Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Cabello suelto y ondulado, ojos ahumados y oscuros, labios de un profundo tono merlot, piel brillante, mejillas lo suficientemente sonrojadas, inhibiciones... desaparecidas.

Un gran círculo de autos y camionetas se abre ante nosotros, con los baúles mirando hacia el centro; la gente se dispersa, barriles de cerveza colocados al aire libre, un gran fuego ardiendo en el medio. Las siluetas bailan y se mezclan, las risas y las voces llenan el aire, las respiraciones son visibles en el aire frío de la noche.

Caminamos como cuatro, una al lado de la otra, deleitándonos con la atención que atraemos, sonriendo a quienes nos saludan. Este es nuestro territorio, y nos aseguraremos de que las forasteras lo recuerden.

Jasper Whitlock está aquí. Alice chilla, agarrando mi brazo con más fuerza. Es lindo, al estilo de un marihuano solitario; silencioso y profundo, contemplativo y observador. Es un buen tipo, al igual que los pocos amigos de los que se rodea. La arrastro, ella pone poca resistencia. Tiene un pickup, la caja del maletero abierta y la manta preparada. Es solo él y un par de amigos, mucho espacio para nosotras y en un lugar privilegiado.

―Hola, Jasper ―lo saludo alegremente, Alice sorpresivamente callada a mi lado, Rose y Angela ahogando sus risitas detrás de nosotras―. ¿Te importa si nos unimos a ustedes?

Se desliza hacia nosotros, haciéndonos señas para que nos pongamos cómodas, su sonrisa es amable. Él es la calma perfecta para la tormenta de Alice.

No sé los nombres de sus amigos, así que me presento mientras salto, señalo detrás de mí a las chicas y las presento también.

―Sabemos quiénes son ―responden, asintiendo y sonriendo, presentándose como Embry y Quil.

Examinando la creciente multitud, no veo a Edward, pero veo a Heidi, Kim y Tanya, lo peor que Port Angeles tiene para ofrecer, lo que me hace fruncir el ceño. Están inclinadas sugestivamente sobre el maletero abierto de la camioneta de Tyler Crowley, con los escotes a la vista y las chaquetas abiertas.

Trato de ignorar su presencia, pero después de un par de cervezas, es inútil.

―A la mierda con esto ―gruño, usando los hombros de Quil y Embry como palanca mientras salto de la camioneta.

Rose se une a mí, sus ojos brillan, su sonrisa de complicidad apunta en mi dirección.

―¿Cuál es el plan, B? ―pregunta, tirando su cabello rubio brillante a un lado, enderezando sus hombros, mostrando su cuerpo alto en todo su esplendor. Si Heidi Summers es Victoria's Secret, Rose es alta costura y este campo es su pasarela.

―No hay ningún plan. ―Sonrío ampliamente―. No necesitamos un plan.

―Improvisando. ―Ella asiente―. Me encanta.

Tyler alza la vista cuando nos acercamos, levanta los brazos y grita, lo que me favorece.

―Hola, guapo. ―Me giro y salto al lugar junto a él, Rose deja caer su antebrazo sobre mis piernas, inclinándose y guiñándole un ojo a Dan por encima de mi hombro.

―Esos moretones se están desvaneciendo ―observa, señalando el rostro de Dan―. Lástima. Me gustaban.

Dan balbucea sus palabras, tratando de acercarse a Rose, cuya atención ahora está en otra parte. Tienes que ser más encantador y más rápido que eso, Dan.

Heidi nos observa atentamente, sus ojos azules son dos frías ranuras en su rostro muy maquillado. Kim y Tanya paradas detrás de ella como perros obedientes esperando su próxima orden.

―Pequeña Swan. ―Su voz llena de veneno. Sonrío más amplio―. Mírate, jugando con el maquillaje de tu mamá, oh, espera… ―Su mano vuela hacia su boca, los ojos muy abiertos―. Ups.

Pongo los ojos en blanco, sin importarme una mierda. ¿Y qué? Mi mamá se fue. ¿A quién le importa?

―Sí, adelante. ―Agito mi mano con desdén―. Se llevó su asqueroso culo fuera de la ciudad. Tu madre, sin embargo… ―Entrecierra los ojos―. ¿A quién se está follando ahora? Espera, ¿qué día es hoy? ―Me giro hacia Rose, con los labios fruncidos, pensando.

―Sábado ―responde Rose.

Asiento con la cabeza.

―El día del muelle, ¿verdad? ―Me giro hacia Heidi―. Mierda, probablemente ya lleve doce pollas, te estás quedando atrás.

Todos, excepto Heidi y su grupito, se ríen. Tyler me pasa una cerveza. Saludo fingido en dirección a Heidi y tomo un trago.

Es entonces cuando un movimiento lejano llama mi atención, mi cuerpo hormiguea, simplemente lo sabe.

Los ojos de todos se concentran en los recién llegados, Edward al frente y al centro. Dan gime, sin duda sus desvanecidos moretones están hormigueando, siempre como un recordatorio.

Sus ojos se encuentran con los míos a través de la hoguera por una fracción de segundo antes de que yo mire hacia otro lado, sonriendo, mentalmente dándome palmaditas en la espalda.

―¿Quién es ese? ―pregunta Heidi, señalando con la cabeza a Edward; Tanya y Kim interesadas ahora también.

Mantén la calma, Bella. Mantén. La. Calma.

―Maldito Cullen ―responde Tyler, rodando los ojos―. Está loco de remate.

Esto solo despierta más el interés de Heidi, y quiero golpear a Tyler.

Resulta que la violencia no es la respuesta, él se redime, pasando un brazo por mis hombros, empujando mi cerveza, tratando de averiguar si necesito otra. Tan caballeroso.

Alguien le da a Rose una botella llena de vodka y luego la pasamos, bebiendo directamente de la botella; gargantas ardientes, bocas balbuceantes, ojos llorosos y risas.

Heidi y sus perras bien entrenadas pronto se van de nuestro lado, habiendo sido suficientemente ignoradas. Las veo irse.

Rose está de pie detrás de mí en la camioneta abierta, bailando, riendo y gritando; sus movimientos nos hacen saltar a todos, lo que solo nos hace reír más fuerte.

Todo el tiempo, sé exactamente dónde está Edward, nuestros ojos se encuentran de forma intermitente, las miradas llameantes, el aire chisporroteante. Cuando Heidi se le acerca, susurrando sensualmente en su oído, sin duda presentándose; sus ojos nunca dejan los míos, sus largos dedos alrededor del cuello de la botella que sostiene, su boca formando un círculo perfecto mientras bebe, sus ojos sin pestañear fijos en los míos.

La reacción instantánea de mi cuerpo es un zumbido, fuego desde los dedos de mis pies, envolviendo todo mi cuerpo, hormigueando en la línea del cabello, acelerando mi pulso. No puedo apartar la mirada, incluso cuando alguien me pasa una cerveza fresca.

Se aleja de Heidi, sin siquiera mirarla, chocando con los hombros de la gente mientras hace una línea recta en mi dirección.

Piernas largas en vaqueros oscuros, Converse gastados, sudadera con cremallera abierta y ondeando con la brisa, camiseta blanca lisa sobre un pecho esculpido a la vista; cabello errático, barba incipiente, mandíbula afilada y ojos brillantes: estoy en trance.

Sus muslos contra mis rodillas e instintivamente se abren para acomodarlo. Un paso adelante y estamos alineados, sin disculpas en nuestra postura.

Su cabeza baja, su cálido aliento contra mi oreja, y mi respiración se acelera.

―Te voy a follar tan fuerte que no podrás caminar por una semana.