Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
No sé si me he movido hasta que estoy en su regazo, abrazándolo.
Él no pelea conmigo, sus fuertes brazos me envuelven, sosteniéndome fuerte.
¿Nos hemos abrazado antes? No creo que lo hayamos hecho. Es... como si encajamos juntos, emocional y físicamente. No quiero dejarlo ir.
Mis lágrimas no se detienen. Las de Edward no empiezan.
―Lo siento mucho ―sorbo en su hombro―, no sé qué decir.
―No necesitas decir nada ―me dice, consolándome con largas y lentas caricias en mi espalda. La ironía no se me escapa.
Dentro de él, luchando por salir, hay un niño extremadamente compasivo, pero muy perdido.
La magnitud de esta forma de consuelo no se nos escapa a ninguno de nosotros, pero no nos alejamos.
No puedo recordar la última vez que alguien me abrazó así. No puedo recordar la última vez que abracé a alguien así.
No es incómodo, a pesar de la angustia. Él lo necesita. Se lo merece.
Nuestros corazones latiendo juntos, pecho contra pecho, un latido bajo en nuestros oídos.
Durante mucho tiempo, nos sentamos; yo en su regazo, con mi cabeza enterrada en el hueco entre su hombro y su cuello.
―Debería irme ―habla finalmente, susurrando las palabras en mi oído.
Aprieto mis brazos alrededor de él, no queriendo que se vaya, pero sabiendo que este era otro obstáculo importante. No podemos adelantarnos, aunque queramos.
Todo dentro de mí quiere estar cerca de Edward.
Esa atracción.
Necesitamos tiempo y espacio para procesar las últimas veinticuatro horas.
Es nuestra manera; pequeños fragmentos de información, creando más preguntas con respuestas que pueden esperar, por ahora.
Levantando la cabeza, lo estudio de cerca; la vulnerabilidad tan clara en sus rasgos ahora, sus ojos suaves y tímidos. Nariz con nariz, nos miramos descaradamente; el impulso de inclinarme hacia adelante y capturar sus labios con los míos es fuerte. Muy fuerte.
Necesito asegurarle, ahora más que nunca, que este es el camino correcto. Puedo verlo en sus ojos, piensa que voy a huir, esto es a lo que le ha temido. Desde el principio, este siempre ha sido su miedo primordial. Todos en los que alguna vez confió lo lastimaron, lo abandonaron... tomaron una parte de él.
Abrirse lo aterroriza.
Tomo su rostro con la mano, le acaricio la mejilla con el pulgar y observo cómo se inclina hacia mi toque, respirando profundamente.
Encuentro las palabras que necesito decir.
―Por favor, no te culpes a ti mismo.
Su sonrisa de respuesta es autocrítica, su voz rota, enojado consigo mismo.
―No pude detenerlo. No pude salvarla. Nunca estaré de acuerdo con eso.
La culpa del sobreviviente. He oído hablar de eso, nunca lo he presenciado.
Edward lo vive.
Moviéndose, palmea mis piernas suavemente, saliendo de su bruma deprimida. Soy testigo del cambio de primera mano, es una defensa bien practicada.
―Tan agradable como es esto, necesitas moverte... necesito irme.
Gimoteo, pero me muevo, lo que amplía su sonrisa. Estoy agradecida por eso.
―Una muy buena charla, Bella ―murmura sarcásticamente, me río.
Inclinándose, me besa suavemente en la frente, mis ojos se cierran, sus labios persisten. El gesto íntimamente dulce.
―Buenas noches ―susurra.
Justo cuando llega a la puerta de la sala, se gira para mirarme. Todavía no me he podido mover del sofá. Me pilla limpiándome los ojos.
―¿Puedo pedirte un favor? ―pregunta, ignorando mis lágrimas, golpeando el marco de madera de la puerta.
Asiento, mi sonrisa breve.
―Por supuesto.
Masticando el interior de su mejilla, traga saliva.
―¿Deja las cortinas abiertas esta noche?
No esperaba eso.
―Está bien. ―Mi pequeña sonrisa regresa.
Con un asentimiento y un último golpe en el marco de madera, se va, gritando por encima del hombro, haciéndome reír.
―¡Cierra esta puerta detrás de mí!
