Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
Cuando termina la escuela, soy un desastre confuso y se manifiesta en ira.
―¡Bella!
Me giro y fuerzo una sonrisa en mi rostro cuando Mike y Clive, otro jugador de fútbol, se detienen frente a mí.
―Hola ―sonrío.
―Vamos a ir a la playa esta noche, ¿te apuntas?
Lo pienso por un momento; sabiendo que no puedo quedarme fuera demasiado tarde, es una noche de escuela. Pero luego pienso en desahogarme un poco y asiento.
―Sí, por qué no. ¿A qué hora? ―No es como si a mi padre, Charlie, le importara. Ni siquiera estará en casa para darse cuenta de que me he ido.
―¿Puedo recogerte a las seis? ―ofrece Mike, lanzando una mirada de advertencia en dirección a Clive cuando abre la boca para discutir.
―Claro, estaré lista. ―Guiñando un ojo, giro sobre mis talones y corro para alcanzar a Rosalie, que me está esperando más adelante. Encuentro la mirada de Edward brevemente, mi expresión petulante y provocativa, la suya furiosa.
―¡Oh, Bella tiene una cita! ―canta Rose, lo suficientemente fuerte para que Edward la escuche y yo me río, siguiéndole el juego, esperando que se ahogue con su furia.
Camino por mi habitación desnuda por un rato, tomándome el tiempo para maquillarme, sabiendo que Edward está en su techo, mirando en esta dirección. Se queda afuera todo el tiempo que estoy en mi habitación; es toda la validación que necesito de que él puede verme.
―Echa un buen vistazo a lo que no puedes tener ―hablo en dirección a Edward mientras apago la luz y bajo las escaleras.
Mike es puntual, por supuesto que lo es.
―Hola ―me saluda mientras me sumerjo en el asiento del pasajero de su auto.
―Hola.
―Te ves... jodidamente increíble ―susurra, sonrojándose, tan inseguro de sí mismo que es lindo.
―Gracias. ―Sonrío―. Tú también te ves bien. ―Revoloteando mis pestañas, actuando tan coquetamente como puedo dadas las circunstancias, coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja. Tartamudea algo, alejándose de la calle hacia la carretera.
La playa está relativamente tranquila, un pequeño grupo de estudiantes de Forks se congrega en el centro de la vasta extensión de arena; las olas rompen contra la orilla, furiosas y grises. Hay viento, mi cabello es un desastre salvaje en el frente de mi cara, negándose a permanecer en su lugar. Me siento despreocupada y relajada cuando el viento frío atraviesa la mezclilla ajustada de mis vaqueros, el rocío del mar me hace cosquillas en la piel y tiñe mis mejillas de rosa.
Mike y yo nos dirigimos en dirección a un pequeño fuego que brilla contra el cielo oscuro, que fue construido por sus amigos. Nos saludan con entusiasmo, sus amigos igualmente incrédulos y agradecidos con la acompañante de Mike, yo. Estoy acostumbrada a eso. La mayoría de las veces no me importa, pero si quieren iniciar rumores, mejor para mí. Sé que podría tener a cualquiera de estos chicos, y me encuentro mirando a cada uno de ellos individualmente, sopesando mis opciones, sabiendo que solo quiero a un chico, y él no está aquí.
Se reparte tequila alrededor del pequeño círculo, cada uno de nosotros tomando turnos para beber de la petaca, encogiéndonos por el ardor en nuestras gargantas; seguido de cerca por un porro, que acepto con entusiasmo, empapado de saliva, pero no puedo encontrar dentro de mí que me importe.
Dos horas después, estoy bailando alrededor del fuego, amando la atención, siendo la única chica aquí. Todos estamos riendo, cantando y actuando estúpidos. Me lo estoy pasando muy bien, ya no siento el frío en la espalda, ni el calor de las llamas en la frente.
―Estás loca ―me dice Mike mientras me dejo caer en la arena a su lado.
―¡Lo sé! ―Riendo, entierro mis manos en la arena fría a mi lado, agarro puñados y observo cómo caen los granos mientras pasan a través de mis dedos.
―Eres hermosa —añade, y giro la cabeza para observarlo, apoyando la mejilla en mi hombro, mordiéndome el labio.
―¿Sí?
Él asiente, sus ojos vagando nerviosamente por mi cuerpo, su cabello rubio brillando blanco a la luz del fuego.
―Entonces, ¿por qué no me has besado? ―pregunto, riéndome cuando sus ojos casi se salen de su cabeza.
―¿Quieres que te bese? ―balbucea, sus mejillas enrojeciendo. A decir verdad, no me importa para nada, pero joder, estoy caliente. Cualquier acción es mejor que ir a casa a una cama vacía...
Se inclina hacia delante, lamiéndose los labios, cerrando los ojos. Y luego hay gritos profundos y toda nuestra atención se vuelve hacia los autos estacionados, donde un grupo de siluetas grandes y oscuras se dirige hacia nosotros.
Todos los muchachos se congregan alrededor del fuego, a la defensiva, con los ojos entrecerrados mientras intentan averiguar quién se ha unido a nosotros y si son o no una amenaza.
A través de la oscuridad, una figura en particular se destaca y sé quién es de inmediato. Pongo los ojos en blanco, gimiendo cuando el grupo intimidante se detiene frente a nosotros.
Edward jodido Cullen.
