Era sábado. Yui y Akari habían acordado hacerles creer a Kyouko y Chinatsu el jueves que Akari seguía afectada por haber cortado Ayano con ella y que quedar con Yui podría ayudarla, por lo que este era el tercer día que salían juntas de esa forma, sin tener que preocuparse de buscar excusas. Pasaron todo el día fuera, yendo por la mañana a una pista de patinaje sobre hielo. A Akari le costó bastante poder mantenerse estable, por lo que Yui se puso delante de ella, cogiéndole las manos (con guantes) patinando ella lentamente hacia atrás para ayudar a Akari a avanzar. Cuando Akari creía que ya le empezaba a coger el truco, Yui la soltó, pudiendo Akari empezar a patinar sola, aunque lentamente. Sin embargo, Yui ya podía patinar rápidamente sin casi esforzarse, sorprendiendo a Akari, que la miraba con una sonrisa.

–Yui-chan, pareces una patinadora profesional. – Dijo cuando esta volvió a ponerse a su lado, sonrojando un poco a Yui.

–Vamos, no exageres. – Dijo esta pasándose la mano por la nuca.

–Lo digo en serio, lo haces muy bien.

–Je je… Gracias. – Dijo Yui un poco avergonzada pero feliz.

Siguieron patinando un buen rato, con Yui de vez en cuando tomando a Akari de la mano y llevándola para hacerla ir más rápido (con el permiso de esta, claro) o para hacer algún movimiento, como hacerla girar alrededor de ella o ser ella la que girase alrededor de Akari. Al principio la pelirrosa tenía un poco de miedo, pero sabía que Yui no haría nada que pudiera ser peligroso y que no la soltaría, por lo que no puso ninguna objeción a lo que hizo Yui. Y además se lo pasó muy bien.

Después fueron a comer a un restaurante de un centro comercial. Cuando Yui quiso pagar todo, Akari se opuso.

–Yui-chan, no hace falta que lo pagues todo tú.

–Déjame invitarte, Akari. No te preocupes por nada.

–Pero no me parece bien que pagues siempre todo.

–Vamos, Akari, déjame pagar a mí. No quiero que gastes tu dinero.

–Yui-chan, no tienes que pagar tú para que me enamore antes de ti. Que pagues siempre tú no me va a hacer más feliz. ¿Sabes lo que me hace más feliz?

Yui, extrañada, miró a Akari.

–¿Lo que te hace más feliz? – Yui se puso a pensar unos segundos. – Mmm… Conociéndote, diría que lo que te hace más feliz es ayudar a los demás para que sean felices. Porque ver a los demás felices te hace feliz a ti también.

Akari sonrió.

–Exacto. Me gusta hacer felices a los demás, por lo que no tienes que pagar siempre tú. Sé que eso es una molestia. Me gusta que de vez en cuando tengas un detalle conmigo y me invites, claro, pero no hace falta que lo hagas siempre. Me gusta que pienses tanto en hacerme feliz, Yui-chan, te lo agradezco. Pero también debes pensar en ti. – Eso llamó la atención de Yui. – Si acabamos siendo novias, tenemos que ser felices las dos, no solo yo. Yo también tengo que hacer cosas por ti, no solo tú por mí.

–Akari… – Yui no sabía qué decir. – Pero si tú eres feliz, yo ya soy feliz.

–Y yo soy feliz si tú lo eres, pero eso no significa que tengas que pagarlo todo siempre tú. No soy pobre, Yui-chan, y no va a hacer que me sienta más atraída por ti que me invites siempre.

–Ah, no lo hacía por eso, de verdad. – Dijo Yui algo nerviosa. – No pienses que intentaba comprarte o algo así.

–Ya, ya lo sé. – Dijo Akari sonriendo. – Solo digo que no tienes que hacer esto. Me alegra mucho que quieras que sea feliz, y esto hace que yo quiera hacerte feliz a ti también. Por eso no tienes que pagarlo todo tú siempre, Yui-chan. Déjame hacer cosas por ti también.

Tras unos segundos sorprendida, Yui sonrió tiernamente.

–Akari… ¿Cómo lo haces?

–¿Eh? ¿El qué? – Preguntó extrañada.

–Cuando pensaba que no me podías gustar más, va y dices esto, haciendo que te quiera aún más.

Akari se sonrojó bastante ante eso, y bajó y apartó un poco la mirada.

–¿Qu-Qué dices, Yui-chan?

–Akari… Estás tan linda cuando te sonrojas.

–¡Mooo, ya basta! ¡Es vergonzoso! – Dijo Akari tapándose la cara con las manos.

–Ja ja ja. Perdón, ya paro. Pero lo que digo es cierto. Te quiero mucho, Akari.

Akari, igual de roja que antes o más, volvió a bajar la mirada, pero esta vez con una sonrisa. Además, que Yui le dijera eso de esa forma hizo que notara que su corazón latía más fuerte que antes.

–Está bien. – Dijo Yui. – Entonces paguemos mitad y mitad, ¿te parece bien? – Akari asintió. – Pero a cambio déjame después regalarte algún accesorio, como algún collar o algún colgante.

Akari sonrió.

–¿Ves? Eso está bien.

Yui también sonrió, y después de pagar, pasaron la tarde en el centro comercial mirando ropa y accesorios.

Tras mirar varias tiendas, Yui vio un colgante con una piedra casi esférica brillante en la parte de abajo, con dos tonalidades de color diferentes.

–Akari, ¿qué te parece este colgante?

Akari miró el colgante. Le llamó la atención que, a diferencia de casi todos los demás, en este la piedra tenía un color por un lado y otro color por el otro, con un degradado en medio de forma que el cambio de color no era inmediato sino progresivo, pasando de un rosa rojizo por un lado a un azul muy oscuro al otro.

–Es bonito, ¿pero por qué este concretamente? – Preguntó intrigada preguntándose por qué de entre todos los colgantes Yui había elegido ese.

–Es como el color de nuestro cabello. Nos representa a las dos juntas en una sola gema.

Akari se sorprendió por el significado que Yui había decidido darle, mostrando después una tierna sonrisa.

–Es precioso.

–Entonces te lo regalo.

Akari asintió.

Después de pagarlo, Akari quiso ponérselo ella misma, pero Yui prefirió ponérselo ella a Akari, apartándole suavemente el cabello por detrás a la chica para poder poner el cierre. Después de ponérselo, Yui volvió a pasarle la mano por el cabello para dejarlo igual que antes. Todos esos detalles hacían que Akari cada vez se sintiera más feliz de estar con Yui.

–Te queda perfecto.

–Gracias. – Dijo Akari levemente sonrojada.

Después de pasar un rato más en el centro comercial, llegó la hora de volver a casa, así que ambas chicas hicieron juntas el trozo de camino común que tenían desde el centro comercial hasta el cruce donde los caminos hacia sus casas se separaban, donde se despidieron.

A la hora de dormir, Akari durmió plácidamente pensando en cómo de buena era Yui con ella y que quería estar más tiempo con ella.


Al día siguiente

Era domingo, y Yui y Akari decidieron ir a un parque de atracciones. Yui se subió con Akari en todas las atracciones en que subió ella, la mayoría de intensidad suave, mientras que Yui se subió sola a las que eran más fuertes, aunque sin atreverse tampoco con las más extremas.

–¿No subirás allí, Yui-chan? – Preguntó Akari, mirando a una montaña rusa muy alta y muy rápida.

–No, creo que es demasiado para mí.

–¿En serio? No lo hubiera dicho. Creía que ninguna atracción sería capaz de darte miedo.

–También tengo mis límites. – Dijo rascándose la mejilla. – Me pregunto si tú hubieras sido capaz de subir aquel día.

–¿Aquel día?

–El día que decidiste que nada te haría volver a sentir triste, que estabas tan animada que hasta empezaste a correr hacia la escuela, como si fuera una carrera. Estabas tan llena de energía que creo que hubieras sido capaz de subir aquí.

–Ah, ese día…

Akari recordaba perfectamente cómo se sentía aquel día e imaginó la situación.

Imaginación de Akari

Akari corrió hacia la montaña rusa y miró a las chicas.

–¡Chicas, subamos aquí!

Las demás la miraron horrorizadas.

–¡¿Aquí quieres subir, Akari-chan?! ¡¿Tú?!

–¡Pero si a ti no te gustan las atracciones fuertes! – Exclamó Kyouko.

–¡Vamos, será divertido! ¡Si vosotras no venís subo yo sola! – Exclamó sin perder la sonrisa.

Nada más terminar la frase empezó a correr hacia la entrada de la atracción, dejando a las demás tan atónitas que no reaccionaron hasta que Akari ya se había subido.

En la subida, Akari temblaba de emoción.

¡Qué emoción! ¡Que divertido va a ser!

La montaña rusa llegó a lo más alto y entonces empezó la bajada. Desde el suelo, Yui, Kyouko y Chinatsu escucharon como Akari gritaba sin parar. Cuando la atracción terminó, las tres chicas esperaban a Akari en la salida, que salió caminando lentamente y temblando sin parar, asustando un poco a las chicas.

–¡Akari-chan, ¿estás bien?!

–S… Sí… Me he muerto de miedo, pero no pasa nada… No sirve de nada llorar por lo que ya ha pasado… Por muy mal que lo haya pasado, ponerme triste o llorar no va a cambiarlo, así que… – Akari se esforzó por mostrar una sonrisa, aunque seguía temblando. – Pasémoslo bien…

A las tres chicas les salió una gota de sudor en la sien.

De vuelta a la realidad

–No sé si hubiera subido… Pero de haberlo hecho eso habría acabado con toda mi energía de golpe… – Dijo con una gotita de sudor.

Yui sonrió.

–Bien, ¿entonces qué te parece si subimos a un lugar más tranquilo? ¿Allí, por ejemplo? – Preguntó señalando la noria.

–Sí, me encantaría. – Dijo Akari sonriendo.

Dicho y hecho. Ambas chicas se dirigieron a la noria, de unos 50 metros, y tras hacer una breve cola pudieron subirse a una de las cabinas.

Akari se acercó a uno de los cristales a medida que la noria subía, viéndose feliz, lo que hacía que Yui también estuviera feliz.

Se empezaba a hacer tarde, así que poco a poco el parque y sus alrededores, así como el cielo, iban tiñéndose lentamente de naranja y de ese brillo que tiene la luz del atardecer.

Tras pocos minutos llegaron a la parte más alta, y empezaron a bajar en dirección contraria a la que habían subido. Como ya llevaban un rato de pie, Yui decidió sentarse de cara hacia donde avanzaba su cabina, de forma que pudieran ver el paisaje a medida que bajaban. Akari decidió sentarse justo a su lado izquierdo.

–Me lo estoy pasando muy bien, Yui-chan. – Dijo sin mirarla.

–Me alegro. Yo también. – Respondió Yui también sin mirar a Akari.

Tras unos segundos, Akari decidió recostar su cabeza en el hombro de Yui, sorprendiendo a esta.

–¡¿A-Akari?!

Yui se sonrojó un poco y desvió la mirada.

–Puedo sentir tu corazón, Yui-chan. Está latiendo muy rápido. – Dijo Akari tranquilamente.

–P-Por supuesto que lo está… – Respondió Yui algo avergonzada.

Tras unos cuantos segundos, Yui decidió que no tenía sentido avergonzarse por eso. Estaba en una situación muy buena con Akari, así que decidió tranquilizarse y disfrutar de ella. La chica recostó su cabeza sobre la de Akari y pasó su brazo izquierdo por detrás de Akari para tomarla del hombro y acercarla aún más a ella. Ahora era Akari la que estaba un poco sonrojada, pero no por eso se sentía incómoda. Al contrario, podía sentir todo el cariño y aprecio que Yui le daba, y eso la hacía sentir muy bien. La chica decidió cerrar los ojos y disfrutar de esa sensación, sin importar que se estuviera perdiendo las vistas.

Al bajar de la noria, Yui pensó que ya iba siendo hora de marcharse.

–Se está haciendo tarde. ¿Quieres que nos vayamos ya? – Akari solo asintió con una tierna sonrisa. – Está bien. Vamos entonces.

Después de que Yui diera unos cuantos pasos, Akari la llamó.

–Yui-chan.

Yui se giró, viendo a Akari con la misma tierna sonrisa.

–¿Sí?

–Quiero ser tu novia.

Eso dejó a Yui en estado de shock.

–¿Eh? – Fue lo único que pudo decir.

–Quiero ser tu novia. Así que… Si tú sigues queriendo ser mi novia…

–¡P-Por supuesto que quiero! – Respondió inmediatamente Yui, que se quedó sin saber cómo reaccionar durante unos segundos. – E… Eso significa…

Akari asintió.

–Quiero estar contigo, Yui-chan.

A Yui se le empezó a formar una sonrisa en su rostro cada vez más grande. Finalmente no pudo resistirlo más y abrazó con fuerza a Akari.

–¡Muchísimas gracias, Akari! ¡No te vas a arrepentir, te lo juro! ¡Voy a hacer que seas increíblemente feliz!

Akari también abrazó a Yui.

–Que me aprecies tanto me hace muy feliz, Yui-chan.

Y así se quedaron abrazadas las dos chicas por más o menos medio minuto. Cuando se separaron, las dos se quedaron mirándose con una sonrisa, sin decir nada.

–Entonces… Ya somos oficialmente pareja. – Dijo Yui.

Akari asintió.

–Así es. – Tras una pausa, Akari siguió. – Me pregunto si podemos decírselo ya a las demás.

–Sobre eso… Creo que es mejor esperar un tiempo.

–¿Y eso? – Preguntó Akari.

–… Chinatsu-chan. – Akari cayó en eso. – No sé cómo reaccionará cuando le digamos esto. Como está enamorada de mí, creo que lo mejor es que se lo diga yo, y debo pensar qué decirle exactamente para herirla lo menos posible.

–Entiendo…

Yui sonrió y le puso una mano en la mejilla.

–Pero no te preocupes. Tú y yo ya somos novias. Pronto ya no nos tendremos que esconder. – Akari también sonrió y asintió. – ¿Vamos?

Akari volvió a asentir y las dos se fueron rumbo a sus casas, hasta el cruce donde se separaban. Ninguna de ellas dijo nada hasta allí, pero no hacía falta. Con su compañía mutua se lo decían todo. Una vez allí, Yui miró a Akari.

–Entonces… Nos vemos mañana en la escuela.

Akari asintió.

–Sí… Hasta mañana, Yui-chan.

–Hasta mañana, Akari.

Tras unos segundos, Yui dio media vuelta para ir hacia su apartamento. Akari se quedó mirando a Yui con una sonrisa unos segundos más, y después ella también dio media vuelta para dirigirse a su casa.


Al día siguiente

Era lunes, y Kyouko, Yui y Chinatsu fueron a buscar a Akari para ir a la escuela como cada día laborable. Y Akari salió con una sonrisa radiante.

–Buenos días, chicas.

Ver a Akari así extrañó a Kyouko y Chinatsu. La primera habló.

–Vaya, Akari, hoy te ves muy feliz. ¿El "tratamiento de Yui para alejar la tristeza" ha funcionado?

Esta asintió.

–Totalmente. Me siento como nueva.

Chinatsu sonrió.

–Qué bien. Me alegra volver a verte feliz.

–Qué rápido. Yui dijo que podría tardar dos semanas, y ha tardado solo 3 días.

Akari asintió.

–Es que lo ha hecho muy bien.

–Qué has hecho, ¿eh, Yui? – Preguntó Kyouko.

Yui y Akari se miraron y sonrieron. Después Yui empezó la frase.

–Eso es un…

–Secreto. – Terminó Akari.

–¿Eeeeeh? – Protestó Kyouko. – Vamos, cuéntanoslo.

Sin embargo, si bien Kyouko quería saber qué era lo que había hecho Yui para animar a Akari, a Chinatsu oír a Yui y Akari decir eso con una sonrisa la había dejado bastante afectada. Akari estaba triste y después de estar con Yui estaba muy alegre, y no solo no les querían decir qué hizo para alegrarla, sino que con solo mirarse y sonreírse las dos entendieron que dirían eso y que Yui empezaría la frase y Akari la continuaría. Para poder hacer eso hay que ser muy, pero muy cercanas, lo que significa que Akari y Yui eran más que solo buenas amigas en ese momento. Chinatsu tenía una expresión de dolor en su cara, aunque se esforzaba por esconderla, por lo que solo parecía que estuviera un poco triste. Sin embargo, por la sorpresa de eso tenía la boca ligeramente abierta.

–Vamos, Kyouko, déjalo ya. Vayamos a la escuela. – Dijo Yui empezando a ir a la escuela junto con Akari.

–¡Mooo! ¡Vamos, Yui, cuéntamelo! ¡O si no tú, Akari!

Las tres chicas empezaron a ir hacia la escuela, con Kyouko intentando que alguna de las dos le dijera qué habían hecho para mejorara el humor de Akari tan rápidamente. Sin embargo, Chinatsu se quedó en el mismo lugar un rato, mirando a sus dos amadas, con esa expresión de dolor. Las dos chicas que amaba se estaban haciendo cada vez más cercanas entre ellas, y ella no solo no podía decidirse solo por una, sino que cada vez estaba perdiendo más contacto con ellas.

–¿Chinatsu-chan? ¿No vienes? – Preguntó Yui desde unos cuantos metros.

Eso regresó a Chinatsu a la realidad.

–¡Ah! ¡Sí, ya voy!

La chica empezó a correr para alcanzar a sus amigas, cosa que hizo rápidamente. Pero en el trayecto a la escuela estuvo con esa misma expresión todo el rato excepto cuando la miraban, momento en que mostraba una falsa sonrisa.


En la escuela

En el momento del descanso, Yui le pidió a Ayano salir al pasillo para hablar, lo cual hicieron.

–Debo decirte algo. – Dijo Yui con una sonrisa.

–¿Has avanzado con Akari?

Yui amplió un poco más su sonrisa.

–Ya lo creo. Ya somos novias.

Eso sorprendió a Ayano.

–¡¿En serio?! – Yui asintió, lo que hizo sonreír a Ayano. – ¡Qué bien! Me alegro mucho por ti, Funami-san. Y también por Akari. Ahora no la dejes escapar, Funami-san.

–No lo haré, no te preocupes. Me aseguraré de hacerla tan feliz que ni se le pasará por la cabeza enamorarse de otra persona.

Ayano sonrío. En ese momento llegó Akari, que se dirigía precisamente a hablar con Ayano.

–Vaya, ¿estáis hablando de mí? – Preguntó sonriendo.

Ayano asintió.

–Funami-san me lo ha contado. Me alegro por ti, Akari. Estoy segura de que podrá hacerte muy feliz.

–Sí… – Akari dejó de sonreír. – Ahora que estáis las dos aquí… Aprovecho para decíroslo… – Eso extrañó un poco a las chicas. – Ayano… Aún te sigo queriendo. – Eso sorprendió a las dos. – Eso no significa que no te quiera, Yui-chan. – Dijo mirándola. – Te quiero. Solo que aún sigo queriendo también a Ayano. – Volvió a mirar a esta. – Y no sé si nunca podré dejar de quererte… Pero eso no significa que quiera volver contigo. – Dijo mostrando una pequeña sonrisa. – Ya me dijiste que eso no pasará. Y también quiero a Yui-chan. Siento lo mismo por las dos, pero solo Yui-chan ha correspondido a mis sentimientos. Por eso soy tu novia. – Dijo volviendo a mirar a Yui. – Y no lo malentiendas, soy muy feliz contigo. Pero creo que tenías que saber que no he dejado de amar a Ayano. – Ahora miró a Ayano. – Creo que las dos teníais que saberlo.

Tras unos segundos para asimilar a aquello, Yui sonrió.

–No sé si conseguirás algún día dejar de amar a Ayano. Lo que sí que te puedo asegurar es que estando conmigo vas a ser feliz, Akari, sigas o no sigas amando a Ayano. Te puedo asegurar que no vas a sentirte triste nunca estando conmigo.

Akari amplió un poco su sonrisa.

–Lo sé. No lo dudo.

Ayano también sonrió.

–Me alegra que me lo hayas dicho, Akari. Yo tampoco sé si vas a conseguir dejar de amarme o no, eso depende de ti. Pero lo que sí que espero es que por lo menos puedas amar a Funami-san más de lo que me amas a mí, de forma que no te entristezca lo más mínimo no estar conmigo porque estarás con ella.

Akari asintió.

–Yui-chan pone mucho empeño en ello. Creo que lo conseguiré.

Yui y Ayano soltaron unas risitas. La segunda habló.

–Me alegro. ¿Eso significa… Que ya no te sentirías incómoda si volvemos a salir como amigas?

–Para nada. – Dijo Akari sonriendo. – Eso sí, no creo que podamos quedar mucho, porque ahora soy la novia de Yui-chan, y ella tiene prioridad

–Por supuesto. – Dijo Ayano sonriendo.

Las tres chicas soltaron unas risitas, y se quedaron allí un poco más hasta que el descanso estaba a punto de terminar. Akari, su exnovia y su novia actual, podían estar las tres juntas y hablar entre ellas sin resultar incómodo, lo cual era gratificante.

Sin embargo, aquello no significaba que se hubieran acabado los problemas. Para nada, más bien empezaban otros igual de importantes o peores.