Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


Hemos encontrado una habitación vacía. El cerrojo hace clic y prácticamente corremos el uno hacia el otro, manos y labios desesperados, salvajes.

La ropa se cae, casi rasgada por la prisa. Quiero saborearlo por completo, nunca antes he tenido la oportunidad.

Su camiseta está tirada, su pecho desnudo poderoso y cálido bajo mis manos. Exploro cada suave centímetro de él, cada hueco entre cada músculo, y él me deja.

Sus ojos son verdes esta noche, claros, brillantes y enfocados.

Reboto en la cama, arrojada sin contemplaciones. Me río, él también sonríe y no es siniestro ni frío, es una sonrisa real y me quita el aliento. Eso también es nuevo.

Sentándome, lo llamo con un dedo, sus musculosos bíceps tensos mientras gatea hacia mí. Estoy tan desesperada por besarlo, lanzándome hacia adelante, las manos encontrando su cabello, pero sin jalarlo. Mechones suaves y gruesos entre mis dedos, labios suaves y lenguas que luchan a través de respiraciones pesadas. Él es fuego y hielo, más gentil esta noche. No estoy segura de qué versión de él prefiero.

Grandes palmas contra mis pechos, pulgares jugueteando con mis pezones, haciéndome gemir y rogar en silencio por más.

Esto se siente tan marcadamente diferente.

Poniéndome de rodillas, me siento a horcajadas sobre sus caderas, con los dedos desabrochando su cinturón, con los ojos fijos en el otro, viendo todo en la tenue luz que ofrece una sola lámpara en la esquina.

Se levanta, permitiéndome bajar sus vaqueros sobre sus fuertes muslos, mi boca se hace agua al verlo expuesto ante mí, viéndolo completamente desnudo por primera vez. Es una perfección resplandeciente, cálido bajo mis manos, su polla tersa, pero sólida en mi mano, sus ojos revoloteando cerrados, la mandíbula apretada, la cabeza cayendo hacia atrás mientras trabajo mi mano sobre él. Perfección poderosa.

Él gruñe, su respiración irregular mientras desabrocha mis vaqueros, tirando de ellos, liberándome de su sujeción.

Esta noche es mía. Él lo permite.

Frente a frente, miradas fijas, bocas abiertas y llenando de aire a la otra, narices tocándose, apenas.

Sus muslos entre los míos mientras me siento, guiando su erección, bajándome sobre él, dentro de mí.

Soltamos un suspiro como uno ―pesado, abrasador― mucho más que antes. Sus manos agarran mi cintura, guiándome, ayudándome a levantarme y caer sobre él. Su toque casi suave, nuestros latidos del corazón no.

―Joder ―gime, acercando mi pecho al suyo. Mis pezones contra el suave vello en su pecho me hacen gemir, la fricción es divina.

Mi cabeza cae hacia atrás cuando su boca encuentra mi garganta, saboreando, lamiendo, apretando los dientes, dejando marcas. Una barba incipiente contra mi clavícula, ardiendo deliciosamente.

Nos movemos uno contra el otro, sus caderas subiendo para encontrar las mías, mis brazos alrededor de sus hombros, acercándolo más.

Sin palabras, solo sonidos de placer.

―No… ―comienza, tomando respiraciones profundas―, no tengo condón.

Y luego me doy cuenta, en nuestra prisa, nos saltamos un paso. Mierda.

―Dime cuándo ―le susurro al oído, su cabeza asiente, su cara se inclina hacia la mía.

Estoy tomando la píldora, pero es el principio. Pienso en Jessica y estoy disgustada conmigo misma, con él, pero no puedo detener esto.

Se mueve hacia adelante, con la mano en mi espalda, bajándome sobre la cama, los labios y la lengua encuentran mi pezón, haciéndome gemir. Me embiste más rápido, sus dientes se unen, su pulgar encuentra mi clítoris y luego estoy estallando, un clímax intermitente que atraviesa todo mi cuerpo. Sacudiendo las piernas a su alrededor, mi cabeza inerte golpeando la almohada, el techo ya no se ve detrás de mis párpados cerrados.

―Estoy cerca ―anuncia en mi oído, empujando una vez más antes de alejarse de mí. Esto podría complicarse. Pensando rápidamente, avanzo, reemplazando su mano con la mía en su pene, bajando mi rostro, viendo su cabeza caer hacia atrás justo cuando lo tomo en mi boca.

Mi mano trabaja lo que mi boca no puede alcanzar, la lengua se arremolina, las mejillas se ahuecan, chupan.

―Joder, Bella. ―Manos en mi cabello, trata de advertirme, pero no me muevo. Creo que es la primera vez que lo escucho decir mi nombre. Mi corazón late más rápido.

Se derrama dentro de mí; estallidos contundentes y erráticos golpeando la parte posterior de mi garganta. Sigo quieta hasta que termina, retirando mi boca lentamente.

Nuestras miradas se encuentran de nuevo, pechos agitados y sudorosos, rostros sonrojados, cabello caótico.

Nos quedamos en silencio durante un largo rato, solo observándonos, y luego recuerdo esta telaraña enredada y los juegos que insistimos en jugar.

―Toca a otra persona así, y esto… —hago un gesto entre nosotros―… nunca volverá a suceder.

Mientras me pongo de pie, agarra mi muñeca, girándome hacia él.

―¿Eso es una amenaza?

Inclinándome, muerdo su mandíbula, disfrutando el siseo que se le escapa.

―Es una promesa.