Lunes por la mañana. Kyouko, que estaba con Yui y Chinatsu, llamó al timbre de la casa de Akari.
–¡Akari, sal! – Gritó la rubia.
–Ya voy… – Se escuchó decir desde dentro, sin mucho entusiasmo.
Tras unos segundos, Akari abrió la puerta.
–Buenos días. – Dijo, no muy animada, con una sonrisa mucho más pequeña que la de los últimos días, y sin parecer del todo sincera.
Al ver a Chinatsu, la ya débil sonrisa de Akari desapareció, mostrando una expresión entre una mezcla de sorpresa y vergüenza, igual que la propia Chinatsu, que no le pudo aguantar la mirada y la desvió. Eso extrañó a Yui y Kyouko. La primera habló.
–Akari, ¿ocurre algo?
–Ah, n-no… L-Lo que pasa es que… ¡Ah, sí! Chinatsu-chan se dejó su bolsa ayer en mi casa. – Dijo, mostrando la bolsa.
–¡Ah, s-sí, es verdad! – Dijo la yandere.
–Aquí tienes…
–Gracias… – Dijo Chinatsu cogiendo su bolsa.
La tensión y la incomodidad eran claramente palpables en el ambiente mientras decían todo eso.
–¿Qué hacía la bolsa de Chinatsu-chan en casa de Akari? – Preguntó Kyouko.
–Ah, es que ayer vino a estudiar a mi casa y se le olvidó. – Dijo Akari con una sonrisa increíblemente forzada.
–Sí, qué cabeza la mía. – Respondió Chinatsu de igual forma.
–Jajajajajajajajaja. – Se rieron de forma forzada las dos chicas, extrañando aún más a Yui y Kyouko.
Chinatsu siguió.
–P-Pero bueno, no perdamos más el tiempo y vayamos a la escuela. – Dijo, para justo después empezar a dirigirse hacia allí.
–S-Sí. – Asintió Akari.
Así que la chica esperó que Yui y Kyouko empezaran a andar para quedar ella en el extremo opuesto de Chinatsu. Era evidente que en clase se sentarían una al lado de la otra, pero quería evitar estar cerca de ella todo el tiempo que no fuera necesario. Después de lo que pasó el día anterior no sabía cómo tratar con ella. Aún como fue capaz de hablar con ella hacía unos segundos, y solo para que Yui y Kyouko no sospecharan nada. De no haber estado ellas allí no habría podido hacerlo.
Una vez en la entrada de la escuela, Akari y Chinatsu tuvieron que separarse de Yui y Kyouko, para ir cada una a su clase. El camino hasta esta fue incómodo, ya que ninguna de las dos chicas dijo nada. Es más, ni siquiera se atrevían a mirarse a los ojos, mirando al suelo o a un lado. Una vez llegaron al aula, Sakurako les saludó.
–Buenos días, Akari-chan, Chinatsu-chan.
–Buenos días, Sakurako-chan. – Respondieron las dos.
Akari se dio cuenta entonces de que Himawari no estaba.
–¿Dónde está Himawari-chan?
–Ha ido un momento al baño.
–Ya veo… – Dijo sin mucho entusiasmo.
–Yo voy a ir un momento también antes de que empiece la clase. – Dijo Chinatsu, en parte porque tenía un poco de ganas de ir, y en parte por no estar cerca de Akari, pues ella tampoco sabía cómo tratar con ella después de lo sucedido el día anterior.
Chinatsu salió del aula, y entonces Sakurako miró a Akari, algo extrañada. Ya había visto desde que entró que estaba algo decaída, pero le pareció algo sin importancia. Sin embargo, ahora que estaba en su sitio y seguía igual, Sakurako se preocupó un poco, ya que no era normal en ella que estuviera así, y menos aún desde que hacía unos días se había vuelto tan animada.
–Akari-chan, ¿te pasa algo?
–¿Eh? ¿Por qué lo dices?
–Te ves algo desanimada.
–¡¿Eh?! ¡¿P-Pero qué dices?! ¡No es verdad! ¡Mira qué feliz que estoy! – Dijo Akari con una sonrisa forzada.
–Mientes fatal.
–Ugh…
Era verdad. Akari no estaba acostumbrada a mentir, ni tampoco le gustaba hacerlo, por lo que casi nunca colaba cuando mentía.
–Akari-chan, ¿qué te pasa? Puedes contármelo.
Akari bajó un poco la mirada.
–Es que… Creo que le he hecho algo malo a una amiga mía.
Eso extrañó a Sakurako.
–¿Crees?
Akari asintió.
–Sí. O sea, no le he hecho nada directamente, pero he pensado en ella de una forma mala.
–¿De una forma mala? ¿Le has deseado mal o algo?
–No, nada de eso. – Se apresuró a decir Akari. – Es solo que… Creo que no debería pensar en ella de esa forma.
Sakurako estaba aún más confundida que antes.
–Creo que no te estoy entendiendo.
–Lo siento… Es que no sé cómo explicártelo…
En realidad sí que sabía cómo hacerlo, pero no podía decirle a Sakurako lo que había hecho. Tenía miedo de que la viera como una chica sucia y pervertida, y por eso no quería contárselo. Sakurako, por su parte, estaba algo triste por ver a su amiga así, y como no sabía qué le pasaba, decidió intentar animarla haciéndole olvidar aquello. Así que la chica la miró con una sonrisa.
–Tengo una idea. ¿Quieres que salgamos tú y yo juntas después de clase?
–¿Eh? – Se extrañó Akari.
–No puedo aconsejarte qué hacer si no me dices qué te ha pasado, pero por lo menos puedo intentar hacer que te olvides de ello. Salgamos juntas hoy, divirtámonos y olvídate de tus problemas.
Akari tardó unos segundos en responder, ya que aquello la tomó por sorpresa. Sin embargo, poco después esbozó una pequeña sonrisa y asintió.
–Me parece bien. Gracias, Sakurako-chan.
–Ejejé. Para eso están las amigas.
Akari sonrió más. Aún se sentía mal por lo que pasó con Chinatsu, y si bien pensaba que postergar pensar en cómo aclararlo no la ayudaría, es cierto que necesitaba animarse, y la mejor manera de hacerlo era distraerse durante un rato. Y quién sabe, a lo mejor así hasta conseguiría encontrar una forma de aclarar la situación.
Durante el desayuno, la situación entre las chicas pudo llevar una cierta normalidad gracias principalmente a Sakurako, que era la que más hablaba, ya que Himawari no estaba de muy ben humor. No estaba enfadada como tal, pero sí que la veía algo molesta, y aunque intentaba mantenerse educada en todo momento, a veces contestaba de forma algo borde, lo que extrañó a Akari y Chinatsu.
–No le hagáis caso, hoy se ha despertado de mal humor. – Les susurró Sakurako a Akari y Chinatsu.
Himawari lo oyó, pero decidió pasar de ella y no decir nada.
En realidad lo que pasaba es que Kaede se había puesto muy enferma. Hasta habían tenido que ingresarla al hospital, donde tendría que permanecer por lo menos dos semanas para poder tratarla y recuperarse. Su vida no corría peligro, pero se encontraba bastante mal, así que Himawari estaba afectada. No se lo había dicho a Sakurako aún porque no quería preocuparla. De todas formas, teniendo en cuenta que ella solía venir muchas veces a su casa, se extrañaría de no ver a Kaede, así que tarde o temprano se lo tendría que contar, pero quería esperar a sentirse mejor para hacerlo.
Al terminar las clases, Himawari fue primero hacia el consejo estudiantil, ya que terminó de recoger sus cosas antes que Sakurako. Esta, al salir, se dirigió a Akari.
–Akari-chan, primero tengo que pasar un rato por el consejo estudiantil, pero en cuanto termine te vengo a buscar.
–Sí. – Asintió esta.
Eso extrañó un poco a Chinatsu, quién aún avergonzada por lo que pasó el día anterior, se dirigió a Akari.
–¿No vas a ir al club hoy?
–Ah, no, lo siento, he quedado con Sakurako-chan. Ve tú. – Dijo intentando sonreír, pero igualmente avergonzada.
–M… – Asintió Chinatsu, para justo después irse de allí, no muy animada, igual que Akari, que se quedó en el aula.
Por su parte, en el consejo estudiantil se encontraban solo Sakurako y Himawari, ya que Ayano y Chitose estaban haciendo sus labores en otros lugares, y Rise estaba "ayudando" a Nana con sus "experimentos". Sakurako estaba muy animada, tarareando cancioncitas, lo cual estaba molestando a Himawari. Normalmente algo tan simple como eso no la molestaría, pero tener a su hermana enferma hacía que estuviera más fácilmente irritable.
–¿Podrías parar, Sakurako? – Dijo intentando mantener la calma, aunque inconscientemente sonó algo borde. – Me estás molestando.
Sakurako se sorprendió, no tanto porque Himawari se molestara por ello, sino por el tono por el que lo dijo, lo cual la molestó un poco.
–¿Ahora te molesta que tararee?
–Pues sí. Estoy intentando concentrarme, y tú no me dejas.
–Ni que estuvieras haciendo algo tan importante.
–¡Por supuesto! ¡Estoy trabajando para el consejo estudiantil! Tú deberías tomarte esto igual de seriamente que yo, en vez de ser tan despreocupada e irresponsable.
Sakurako, aunque estaba acostumbrada a que Himawari le hablara así, empezó a molestarse.
–Qué gruñona eres. Suerte que hoy no te tendré que aguantar más porque me voy con Akari-chan. Ella sí que es amable y simpática, todo lo contrario que tú.
Eso llamó la atención de Himawari.
–Espera, ¿has quedado con Akaza-san?
–Sí. ¿Qué pasa, tienes envidia? – Dijo Sakurako con clara intención de picarla.
–¡¿Qué dices?! ¡Hoy ya habíamos quedado tú y yo!
–¿Eh?
–¡Habías dicho que hoy me acompañarías a comprar, ¿o es que ya te habías olvidado?!
–Ah.
La respuesta de Sakurako fue suficiente para Himawari.
–Increíble. Qué idiota eres, Sakurako.
Sakurako, aunque sabía que se había equivocado, no quería que Himawari le hablara así.
–¡¿Y qué pasa?! ¡¿Que tú no te has confundido nunca?! ¡Ha sido un error, ¿vale?! ¡No hace falta que me hables así!
–Pero ahora tendrás que decirle a Akaza-san que no puedes quedar con ella, decepcionándola y cambiándole sus planes.
Sakurako se extrañó.
–¿Qué dices? Voy a quedar con ella. – Eso sorprendió a Himawari. – Tú y yo ya quedaremos otro día.
Himawari estaba tan sorprendida que tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo se enfadó mucho.
–¡¿Pero de qué vas?! – Gritó, sorprendiendo a Sakurako. – ¡Tú y yo ya habíamos quedado desde antes, así que vas a quedar conmigo!
Sakurako, que también se sorprendió, reaccionó de forma similar a Himawari.
–¡¿Perdona?! ¡¿Me estás obligando a quedar contigo y dejar a Akari-chan?!
–¡No te estoy obligando, tú te comprometiste conmigo!
–¡Pues ha habido un cambio de planes! ¡No puedo quedar contigo, Himawari!
–¡¿Ves como eres una irresponsable y una inmadura?! ¡No se puede confiar en ti para nada!
–¡Akari-chan está triste hoy! ¡Tengo que acompañarla para animarla!
–¡Yo también estoy triste, ¿o es que eres tan idiota que no te has dado cuenta?!
–¡Tú lo que estás es enfadada, y eso te pasa por tener los pechos tan grandes!
–¡Mis pechos no tienen nada que ver con esto!
Las dos chicas estaban perdiendo el control, y ya estaban empezando a hablar sin pensar en lo que decían, dejándose llevar solo por la rabia.
–Bah, da igual. Voy a quedar con Akari-chan. Ella se lo merece mucho más que tú.
–¡¿Cómo dices?! – Exclamó Himawari claramente enfadada.
–Ella es una buena chica, amable, simpática, cariñosa… Tú eres una borde, antipática y gruñona. Además, Akari-chan no se enfadaría de esta forma si me hubiera equivocado y ya hubiera quedado con alguien. Ella lo entendería y me perdonaría porque es comprensiva, cosa que tú no eres. Akari-chan es mucho mejor que tú.
Himawari sentía que estaba a punto de perder totalmente el control por lo enfadada que estaba.
–¡¿Si tanto se gusta Akaza-san por qué no te casas con ella?! – Dijo en un arrebato.
–Pues no me molestaría. Sería mucho mejor que casarme contigo. De hecho, sería mucho mejor casarme con cualquier persona antes que contigo. Serías la última persona del mundo con quien lo haría. No, antes preferiría morirme que casarme contigo.
Aquello fue la gota que colmó el vaso. Himawari no lo aguantó más y le dio una impresionante bofetada a Sakurako, con tanta fuerza que la chica hasta se desplazó un par de pasos por el impacto. Sakurako se quedó tan impactada que no sabía cómo reaccionar, quedándose unos segundos con la mirada perdida hacia otro lado. Cuando por fin reaccionó, Sakurako se puso una mano en la mejilla golpeada, y con una expresión de entre dolor y miedo, lentamente se giró para ver a Himawari. La peliazul, si bien tenía una mirada y una expresión que desprendía odio, en sus ojos también se podía ver dolor. Lo que le había dicho Sakurako le había dolido mucho, por eso reaccionó de esa forma.
–Eres una auténtica idiota, Sakurako.
Por su tono de voz también se podía notar que estaba dolida. Pero Sakurako estaba tan enfadada que no notó eso. Para ella simplemente Himawari le había pegado sin motivo, la odiaba, y además no paraba de insultarla. Sakurako no lo aguantó más y claramente enfada gritó.
–¡Te odio! ¡Te odio, Himawari! ¡Vete a la mierda!
Sakurako salió corriendo de allí, dejando a Himawari sola. Aquello último también le dolió a Himawari, pero no pensaba perseguirla. Estaba demasiado enfadada con ella. Simplemente quería que desapareciera de su vista.
Akari, que seguía en el aula, se extrañó un poco de que Sakurako aún no hubiera llegado, así que decidió irla a buscar a la sala del consejo estudiantil, así además podría ayudarla a hacer lo que tuviera que hacer y terminarían antes. Además, podría preguntarle a Chitose otra vez sobre lo de por qué le sangraba la nariz. Claro, Akari no sabía que Chitose no estaba en la sala del consejo.
Todo esto era el plan de Akari. Sin embargo, al pasar frente a los lavabos oyó algo, como un sollozo. La chica, extrañada, entró, escuchando ese sollozo más fuerte. Era evidente que alguien estaba llorando.
–¿Hola? ¿Estás bien?
No hubo respuesta. Akari siguió avanzando, hasta ver en uno de los cubículos a Sakurako llorando en el suelo con la cabeza encima de la tapa del váter.
–¿Sakurako-chan? – Se sorprendió Akari.
Sakurako se giró, mostrando su cara llena de lágrimas.
–Akari-chan…
Sakurako se levantó rápidamente y se lanzó hacia Akari, abrazándola fuertemente, sorprendiendo a esta.
–¡¿Sa-Sakurako-chan?! ¡¿Q-Qué ocurre?!
Sakurako no contestó, solo siguió llorando. Akari, triste por su amiga, la condujo de nuevo hasta el cubículo y se sentó en la tapa del váter, con Sakurako encima suyo para que llorara en su hombro, mientras Akari le acariciaba su espalda.
–¿Qué ha pasado, Sakurako-chan? – Preguntó de nuevo Akari, suavemente.
Sakurako, entre llantos pudo decir:
–Himawari… La odio…
Akari suspiró.
–¿Ya os habéis peleado otra vez?
Sakurako negó con la cabeza.
–Esta vez es diferente. Ella… Me odia de verdad… Y yo a ella…
–Sakurako-chan…
–¡La odio!
Sakurako siguió llorando en el hombro de Akari. Esta siguió abrazándola y acariciándole su pelo y su espalda. Tras unos minutos, Sakurako se había calmado un poco, aunque aún tenía la cara llena de lágrimas.
–¿Estás mejor? – Preguntó Akari.
Sakurako asintió levemente.
–M…
Akari intentó que Sakurako se levantara, pero esta hizo presión con sus manos en los hombros de Akari para impedírselo, extrañando a la pelirrosa.
–¿Sakurako-chan?
–No te vayas aún. Déjame estar así contigo un rato más. Abrázame un poco más, por favor.
Akari, entendiendo cómo se sentía Sakurako, hizo lo que le dijo y la abrazó, así como acariciarle suavemente el pelo. Sakurako también abrazó a Akari y movió su cabeza para acurrucar la suya entre el hombro de Akari y el cuello de esta, haciendo que tanto la una como la otra notaran en su cuello la respiración de la otra. Lejos de molestarles, aquello las relajaba, y junto con el abrazo de la otra, aquello las hacía sentir bastante calmadas, olvidándose de sus problemas, por lo que así se quedaron un buen rato.
Tras un tiempo que ninguna de las dos supo identificar, Akari tomó a Sakurako por los hombros y la apartó suavemente, para mirarle directamente a la cara, la cual estaba roja por llorar, y con aún algunas lágrimas que no se habían secado o caído.
–¿Estás bien? – Sakurako asintió. – Vamos, lávate la cara, que así no estás guapa.
Sakurako se levantó y fue a lavarse la cara con agua, aliviándola bastante. Akari estuvo a su lado todo el rato. Cuando Saku terminó, Akari sonrió.
–¿Lo ves? Estás mucho mejor así.
Sakurako esbozó una leve sonrisa.
–Gracias, Akari-chan.
–No tienes que darlas. Para eso están las amigas, ¿no?
Sakurako aumentó un poco su sonrisa.
–Y pensar que era yo la que quería animarte a ti, y al final has sido tú la que me ha animado a mí. Lo siento, Akari-chan, no quería meterte en mis problemas.
–Ah, no tranquila, si también me has ayudado.
–¿Eh? – Se extrañó Sakurako.
–Puede sonar raro, pero cuando nos estábamos abrazando me he sentido muy tranquila y relajada. Me ha hecho olvidar durante un rato mis problemas. Es como si el simple hecho de abrazarnos me aliviara.
Sakurako sonrió un poco más.
–A mí también. – Akari también amplió su sonrisa. – Akari-chan, ¿está bien que a partir de ahora te abrace si me siento mal?
–¡Claro! Y aunque te sientas bien. Abrázame todo lo que quieras.
–¡Yey! – Exclamó Sakurako contenta, para justo después abrazar de nuevo a Akari.
Akari también abrazó a Sakurako. Las dos chicas cerraron los ojos y se limitaron a abrazar a la otra, notando como con solamente eso las dos se sentían muy calmadas y relajadas. Sus problemas se esfumaron por completo de sus cabezas en ese momento. Tras un rato, ambas se soltaron, mirándose con una sonrisa.
–Bueno, ¿vamos, Akari-chan?
Esta asintió. Y las dos chicas salieron de la escuela para ir a divertirse, yendo a tiendas, para comprar ropa y accesorios, así como a centros recreativos, jugando a varios juegos. Ambas chicas se divirtieron mucho, y llegaron a su casa muy felices. Al momento de ir a dormir las dos pensaron que debían repetir esto más veces.
