Cuando Iruka despertó, lo hizo con recuerdos falsos que le implantó el antiguo patriarca Uchiha en los cuales él y Mizuki lucharon, pero fue el propio Naruto quien detuvo al traidor con su jutsu de clones de sombra y lo dejó en tan mal estado. Ante esto, felicitó al chico y le dio su banda ninja.
El rubio, después de hablar con Hashirama y Tobirama, entendió que ser un jinchuriki significaba ser la prisión del bijuu, no el mismo, por lo que logró calmarse y actuar normal cuando su figura de hermano finalmente despertó.
También, a pedido de los mismos, no le contó a nadie que podía usar el Edo Tensei y los había resucitado, a lo cual en un primer momento se quejó, pero luego lo aceptó. Podía entender su razonamiento. Los ninjas ocultan su auténtico poder al enemigo para tener una ventaja sobre ellos y, si se supiera que estaban vivos y bajo su control, sería el centro de atención de varias personas que quisieran ese poder para ellos.
Por otro lado, tendría un entrenamiento personalizado por tres de los shinobis más fuertes de la historia, lo cual emocionaba a Naruto, aunque realmente Madara no estaba nada contento con ello, lo cual se ganó varias burlas del usuario de madera.
Dada la técnica, el rubio podía restringirlos de voluntad, algo que sabía pero que no iba a usar. No le gustaba la idea de usar personas como marionetas, para gran confusión de los dos hombres más estoicos y la alegría del más jovial diciendo que la voluntad de fuego ardía inmensamente en él.
Tobirama tuvo mucha curiosidad por el modo que realizó el Uzumaki para traerlos de vuelta, ya que a pesar de no haber experimentado la técnica antes en carne propia, sentía que el jutsu no era igual al suyo. Para empezar, ellos no mostraban los signos típicos del Edo Tensei.
-Bueno, como no entendía un par de cosas sobre la técnica, improvisé. Usé clones de sombra como sacrificios, y al no saber qué quería decir que necesitaba algo de ADN de los que iba a resucitar, pues no lo hice. Sencillamente pensé en los primeros nombres que se me vinieron a la cabeza de las clases de historia de Iruka sensei - respondió Naruto cuando el peliblanco preguntó.
El usuario de suiton no pudo estar más sorprendido ante su respuesta. Prácticamente había creado una variante diferente de su técnica. Desconocía el alcance total que tendría, pero definitivamente quería verlo.
Mientras su hermano y el Uchiha discutían y peleaban entre sí, el segundo hokage se dedicó a entrenar a su invocador. Estaba claro que en la academia lo habían saboteado para que no se convirtiera en genin, y que fue gracias a esta circunstancia especial que lo era, por lo que tendría que ayudar al niño para estar preparado para el mundo shinobi.
La semana que hubo entre la graduación y la selección de equipos fue muy movida para el rubio. Tobirama lo llevó al límite una y otra vez sin piedad, usando cientos de clones de sombra para acelerar el proceso de aprendizaje.
Hashirama y Madara también le enseñaron cosas, aunque su sensei principal fue el peliblanco, ya que esos dos parecían que no podían estar juntos sin discutir o pelear a cada rato. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces el pelicastaño huyó riéndose de su amigo y rival mientras este le perseguía lanzándole bola de fuego tras bola de fuego.
Para cuando llegó el día de la formación de equipos, Naruto ya había corregido todo su taijutsu y estaba creando uno propio con la ayuda de sus clones, su control de chacra había mejorado, siendo capaz de caminar sobre los árboles y caminar sobre el agua, sabía algo de estrategia, era un maestro en trampas, podía disipar los genjutsus más simples, tenía conocimiento básicos de fuinjutsu, su puntería era perfecta en objetivos fijos y decente en objetivos de movimiento medio, y había empezado su entrenamiento elemental.
Incluso en ese momento, que se encontraba en su aula de clase, tenía a más de 500 clones de sombra entrenando bajo los tres resucitados. Mirando en retrospectiva, no podía creer el cambio tan drástico que había sufrido su vida desde esa noche.
Su mente dejó de divagar cuando Sakura e Ino entraron por la puerta gritando su victoria e intentando reclamar el asiento al lado de Sasuke.
Miró a la pelirrosa con nostalgia. Hasta hacía una semana, él estaba enamorado de ella, ahora ya no sentía nada.
El nidaime le había hecho ver lo estúpido de su enamoramiento. Lo ridículo que era perseguir a una mujer que estaba obsesionada por otro y que era probable que no sobreviviera al mundo real. Dejar ir a la ojiverde fue casi tan difícil como dejar ir su mono naranja. Esas dos cosas y sus bromas fueron su infancia, una que el usuario de suiton le dejó en claro que se terminó en el mismo momento en que se puso su hitai ate.
Llevaba puesto unas sandalias shinobi, unos pantalones anbu, una camiseta de red y una chaqueta negra. Lo divertido de haber dejado atrás su mono era que nadie de su clase se había dado cuenta de su presencia, aunque no era de extrañar. Apenas se reconocía a sí mismo.
-Muy bien clase, siéntense y cállense - dijo Iruka a los chicos. Al ver que nadie le hacía caso, usó su jutsu de cabeza grande.
Una vez todos estuvieron callados, empezó a dar su discurso final sobre lo que se esperaba de ellos como nuevos genins de la aldea. Posteriormente, enumeró a los equipos por orden.
-...Equipo 7, Naruto Uzumaki, Sakura Haruno y Sasuke Uchiha, vuestro jonin sensei es Kakashi Hatake.
-Un momento. Ese baka no pasó. ¿Cómo es que está con Sasuke kun y conmigo? - preguntó la pelirrosa entre confundida y molesta.
-Debido a circunstancias especiales, Naruto obtuvo una promoción de campo - explicó vagamente el maestro.
-¿Y dónde está?, ni siquiera ha venido a clase - se burló la ojiverde.
-Que no me hayas notado, no significa que no haya venido - comentó el rubio.
Toda la clase se giró hacia la voz y se sorprendieron al verlo. Si no fuera por sus marcas de bigotes, nadie lo hubiera reconocido.
-Naruto, ¿eres tú? - preguntó incrédulo Kiba.
No solo su ropa había cambiado, su postura, tono de voz, e incluso su olor había cambiado.
-El mismo - respondió con una pequeña sonrisa.
Todos se quedaron en estado de shock. Era increíble que el idiota de la clase, el último muerto, hubiera cambiado tanto en una semana. Mientras todos estaban sorprendidos, Hinata sonreía dulcemente. Se alegraba de que su enamorado hubiera pasado, aún si no estaban en el mismo equipo.
Sasuke miraba al ojiazul con mirada crítica. Si alguien le hubiera pedido su opinión sobre su compañero de clase hace una semana, le hubiera dicho que era un dobe que no servía para nada, pero en ese momento no estaba tan seguro.
Se encogió de hombros mentalmente. No tenía sentido pensar en ello. Estaban en el mismo equipo, por lo que pronto sabría si realmente había mejorado o solo eran apariencias.
Iruka siguió nombrando a los equipos, y una vez terminó eso, volvió a dar un pequeño discurso y salió del aula. Unos minutos después, los jonins sensei fueron entrando y llevándose a sus respectivos equipos salvo uno, el equipo 7.
Después de esperar media hora a que su sensei se presentara, Naruto hizo un clon para que ocupara su lugar y se fue en un shunshin, dejando a sus compañeros de equipo confundidos.
A pesar de sus dudas, ninguno de los dos preguntó lo que había hecho el Uzumaki y siguieron a lo suyo, es decir, el pelinegro siguió en su meditación melancólica y la pelirrosa no paraba de pedirle una cita.
