Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Rose, Alice y yo llegamos a First Beach más tarde que todos los demás el viernes por la noche, elegantemente tarde, como siempre.

El fuego ya está ardiendo alto, el humo ondulante se eleva hacia el cielo nocturno, emitiendo un calor estruendoso que contrarresta el fuerte viento del mar rompiendo detrás de nosotros.

Se acerca noviembre y la gente está usando más capas de ropa, para consternación de los adolescentes cachondos que asistieron. No es que las capas realmente se interpongan a la hora de tener sexo.

Trajimos tequila, turnándonos para beber directamente de la botella, calentándonos aún más, esta vez desde adentro.

Después de una hora más o menos, Alice está lo suficientemente ebria como para encontrar el coraje de acercarse a Jasper Whitlock, y Rose desaparece con uno de los amigos de Edward.

Mike se acerca, justo cuando empiezo a sentirme decepcionada por no haber visto a Edward todavía. Entregándome una cerveza fresca —siempre caballeroso— y sonriendo tímidamente, la cual le devuelvo fácilmente cuando Jessica Stanley aparece frente a nosotros, robando su propia cerveza de la mesa.

―¿Alguno de ustedes ha visto a Edward Cullen? ―pregunta ella, buscando inútilmente a su alrededor.

Mike y yo negamos con la cabeza, no. Ella suspira, dejando caer la cadera y cruzando los brazos sobre su mediocre pecho, como una niña petulante.

―¿Tú y Edward son... algo ahora? ―pregunto, avivando las llamas proverbiales. Sus ojos se encuentran con los míos y sonríe ampliamente, con lápiz labial barato en los dientes.

―Sí. ―Se encoge de hombros―. Obviamente.

―Obviamente. ―Asiento, usando el cuello de mi botella de cerveza para señalar por encima de su hombro―. Ahí está.

Gira tan rápido que me sorprende que no se caiga. Me mira —solo a mí— mientras se acerca, con el cigarrillo colgando entre los labios, el pelo alejándose de su cara mientras camina contra el viento, echado hacia atrás y suave, siempre el chico malo.

―¡Finalmente! ―exclama Jessica, tan agudo que me estremezco. Ella camina hacia él, tratando de actuar más sexi de lo que es, pero él pasa junto a ella sin siquiera mirar en su dirección. Casi me siento mal. Casi. Y luego pasa junto a mí también, y gruño.

Mike se disculpa en voz baja mientras observo la espalda de Edward por encima de mi hombro. Tal vez piensa que Jessica y yo necesitamos un momento, para poder consolarla.

Eso no va a suceder.

Sonrío mientras ella lo persigue, llamándolo por su nombre en voz alta. Buena suerte, pienso para mis adentros, riéndome.

Él es el tema de conversación donde quiera que vaya, con quien sea que esté hablando. Los muchachos no lo soportan, sin duda amenazados por su presencia, sabiendo que siempre está peleando y su oponente siempre pierde. Y luego está la cuestión de su sexualidad: son paranoicos, lo que me hace reír. Las chicas son curiosas, lascivas en su lujuria por el chico malo con la moral cuestionable y una intensidad inquietante.

Pero nadie sabe nada de él, lo que solo alimenta la fábrica de chismes.

Tres horas después, y decido que he tenido suficiente. Necesito más. Lo necesito. Lo quiero a él, y nadie más es un sustituto digno. Estoy borracha. Lo he estado observando, escuchando hablar de él toda la noche y me está consumiendo.

Está de pie de espaldas al fuego, mirando hacia la línea de árboles oscuros, riéndose de algo que dijo su amigo alto y bronceado.

Capto su mirada cuando me acerco. Me observa mientras bebe un trago de líquido transparente de la botella que le dan. Por un momento, solo estamos él y yo, todo lo demás se desvanece, nada más importa.

Cuando paso, le doy un amplio espacio, dando a conocer mis intenciones mientras me dirijo hacia los árboles, sola.

No necesito mirar atrás para saber que me está siguiendo. Puedo escuchar el crujido de las hojas bajo sus pies más pesados, puedo sentir la intensidad en el aire, espesándose en la oscuridad del bosque.

Me detengo tan pronto como los sonidos de la playa se desvanecen. Está justo detrás de mí, respirando en mi cuello, haciéndome temblar.

Su palma se apoya en el árbol frente a mí, su cuerpo empuja contra mi espalda.

Dejando que mi cabeza caiga hacia atrás contra su pecho, miro hacia arriba.

―Tócame ―le suplico.

Él gruñe, sus manos agarrando mis caderas, haciéndome girar para enfrentarlo.