que la viera de frente.
— ¿Qué pretendías lograr con eso?
— ¡Tú debiste ver lo que estaba haciendo Trost! Tú no lo sientes pero yo sí, la mayor parte de la magia que usan para hacer lo que hacen viene de él, el resto solo son guardaespaldas —, dice Sunset gritando con enojo, — Ese sujeto va a ser un problema aún más grande que Tempest y ellos saben algo porque fue él quién los envió. Todo lo que logremos sacar, sirve.
— Es un poco difícil sacar información de un cadáver.
— ¡No iba a matarlo! ¿Quién crees que soy?
— Pues quisiera saberlo porque la de hace un momento no era la Sunset Shimmer que conozco —, dice Catra que se le quebró la voz por un momento, — Eres asertiva y grosera a veces pero nunca habrías hecho algo así. Ni siquiera a Tempest o su unidad.
— ¿Entonces no vamos a tomar en cuenta lo de las otras veces? —. Sunset desvía la mirada con remordimiento.
— No eras tú —. Es lo único que puede decir Catra. Hay veces que pocas palabras pueden ser de ayuda si con las correctas.
Hay un silencio tenso entre ambas.
— ¿Y desde cuándo eres tan flemática? —. Pregunta Shimmer con voz más calma y con ese tono burlón que solo tenía con ella.
— Pasé mucho tiempo viviendo con ira... nunca más —. Lo dice como si fuese un gran pesar, pero era cierto. No volvería a ser la Catra que dominó la Zona del Terror con puño de hierro.
— ¿Viste lo que es capaz de hacer, verdad? —, pregunta Sunset, la felina solo asiente tímidamente, — Ni siquiera Lilith podría enfrentarlo sola. Tenemos que saber algo y los únicos que pueden darnos eso están allá, — señala a hacia la jaula de los prisioneros, — Solo así tendremos una oportunidad.
— Te oigo y lo entiendo, pero... no puedo dejar que les hagas eso —, dice Catra con firmeza, — Iban a quemarlos, Shimmer. Solo seguían órdenes, crecieron haciéndoles creer que hacen lo correcto —, las orejas de Catra caen mientras mil recuerdos vuelan por su mente.
— Hice una promesa, Catra, y ahora estoy aún más lejos de cumplirla —. Se lamenta Sunset.
— Oye, ¿y dónde me dejas a mí en eso? —, Catra saca el anillo de su bolsillo, — Yo también quiero que vuelvan a casa, y ahora también patearle el trasero a ese tal Trost pero no soy como tú, mis oportunidades son bajas, — se lo arroja a Sunset quién lo atrapa, — Déjame ver que puedo hacer y te dejaré la parte más divertida a ti.
— Tal vez te deje algo para ti también —. Sunset sonríe de lado con complicidad.
— Que considerada. Ahora vamos, las cosas no están muy bien, veamos si podemos hacer algo además de traer problemas.
Hordak III:
Un río de agua cristalina se hacía ver incluso en la oscuridad de la noche de aquel planeta donde dispusieron detenerse para repostar combustible en una estación la cual Hou les indicó donde estaba.
La estación estaba ubicada en un lugar de fácil acceso y muchos sabían del lugar así que debían moverse rápido antes de que cualquier informe de búsqueda de la Coalición y pudieran identificar la nave robada.
— ¡Haia! ¡Caine! ¡Muévanse, tenemos 20 minutos o menos! —, Ordena Hou a aquel par tan caracteristico. Rápidamente ambos bajan de la nave por la compuerta para empezar a cargar combustible, — Será mejor que nos quedemos aquí, no vaya a ser que alguien nos reconozca.
— Entonces ahora estamos en más problemas que antes —. Afirma Hordak con molestia en su voz.
— Nadie dijo que iba a ser fácil, la clave a partir de ahora es ser veloz y más listos que...
— ¿Andra Freygax? —. Inquirió Hordak.
— Esa mujer es un problema. Una vez pasó un mes entero buscando a una fugitiva que había robado material mágico importante para unos sujetos, logró hacerle un corte en el brazo a uno de los ladrones y a la mañana siguiente solo encontraron un brazo ennegrecido. La otra ladrona usó ese material y casi la mata, algo impresionante, pero logró arrestarla. Todo por andar persiguiendo fantasmas. Es bastante paranoica, ¿sabes? —. Explica Hou
— Y tú un tanto relajado considerando las cosas —. Comenta Dathir.
— No te confundas, muchacho, estoy bastante nervioso preguntándome ¡¿CUÁNTO TARDARÁ ESTO EN ESTAR LISTO?! —. Exclama de repente Hou.
— ¡Estamos en eso! —. Exclama de vuelta Caine. Hou bufa con bastante buen humor.
— Son un poco tontos, pero valientes y leales. Es difícil encontrar gente así en estos días —. Dice Hou acomodándose contra una de las cajas con armas.
— Es demasiado parloteo. ¿Qué fue esa cosa que nos atacó? —. Pregunta Hordak.
— ¿Qué es eso del proyecto Proxy? —. Dathir se une al interrogatorio. Hou deja de lado su semblante relajado por uno más serio.
— La idea surgió cuando la cacería de hordeanos recién empezaba, no iba a ser únicamente para eso, Zoehn de los Capas Doradas fue el de la idea, empezaron a experimentar para fusionar materia orgánica con tecnología usando magia. Una mezcla muy... antinatural —, Hou bufa mientras niega con la cabeza, — Hay cosas que deberían permanecer como tal. La Coalición puede llegar a ser tan arrogante. Ningún sujeto de prueba sobrevivió y el proyecto se canceló en el más absoluto silencio. Nadie supo lo que pasó salvo por algunos altos mandos como yo.
Si la Coalición pudo permitir algo así después de pasar tanto tiempo sin hacer nada contra La Horda supe en qué se había convertido realmente. Si retomaron el proyecto y lograron crear un soldado así de perfecto estamos en problemas —. Hordak empezó a sentir una presión en el cuello durante el relato de Hou.
— ¿Y por qué las alas? —. Pregunta Hordak.
— El universo es muy grande, hordeano —. Responde Hou.
— Entonces es un alivio que haya borrado la bitácora de la nave en la que llegamos —, comenta Dathir, — Y tú decías que era una pérdida de tiempo.
— Eso no va a detenerla. ¿Tenemos una oportunidad contra esa tal Freygax? —. Hordak haría las preguntas que considerara necesarias.
— Si tienes algún aprecio por tu vida no intentarás plantarle cara —, advierte Hou, — Jamás verás a alguien más feroz en batalla. Si está de buen humor te matará rápido y si no, bueno... Hazte a la idea.
— Reconfortante —, bromea Dathir, — Espero que no estés reconsiderando las cosas.
— Con el progreso que hemos tenido con los clones, no. Pasé 40 años estancado en un planeta en una dimensión desconocida enfrentando a un ejército entero. Una asesina a sueldo no va intimidarme —. Afirma Hordak.
— Si, espero que sigas pensando eso cuando nos encuentre —. Dice Hou.
— ¿Cuándo nos encuentre? —. Hay un deje de preocupación en la voz de Dathir.
— Lo hará, y si esa cosa alada está con ella solo la suerte estará de nuestro lado —. Dice Hou con seriedad.
— De acuerdo ¿tienes algo que decir a nuestro favor? —. Pide Dathir.
— Tenemos armas —. La sonora carcajada que siguió a la afirmación de Hou hizo que Hordak frunciera el ceño y solo ve como se baja de la nave para asistir a Caine y Haia.
— ¿Tú si crees que podemos lograrlo, verdad? —. Pregunta Dathir a Hordak.
— ¿Estás dudando acaso? ¿Tú que tanto insististe en esto? —. Hordak está realmente sorprendido de ver a Dathir así.
— Que un ser genéticamente modificado aparezca de la nada y que es prácticamente invulnerable... te hace dudar.
— ¿No crees que haya muerto?
— Para nada.
— Bien... si no tenemos oportunidad, haremos que haya una.
Hunter II:
— Y podía hacer magia sin un círculo de hechizos, estaba al nivel de Lilith, si no es que más. A Steve le aterra la idea —. Dice Steve mientras le enseñaba la cueva donde estaba el portal por donde entraron los invasores.
— Ahora la pregunta es... ¿Cómo entraron? —. Pregunta Hunter más para sí mismo que para el recién ascendido Steve.
— Pues era solo un portal suspendido ahí en el aire. Como un espiral, ya sabe.
Ciertamente hay muchas en el mundo que no sabían ni entendían, y probablemente sea mejor así. Belos ya le ha advertido multitud de veces sobre los peligros de la magia salvaje ¿pero esto podría considerarse como magia salvaje?
No era una que estuviera contemplada bajo la Voluntad del Titán, ciertamente, pero a pesar del tamaño solo era una Isla. Un pequeño pedazo de tierra en un mundo enorme. A veces la curiosidad podía más que el respeto hacia su tío, tenía en cuenta sus advertencias y era eso lo que le hacía ser precavido en todo el asunto.
— ¡Guardia Dorado! —, la voz de Kikimora lo hace salir de sus pensamientos, — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Esta no es tu responsabilidad!
— Tampoco la tuya —, dice burlonamente, — Así que debería hacer la misma pregunta.
— Soy la asistente personal del Emperador, las operaciones de más alto nivel me competen.
— Y yo soy El Guardia Dorado, soy tu igual si no tu superior.
— Esa línea es bastante difusa, pero hasta donde sé, el Emperador te dio otra misión, así que no hay razón para que estés aquí y eso se podría considerar como omisión del trabajo.
— Comparto la preocupación del Emperador sobre esta situación, además, Steve es quien está a cargo y me ha permitido estar aquí.
— ¡Sí! ¡Órdenes de Steve! —. El ahora Capitán se celebra a sí mismo alzando sus brazos.
— De todas formas ya iba a retirarme —, Hunter pone sus manos detrás de la espalda y empieza a caminar erguidamente, — Sigue con el buen trabajo Steve, y notifícame sobre cualquier anomalía.
— ¡No tienes que notificarle nada, Steve! ¡Estoy aquí y yo soy tu superior! —. Exclamaba Kikimora mientras él salía de la cueva.
Tomando su bastón, emprende vuelo, o bueno, se teletransporta hacia la dirección de su misión que el Emperador le había ordenado. No entendía que podía ser más importante que capturar a la considerada bruja más poderosa de las Islas Hirvientes, pero si se trataba de taliamigos, esa era la máxima prioridad.
Llegando a una sombría zona de uno de los tantos bosques que hay en las islas donde miembros de un escuadrón designado para él para cumplir la misión. Saludándolo, uno los subordinados habla:
— Es bueno verlo, señor.
— ¿Está en posición?
— Así es.
— Perfecto vamos.
Empezaron a adentrarse entre la penumbra del bosque. La luz del sol no penetraba las tupidas copas de los árboles con hojas rojas y grises de los árboles, los alrededores yacían en silencio. Tan densa es la zona que ni siquiera el viento sopla entre los troncos, lo único que perturbaba ese silencio eran los pasos de los subordinados y los suyos, bajo sus pies empezaron a escucharse crujidos, muchos con cada paso que daban solo para darse cuenta que estaban caminando sobre pequeños y viejos huesos.
Una gota de sudor recorre su frente.
Una sombra hace que todos giren al mismo tiempo, un ruido detrás de ellos los hace voltearse, un chillido desde arriba los hace levantar la mirada hasta que un estruendo y el retumbar del suelo los hace fijar su mirada hacia delante. Una figura redonda y prominente con ojos rojos salen de entre las sombras mientras un largo y grasoso cabello negro caía delante de ese rostro afilado y furioso.
— ¡La Reina Murciélago! —. Grita uno de los brujos.
— ¡Muévanse, ton...! —. A Hunter no le da tiempo de terminar la frase cuando la Reina escupe fuego hacia ellos.
— No son bienvenidos aquí, deben irse ¡Ahora! —. Cerrando las garras logra atrapar a algunos de los brujos en telarañas que los inmovilizan.
Hunter usa esa habilidad de moverse a gran velocidad para liberarlos, haciendo levitar los huesos del suelo los arroja a la enorme criatura que los rompe con un movimiento de sus alas. Montando en vuelo sigue escupiendo fuego sobre los miembros del aquelarre, por su parte los brujos atacaban con rayos y ataques flameantes.
Algunos invocaban raíces y abominables para ayudar en la pelea. Entre el intercambio de hechizos, zarpazos y fuego logran abrir un hueco entre las copas de los árboles, los rayos del sol se cuelan por la abertura y Hunter crea un espejo para reflejar los rayos del sol y cegarla por un momento, momento que es aprovechado para atraparla con los abominables. Poco duró la ventaja cuando dando aletazos, la criatura logra liberarse y sigue dando pelea.
Hunter se movía entre las ramas hasta llegar el dirigible que habían aparcado cerca los subordinados y haciéndose con el mando lo maniobra hasta un punto alejado de la pelea y dejando caer una pinza, resquebrajando la madera de los viejos árboles para empezar a retirarla y saca de ahí una especie de panal de madera. Se asoma a la orilla del dirigible y logra ver a los taliamigos dentro para luego dar media vuelta para alejarse del lugar.
Ya verían los brujos como salir de aquella situación.
Con la mirada fija en el horizonte escucha un pequeño canto cerca de él, se gira sobre su hombro izquierdo y se encuentra con un pequeño y tuerto pájaro rojo.
— ¡Oye! —, lo toma con fuerza entre sus manos, — ¿Qué crees que haces? —. por el rabillo del ojo ve la figura de un brujo parado detrás de él, — ¿Y tú cómo...?
— ¡Mi nombre es Raistlin! ¡Y quiero que sepas desde ya que no estoy de acuerdo con esto!
— ¿De qué estás...?
— ¡Pero todo sea por las Islas! —. Lo siguiente que Hunter vio fue un destello rojo y sintió el calor de las llamas golpeándolo en el rostro.
