Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Estoy usando el par de vaqueros más ajustados que tengo, y una camiseta térmica granate, ceñida a la piel, con un escote lo suficientemente profundo como para mostrar mi busto. Es recatado, pero sexi, tan sexi como me pondré en la escuela ahora que el clima es más frío y el día no requiere mi uniforme de animadora. Mis botines color canela son lindos, un poco coquetos, al igual que los rizos sueltos en mi cabello.

―Edward Cullen te está mirando ―susurra Alice durante Literatura.

Me encojo de hombros.

―Déjalo, ¿a quién le importa?

Ella se ríe, sacudiendo la cabeza.

―¡Estás tan acostumbrada a que la gente te mire fijamente que eres inmune!

―Jasper Whitlock te estaba mirando esta mañana ―replico, incapaz de contener mi sonrisa cuando se sonroja y muerde su bolígrafo, chillando por lo bajo. Ha estado enamorada de él desde siempre.

―¿Qué debo hacer? ―pregunta con los ojos muy abiertos.

Pretendo pensarlo por un momento.

―Fiesta en First Beach este fin de semana... hazlo babear.

―¿Me ayudarás?

―Siempre ―le aseguro, guiñándole un ojo.

Cuando suena la campana, salgo delante de Edward, mentalmente dándome palmaditas en la espalda por no ver en su dirección durante toda la clase.

Desafortunadamente para mí y mi racha ganadora, biología es la siguiente clase.

Llego primero a nuestro escritorio compartido y me siento, mirando hacia el frente, esperando; la anticipación calentando mi piel.

Su pecho contra mi espalda es el primer indicio que recibo, seguido de su delicioso aroma mientras me inunda. Mi mente instantáneamente evoca imágenes de él parado en su ventana, casi desnudo.

No habla mientras se sienta, pero todavía puedo sentir su calor presionado contra mi espalda. Lo hizo a propósito.

Tratando de actuar con indiferencia, mantengo mi enfoque en el frente de la clase, solo moviéndome para ver el libro de trabajo frente a mí.

Se mueve, por lo que su pierna está presionada contra la mía, y aunque mi corazón amenaza con despegar, no le doy la satisfacción de mirar en su dirección. Entonces siento sus dedos y puedo ver su hombro moviéndose en mi periferia. Largos y hábiles dedos contra el interior de mi muslo, trazando la costura de mis vaqueros hacia arriba, hacia...

―Sabes ―susurra en mi oído―, casi puedo saborear cuánto te excito… ―Su nariz está contra mi mejilla, tan deliciosamente ligero en su toque―. Lo puedo oler. ―Y luego sus dedos están justo ahí, y jadeo, tratando de ocultarlo tosiendo, retorciéndose en mi asiento.

No puedo permitir que tenga la ventaja, no todo el tiempo. Entonces, aunque mi mente está nublada e internamente estoy rogando por más mientras mis ojos amenazan con rodar hacia la parte posterior de mi cabeza, muevo mi propia mano del escritorio y la dejo caer en su regazo. No me burlo de él, voy directo a la tierra prometida.

Es duro y grande, presionando la cremallera de sus vaqueros. Su respiración se vuelve irregular, pero es la única señal que me da —además de lo obvio— de que está remotamente afectado por mi toque. Mis dedos trazan su longitud, en sincronía con su propio dedo contra mí.

Lo aprieto, agarrándolo lo mejor que puedo a través de la barrera de sus vaqueros en el mismo momento en que presiona exactamente donde está mi clítoris. Exhalo temblorosamente, frotando mis muslos, tratando de mantener mi enfoque en el frente de la clase, atrapando su mano.

―Apuesto a que me dejarías follarte aquí mismo, ahora mismo. ―Su voz me hace temblar, tan baja y dominante. Me encanta. Pero niego con la cabeza, logrando esbozar una sonrisa, porque de ninguna manera lo dejaría hacer eso―. Será mejor que dejes de tocarme así, a menos que estés dispuesta a terminar lo que has comenzado.

―Tú empezaste ―argumento, mirándolo de reojo.

―Tienes razón ―suspira, quitando su mano de mí, haciéndome gemir por la pérdida de contacto. Siempre tan arrogante, sus ojos amenazantes cuando retiro mi mano de él. Mis vaqueros están mojados y me siento incómoda.

No lo veo fijamente, pero puedo distinguir la forma exagerada en que mueve la mano desde debajo de la mesa y lentamente se chupa los dedos en la boca.

Casi me corro.