Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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El domingo por la mañana amanece frío y fresco, cielos azules claros que delatan la temperatura.
No dormí. Mi mente no podía apagarse.
Cada vez que pienso en lo que Edward me dijo anoche, me siento físicamente enferma.
Tenía una gemela. Una hermana. Quien murió a manos de su padre.
Pienso en todo; cómo se veía, cómo se vería ahora, su madre y su rol, su maldito padre y las secuelas de la muerte de la hermana de Edward, lo difícil que debe haber sido para él... lo difícil que sigue siendo para él.
Dirigiéndome a la ducha, sonrío con tristeza; ha pasado tanto tiempo desde que hice esto con un solo objetivo en mente: enloquecer a Edward. Poco sabía en ese entonces que la melancolía de Edward está arraigada tan profundamente, tan oscuramente.
Parece que fue hace toda una vida.
Anoche, mis cortinas permanecieron abiertas, mi lámpara encendida. La suya también. Miré hacia su ventana, preguntándome si él estaba haciendo lo mismo.
Un mensaje de texto enciende mi teléfono, distrayéndome por un momento. Es Rose, recordándome que me reúna con ellas en la cafetería en una hora.
No estoy segura de estar lista para enfrentarlas, sabiendo que tengo información que podría darle un poco de holgura a Edward; sabiendo que no puedo decirles.
Es otro bache en nuestro precario camino. Otro obstáculo.
En mi armario, me llama la atención mi vestido para el baile de invierno. Y luego estoy pensando en Tyler, lo que me lleva a pensar en Edward. Siempre de vuelta a Edward.
No sé qué hacer.
No puedo defraudar a Tyler. No ahora. No después de que se arriesgó y me invitó en primer lugar. Pero ¿es justo ir con él, sabiendo que desearía que alguien más estuviera en su lugar?
Estoy perdida en mis pensamientos, cayendo en espiral en un pozo nebuloso de dudas y qué pasaría si, confusión y confusión. Tanto es así, que no recuerdo el camino a la cafetería.
Está tan llena como todos los domingos por la mañana.
Angela me saluda con la mano desde nuestra cabina habitual.
Justo cuando tomo asiento, mi teléfono vibra en mi bolsillo trasero, y me muevo, sacándolo, mirando la pantalla. Estoy sorprendida y extrañamente nerviosa cuando leo el nombre del remitente. Edward.
¿Puedes venir más tarde?
Todos los ojos están puestos en mí mientras respondo el mensaje. Sonriente.
Estaré allí en un par de horas.
Mirando hacia arriba, mis ojos se encuentran con el azul inquisitivo de Rose.
―¿Qué? ―pregunto.
―¿Es tu novio? ―bromea ella, levantando una ceja.
Alice resopla en su batido de banana.
―¿Cuál de todos?
Suspiro, deslizando el teléfono en mi bolso.
―Tyler no es mi novio.
―¿Y Edward lo es? ―inquiere Rose.
Me encojo de hombros, porque no, no lo es. Pero eso no significa que a pesar de todo, no quiero que lo sea. Tal vez. Eventualmente.
―Maldita sea, chica ―añade Angela, sentándose, mirándome más a fondo.
―Lo sé. ―Es todo lo que puedo darles.
