[One-shot]

Fotos de calendario

—Jackson S. & R. Cruz—

¿A quién diablos se le había ocurrido la estúpida idea de hacer un calendario con diferentes corredores en bañadores? Jackson Storm quería matar a alguien. Quizás su víctima seria la siempre energética y desagradable, Cruz Ramírez.

Disclaimer:

Cars © Disney

Fotos de calendario © Adilay Vaniteux/Fanficker

Advertencias: Post-Cars 3. / Humanos. / OOC. / What If. / Lenguaje soez.

Notas: Acabo de ver Cars 3, y de pronto se me ocurrió este fanfic. Va a ser cortito, pero me nació hacerlo. Espero les guste.



¿A quién diablos se le había ocurrido la estúpida idea de hacer un calendario con diferentes corredores en bañadores?

Jackson Storm quería matar a alguien.

—¡Ánimo! ¡Todos se verán maravillosos, chicos!

Quizás su víctima seria la siempre energética y desagradable, Cruz Ramírez.

—Dicen que las fotografías te agregan kilos. ¿No me veré muy gordo en las fotos? —preguntó un tipo del montón de perdedores que rodeaba las 24horas a Ramírez, cuyo nombre Storm no se iba a molestar en saber—. Creo que debería huir.

—¡Tonterías, te verás bien! —respondió ella, palmeando el hombro derecho del tontorrón, quien carraspeó su garganta, tomando su distancia.

Esto era un fastidio, y una humillación. Para empezar, ¿por qué carajos estaban en Radiador Springs? Si iban a hacer fotografías con corredores en bañadores, ¿no sería una playa lo más adecuado? ¿O un sitio que no estuviese en medio de la nada del maldito infierno?

—¿Quieres cambiar esa cara? ¿Estás estreñido o algo así? —le preguntó Ramírez de pronto; sonriendo y evidentemente tratando de… ¿calmarlo?—, sólo te tomarán una foto, y luego podrás volver a ese sarcófago que llamas auto.

—Déjame en paz, Ramírez —le gruñó fastidiado.

Y es que, aunque a Storm, Ramírez le siguiese pareciendo tan solo una novata con suerte… mucha suerte, si es que ambos llevaban 3 Copas Pistón ganadas, cada uno, según los comentaristas, ellos dos eran los corredores más afamados y talentosos de su generación… cosa que irritaba a Storm de sobremanera ya que a él no le gustaba nada compartir nada… menos su preciado "primer lugar".

Sin embargo, desde aquel "incidente", donde ambos se conocieron y Ramírez logró vencerlo en aquella carrera: "la última de Lightning McQueen, y la primera de Cruz Ramírez"; su agente le advirtió que no volviese a intentar volver a dañar a la mujer, y menos si no quería terminar como Chick Hicks, en un mediocre programa de televisión donde lo mejor que podría hacer sería entrevistar a otros corredores en lugar de ser un modelo a seguir para ellos.

»Más te vale ser más agradable con Ramírez. No hablo de hacerte su amigo, sólo no la ataques ni verbal… ni mucho menos, físicamente. No querrás ser catalogado como un imbécil racista y machista cuando apenas estás iniciando en esto, ¿verdad?

No. Eso no sería bueno para su imagen.

Y no catalogaba a Ramírez como una mediocre por ser mujer, o por ser latina, sino porque… maldita sea, ¿en serio la gente quería que Storm creyese que una simple "animadora" era en realidad un "diamante en bruto" para las carreras? Qué fastidio.

Tantos años de entrenamiento. Tantos años de sacrificio. ¿Y todo para ser el homólogo de una corredora como Cruz Ramírez?

—Vamos, guapo, sácate la capa de vampiro e intégrate —Ramírez volvió a llamarlo desde lo lejos, estando rodeada de un montón de perdedores que claramente babeaban por ella y las otras escasas damas.

Estando acostado sobre una silla larga de madera que su propio equipo trajo para él, además de una gran sombrilla para cubrirse del sol, Jackson Storm miró de reojo, no a Ramírez, sino al montón de tontos que la rodeaban.

—¿Quieres que salga de mi única zona confortable en este pequeño agujero de tierra olvidado por Dios, para ir… allá? —le dijo, señalando con su dedo índice, hacia ella y su grupito.

Todos ellos se rieron.

—Y dice que no tiene sentido del humor —dijo uno a otro.

—Vamos, Storm, que agarres algo de color no te hará daño —se rio otro al fondo.

Ramírez también reía, ella con mucha exageración; hasta se sujetaba su plano abdomen.

Pero ellos no se reían con desagrado.

¿En serio pensaban que él bromaba?

—Siempre es tan cómico —señaló Cruz, deteniéndose por un rato.

Volviendo a acostarse sobre su silla, Jackson miró esta vez a todo el equipo de cámaras y personas yendo de un lado a otro, preparando todo para las sesiones de fotos.

Por suerte, ni Cruz ni ningún otro fue a molestarlo por un buen rato. Fue hasta que se comenzó a pedir que se hicieran cambios de vestuario que Storm presenció lo que era ser verdaderamente un perdedor.

Él fue de los pocos no hizo ninguna reacción vergonzosa al ver a las mujeres en trajes de baño. Ellas serían las primeras.

Aparte de Ramírez, otras 4 mujeres fueron invitadas al mar hormonal de 9 hombres, incluyendo a Storm. Si se lo preguntaban a él, si lo que se quería era ganar dinero, habría sido mejor que sólo hubiesen llamado a las mujeres para esto en una ocasión, y a los hombres en otra; para que tanto hombres como mujeres consumidores gastaran más por ver a sus corredores favoritos con poca ropa.

«No elegí esta profesión para hacer esto», se cruzó de brazos desde una sombrilla ajena a la suya, mirando con desdén cómo todos sus colegas varones soltaban risitas y se empujaban entre ellos para ver a las damas tratando de posar frente a la cámara.

Hubo uno que otro haciendo desagradables sonidos obscenos.

¿Ramírez sabría el tipo de idiotas que la rodeaba?

«No creo que siquiera se haya dado cuenta» se dijo él, mirando de reojo cuando llamaron a Ramírez.

Su reacción inmediata fue la de apartar la mirada, pero no pudo evitar voltear para ver una imagen que prometía quedarse en su cabeza, sobre todo esta noche.

Se le pidió a Cruz que se arrodillara sobre la suave arena que la propia producción trajo para la sesión de las mujeres. Con sus anchas piernas separadas una de la otra; la mano izquierda habría de estar sobre sus anchas caderas, mientras que la derecha tendría que estar enterrada sobre su largo cabello rubio/castaño, el cual tuvo que estar suelto, bien peinado y aceitado como el resto de su cuerpo. El mentón de Ramírez tuvo que estar en alto, inclinado hacia la izquierda, y su mirada marrón fue llamada por el fotógrafo, que le decía cómo acomodarse.

—Muy bien, señorita Cruz. ¿Podría abrir sus bonitos labios un poco más? —ella obedeció—, un poco más, por favor. Extraordinario.

Storm tragó saliva. ¿En verdad Cruz se había prestado para esto?

No lo iba a negar, Cruz Ramírez era una mujer muy atractiva con un voluptuoso cuerpo que solía llamar mucho su atención, pero a él le sorprendía que alguien tan "infantil" como ella estuviese de acuerdo en fotografiarse en un sensual bañador color amarillo, de dos piezas, que apenas cubría sus partes más íntimas.

Los pechos de Cruz sobresalían por mucho, por encima de las otras mujeres presentes.

—¿Ye te alegras de haber venido, Storm? —le preguntó uno de los tipos, un rubio de ojos verdes con cara de idiota—. Cierra la boca o se meterán las moscas —se rio él, dándole un suave golpe a su nuca.

Lo peor es que el muy desgraciado había tenido razón. Su boca se había abierto un poco sin que él pudiese evitarlo.

Maldición, ojalá nadie más haya visto eso.

—Sólo una más, señorita Cruz —dijo el fotógrafo.

Y es que cada corredor tendría 2 fotos.

La última fue menos vergonzosa. Ramírez sentada, con sus piernas poco estiradas hacia enfrente y sus manos atrás de ella fungiendo de apoyo para que no se fuese de espaldas; se le pidió que mirara a la cámara y sonriese cómo sólo ella podría hacerlo, mientras que su largo cabello caía en picada hacia el suelo.

—Muchas gracias, señorita Cruz. Ahora, por favor, sigue la señorita Flora, y nos daremos un descanso para continuar con los hombres.

A Cruz se le dio una toalla para cubrirse, reía junto a sus otras compañeras que ya habían posado.

A Storm le importó muy poco ver a Flora Whitehouse en poses mucho más sensuales que las que hizo Cruz, a diferencia de los otros, que hasta soltaron varios comentarios inapropiados por lo bajo.

La sesión de las fotos de mujeres concluyó.

—Necesito agua fría —se rio uno.

—Qué bendición estar aquí. Mira nada más todo ese potencial.

—Cómo me gustaría ser ese aceite.

«Perdedores» pensó Storm, ya bastante acalorado por el clima (¡sólo por el clima!) caminado hacia Ramírez, que iba de camino con las otras mujeres, en dirección a una carpa donde podrían cambiarse de ropa—. ¡Ramírez! —la llamó con fuerza.

Las mujeres lo miraron con extrañeza.

—¿Storm? —dijo Cruz—. ¿No puedes esperar hasta que me ponga algo de ropa?

—No, ven.

Soltando un suspiro, Cruz les dijo a sus compañeras que en un rato las vería. Ellas no objetaron ni comentaron nada, sólo asintieron y continuaron su camino, por otro lado, Cruz lo miró a los ojos.

—Pues ya, camina, ¿no querías hablar? —le dijo un poco molesta, ¿y cómo no? Seguro ya quería quitarse el aceite y ese pequeño conjunto amarillo.

En silencio, ambos se alejaron un poco del equipo de fotos. Ella yendo al frente.

Fueron hasta la silla y sombrilla de Jackson.

Y durante todo ese trayecto, él no pudo evitar verle el trasero.

—¿McQueen sabe que accediste a esto? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar, y es que…

A mitades del camino se acobardó y no dijo lo que realmente quería saber.

—¿Y eso a ti qué te importa?

—Curiosidad.

—Por favor. ¿Acaso el señor McQueen es mi padre o algo así? —algo irritada, ella sujetó bien cada extremo de la toalla que apenas le cubría hasta la mitad de su muslos—. Bien, el señor McQueen es mi jefe de mecánicos y mi mentor, pero yo ya soy una adulta, y el señor Tex, mi jefe, no tuvo problemas en darme su aprobación para aparecer en un calendario cuyas ganancias serán para apoyar al nuevo hospital infantil.

—¿Eso quiere decir que al viejo McQueen le dará un paro cardiaco cuando se entere? —se rio él sin poderlo evitar.

No odiaba a McQueen, pero tampoco le agradaba. Storm reconocía que el tipo era ya toda una leyenda en el mundo de las carreras, pero desde que lo superó por primera vez, esa admiración que sentía hacia él fue decayendo hasta sólo considerarlo un pobre hombrecillo que se aferraba con desesperación a sus glorias pasadas. Y por supuesto, a Jackson no le cabía duda que McQueen de cierto modo usaba a Cruz para llenar ese espacio vacío en su ego.

—Si ocurre, te juro que jamás te enterarás —dijo ella, haciendo un gesto de molestia.

—Sabes que sí lo haré.

Ahora que la tenía tan cerca, se esforzó mucho para no ver alguna parte específica del cuerpo aceitoso y bronceado de Cruz.

—¿Para esto me impediste cambiarme de ropa? —preguntó Ramírez, ahora sí, molesta. Yéndose de regreso—. Si yo fuese tú, mejoraría mis diálogos a la hora de socializar. Eres un desastre en eso.

—Ya lo sé —musitó, mirando descaradamente sus caderas y piernas moviéndose en un curioso ritmo. Luego soltó una risa.

Él no era de piedra; era un hombre; y Ramírez era lo suficientemente atractiva para llamar su atención. Lo que en realidad quería decirle, y menos mal que no lo hizo, era saber si ella ya había hecho fotos como estas antes, porque… le habían salido bastante bien las poses casi-eróticas.

«Menos mal que no le pregunte eso. Me habría golpeado» pensó, sobándose instintivamente su mejilla derecha.

Y ahora que Storm lo pensaba, Ramírez solía usar ropa muy holgada, por lo que jamás le había prestado atención a su gran delantera; él siempre supo que ella era una mujer de exóticas proporciones, como muchas mujeres latinas, pero nunca quiso dejarse llevar e imaginar más de la cuenta.

Ramírez jamás sabría que él pensaba de más en ella. En lo que a la ex entrenadora respectaba, Jackson Storm no la soportaba.

Lo jodido era que gracias a esta estúpida sesión de fotos, Jackson compraría en secreto el maldito calendario con las claras intenciones de guardarse dos fotos para sí mismo.

Lo que sí era innegable, era que el color amarillo le sentaba muy bien a Ramírez.

—FIN—


Gracias por leer.

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