Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic


―Tienes que decírmelo.

Estamos sentados en mi auto, con el motor apagado, mi casa oscura y vacía ante nosotros. Igual que antes, pero diferente.

―¿Decirte qué? ―pregunta, su voz apenas audible, su tono en blanco. No creo que esté prestando atención.

Girándome hacia él, lo observo por un rato, mordiéndome el interior de la mejilla, esperando que reconozca algo fuera de su propia mente.

Él no me mira.

―La necesidad de arremeter, físicamente. Necesito saber de dónde viene.

Inhalando profundamente, observo cómo su pecho se desinfla al respirar por la nariz. Sus ojos se mueven para encontrarse con los míos brevemente, aunque su cabeza no gira. Me preocupa que se esté cerrando, alejándome... otra vez.

―¿Podemos entrar? ―inquiere con calma, sorprendiéndome.

Asiento y me muevo para abrir la puerta. Él me sigue en silencio.

La casa está fría, oscura. Como siempre.

Tomo dos botellas de agua de la nevera, le entrego una y lo paso para ir a la sala.

Cuando me siento en el sofá, él mantiene la distancia, sentándose en el otro lado, unos pocos pies de distancia entre nosotros. Observo cada uno de sus movimientos.

No presiono, sabiendo que hablará cuando esté listo. En cambio, juego con la tapa de la botella, observándolo, esperando. Tratando de ser paciente.

―¿Por qué tu mamá se fue? ―pregunta finalmente, mirando fijamente a la pared frente a él. Se está desviando, sé que lo está haciendo. Yo hago lo mismo.

Tomo una respiración profunda, sin esperar este cambio de dirección.

―No lo sé ―respondo con sinceridad―. Un minuto, todo estaba bien, ¿y luego al siguiente? Ella estaba haciendo las maletas, diciéndole a mi papá que lo odiaba y que no podía quedarse aquí. ―Me encojo de hombros―. Supongo que ella siempre quiso algo más que Forks, ¿sabes?

No la culpo por eso; este pueblo es sofocante.

―¿Por qué no te llevó? ―Volviéndose hacia mí, busca en mi rostro respuestas que no tengo.

Me he hecho la misma pregunta una y otra vez en mi cabeza.

―Ni siquiera se despidió de mí. Dudo que yo estuviera en lo más alto de su lista de prioridades una vez que decidió que se iba... Fui la razón principal por la que se sintió atrapada durante tanto tiempo...

―¿Crees que ella estaba resentida contigo?

Sonrío.

―Ahora, ¿quién hace el papel de psiquiatra?

Poniendo los ojos en blanco, se recuesta, mirando hacia el techo. Reconoce mi desviación por lo que es.

―Sí, bueno, he visto suficientes de ellos.

Su nuez de Adán se balancea, sus ojos se cierran.

»Creo que estoy tan solo como tú.

Su silenciosa admisión me sorprende. ¿Cómo puede sentirse de esa manera? Tiene dos padres y un hermano.

No tengo la oportunidad de preguntar.

»Esme y Carlisle me adoptaron cuando yo tenía once años. Pero... no creo que estuvieran realmente preparados para quién, qué, era yo. Les he dicho constantemente a lo largo de los años que me dejen en paz y creo... creo que finalmente se cansaron.

El único ruido en la habitación es el tictac de un reloj, y mis piernas en el sofá mientras me muevo y las cruzo, para mirarlo de frente.

Mi mente trabaja a toda marcha, tratando de resolver las preguntas que surgen de su admisión.

―¿Qué te pasó antes de Esme y Carlisle? ―Mi voz es tranquila, aprensiva. Odio no sentirme más fuerte en este momento, lo suficientemente fuerte como para reafirmarme y exigir las respuestas que merezco.

Resopla, sus ojos se abren para ver al techo, su rostro refleja los recuerdos de la vida antes de sus padres adoptivos. Se ve atormentado.

―Violencia ―responde, quitándome el aliento. Mi respiración se entrecorta, pero él continúa―, nada más que violencia y dolor, agonía. ―Pienso en extender la mano para tocarlo, consolarlo, pero no sé cómo. Son estas pequeñas realizaciones las que solidifican lo poco que realmente nos conocemos. Su mandíbula se aprieta, nunca aflojándose mientras habla―. Mi papá... está en prisión. De por vida, espero... Joder, la idea de que salga me da pesadillas.

―Edward ―susurro al instante, acercándome un poco más a él―. ¿Qué hizo? ―No sé si estoy lista para las respuestas que seguramente me dará, pero lo necesito.

―¿A mí? ―Girando la cabeza sobre el respaldo del sofá, me mira, sus ojos verdes como las ventanas de una iglesia. Etéreo. Asiento con la cabeza. Después de un minuto, se encoge de hombros, los ojos en mis piernas, en cualquier parte menos en mi cara―. Le gustaba infligir dolor. Jodidamente vivía para eso.

Tomo un trago de agua para distraerme, recomponerme. Mi corazón late con tanta fuerza que me sorprende que no pueda oírlo, pero mentalmente, está muy lejos en este momento, sin duda recordando, sufriendo de nuevo.

―¿Solo en ti se centró? ―inquiero. El dolor es tan evidente que irradia de él cuando sus ojos se encuentran con los míos. Años de tormento y abuso saliendo a la superficie. Una mirada de él y mis lágrimas se desbordan, amenazando con derramarse.

Él resopla, sacudiendo la cabeza.

―No. Lamentablemente... no.

Mi corazón se rompe, de par en par, completamente abierto.

―¿Qué pasó? ―insto, mi voz temblando, no estoy segura de querer la respuesta, pero sabiendo que la necesito. Para entenderlo. Necesitamos esto.

―Tenía un gemelo. ―Su voz se quiebra y se aclara la garganta, tratando de ocultarlo. Me acerco, hinchando la emoción que sube por mi garganta―. Una hermana, Emma. Él… ―Tomando una respiración profunda y dándose cuenta, mantiene sus ojos lejos de mi cara, su voz inquietantemente tranquila, distante―. Él la mató.