Disclaimer
Ranma y ninguno de los personajes de Ranma 1/2 me pertenecen, todos son propiedad y autoría de Rumiko Tahakashi. Este fanfic es realizado sin fines de lucro
Noche a solas
La noche era fresca, el suave viento soplaba moviendo las finas hojas de los árboles que ya comenzaban a cambiar de color, algunas, por la brisa, caían y terminaban en el agua del estanque. El hogar, usualmente ruidoso, de la familia Tendo, se mantenía ahora callado y a oscuras, iluminado tenuemente por la luz de la luna, la cual, en ocasiones se ocultaba detrás de las nubes por algunos momentos para después salir y volver a brillar con fuerza. Si alguien pasaba por ahí, fácilmente podría decir que no había nadie dentro.
Akane miró distraídamente las cortinas de su habitación, notando cómo se movían con cada ráfaga de viento, ella sabía que el aire estaba fresco con un ligero toque otoñal, sin embargo, no sentía ningún frío pese a que su ventana se encontraba abierta de par en par, por el contrario, sentía mucho calor en todo su cuerpo, sus mejillas estaban sonrojadas y su cuerpo perlado por una fina capa de sudor, un quejido salió de su boca rompiendo el silencio que la rodeaba y su mente se sentía nublada impidiéndole pensar con claridad pese a que intentaba recordar cómo es que había terminado en su habitación.
El día había comenzado tranquilo, el ambiente comenzaba a anunciar el cambio de estación, ya el aire se sentía fresco y era justo usar el uniforme de invierno, sobre todo para las mañanas en donde el viento si llegaba a calar un poco, Akane había salido como siempre a ejercitarse antes de que los miembros de su familia se despertaran, para cuando regresó, Kasumi tenía el desayuno preparado y listo en la mesa.
Como era ya una costumbre, el azabache y su progenitor comenzaron a pelearse por algún alimento, ya la peliazul había notado que, en todos los casos, esas peleas comenzaban por parte de su tío, quien al parecer, amaba sentirse superior a su hijo en todos sentidos y por lo mismo poder burlarse de él, y aunque el pelinegro había madurado mucho y ya no respondía de la misma forma, había ocasiones, como esa, que simplemente la burla era tanta que no podía evitar contestar al desafío, a fin de cuentas, él era un artista marcial y era lógico que aceptara cualquier pelea, así fuera por un simple trozo de comida.
A pesar de que comprendía el actuar de su prometido, no podía evitar molestarse por el simple hecho de que, cuando aquello ocurría, llegaban tarde a la escuela, pero, sobre todo, porque no podía disfrutar de su presencia junto a ella mientras comían. Como si todo eso no hubiera sido suficiente, mientras los Saotome peleaban, alguien en la puerta llamó, no tenía que ser adivina para saber de quién se trataba, últimamente, cada cierto tiempo, dos personajes aparecían en la mañana alegando que venían a cumplir su rol de esposas.
Kasumi las recibió con amabilidad y alegría, como siempre hacía ella, ya ni siquiera podía molestarse con su hermana mayor por su forma de actuar debido a que, simplemente, así era ella, amable con todo mundo, aún con quien no debería. Por el rabillo del ojo miró a su hermana Nabiki, quien sonreía en forma burlona. Era evidente que, aun a pesar de las incontables veces que había hablado con ella para que detuviera su avaricia y dejara de vender información sobre su familia, ella tampoco cambiaría nunca, contrario a lo que sintió con Kasumi, con Nabiki le causaba molestia e indignación.
La castaña y pelimorada se hicieron camino entre las hermanas Tendo y se colocaron, a propósito, junto a la peliazul, en un claro intento de alejarla del azabache, quien había regresado a su lugar después de tirar a su padre al estanque y que éste hubiera salido en forma de panda a terminar de desayunar. Las dos chicas peleaban entre ellas intentando que el ojiazul degustara lo que habían traído empujándola de cuando en cuando, ocasionando una clara molestia en ella. Hizo uso de todo su autocontrol para no alzar la voz o mandar a su prometido hasta el otro extremo de Japón de un solo golpe, pero debido a las muestras de cariño de sus enemigas y la falta de palabras del chico, cada vez era más difícil. Antes de que cometiera algún error, terminó su desayuno, agradeció por los alimentos, tomó su mochila y se dirigió a la escuela, todo con evidente molestia.
El azabache miró, de forma discreta, los movimientos de su prometida, mentalmente se lamentó el hecho de que, más tarde, tendría una pelea con ella, sin embargo, no es como si pudiera evitar lo que le pasaba. Miró a la castaña que se mantenía frente a él y notó la sonrisa llena de burla, realmente Nabiki estaba sobrepasando los límites con lo que hacía. La sensación de unos senos frotándose en sus brazos distrajo el hilo de sus pensamientos, el calor llegó a su rostro haciendo que sus mejillas se tiñeran de un color rojizo.
- Vaya, cuñado, se ve que estás muy bien acompañado – dijo la castaña con burla – Ten cuidado, o mi hermanita podría ponerse muy celosa
Ranma mordió su lengua para no contestarle, cualquier cosa que dijera actuaría en su contra.
- Eso no importar porque Airen ser prometido de Shampoo
- ¿Acaso estás loca? Ran-chan es mi prometido y él no tiene ojos para nadie más que para mi – se defendió la cocinera
- Iré a la escuela – dijo el chico zafándose de las dos mujeres y dirigiéndose a la salida ante los ojos de todos
- Cuidado chicas – habló la castaña alistando sus cosas para también ir a la escuela – A este paso podrían perder
- Eso no pasar
- Claro que no, Yo seré la esposa de Ran-chan
Las tres mujeres se miraron de una forma que, para cualquiera que las hubiera visto, resultaría bastante sospechosa, sin embargo, en el hogar Tendo, solamente quedaban Kasumi y los dos hombres, quienes nunca se percataban de nada a su alrededor.
- Bueno, iré a clases, donde estudio con mi prometido – se burló la pelicastaña
- No preocupar, Shampoo recibir a airen después de escuela, airen siempre venir con Shampoo para comer comida deliciosa y a veces algo más – respondió con malicia
Nabiki sonreía malvadamente, haberles vendido el rastreador había sido un muy buen negocio, al menos hasta que lo descubrieron, así que ahora, intentando una nueva estrategia, se mantenía en constante contacto con todas las prometidas y prospectos tanto de Ranma y Akane, y se encargaba de venderles la información del día a día de los dos, y aunque Kuno, en ocasiones, si compraba información, su negocio con él eran las fotografías, contrario a las chicas, que hacían hasta lo imposible por saber dónde se encontraba su cuñado y poder tener una ventaja sobre las otras. Para su desgracia, Kodachi no había querido entrar en esta ocasión en el trato, pero con lo que las otras dos pagaban era suficiente.
El día escolar transcurrió con relativa tranquilidad, para todos ahí era más que obvio cuando los prometidos estaban peleados y evitaban comentar cualquier cosa de ellos, Ranma de vez en cuando miraba con discreción a su prometida, la cual no le había dirigido la palabra en todo el día, bufó cansado, Nabiki no había hecho últimamente más que causarles muchos problemas, y algunos comenzaban a ser muy molestos. Se preguntaba hasta dónde estaba dispuesta a llegar sólo por el dinero, imaginó que, si era necesario, podría llegar a vender a su propio padre.
Al término de la jornada escolar, el azabache quiso irse, como de costumbre, con su prometida, pero ésta salió sin siquiera mirarle, cuando estaba a punto de seguirle, la cocinera se le colgó en el brazo diciéndole algo de ir a comer con ella, realmente no la escuchó bien, porque su atención estaba puesta en la peliazul y su hermana quien se había acercado sospechosamente a ella, preocupado, prestó atención a lo que le decía.
- Tengo que terminar un trabajo, y trabajaré con algunos compañeros, para no perder tiempo me quedaré en casa de una amiga y mañana aprovecharemos para ir de compras, avísale a papá que regresaré hasta mañana en la noche, que buena hermana eres, nos vemos – le dijo despidiéndose con una mano y sin esperar respuesta
Ofuscada, la ojicastaña se fue del lugar ante la expectante mirada del azabache, quien, de forma inconsciente, intentaba quitarse a la cocinera de encima, sin mucho éxito, a decir verdad, y rápidamente perdió de vista a la chica.
Akane llegó a su casa cansada y aún molesta, anunció su llegada como siempre y esperó el dulce recibimiento de siempre, sin embargo, éste nunca llegó, se adentró a su hogar buscando a su hermana, primeramente en la cocina, luego en el comedor, y finalmente, en su habitación, pero no la encontró por ningún lugar, en su recorrido, tampoco notó a ninguno de los dos hombres o al maestro, si bien le extrañó la situación, no era nada del otro mundo, probablemente su hermana habría salido a comprar algo que le faltaba para la cena, y su padre y su tío, tal vez habían salido a comer o alguna junta del distrito. Dispuesta a esperar, se fue a su habitación a hacer su tarea y estudiar, tal vez para cuando terminara ya habrían vuelto todos.
Sin embargo, conforme la tarde se iba e iba dando paso a la noche, comenzó a preocuparse, ninguno de los habitantes había vuelto, eso incluía a su prometido, al recordarlo, bufó por lo bajo intentando simplemente dejar a un lado su molestia, aunque le sabía que era difícil. Su estómago clamó por comida, así que bajó a la cocina para ver si había algo que pudiera calmarla, sabía de sobra que sus habilidades en la cocina no eran buenas, y no creía que fuera el momento propicio para intentar mejorarlas, sin embargo, si encontraba algún ramen instantáneo, tal vez podría intentar que fuera comestible, a fin de cuentas, sólo llevaba agua caliente
Al llegar a la cocina, y aún con esperanza en su corazón, abrió el refrigerador, encontrándose con dos cenas preparadas, su corazón, y estómago, se alegraron, aunque, cuando lo analizó, era un tanto extraño el hecho de que la comida estuviera lista y refrigerada, pero más extraño era que sólo hubiera dos. ¿Acaso su padre, su tío y el maestro no planeaban regresar aquella noche, ni tampoco ella? Sin poder pensarlo mucho más por el sonido que hacía su estómago decidió primero comer y luego investigar un poco.
Cansada del silencio, encendió la televisión que había y puso cualquier programa, solamente para no sentirse tan sola, y comenzó a comer, por su mente cruzó la idea de esperar a su prometido, pero la desechó inmediatamente al recordar los eventos del día, cuando tuviera hambre, estaba segura que volvería, como si de un gato se tratase, rio por lo bajo ante la analogía que había hecho.
Akane abrió los ojos de forma pesada, en la televisión pasaban las noticias, no sabía en qué momento se había quedado dormida ni cuanto tiempo había pasado, suponía que no mucho porque aún había programación, a lo lejos, podía escuchar el timbre del teléfono, seguramente eso la había despertado, lo cual agradecía, de lo contrario, probablemente habría pasado la noche entera ahí. Aún con pereza, fue hasta el aparato y contestó.
- ¿Akane? – habló una conocida voz al otro lado de la línea
- ¡Kasumi! – contestó con alegría - ¡Hermana! ¿Dónde estás? ¿Dónde está papá y el tío?
- Perdóname, Akane, en la mañana el maestro Happosai se llevó a papá y al tío a algún entrenamiento y yo salí a visitar a una amiga, dejé la comida preparada y guardada en el refrigerador en caso de que no volviera a tiempo, pero no podré volver esta noche, hay un problema con los trenes y tendré que quedarme aquí
- Pero, ¿estás bien?
- Sí, perfectamente, por favor, pídele a Ranma que te cuide, yo espero estar ya en casa para mañana y prepararles el desayuno
- De acuerdo, Kasumi, ten mucho cuidado
- Tú también, hermana
Y sin más, ambas se despidieron. Akane maldijo su suerte por lo bajo, estaba completamente sola, ni siquiera su prometido se había dignado a volver, pero era obvio, seguramente estaba con alguna de sus otras prometidas comiendo tranquilamente hasta reventar. La tristeza se posó en su corazón y se reflejó en su mirada. Sin ánimo de hacer algo más, apagó el televisor y subió a su habitación dispuesta a dormir.
Cuando entró a su alcoba, no pudo evitar frotarse los brazos en un intento de quitarse el frío, en un descuido, había dejado la ventana abierta y su pieza se había enfriado, no mucho como para que le calara en los huesos, pero si lo suficiente como para que lo sintiera, caminó despacio hasta ésta con el firme propósito de cerrarla, sin embargo, un calosfrío le recorrió en la espalda, alguien estaba ahí con ella, y en la oscuridad de la noche, no podía ver.
- Akane – dijo una voz oculta en las sombras
- Ranma – fue la contestación que salió en algo apenas más fuerte que un susurro, le había asustado, pero no estaba dispuesta a admitirlo - ¿Qué haces aquí? – preguntó ya con su semblante recuperado- ¿Te cansaste de estar con tus otras prometidas?
- ¿Vas a empezar con eso? – Dijo mientras se dejaba iluminar por la tenue luz de la luna
- Pues no te veías muy incómodo que digamos esta mañana, de hecho, yo te veía muy feliz con ellas restregándote sus cuerpos por todos lados
- Sabes muy bien que yo no siento nada por ellas, son ellas las que se aferran a mi
- Y tú muy feliz ¿No?
- Muchas veces te he dicho cómo podría quitármelas de encima, pero te niegas a aceptar mi propuesta – reclamó, ante lo cual, la chica se sonrojó
- Si en verdad estuvieras dispuesto a ello, ya las habrías alejado de ti – se acercó al chico para encararlo quedando a escasos centímetros de su cara
- Tú las conoces tan bien como yo, y sabes que, aunque les digo todos los días que no quiero nada con ellas, no les importa mi opinión – respondió molesto
Akane, por primera vez desde que se había enojado, relajó su semblante y sintió cierta compasión por el chico, conocía su molestia a ser tratado únicamente como un objeto de intercambio y que lo que dijera no fuera tomado en cuenta, sin embargo, no estaba dispuesta a ablandarse únicamente por eso.
- ¿Seguirás enojada a pesar de que yo soy la víctima aquí?
La peliazul mostró su enojo volteando su cara y cruzando sus brazos, estaba cansada de esa situación, pero sabía que, si decían que estaban saliendo, en primer lugar, sus padres comenzarían con la boda, y aunque con cada día que pasaba a su lado la idea se le hacía cada vez más agradable, quería que, si iban a dar ese paso, fuera porque el mismo chico se lo pidiera. También estaba el hecho de que, aunque para él sonara tan fácil el sólo decirles a sus locas prometidas que había empezado una relación formal con ella, sabía que ellas no lo aceptarían tan fácil y no lo creerían.
Seguramente alegarían que ella lo había hechizado o algo por el estilo, y la abuela Cologne haría que peleara contra Shampoo en un combate por el derecho a ser la prometida del chico, Ukyo lloraría y manipularía sentimentalmente al chico alegando que se había aprovechado de la bondad de su padre y que faltaba a su promesa de niños y Kodachi, bueno ella haría lo que le de la gana, como todos los Tatewaki. No, en definitiva, exponer su relación no era la solución, al contrario, sólo les causaría más problemas.
En ocasiones como esa, cuando se ponía a pensar todas aquellas cosas, se daba cuenta que, realmente, ella era la peor elección de prometida, no era agraciada, no sabía cocinar ni coser, no era buena en combate, tenía un carácter muy fuerte y, como cereza del pastel, no sabía nadar. El pesimismo se abalanzó sobre ella, denotándose en sus ojos, los cuales comenzaban a llenarse de agua.
- Sé lo que estás pensando, y el con quién salga es mi decisión – Le dijo con voz firme interrumpiendo sus pensamientos
- Si, pero…
- Sin peros – le dijo acercándose a ella para poderla ver directamente a los ojos – Akane, tal vez no sea el hombre más amable, ni el mejor con las palabras, pero yo ya elegí con quien salir, y te aseguro que el salir con más de una no es mi estilo – le sonrió – sería demasiado trabajo – Sintió cómo la chica le dio un puñetazo en el brazo en señal de molestia
Cuando la peliazul tranquilizó su ira por el mal chiste dicho por su prometido, volteó a verlo a los ojos, sabía que no mentía, nunca había sido bueno para ello, pero sus inseguridades se seguían interponiendo entre ellos. En un intento de tranquilizarla, el azabache la tomó del mentón de forma suave, y lentamente, se acercó a ella, hasta que sus labios se tocaron, y, como cada vez que se besaban, sintieron un cosquilleo en ellos, inmediatamente, el calor subió a sus rostros, ocasionando un leve sonrojo en sus mejillas, tal vez nunca se acostumbrarían a aquellas muestras de afecto entre ellos.
Ranma se mantenía calmado, aunque en su interior, rogaba por un poco más, las últimas veces había tenido ciertas ideas que, si su prometida llegaba a saber de ellas, seguramente se enojaría y le gritaría tan fuerte que quedaría sordo por semanas, sin embargo, con cada día que pasaba, se le hacía más difícil alejar esos pensamientos teniéndola tan cerca de él. Inconscientemente, movió sus manos y las puso en su cintura, luego la apretó un poco contra sí para sentir el pequeño cuerpo pegado al suyo.
En el momento en que sus pechos toparon con el firme torso del azabache, Akane soltó un suspiro a través de sus labios que no sabía que estaba reteniendo, ya anteriormente había sentido aquellos músculos, pero en esos momentos, en la oscuridad de la noche y la soledad, se sentían completamente distintos, sin darse cuenta, sus brazos se alzaron hasta los hombros del chico para cerrarse en su nuca.
Cuando el ojiazul sintió aquel suspiro, se sobre saltó un poco, era la primera vez que la chica abría sus labios en uno de sus encuentros, y la forma en que había colocado sus manos no hacía nada sencillo el pensar. Queriendo experimentar un poco más, hizo lo que, en alguna ocasión, había escuchado en una conversación de sus amigos, acarició los finos labios con su lengua de una forma tan sutil que se llegó a preguntar si en verdad había hecho algo, pero el suave estremecimiento de la chica le hizo saber que sí lo había sentido.
Las mejillas de Akane pasaron de rosáceo a rojizo, había sentido la húmeda pero cálida lengua en sus labios y le había asustado, sin embargo, lejos de molestarse, le había gustado, había sido diferente, nuevo, y si debía ser honesta, quería poder sentirlo otra vez y de forma un poco más intensa, aunque no se sentía capaz de pedirlo, así que lo único que hizo fue abrazarse más fuerte del chico.
Ranma, al sentir cómo la chica se le acercaba un poco más, gruñó por dentro, sin saberlo, le estaba haciendo más difícil el poder pensar con claridad, pero debía comportarse como un caballero, o al menos eso era lo que solía decirle su madre, aunque si lo pensaba bien, no sabía a qué se refería con eso, y menos en esa situación, maldijo mentalmente, sabía que sus pensamientos carecían de sentido, pero es que con ese fino y pequeño cuerpo tan cerca del suyo su cerebro se negaba a tener ideas claras.
Envalentonado por la respuesta de la peliazul, repitió su anterior acción, con un poco más de fuerza esta vez, notando cómo su prometida entreabría aún más sus labios como si le invitara a profundizar aún más el beso, gustoso, aceptó la invitación, y pidiendo permiso, introdujo su lengua en la cálida cavidad en busca de la de ella, cuando la encontró, la acarició suavemente invitándola a danzar, ella aceptó gustosa.
Akane sentía la lengua ajena jugar con la suya, y pese a que le gustaba, estaba un poco asustada, era la primera vez que alguien la besaba así, aunque si lo ponía en perspectiva, nada más se había besado con su prometido. Si alguien le hubiera dicho que besar podía ser tan satisfactorio, tal vez lo habría intentado mucho antes, si antes sentía pequeñas mariposas ahora sentía como si cada una midiera diez centímetros y hubiera cientos dentro de ella, de forma instintiva comenzó a mover sus labios al ritmo que el chico marcaba, y en un afán de saborearlo aún más, lo mordió tímidamente en el labio inferior.
El ojiazul, al sentir la caricia, gruñó de forma gutural, esa acción le había volado la cabeza y hecho que su cordura resbalara por unos momentos, apretó sus manos en la cintura de la chica en un intento de mantener el aplomo y apretarla junto a él, sin embargo, esto ocasionó que ahora fuera la peliazul quien gimiera, ahí fue cuando Ranma se percató de que, si no hacía algo, cometería un error, así que, con pesar, tomó a la chica de los hombros y la separó, provocando que la ojicastaña le lanzara una mirada de confusión.
- No, espera, yo no…
El azabache notó la triste mirada de su prometida, sabía de sobra cómo ella solía saltar a conclusiones precipitadas, y el miedo le invadió, como siempre, estaba mal interpretando todo, y conociéndola, no importaba lo que dijera, no lo escucharía bajo ningún motivo, pensó un segundo en sus alternativas, y aunque ambas eran un error, creyó que la única que escucharía sería la que no tenía palabras. Con miedo, vergüenza y agilidad, sujetó ambas manos de la chica por la muñeca con una sola mano, las alzó por encima de la cabeza de la peliazul y, usando un poco de fuerza, la arrinconó contra la pared sin dejar caer su peso por completo en ella, pero si lo suficiente como para pegar sus cuerpos.
Al sentir la anatomía completa de su prometido junto a ella, su cara entera enrojeció, debido a que, cierta parte de su cuerpo, se podía sentir la podía notar completamente entre sus piernas, quiso decir algo, quiso decirle, como siempre, que era un pervertido, pero en cierta medida, el hecho de que estuviera así por ella, la hacía sentir un poco halagada. De forma inconsciente había alzado la mirada por la sorpresa, notando cómo el chico la había desviado.
Ahora le era más comprensible lo que había intentado decir, e imitando a su prometido, desvió su mirada, pensó en decir algo, como que no había problema, que era normal, que a todos le podía pasar, sin embargo, sonaba ridículo, cuando sintió que el azabache comenzaba a retirarse volvió a la realidad, conocía al chico, y lo tímido y torpe que podía llegar a ser, pero, sobre todo, respetuoso, y sabía que nunca haría algo que la incomodaba, pensó en todas aquellas ocasiones que sus otras prometidas se habían aprovechado, de una u otra forma, del ojiazul, y cómo habían terminado junto a él en su cama, usualmente durmiendo, o bien, en el cuarto de baño mientras él tomaba una ducha, y el cómo ella había siempre sido relegada al último, nunca admitiría que sentía envidia de ellas y de su determinación, ni del hecho que, en ocasiones, deseaba ser ellas en ese momento, pero ahora tenía la oportunidad, era ella la que estaba siendo besada y por quien el chico había reaccionado, si dejaba ir esa oportunidad, probablemente no volvería a tener otra en mucho tiempo, agarrando coraje, fue ella la que esta vez se impulsó hacia él, lo sujetó por el cuello y le dio un beso, algo torpe, pero intenso.
Ranma abrió los ojos completamente, decir que le habían tomado por sorpresa era poco, aunque admitía que le gustaba esa iniciativa que estaba teniendo su prometida, sin embargo, en esa posición, los pechos de la chica se pegaban tanto a su torso que podía notar algo fuera de lo común, algo ligeramente duro, y no era de él, mentalmente se preguntó si podría estar más avergonzado, pero pronto la duda se perdió en su mente cuando la chica volvió a morder su labio de forma sutil, las sensaciones que habían sido olvidadas volvieron, quiso decir algo, quiso detenerse, pero su cuerpo no estaba obedeciendo, una de sus manos ya se había apoderado de la esbelta cintura y la otra había subido hasta la nuca para profundizar aún más, si era posible, el beso.
La peliazul sonrió internamente, satisfecha de haber logrado una reacción por ella misma, los besos que se habían dado con anterioridad no se parecían para nada al que ahora estaban teniendo, parecía que estuvieran hambrientos uno del otro, tan cerca estaban que podía sentir por completo al chico, y aunque la pena seguía ahí, también la felicidad. Sin saber cuándo, el ojiazul la había arrinconado nuevamente contra la pared, en esa posición, podían saborearse de forma muy deliciosa. Ranma volvió a gruñir de forma involuntaria, sabía que, si le decía nuevamente algo a la chica, era muy probablemente la chica volviera a protestar, así que, sin opciones, rompió nuevamente el beso.
- Si sigues haciendo eso, no podré parar – habló a su oído en algo poco más fuerte que un susurro, pero que con la cercanía y en la soledad retumbó en todo el cuerpo de la peliazul
- Lo sé – fue la simple respuesta de la chica.
El azabache escuchó claramente lo dicho por la ojicastaña, y como si de un hechizo se tratase, esa simple frase soltó las cadenas que lo habían estado sujetando. Al tener el delgado cuello tan cerca de su boca, decidió que tenía que probarlo, así que, ya sin ataduras, comenzó a besarlo como si la vida se le fuese en ello, siento recompensado con los leves suspiros que la chica daba con cada uno. Akane podía sentir en cada beso una pequeña descarga eléctrica que le gustaba demasiado, haciendo que, cierta parte de su propia anatomía, comenzara a sentirse de una forma que no había experimentado con anterioridad.
Las manos, anteriormente estáticas, comenzaron a moverse con desesperación, buscando cada vez más contacto, de tan inquietas que estaban, hicieron que la blusa de la chica se levantara, exponiendo la suave piel, en cuanto la tocó, sus dedos parecieron arder con el contacto, mientras que la peliazul, al sentirlo, mordió su labio para evitar que de su boca saliera algún sonido que pudiera avergonzarla.
Al no obtener algún reproche, se aventuró a comenzar a subir por debajo de la tela, dejando cada vez más expuesto el firme abdomen de su prometida, Akane, al sentir el fresco sobre su piel, se sujetó más fuertemente de su prometido, su cuerpo comenzaba a temblar involuntariamente, no sabía si por el frío o por las sensaciones, de pronto, el ojiazul sintió una nueva barrera, una tela que impedía su paso hacia su objetivo, se planteó intentar quitar la prenda, y pese a que muchas veces pasaba su tiempo convertido en chica, nunca había usado algo así, por lo que no tenía ni idea de cómo hacerlo, y como no quería romper el ambiente que se había creado, optó por la solución más sencilla, introdujo su mano por debajo y, sin titubeos, hizo lo que su mente le había gritado ya mucho tiempo, agarrar el seno de la chica.
Al sentirlo, la peliazul abrió los ojos como platos mientras el calor subía a su rostro, sabía que en algún momento podían llegar a ese punto, pero no imaginó que su prometido, quien usualmente era tímido con las mujeres, pudiera llegar a hacer algo así sin pensarlo, las dudas asaltaron su mente, pensando si quizás ya lo había hecho a otras con anterioridad, pero no pudo analizarlo mucho, puesto que su pezón comenzó a ser masajeado suavemente, haciendo que todo pensamiento coherente desapareciera y ella mordiera su labio para aplacar su voz.
La otra mano, que había permanecido en su cintura, pronto hizo lo mismo, y mientras una apretaba su montículo, endureciéndolo, el otro proporcionaba caricias a su pecho, su blusa había sido alzada a tal punto que ambos senos estaban expuestos, mientras el azabache seguía dando besos y algunas mordidas en su cuello, la combinación de todo provocaba que su interior comenzara a sentirse húmedo, tan abrumadoras eran todas las sensaciones que sólo atinó a morder uno de sus dedos para intentar mantener la cordura.
Ranma se sentía en la gloria, y aunque su prometida intentaba evitarlo, podía escuchar los leves sonidos que emitía, se sentía feliz de ser él quien la hiciera suspirar de aquella forma, ninguna de las veces que las otras chicas se le habían acercado con intenciones ocultas su cuerpo había reaccionado de aquella forma, sólo ella era capaz de hacerle sentir así, instintivamente se pegó a ella haciéndole notar su virilidad, ambos suspiraron por la sensación, querían más. Akane sentía las piernas temblar, no sabía cuánto tiempo más podría estar de pie, pero no quería decir nada porque podría romper la magia del momento.
Sin saber bien lo que hacía, y más que nada obedeciendo a los instintos, el ojiazul abandonó uno de los pechos y bajó hasta la falda de la chica, subiéndola lentamente desde el muslo hasta sentir su intimidad, realmente no tenía idea de lo que hacía, si bien tenía la ventaja de tener un cuerpo femenino al alcance de su mano para experimentar, nunca se había atrevido, sentía que era como aprovecharse de un cuerpo que no era suyo, sus amigos, por otro lado, realmente no habían sido nunca buena fuente de información, no salían de conversaciones sin sentido o revistas pornográficas, y suponía que los mangas no eran algo en lo que se pudiera confiar mucho, estaba bastante seguro que a una mujer no le gustaría ser tocada en medio de un elevador y vista por cientos de personas, en esta ocasión, tendría que valerse por su mismo.
Cuando su mano se posó en su objetivo, se sorprendió de sentirlo húmedo, al parecer, había algo en lo que todos decían la verdad, así que imaginó que iba por buen camino, y en el momento que tocó cierto montículo que sobresalía, la chica dejó escapar un gemido tan placentero, que hizo que su cordura flaqueara por un momento, la peliazul, avergonzada, cubrió su boca con su mano, el simple roce le había causado una sensación indescriptible.
Con agilidad, Ranma quitó la falda, perdiéndose en el piso, la blusa y brasier siguieron el camino, cruzó sus brazos sobre su pecho y agachó la cara, sintiéndose de pronto expuesta y pequeña, sin embargo, para el ojiazul, la vista era hermosa y casi angelical, verla en esa forma era indescriptible, con suavidad, tomó el mentón de la chica para que levantara su vista, y la besó de forma tierna, con el único fin de relajarla, y mientras lo hacía, la condujo con pasos suaves hasta su cama, cuando estuvieron cerca, apoyó su peso sobre ella para que ambos pudieran recostarse sobre el tálamo, cuando estuvo él sobre ella, quitó su playera de forma tan rápida que hasta él se asombró, cuando notó cómo la chica lo miraba, pudo entender el porqué ella se sintió de esa forma.
Si bien no era la primera vez que veía a su prometido sin camiseta, si era la primera vez que lo veía tan cerca y con esas intensiones, su mano, temblorosa, se alzó hasta tocar uno de sus pectorales, ante lo cual el azabache apretó fuertemente la mandíbula, el suave roce le causó una sensación de calosfrío que estaba seguro que no se debía al fresco de la noche, Akane alzó los brazos y los cruzó tras su cuello acercándolo a ella, cuando sus pechos, al desnudo, se tocaron, fue una sensación tan nueva y placentera para ambos que, si pudieran, se fundirían en el otro.
De nueva cuenta, los besos comenzaron, queriendo sentirse por completo, Akane movía su cadera de forma instintiva, restregándose en la hombría de su prometido, que tenía que contenerse para no soltar ningún sonido, incapaz de quedarse quieto, volvió su atención al delgado cuello mientras su manos se posaban en las caderas, pero para ese momento, eso ya no era suficiente para mantenerlo satisfecho, así que, motivado por las acciones de la peliazul, se aventuró a bajar aún más, llevando su camino de besos por su cuerpo, pasando por su pecho hasta su abdomen, sus manos, por otra parte, comenzaron a quitar la última prenda que la protegía.
Pese a la vergüenza que la invadía, y el fresco en su habitación, su cuerpo se sentía arder, sin embargo, cuando la cara del chico se acercó peligrosamente a su intimidad, su cerebro reaccionó, bajó su mirada para observar, con cierto horror y expectativa, cómo el azabache le sonreía de una manera entre burlona y aventurera, apenas pudo abrir su boca para decir algo cuando, sin permiso, el ojiazul abrió sus labios y lamió su interior, esta ocasión, no pudo mantener su voz dentro de su boca y un gemido retumbó en la habitación, al parecer los mangas si decían la verdad en algo.
Comenzó a lamer de forma suave el pequeño montículo entre sus pliegues, con cada caricia, la peliazul arqueaba su espalda, ella no comprendía del todo a qué se debía, nunca había tenido la confianza como para explorar su cuerpo más allá de verlo completamente desnudo y autocriticarse por lo poco agraciada que era, o se sentía, pero en ese momento, tenía a su prometido, entre sus piernas, brindándole un mar de sensaciones tan desconocidas que hacían que su mente se nublara de placer.
Su interior ardía, su intimidad palpitaba, sus piernas se movían inquietas, todo su cuerpo vibraba como si por dentro fuera a explotar, y de pronto, comenzó a sentir como si algo fuera a salir, quiso decirle algo al azabache o retirarlo, pero sus piernas no cooperaron, incapaz de prevenirlo, su espalda se arqueó, su interior palpitó, su boca emitió un gemido que provenía desde lo más profundo de su pecho, sus piernas se tensaron y algo de su interior salió. No supo exactamente cuánto duró, porque si se ponía a pensarlo, para ella habían sido horas, pero cuando su cuerpo entero dejó de temblar, la vergüenza se acumuló en su cara, apurada se incorporó, lo que le dio un ligero mareo que ignoró, y se dispuso a ver si su prometido se encontraba bien, sin embargo, éste sonreía de una forma que nunca le había visto antes. El ojiazul la tomó rápidamente por la cintura, la colocó sobre él y besó su cuello.
- Eres deliciosa – dijo en apenas un susurro
Akane notaba su cara arder, pero no tuvo mucho tiempo para pensar, porque en esa posición, podía sentir la virilidad del chico entre sus muslos, lo cual hizo que su interior palpitara de nueva cuenta, aún no comprendía lo que acababa de pasar y su cuerpo ya le pedía más, con temor, posó su mano sobre el falo de su prometido, quien, ante la sutil caricia, sólo atinó a gruñir por lo bajo. Ella no era tonta, y conocía, por libros, la anatomía masculina, pero admitía que, estar en esa posición, con él reaccionando a lo que ella hacía, era muy distinto a cualquier texto.
Mientras el azabache repartía besos por su cuello, ella había tomado una decisión, haría sentir tan bien a su prometido tal como él lo había hecho, mordiendo su labio inferior en señal de nerviosismo y con manos temblorosas, comenzó a deshacer el nudo de su cinturón, los nervios le hacían que el trabajo fuera difícil.
- No tenemos que hacerlo – susurró – podemos esperar a que estés lista
Sin embargo, la peliazul lo ignoró, obviamente no estaba lista, no sabía si se podía estar lista para algo así, pero quería continuar, cuando logró deshacer el nudo, sacó de golpe aquél pedazo de carne, aunque en el proceso, cerró los ojos, curiosa, los comenzó a abrir de poco a poco, asombrándose por el tamaño que tenía, se sentía feliz de haber podido provocar esa reacción en él, pero ahora que tenía el miembro frente a ella, no tenía ni idea de qué debía hacer, así que simplemente siguió lo que alguna vez había leído, lo tomó entre sus manos y, lentamente, lo comenzó a masturbar.
Ranma dejó lo que estaba haciendo para poder enfocarse completamente en las pequeñas manos que ahora sostenían su pene, si bien más de una vez había soñado con ese momento y había tenido que tomar un baño frío a razón de ello, la realidad no se acercaba para nada a su imaginación, y aunque el movimiento era lento y pausado, no por eso dejaba de sentirse bien, de hecho, podía decir que era una suave tortura, instintivamente su cadera comenzó a moverse, ajustándose al ritmo que marcaba la chica y al mismo tiempo buscando una mayor fricción.
Akane notó el suave movimiento del chico y sonrió, complacida de saber que hacía un buen trabajo, sin embargo, ese vaivén estaba ocasionando que su clítoris rozara con la ropa del ojiazul y comenzaran las mismas sensaciones que hacía un momento, pero no debía sucumbir a ellos, era momento de que él disfrutara, pero al parecer su cuerpo no pensaba lo mismo, ya que su cadera comenzó a moverse al ritmo del otro. No pasó mucho para que el azabache lo notara, con delicadeza y pesar quitó las manos de la chica de su miembro y la recostó, nuevamente, en la cama.
- ¿Estás segura de esto? – preguntó con voz ronca
La peliazul mostró una mirada de confusión en un principio, estaba tan ensimismada en su labor que no notó en que momento había terminado en esa posición, miró hacia donde sentía cierta presión, notando el rígido miembro del chico en su entrada, y fue ahí que lo entendió, su cara entera se tiñó de rojo, no por que no quisiera sino porque le daba algo de pena, sin embargo, ella quería ese momento con él, deseaba ser suya, poder sentirlo de ella, y saber que había sido la primera, y si tenía suerte, la última. Incapaz de decir nada, lo abrazó y abrió las piernas con el único fin de darle un mayor acceso.
Ranma entendió el permiso mudo, y con lentitud, fue introduciendo su pene en la cálida y húmeda cavidad, se sentía estrecho, pero muy agradable, si no tenía cuidado, iba a terminar antes de siquiera poder meterlo todo, podía sentir cómo las paredes internas se iban abriendo a su paso, y el cómo oponían cierta resistencia al cuerpo extraño, un pensamiento ególatra llegó a su mente, al saberse que era el primero en la vida de la chica, no que lo dudara, pero lo hacía feliz. Cuando al fin lo introdujo por completo, se quedó quieto unos momentos, podía sentir la tensión de la chica.
La peliazul había leído de cómo en algunas ocasiones, la primera vez, era muy dolorosa, y aunque si lo estaba siendo, no dolía más que un combate, aunque si era incómodo, cuando sintió que entró todo, imaginó que eso sería todo, porque el ojiazul no hizo más, en su mente pensó que era demasiado el alboroto que hacían por algo tan sencillo, así que, creyendo que ya había terminado, se relajó, el azabache, al sentirla, hizo una ligera embestida, tomando por sorpresa a la chica, a ésta, le siguió otra, que si bien ya la esperaba, no por eso dejó de sentirse bien, de a poco, las embestidas comenzaron a tomar ritmo.
Akane podía sentirlo golpear su útero, y en cada tope, una descarga eléctrica recorría su espalda, sus manos, al no poder sujetarse de su prometido, buscaron en dónde asirse, siendo la sábana de su cama la salvación, su cuerpo se arqueaba, su boca dejaba salir un gemido con cada estocada, su frente se encontraba perlada en sudor, y su mente se encontraba completamente nublada de placer, si bien lo que el azabache había hecho hacía rato fue magnífico, aquello era también muy bueno, tanto que podría volverse adicta.
El chico podía notar cómo, con cada embestida, las paredes internas se estrechaban apretando suavemente su miembro, en su mente no había nada coherente, sólo estaban los gemidos de su prometida y el latir de su falo que amenazaba con terminar, queriendo postergar un poco más el inevitable hecho, la tomó en sus brazos y la abrazó, para que ella quedara sobre él, ante esto, al no poder ya sujetarse de la sábana, Akane se aferró de los hombros de su prometido, en aquella posición era más fácil que golpeara con su útero, volvía a sentir lo mismo que cuando estuvo entre sus piernas, era como si su interior quisiera explotar, Ranma abrazaba fuertemente a la chica, podía notar cómo ésta se contraía cada vez más, sabía que el orgasmo estaba cerca.
Los ojos de la chica comenzaron a llenarse de lágrimas, las sensaciones eran tan placenteras y fuertes que simplemente no podía pensar en nada, de pronto, la misma sensación la embargó, su cuerpo se tensó, su interior palpitó y su boca emitió un gemido lleno de placer, el azabache sintió cómo su miembro era apretado fuertemente ante el orgasmo que la chica estaba teniendo, ocasionando que él también tuviera uno de una forma tan intensa que, en cuanto terminó, le fue prácticamente imposible mantener la posición, así que, agotado, se dejó caer en la cama pero manteniendo su peso en sus brazos para no lastimar a la peliazul.
Cuando la vio, se le antojó la mujer más hermosa del mundo, pese a que estaba sudada, sonrojada, despeinada, con los ojos nublados de placer y con la respiración agitada, en ese momento, se prometió a sí mismo que no dejaría que nadie más la viera de esa forma, esa visión era únicamente exclusiva para él. Satisfecho, a pesar de que quería más, se acostó junto a ella.
- Lo siento – dijo el chico después de un rato – Sé que, no importa cuantas veces me disculpe y que no creerás lo que diga, pero en verdad no hay nada entre ellas y yo, para mí, tú eres la única – le confesó
Esperó pacientemente a que la chica dijera algo, pero ninguna palabra fue dicha, al verla para saber qué pasada, la notó profundamente dormida, se rio por lo bajo, la primera vez que se disculpaba de forma tan honesta y le confesaba algo muy íntimo y ella se dormía, pero no podía enojarse, lo que habían hecho fue extenuante, y en cuanto hubiera una oportunidad, lo volvería a hacer. Tomó la sabana para cubrirlos, antes de que pescaran un resfriado, y, el ultimo pensamiento que tuvo antes de dejarse vencer por Morfeo, fue que hablaría con las demás, no importaba lo que la chica dijera, si tenía que enfrentar a todo el pueblo de las amazonas lo haría, si necesitaba pedir una orden de restricción para los Tatewaki lo conseguiría, y, aunque le doliera, si debía terminar su amistad con Ukyo la terminaría, ya nada importaba más que la chica que dormía plácidamente en sus brazos.
La mañana llegó rápidamente, siendo anunciado por el suave sonido de los pájaros, la puerta principal de la residencia Tendo era abierta con delicadeza mientras unos suaves pasos recorrían el lugar. Lo primero que hizo fue dirigirse a la puerta que tenía un patito colgando en ella, se paró frente a ésta debatiéndose entre lo que iba a hacer, y, cuando se decidió, abrió suavemente la puerta, intentando no hacer ningún ruido, frente a sus ojos, un par de jóvenes dormían plácidamente abrazados. Su rostro se sonrojó un poco al notar toda la ropa regada en el piso, pero no por eso dejó de sonreír.
Desde hacía un tiempo había notado el extraño comportamiento de esos dos, imaginándose de qué se trataba, o al menos esperándolo, comenzó a actuar por su cuenta, haciendo que su hermana no los molestara cuando se encontraban juntos y desviando la atención de los mayores a otra cosa cuando se les veía felices, por eso, la mañana anterior, al ver la mirada de dolor de su hermana menor y la de su prometido, ideó un pequeño plan, ya su hermana le había comunicado que esa noche no llegaría debido a un proyecto en la escuela, así que, en cuestión de minutos, ideó un plan para sacar a los mayores de ahí, no fue difícil, pese a su cara de inocencia ella era astuta y conocía las debilidades de todos, sobre todo las del maestro Happosai, con decirle, por error, que en el pueblo vecino había un desfile de ropa interior ese día y al día siguiente fue todo lo que requirió para que él y sus dos discípulos se fueran, y ella simplemente salió por voluntad propia.
Esperaba que, con esa pequeña ayuda, ellos pudieran avanzar más en su relación, lo cual al parecer eso hicieron, imaginó que, quizás Ranma ahora si se pudiera armar de valor y declinara, amablemente, a sus otras prometidas y se quedara con su hermanita, y quien sabe, tal vez, pronto, pudieran al fin formalizar y realizar la boda que, aunque ninguno lo dijo, ambos lo deseaban. Por ahora, seguiría ayudándolos desde las sombras, sólo por ver la felicidad de ambos.
Notas del autor
Este fanfic fue realizado como parte de la dinámica de la página de facebook #MundoFanficsInuyashayRanma para su #Rankaneweek2023 en sus 1000_y_1_palabras_de_amor.
En esta ocasión fue noche a solas, admito que fue el que más me divirtió hacer, nuevamente agradezco mucho la invitación por parte de #MFFIYR para participar en esta divertida dinámica.
La idea es que sea un fanfiction por día, pero como todo buen escritor, se me vino el tiempo encima y no los pude terminar, así que, posiblemente los fanfics no salgan conforme a como deberían ser, uno por día, pero intentaré que salgan los siete, este, debido a que sentí que era muy importante, me extendí más de lo que esperaba y me tomó varios días terminarlo, pero espero que haya sido de su agrado.
Como siempre, agradezco a todos los que leen mis fanfics, porque sin ustedes, estos no tendrían vida, y también agradezco a todos los que pueden y quieren dejarme un review, siempre son bienvenidos
Hasta el próximo fanfic.
