Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de LozzofLondon, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from LozzofLondon, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
Me despierto un par de horas después, después de quedarme dormida en los brazos de Edward.
Él también está dormido. Sonrío mientras me muevo un poco, desesperada por verlo mejor.
Por un segundo, me pregunto por qué sus padres adoptivos nunca parecen controlarlo. He estado aquí por horas y... ni pío. Ni siquiera parece que haya nadie más en casa.
La nieve continúa cayendo, espesa y constante, una vista relajante.
Cuando beso su mandíbula, no se mueve, profundamente dormido. Mi sonrisa se hace más amplia. Labios contra los suyos, sin movimiento. Y ahora es un juego.
Lentamente, me muevo, besando su frente, su nariz, su mandíbula otra vez… de vuelta a sus labios. Su cuello, una barba tan incipiente contra mi boca.
Manos cayendo más abajo, las deslizo debajo de su camisa, su tonificado torso veteado a la perfección bajo mis palmas. Sus músculos se contraen, el ritmo de su respiración se acelera.
Pero todavía está dormido.
Mis uñas arañan ligeramente sus costillas, moviendo mis piernas para sentarme a horcajadas sobre él, flotando, sin hacer contacto completo.
Su polla se contrae debajo de mí, su cuerpo se contrae, y sé que está casi despierto.
Mordiendo su mandíbula ligeramente, uso mi lengua para provocar y saborear su piel, sonriendo cuando un gemido bajo escapa de sus labios y sus caderas se mueven debajo de mí.
No puedo evitar reírme cuando sus manos vuelan y toman mi cintura, empujándome hacia abajo sobre su sólida erección. Gruñe, ahora completamente despierto, ojos verdes ardientes enfocados en los míos.
Inclinándome, lo beso, necesitando sentir que él me devuelve el beso, lúcido y dispuesto mientras muevo mis caderas contra las suyas, haciendo que su respiración se atragante.
―Te necesito ―le digo.
Su expresión de respuesta hace que mi corazón dé un vuelco, los labios entreabiertos, los ojos llenos de esperanza, abiertos y prometedores.
Sus fuertes manos contra mis caderas se mueven para quitarme la camisa y yo levanto los brazos para ayudar, sin perder tiempo en quitarle la suya después. Estamos tan callados, solo respiraciones profundas y miradas de admiración mientras me siento encima de él.
Se queda boca arriba, ayudándome a despojarme del resto de nuestra ropa, observando cómo su cuerpo se retuerce mientras hurga en busca de un condón en los cajones de la mesita de noche.
Se lo quito, observándolo mientras se muerde el labio. Con dedos firmes, enrollo el condón sobre él, grueso y sólido, sus gemidos bajos y tentadores en mis oídos.
Sostiene mi cintura, sus dedos se flexionan mientras me levanto y bajo lentamente sobre él, gimiendo al unísono.
Maldice por lo bajo, con la cabeza cayendo hacia atrás contra la almohada.
―Por favor ―gime, instándome a moverme.
Nuestro ritmo comienza lento, aumentando rápidamente, impulsado por la desesperación, mis dedos extendidos sobre su tonificado pecho, sus brazos ayudándome a subir y bajar, los muslos ardiendo, respirando superficialmente.
Entonces sus manos están en mi pecho, sus pulgares juguetean con mis pezones y mi cabeza se echa hacia atrás.
Nunca tendré suficiente de esto.
Edward se sienta, así estamos cara a cara, chocando su boca con la mía, sosteniendo mi rostro contra el suyo.
Aliento cálido, gemidos tartamudos y susurros en los oídos. Es todo.
Son momentos rápidos y lentos, intermitentes impulsados por la lujuria, seguidos rápidamente por momentos de apreciación y toques suaves.
Alcanzamos nuestra cima, Edward siguiéndome de cerca. Las extremidades flojas, los cuerpos sudando, jadeando... agotados.
Agotados mental y físicamente.
