Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
―¿Las drogas? —pregunto, girándome hacia él.
Llegamos a su cama, pero no nos hemos tocado. Acostados de lado, uno frente al otro, usando la misma almohada. Su aroma me rodea, nunca pensé que lo encontraría tan reconfortante.
Sus cejas se arrugan, los dientes muerden el interior de su mejilla.
―Un escape, eso es todo. No soy un adicto.
―¿Entonces podrías dejarlas? Si te pidiera que te detuvieras ahora mismo, ¿lo harías?
Él asiente y le creo. Sus ojos son tan claros y profundos a la luz de la mañana. Levanto una ceja, porque ¿es realmente tan fácil?
―¿Me lo prometes?
Él se ríe, pero asiente y me mira por un momento.
―Lo prometo.
―Estaba tan asustada hace un rato. Y las veces anteriores...
―Lo sé. ―Todo el humor ha desaparecido―. Lo siento. Es un mecanismo de defensa, es todo lo que tenía, y soy... sí, soy muy egoísta a veces. No es tan malo como parece... Simplemente, me excedo cuando siento como si estuviera perdiendo el control.
―Bueno. ―Aplacada por ahora, decido darle el beneficio de la duda. Moviendo un poco la cabeza, lo miro―. ¿ Qué quieres ahora?
Él tararea, mirando por encima de mi hombro a la pared.
―No quiero tener más miedo ―responde con sinceridad, su voz apenas un susurro.
―¿De qué tienes miedo? ―inquiero, inclinando mi cabeza sobre la almohada, nuestras expresiones serias perfectamente reflejadas en el otro.
Lo piensa, y por un momento me preocupa que se aleje, cambie de tema.
―Esto. ―No necesita dar más detalles, lo entiendo.
Intimidad, abrirse con alguien, apego, conexión.
―¿Alguna vez me vas a decir por qué?
―No esta noche, hoy ―corrige, suspirando, moviéndose para ponerse más cómodo―. Creo que hemos profundizado lo suficiente para una vida. ―No puedo discutir con eso, estoy exhausta también―. ¿Sabes? ―continúa, su voz baja, relajada, tranquila―. Deberías convertirte en psiquiatra... tantas preguntas todo el maldito tiempo.
Trato de luchar contra la sonrisa, pero es inútil. Riendo, niego con la cabeza, rodando los ojos. Él también se ríe, y el sonido me provoca cosas, cosas hermosas y profundas, sentimientos que aún no estoy lista para contemplar.
―¿A dónde vamos desde aquí? ―Odio lo nerviosa que suena mi voz, odio que esta es quien realmente soy, pero no puedo odiar que finalmente me estoy mostrando.
Inhalando profundamente, lo sostiene por un segundo, sus ojos rompen el contacto con los míos antes de liberar el aire por la nariz. Observo con gran atención cada pequeño movimiento, cada minúsculo detalle.
―No lo sé ―replica con sinceridad, sus ojos se encuentran con los míos una vez más, con una expresión casi dolorida.
―Yo tampoco lo sé ―admito―, pero... podríamos empezar por renunciar a este ridículo juego al que parecemos estar aferrados. Edward ―le advierto―, si te alejas de nuevo, se terminó. Seré egoísta. No puedo pasar por eso de nuevo…
Él asiente, encogiéndose ante mi ultimátum.
―Está bien. Eso es justo. ¿Un nuevo comienzo?
―No exactamente. ―Levanta las cejas, moviendo la cabeza hacia atrás sobre la almohada, una pregunta silenciosa para la que no estoy segura de tener la respuesta, pero hago lo mejor que puedo―. No quiero olvidar todo. Hay muchas cosas que hicimos que realmente disfruté.
―¿Sí? ―Vuelve a ser presumido de nuevo. Casi he extrañado esa sonrisa.
Asintiendo, muevo mi mano debajo de la almohada.
―Quiero decir, cuando éramos buenos, éramos realmente buenos.
Está de acuerdo, sonriendo ampliamente.
―Eso es cierto. Es una pena que nunca nos entregamos el uno al otro, nunca nos di la oportunidad de ser buenos fuera del sexo.
―Creo que nos enfocamos demasiado en ponernos pruebas y empujándonos uno al otro. Era puramente físico. Nunca hablamos.
Asintiendo, mueve su cabeza una pulgada más cerca de la mía, mis ojos me traicionan y se mueven a sus labios. Él sabe exactamente lo que está haciendo, sonriendo cuando siento mis mejillas arder.
Intento no engañarme a mí misma. Sé que esto no es el comienzo de algo tierno y cursi. Todavía tenemos mucho por lo que trabajar, tanto individualmente como juntos, pero ha habido un cambio y, por ahora, me permito disfrutarlo.
Hay una lista en mi mente que proyecta una sombra abrumadora sobre ambos, arañando, negándose a ser olvidada: sus padres adoptivos, las peleas constantes, la agresión y la posesividad... es un enigma arremolinado con una magnitud de demonios, pero por ahora, él es esta persona y no puedo apartar la mirada; esta persona abierta, bromista y de voz suave y quiero aferrarme a ella todo el tiempo que pueda.
Pero no puedo.
―No podemos seguir haciéndonos esto el uno al otro ―confieso, preparándome para lo que estoy a punto de decir, esperando que pueda tomar mis palabras por lo que son: honestas―. No puedo... confiar en ti ahora mismo. ―Traga saliva, mirándome de cerca, pero no discute―. Creo que debemos demostrarnos el uno al otro que estamos listos para dejar todo atrás y... tratarnos con respeto.
Se queda callado y me mata. Estoy tan desesperada por acercarme a él, consolarlo. Pero siempre he sido demasiado comunicativa con mi comodidad a su alrededor. Ya tuve la mala experiencia…
Y eso prueba aún más que no podemos barrer todo debajo de la alfombra y olvidarnos de ello. Tenemos que lidiar con eso y tenemos que sanar. Hemos construido unos cimientos tan precarios y cada error será monumental: se hace o se deshace. Él necesita ayuda. Necesito ayuda también. Si seguimos como empezamos, nos destruiremos.
»Tal vez necesitamos un nuevo comienzo ―agrego, mis manos apretándose en puños para evitar acercarme a él―. Desde el principio. Necesitamos ser mejores, por nuestro bien, como individuos.
―Yo no… ―Toma aire para calmarse, la almohada cruje mientras mueve su rostro―. No sé cómo hacer eso. ―Su voz es áspera, insegura.
Sonriendo suavemente, quiero desviar mi atención de su rostro hermoso, aunque torturado. Pero no puedo.
―Podemos resolverlo, juntos. Lentamente.
―Lento no es mi estilo. ―Está bromeando, pero no puedo encontrar el humor en ello.
―Oh, lo sé…
Instantáneamente, se ve avergonzado, como si estuviera a punto de disculparse, pero lo detengo con un rápido movimiento de cabeza. Rápido no siempre es algo malo, pero en nuestro caso…
Mordiendo sus labios, contempla algo por un momento, su mirada en la pared detrás de mí.
―Así que, básicamente, ¿quieres que demuestre que soy digno?
―No, quiero que demostremos que somos dignos el uno del otro. Quiero que seamos mejores. Quiero que dejes de verte a ti mismo como el villano principal de nuestra historia. Ambos tenemos problemas con los que debemos lidiar, pero... quiero decir, solo si quieres. Solo si crees que vale la pena.
Esa es la cuestión, ¿no? Sería mucho más fácil ir por caminos separados y seguir adelante. Pero si hay una posibilidad de que Edward y yo podamos solucionar esto, quiero aprovecharla. Este chico, con demonios y todo, tiene un control sobre mí que no puedo sacudirme, ni quiero.
Solo puedo esperar que él sienta lo mismo.
Eventualmente, su voz me saca de mis cavilaciones, mi aprensión, haciéndome sonreír, una verdadera y amplia sonrisa.
―Está bien.
