Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


La casa de Ben es un laberinto de cuerpos cálidos, un estruendo de éxitos musicales, alcohol y carnicería.

No miro detrás de mí cuando salgo del auto y me dirijo a la casa, sabiendo que Edward me está siguiendo casualmente unos pasos atrás, un poco irritado porque mantuvo sus manos quietas todo el camino. Lo suficientemente lejos para que nadie cuestione nuestra llegada, juntos.

―¡Bella! ―Busco, girándome para ver a Alice, con una amplia sonrisa, ella ya está borracha. Han pasado treinta minutos, si mucho, desde que salimos del campo de fútbol. La chica tiene un don, aunque sé que, en realidad, probablemente sea porque es muy pequeña.

Nunca nos cambiamos después de un partido, es una regla tácita entre las porristas: fiesta con el uniforme, fácil acceso si —cuando— tienes suerte. Solo refrescar el cabello y maquillaje y… listo.

―¿Cómo diablos ya estás borracha? ―pregunto, mi voz es un grito que se escucha por encima de la música.

―¡Tequila! ―chilla, sosteniendo la botella casi vacía en alto en sus manos y girando como una niña pequeña en su primera lección de ballet.

Le arrebato la botella y no pierdo el tiempo tomando un largo trago, casi ahogándome en el proceso. Lo necesito. Pero, oh Dios, quema.

La sala y la cocina ya están destrozadas, el piso pegajoso bajo nuestros pies, el aire cargado con el hedor de la gente y el vómito, probablemente también orina.

Me tocan mientras me muevo por las habitaciones, susurros sugerentes en mi oído. Sonrío y guiño, dejándolos con ganas de más, creyendo en la posibilidad de más. Es lo que mejor hago: coquetear, la ilusión de que soy alcanzable. No lo soy, no para la gran mayoría de la población masculina dentro de Forks.

Sudorosa y disfrutando, levanto mis brazos por encima de mi cabeza, tomando mi cabello conmigo y dejándolo caer mientras bailo en medio de la habitación, intercalada entre Rose y Alice. Caderas que se balancean suavemente, muslos desnudos, estómago a la vista: los uniformes de porristas son los mejores. Ya no tengo frío.

Él está mirando; sentado en el sofá, con un brazo apoyado en el respaldo y el otro sobre el hombro de Lauren Mallory mientras ella lo ve con anhelo, agitando esas pestañas postizas que quiero arrancarle de la cara. Yo tampoco puedo quitarle los ojos de encima.

Tyler pasa, quita la tapa de una botella de cerveza y me la entrega. Tiene la piel suave y dientes brillantes esta noche, ojos oscuros fascinantes que me aprecian abiertamente.

Guiño y agarro su brazo, atrayéndolo hacia mí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, balanceando mis caderas contra las suyas. Se sorprende por solo un segundo antes de que sus manos encuentren mis caderas y nos movamos juntos.

Él no dice nada, pero tiro la cabeza hacia atrás y me río, momentáneamente sorprendida cuando siento su lengua contra mi garganta expuesta. Se siente bien, así que lo dejo continuar. No suele ser tan atrevido.

Se rumorea que su polla es enorme.

Y luego, tan rápido como está allí, se va. Mi cabeza se endereza sola, el verde intenso me fulmina con la mirada, la mandíbula deliciosa se tensa y al instante, estoy lasciva y sonrojada. ¿Cómo llegó aquí tan rápido?

―¡Si querías bailar, deberías haberlo pedido! ―La música está alta, pero él me escucha, entrecerrando los ojos.

Rose y Alice se abren camino hacia mi lado otra vez, desesperadas por escuchar lo que sea que esté a punto de decir. Únanse al club, señoritas.

―¿Crees que eres linda? ―Su voz es apenas un susurro, amenaza en su tono, cálido aliento contra mi oreja, él está tan cerca. Nunca lo suficientemente cerca.

Mis caderas continúan balanceándose, mi sonrisa atrevida mientras tomo un trago de mi cerveza, sin apartar los ojos de los suyos.

Su nombre es llamado, ambos volviendo la cabeza hacia la fuente. Jessica Stanley.

―Tu puta te está llamando. ―Trato de actuar desconcertada. No creo que funcione.

Los ojos verdes parpadean, sonríe y es aterrador, algo muy dentro de mí me dice que he cometido un error. Lo lamento al instante.

―Parece que perdiste tu oportunidad. ―Presumido, siempre tan complacido consigo mismo. Mis entrañas se retuercen cuando él se dirige hacia ella, su sonrisa brillante, al igual que sus ojos, cuando se detiene frente a ella y hace un gesto con la cabeza hacia la puerta. Ella lo sigue, como un cachorro obediente y mi cuerpo se llena de rabia.