Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Durante mucho tiempo, me quedo despierta en la cama, de lado, mirando por la ventana, hacia la casa de Edward.

Mi mente constantemente baja las escaleras, reproduciendo sus frases crípticas una y otra vez todo el tiempo. Mi mente no puede apagarse.

Se siente como si hubiéramos dado grandes pasos hacia adelante esta noche, pero al mismo tiempo, sé que no obtuve respuestas reales. Todavía es confuso, incluso si fue esclarecedor. Tantas preguntas permanecen sin respuesta.

Observo las ramas del gran árbol afuera mientras se balancean con la brisa, extendiéndose hacia el cielo nocturno como dedos largos y huesudos.

Al escuchar el crujido de la escalera, cambio mi peso, mirando hacia la puerta de mi habitación, esperando.

―¿Bella? ―Me muerdo el labio, tratando de no reírme mientras Edward se escabulle, susurrando mi nombre.

Abre la puerta, su cabeza se asoma dentro de mi habitación. Cuando sus ojos se adaptan y se da cuenta de que estoy despierta, su sonrisa se amplía.

»¿Por qué diablos estoy susurrando? ―se ríe, dando un paso dentro de la habitación.

―No lo sé ―susurro en tono burlón―. ¿Qué estás haciendo aquí? ―Con una ceja levantada, me levanto sobre mis codos mientras él se sienta en mi cama. Su camiseta se ha ido, por dentro gimo.

―Probablemente debería preguntarte eso ―sonríe, girando la cabeza para mirarme antes de que su atención se desvíe hacia la ventana―. ¿Qué estoy haciendo aquí? Mierda, realmente puedes ver directamente mi habitación desde aquí, ¿eh?

Muerdo mi labio y asiento, sonrojándome cuando vuelve sus ojos traviesos a mi cara.

»¿Qué has visto? ―pregunta, inclinándose hacia mí.

―No mucho ―respondo―, no haces mucho más que sentarte y fumar.

Él asiente, viendo hacia la ventana.

―Cierto. ¿Has visto a alguien en mi habitación esta noche?

Niego con la cabeza.

―No.

―Bien. Probablemente ni siquiera se han dado cuenta de que no estoy.

Me siento un poco más erguida, moviéndome para que mi espalda esté contra la cabecera.

―¿No deberías al menos enviarles un mensaje de texto?

Sacude la cabeza y suspira.

―No tiene sentido. ―Sus ojos escanean mi habitación, captando cada detalle, cada aspecto, incluso en la oscuridad―. Te he visto hacer muchas cosas aquí.

Tarareo, mordiéndome el labio inferior.

―Quería que lo hicieras.

Con las cejas levantadas, se gira para mirarme de nuevo.

―¿Sí? ―Cuando asiento, se ríe―. Eres tan provocadora.

Sintiéndome audaz, sigo preguntando.

―¿Qué viste?

―Muchas cosas ―responde, acercándose, aunque todavía está demasiado lejos para mi gusto. Somos como imanes, siempre luchando contra la atracción. Su voz baja seductoramente―. Mi favorita es cuando te duchas... caminas por tu habitación, casi desnuda, brindándome pequeños destellos de tu cuerpo.

Observo embelesada cómo se lame el labio inferior, sus ojos en los míos todo el tiempo, el cuerpo inclinado hacia adelante, tan cerca de mí en el espacio oscuro.

»Y luego ―continúa―, apagas esta luz. ―Mirando hacia arriba, señala la luz principal en el techo―. Pero dejas la luz del baño encendida, es como un foco. ―Mi respiración se ha acelerado, mi pecho palpitante, mis pezones son visibles a través de la fina camiseta que llevo puesta; captan su atención y, por un momento, se queda dolorosamente en silencio mientras contempla algo―. Siempre te corres cuando crees que te estoy mirando. Me vuelve jodidamente loco. Puedo ver tu silueta, pero en realidad no puedo verte.

―¿Qué harías si estuvieras aquí? ―Mi voz es entrecortada, casi me estremezco por lo lasciva que sueno, lo fácil que es para él hacerme sentir de esta manera.

Sus ojos saltan de mi pecho a mi cara, su mano serpentea sobre el edredón hacia mi brazo.

―Primero, si yo estuviera aquí, no necesitarías esto. ―Tomando mis dos muñecas en una de sus manos, se inclina, manteniendo un agarre firme, haciéndome retorcer. Su aliento contra un lado de mi cara combinado con la barba áspera contra mi mejilla me calienta por todas partes―. Te follaría tan fuerte en esa diminuta ducha, que ambos necesitaríamos ducharnos de nuevo.

Gimo, dejando que mi cabeza caiga hacia atrás contra la cabecera. Entonces siento sus labios y su lengua contra mi garganta, y mi respiración se acelera, casi jadeando.

»Cada vez que estás ahí ―continúa, sus labios contra mi cuello―, pienso en todas las cosas que te haría. Me masturbo ahí afuera, al aire libre. Como cualquier pervertido.

Gimo, en voz alta, sin duda él puede sentir las vibraciones contra su boca. Es toda la validación que necesita.

Se mueve a la velocidad de la luz, su cuerpo cubre el mío, sus manos se mueven para agarrar mis caderas mientras mueve sus labios hacia mi cara.

Sé que no deberíamos estar haciendo esto, pero no puedo detenerlo. No quiero. Tal vez este sea un punto de inflexión... Solo puedo esperar que todo cambie a partir de aquí.

Fundamentalmente, soy demasiado egoísta para detenerlo. Ha pasado tanto tiempo y lo necesito.

Necesito sentir.