Akari abrió lentamente los ojos. Aún seguía abrazada a Ayano. Era ya la quinta vez que se despertaba, ya que dormir en esa posición incómoda y con ese frío no era fácil. Ayano también se había despertado varias veces, pero desde que Akari se durmió por primera vez en ningún momento coincidieron las dos al mismo tiempo. Sin embargo, Akari notó algo diferente esta vez de las anteriores que se despertó. O mejor dicho, no lo notó. Exacto, Akari miró fuera de la cueva y pudo ver que ya no llovía. Y eso significaba dos cosas. No solo que ya no llovía, sino que el hecho precisamente de poder verlo significaba que había luz, ya que de lo contrario no habría podido ver nada. Aún era una luz muy débil, ya que el sol todavía no había salido, pero por la luz que había se podía saber que saldría en pocos minutos. La pelirrosa movió suavemente a Ayano para despertarla.
–Sugiura-senpai… Eh, Sugiura-senpai.
Ayano se despertó sin problemas.
–Ah… B-Buenos días, Akaza-san.
–Buenos días. Mira. – Dijo mirando a fuera con una ligera sonrisa.
Al ver que ya no llovía, Ayano también sonrió.
–Ah, ya no llueve.
Akari asintió.
–Y ya está saliendo el sol. Podemos intentar llegar hasta la mansión.
Esta vez asintió Ayano.
–¿Cómo está la ropa? – Preguntó.
Akari la tocó, desanimándose un poco.
–Ah… Aún está mojada.
–Bueno, podemos secarla. – Ayano intentó andar hacia la ropa, pero no pudo dar ni un paso antes de soltar un quejido. – ¡Ah!
–¡Sugiura-senpai! ¡¿Estás bien?!
–Ah… Me había olvidado de mi tobillo…
–No te muevas, ya te la traigo yo.
–Gracias.
Akari agarró la ropa de Ayano y la dejó justo delante suyo, para después coger su propia ropa y empezar a escurrirla, al igual que Ayano, viendo que caía relativamente bastante agua.
–Sí que había agua… – Dijo la pelirrosa.
–Sí, anoche llovió muchísimo. Aún tardará un buen rato en secarse. No recomiendo que nos la pongamos aún, podríamos resfriarnos.
Akari asintió. De pronto, su estómago hizo un fuerte ruido.
–L-Lo siento… – Dijo la chica algo avergonzada.
–Tranquila, no hemos comido nada desde ayer al mediodía, es normal que tengas hambre. Yo también tengo. En cualquier momento me hará ruido a mí tam…
Ayano no pudo acabar la frase antes de que a ella también le hiciera ruido, causando que las dos chicas soltaran unas risitas. Sin embargo, enseguida Akari dejó de sonreír.
–Esto no es algo divertido… Tenemos que llegar a la mansión lo antes posible.
Ayano asintió.
–Sí… – Tras unos segundos, Ayano siguió. – Akaza-san… ¿Crees que puedes subir por donde nos caímos ayer?
–Es posible. Pero tú…
–No te preocupes por mí. Ve a buscar ayuda.
–¡No! ¡No te dejaré sola!
–Akaza-san, ya no llueve, y está saliendo el sol. Ya no tienes que preocuparte.
–¡Pero podría haber osos o algún otro animal que podría atacarte!
–¿Y crees que estando las dos juntas conseguiríamos hacer algo? – Akari no sabía que decir. – Akaza-san, no te preocupes por mí. Ve a la mansión a buscar ayuda. No me pasará nada.
Akari iba a negarse, aunque no sabía exactamente qué decir. Sin embargo, al escuchar algo se sorprendió.
–¿Has oído eso?
Ayano no dijo nada, intentando escuchar algo. Akari volvió a oír eso, muy suavemente.
–Eso, ¿lo oyes?
Las dos chicas agudizaron sus oídos al máximo, intentando escuchar eso.
–Akariiiii…
Las dos chicas se sorprendieron. Era Yui.
–Ayanooooo…
Esta vez era Kyouko.
–Ayano-chaaaaan…
Chitose.
–Akaza-saaaaan…
Himawari.
–Akari-chaaaaan…
–Sugiura-senpai…
Chinatsu y Sakurako.
Las dos chicas se quedaron mirando sin saber exactamente qué decir.
–Son ellas… – Dijo finalmente Akari.
Ayano solo pudo asentir. Akari, rápidamente corrió hacia fuera la cueva y gritó con todas sus fuerzas.
–¡Chiiicaaaaaaaaaas! ¡Estamos aquíííííííííí!
–¿Habéis oído eso? ¡Akari!
–¡Sí! ¡Estamos aquí!
–¡Akari! ¡Sigue hablando!
–¡Aquííí! ¡Aquíííííííííí!
–¡Akari!
–¡Akaza-san!
La voz de las chicas se oía cada vez más cerca. La felicidad hacía que Akari no se diera cuenta de algo, y Ayano casi tampoco, pero al estar viendo ella Akari de cuerpo entero, pudo darse cuenta.
–¡Akaza-san, tu ropa!
Esta se sorprendió.
–¡Ah, es verdad!
Akari corrió a ponerse la ropa, mientras Ayano hacia lo mismo.
–¡Akariiiii!
–¡A-Aquííííí! – Siguió gritando mientras se ponía la ropa.
–¡Akaza-saaan!
–¡S-Sííííí! – Finalmente Akari consiguió ponerse toda la ropa, por lo que volvió a salir, mientras Ayano seguía poniéndose la suya, al tardar más por tener el tobillo roto.
–¡Akariiiii!
La voz de las chicas estaba ya muy cerca, por lo que Akari decidió advertirles.
–¡Chicas, tened cuidado! – Exclamó refiriéndose al estado del suelo.
Sin embargo, no avisó con suficiente antelación y nada más terminar de decir eso, Yui, que era quien iba primero, resbaló por la ladera.
–¡Yui-chan!
–¡Yui-senpai! – Exclamó Chinatsu que iba detrás de ella.
Sin embargo, Yui pudo reaccionar rápidamente y con sus manos se agarró fuertemente al barro, mientras con sus zapatos intentaba frenar, consiguiendo finalmente detenerse tras deslizarse unos cuantos metros por el barro, quedando sus manos y zapatos completamente empapados de barro, a parte de su camiseta manchada. Pero eso en esos momentos les daba igual a todas, ya que al menos estaba bien. Todas suspiraron de alivio.
–Menos mal, Yui-chan…
–Akari, ¿estás bien?
Esta asintió.
–Sí. Y Sugiura-senpai está allí. – Dijo señalando la cueva. – Pero tiene el tobillo roto y no puede subir por aquí. Y yo sola no puedo con ella.
–¿Habéis oído eso? – Les preguntó a las demás.
Estas asintieron.
–Formaremos una cadena. Akari y yo ayudaremos a Ayano a agarrarse, y vosotras daos la mano para intentar llegar lo más abajo posible y tirad de nosotras cuando nos agarremos.
Las demás asintieron.
–¡Cuenta con ello! – Exclamó Chinatsu.
Yui soltó el barro y con cuidado fue deslizándose hasta abajo del todo. Nada más llegar, Akari la abrazó.
–Yui-chan… Me alegro tanto de veros…
Yui sonrió tiernamente.
–Yo también me alegro de ver que estáis bien. Siento no haber podido venir antes, pero los dueños de la mansión nos prohibieron salir hasta que la lluvia parara. Dijeron que si salíamos con esa tormenta podríamos sufrir daño.
Akari asintió.
–Sí, no pasa nada, no os culpo. – Tras una pausa, Akari siguió. – Ayudemos a Sugiura-senpai.
–Sí. – Asintió Yui.
La chica se sacudió las manos para quitarse un poco del barro que tenía en ellas, aunque siguió quedando bastante, por lo que el que le quedaba decidió quitárselo pasando sus manos por un árbol o directamente en sus pantalones. Estaban tan manchados que ya no venía de aquí.
Después de eso, Yui se puso en el lado derecho de Ayano y Akari en el izquierdo, y las tres caminaron hasta quedar justo debajo de la ladera.
–Cuando queráis, chicas. – Dijo Yui.
Las demás asintieron e hicieron una cadena formada, en ese orden, por Kyouko, Sakurako, Chitose, Himawari y Chinatsu, todas encima de la ladera, y poco a poco fueron avanzando para hacer bajar lentamente a las que estaban delante, en este caso Chinatsu, y después Himawari y Chitose. Las chicas, gracias a estar dándose la mano la una a la otra, podían evitar caer y apoyaban sus pies en el barro de forma estratégica para no caer ladera abajo. Aun así, era bastante difícil. Más cuando también Sakurako tuvo que bajar la ladera porque sino no llegaban abajo, quedando solo Kyouko en terreno seguro, teniendo que hacer una fuerza sobrehumana para no soltar a Sakurako.
Ni así llegaron abajo del todo, por lo que Yui y Akari tendrían que subir un poco.
–Ayano, vamos a tener que subir nosotras también un poco. Puede que te duela, pero intenta aguantarlo, ¿vale?
Ayano asintió.
Akari y Yui empezaron a subir por la ladera llena de barro, con algo de dificultad, ya que no solo tenían que poner sus pies con cuidado para no resbalar, sino hacerlo estando agarradas con Ayano, pasando las dos sus brazos per detrás de su cabeza, y ella haciendo lo mismo, pasando sus brazos por detrás de la cabeza de las dos, por lo que no había mucho margen de maniobra. Yui alargó su brazo, pero aún no llegaba del todo al de Chinatsu, quedando a pocos centímetros.
–Ayano, Akari. Vamos a tener que saltar para impulsarnos. – Dijo, sorprendiendo un poco a las dos. – A la de tres, ¿vale? – Superada la sorpresa, las dos chicas asintieron con determinación. – Una, dos, ¡y tres!
Las tres chicas saltaron lo más fuerte que pudieron, que en el caso de Ayano era bastante poco por razones obvias. Estirando su brazo al máximo, Yui y Chinatsu consiguieron agarrarse la mano, pero al haber saltado y no estar tocando el suelo en esos momentos, al caer, Yui arrastró a Chinatsu, y esta a todas las demás, cayendo Kyouko al suelo, yendo esta también a caer hacia la ladera.
Kyouko pudo reaccionar rápidamente agarrándose a la raíz de un árbol que estaba allí, quedando sus piernas colgando por la ladera.
–¡Aaaaah! ¡Me voy a partir en dos! – Exclamó Kyouko.
–¡Kyouko-senpai, tira con fuerza!
–¡Ya lo hago!
–¡Toshino-senpai, haz más fuerza! – Exclamó Sakurako.
–¡Ya lo intento!
–¡Kyouko-chan! – Exclamó esta vez Akari. – ¡Tú puedes!
–¡Kyouko! – Gritó Yui. – ¡Sácanos de aquí y te compraré todos los helados de ron con pasas que quieras durante un año!
Aunque aquello hizo que Kyouko ganara más fuerza casi mágicamente, tuvo que esforzarse muchísimo para conseguir poner sus pies de nuevo en suelo seguro y tirar de Sakurako, y tardó varios segundos en hacerlo. Una vez esta consiguió poner sus pies en suelo seguro, pudo unir sus fuerzas a la de Kyouko. Y luego Chitose. Y Himawari, y Chinatsu, y finalmente Yui, Ayano y Akari.
Una vez ya todas en suelo seguro, las chicas se dejaron caer al suelo. Se ensuciaron de barro, pero les dio igual. Estaban todas agotadas, pero Kyouko estaba reventada. Casi no podía ni respirar. Tras unos segundos para recuperar el aire, Akari se incorporó.
–Gracias, chicas.
–No hay… De qué… – Dijo Chinatsu mientras seguía respirando rápidamente.
Yui siguió.
–Voy a llevar a Ayano y Akari a la mansión. Necesitan comer y calentarse, y Ayano necesita que le curen el tobillo.
–Adelantaos… Ya os atraparemos… – Dijo de nuevo Chinatsu.
Kyouko hubiera dicho eso, pero estaba tan cansada que no podía ni siquiera hablar. Tardaría unos cuantos minutos en recuperarse.
–Está bien, os espero allí. ¿Vamos, Akari?
–Sí. Asintió esta.
Entre ella y Yui, de nuevo volvieron a agarrar a Ayano y las tres fueron hasta la mansión.
Una vez llegaron allí, una de las dueñas las estaba esperando en la puerta. Al ver el estado de Ayano y Akari, la mujer se acercó rápidamente a ellas.
–Dios mío, ¿estáis bien?
Akari respondió.
–Sí, pero Sugiura-senpai tiene el tobillo roto, y no hemos comido nada desde ayer al mediodía.
–¿Y habéis pasado toda la noche bajo la lluvia?
–Por suerte nos refugiamos en una pequeña cueva.
–Aun así vuestra ropa está empapada. Pasad, rápido, que podéis coger un resfriado. – La mujer vio que no estaban las otras chicas. – ¿Dónde están las demás?
Esta vez Yui respondió.
–Akari y Ayano se habían caído por una ladera, y tuvimos que hacer mucha fuerza para sacarlas, por lo que están muy cansadas. Vendrán enseguida.
–Está bien. Vamos, pasad rápido. – Dijo mientras las acompañaba a dentro de la mansión. – Lo primero que tenéis que hacer es bañaros para calentaros. Allí mismo os traeré comida y miraré tu tobillo.
Las chicas asintieron y fueron hasta la zona de aguas termales. Allí se desnudaron, dejando la ropa para que la lavaran y trajeran una nueva, y después de una breve ducha para quitarse la suciedad que tuvieran encima, se metieron en las aguas termales. Aunque eso alivió a las tres, era especialmente reconfortante para Akari y Ayano, que hasta hace un momento aún llevaban la ropa empapada de la lluvia de esa noche. Las dos chicas sentían que estaban en el paraíso. Yui sonrió al verlas así.
La mujer entró, con una bandeja de bambú con comida. Cuando Akari y Ayano la vieron, abrieron los ojos como si acabasen de ver un fantasma.
–Tomad. – Dijo la mujer. – Estaréis muy hambrientas. Comed lo que queráis.
–¡Gr-Gracias! ¡Itadakimasu!
Sin salir del agua, las dos chicas empezaron a comer rápidamente, pareciendo desesperadas. Sabían que no era de muy buena educación comer así, pero tenían tanta hambre que en ese momento eso les daba igual. Que comieran tan rápido preocupó un poco a la mujer.
–Escuchad, aunque tengáis mucha hambre deberíais comer más lentamente u os sentará mal.
–S-Sí, tiene razón, lo siento. – Dijo Ayano. – Es que no comimos nada desde ayer…
–Sí, lo siento. – Dijo Akari.
–No os preocupéis, no lo digo por la apariencia, lo digo por vuestro bien. Después de estar tanto tiempo sin comer nada es mejor comer despacio para que vuestro estómago pueda digerir bien la comida. Si coméis muy rápido os puede hacer daño.
–Sí… – Respondieron las dos.
Aunque ambas chicas tenían ganas de zamparse todo aquello de un solo bocado, hicieron caso a lo que les dijo la mujer y empezaron a comer más lentamente.
–Voy a buscar cosas para tratarte, ¿vale? – Dijo refiriéndose a Ayano.
–Gracias. – Respondió la pelimorada.
Ambas chicas siguieron comiendo mientras Yui las seguía mirando. Tras un rato volvió a entrar la mujer, con un taburete de plástico y un botiquín para tratar a Ayano.
–Veo que ya os lo habéis comido todo. – Dijo con una sonrisa.
–¡Sí, estaba muy bueno! ¡Gracias! – Respondieron las dos.
–Bien. Siéntate aquí, por favor. Voy a mirar tu tobillo.
Ayano asintió. La chica salió del agua y se sentó en el taburete, con su pierna derecha hacia adelante para que la mujer la mirara. Esta le agarró el tobillo con ambas manos.
–Ah…
–Lo siento, ¿te duele?
–Sí…
La mujer trató de tener cuidado mirando el tobillo de Ayano, pero aun así esta soltó algún leve quejido.
–Es posible que te lo hayas roto, pero al no poder hacerte una radiografía aquí no lo sé seguro. De momento te lo voy a inmovilizar, y después deberás ir al médico para que te lo mire y te trate adecuadamente.
–Sí… – Respondió Ayano con la voz algo apagada.
Yui, que estaba al lado de Akari, habló.
–Menuda excursión que hemos tenido, ¿eh, Akari? – Dijo con una media sonrisa para intentar animarla un poco.
Sin embargo, Akari no respondió, extrañando a Yui. La chica estaba con la cabeza ligeramente bajada, respirando por la boca y con la cara roja.
–Akari, ¿estás bien?
Esta asintió levemente.
–Sí…
La mujer habló.
–Tal vez debas salir del agua, no vaya a ser que te marees por estar dentro mucho rato.
Akari asintió.
–Sí… Será eso…
La chica salió lentamente del agua, pero Yui se la quedó mirando no muy convencida. No se veía solo como si estuviera mareada por el agua. Akari se sentó en una roca que había allí, ya que las aguas termales estaban decoradas como si fueran exteriores, aunque estuvieran al interior de la mansión.
–Tengo frío. – Dijo Ayano, extrañando un poco a la mujer, que le estaba vendando el tobillo.
–¿Frío? Pero si aquí hace calor.
–Pues yo tengo frío…
La mujer le miró la cara y vio que, al igual que Akari, la tenía roja y respiraba por la boca.
–A ver, déjame mirar. – La mujer se levantó y le puso la mano en la frente a Ayano, sorprendiéndose. – ¡Estás ardiendo!
–Yo también tengo frío… – Dijo Akari.
Yui, temiéndose lo peor, salió del agua y le tomó la temperatura a Akari.
–¡Tú también! – Exclamó, después de ponerle la mano en la frente.
La mujer habló.
–No me extraña, después de pasar toda la noche bajo la lluvia, aunque consiguieran refugiarse. Tenían toda la ropa empapada, es normal que hayan cogido algo. Tenemos que llevarlas al hospital. Voy a llamar a una ambulancia. Tú cuida de ellas, ¿vale?
–Sí. – Asintió Yui.
Akari se levantó lentamente.
–Tengo frío, voy a meterme al agua otra vez…
–No, Akari, no puedes.
–¿Eh…?
–Estás ardiendo. Debes bajarte la temperatura, no hacértela subir más.
–Pero… Tengo frío… – Dijo Akari abrazándose y empezando a temblar.
–Yo también… – Dijo Ayano de igual modo.
–Os voy a traer toallas. Secaos y frotaros con ellas si queréis, pero no os volváis a meter al agua, que os hará sentir peor.
Yui fue a buscar tres toallas, para Akari y Ayano y para ella, mientras las dos chicas aceptaron no meterse al agua de nuevo, aunque querían hacerlo. Una vez las tuvieron, las chicas se secaron con la toalla y empezaron a frotarse con ellas. Poco después volvió a entrar la mujer.
–Ya he llamado a la ambulancia. Estará aquí en unos minutos. Os recomiendo que os vayáis vistiendo ya para poder llevaros al hospital nada más llegue. Os he traído ropa nueva.
Las chicas asintieron levemente. Lentamente, las dos chicas se levantaron (Ayano con la ayuda de Yui) y fueron a ponerse la ropa. Las dos chicas se esperaron en la recepción de la mansión, sentadas en un sofá, abrazándose a sí mismas, tiritando de frío, por lo que la mujer les trajo una pequeña manta para que se taparan un poco. En ese momento llegaron las demás. Himawari habló.
–Akaza-san, Sugiura-senpai, ¿estáis bien? No os veo muy buen aspecto.
–Tienen fiebre. – Les dijo Yui. – Ahora llegará una ambulancia para llevarlas al hospital.
La mujer se acercó a Yui.
–Ya he avisado a sus padres que las van a llevar al hospital.
–Muchas gracias. – Dijo Yui, que le había dado el número de las casas de Ayano y Akari.
Las demás chicas se acercaron preocupadas a ellas. Saku habló.
–Ánimos, Akari-chan, Sugiura-senpai. Ya veréis como os ponéis bien enseguida.
–Gr-Gracias…
Aunque intentaron sonreír, las chicas no pudieron hacer nada más que curvar ligeramente los labios. Kyouko se acercó a Ayano.
–Iremos al hospital con vosotras.
–No… – Dijo Ayano. – Vosotras estáis bien. Disfrutad del fin de semana en esta mansión.
–¿Estás de broma? No pensamos quedarnos aquí disfrutando mientras vosotras estáis enfermas. ¿Verdad, chicas?
–Sí, es verdad. – Dijo Chinatsu.
–Sería muy desconsiderado por nuestra parte quedarnos aquí disfrutando de esto mientras vosotras estáis en el hospital. – Añadió Chitose.
–Sugiura-senpai tiene razón. – Dijo Akari. – Tenemos fiebre, no se puede hacer nada. Vamos a estar en el hospital igual. No tiene sentido que vosotras os perdáis esto. Disfrutad vosotras que podéis.
–Ni hablar, Akari-chan. – Dijo Sakurako. – Vamos a ir al hospital con vosotras. ¿Verdad, Toshino-senpai?
Kyouko asintió.
Ayano y Akari, al ver que no podrían convencer a sus amigas, decidieron dejarlo estar. Además, tampoco estaban con fuerzas para discutir con ellas. La mujer les habló a las chicas.
–Si queréis ir con ellas no hay problema, pero solo una o dos como mucho podrán ir en la ambulancia. Las demás tendréis que ir por vuestros propios medios. Y teniendo en cuenta que vuestra amiga – dijo refiriéndose a Yui – es la única que está limpia, creo que debería ir ella. Vosotras deberíais lavaros antes de ir con ellas.
Kyouko habló.
–Bueno, entonces te dejo a su cargo mientras nosotras no estamos, ¿vale Yui? – Esta asintió. – Ayano, Akari. Vendremos con vosotras lo más pronto que podamos, ¿de acuerdo?
Ayano y Akari ni siquiera asintieron, solo se quedaron allí tiritando de frío. Como no dijeron nada, Kyouko supuso que no ponían ninguna objeción, así que fueron a bañarse para quitarse toda esa suciedad de encima.
En pocos minutos llegó la ambulancia, y la mujer y Yui ayudaron a Akari y Ayano a subir en ella, quedándose Yui con ellas.
–Ánimos. Espero que os recuperéis pronto. – Dijo la mujer.
–Gracias. – Respondió Yui por ellas.
Después cerraron las puertas y la ambulancia de dirigió al hospital de Takaoka, donde ingresarían a Ayano y Akari.
