Disclaimer

Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi de su obra Ranma 1/2. Sólo los utilizo para mi propio entretenimiento y el de los que leen. No obtengo ningún beneficio monetario por ello.


Se aceptan todos los comentarios y críticas que sean hechas con respeto. Comentarios ofensivos serán ignorados. Muchas gracias.


Importante

Este humilde minific fue realizado para el evento del grupo de facebook Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma y su evento para la #Rankane week 2023. Por motivos de tiempo, sólo pude contribuir con un día. Me hubiese gustado haber posteado la semana completa pero no pude :(

La historia sigue la línea de la canción Will you still love tomorrow?, de The Shirelles, por lo tanto, es como un songfic (que no sé si están permitidos en esta página. Si no es así, avísenme por favaaaaaaaar).


Día 6: Noche a solas

La noche de un día memorable

Prólogo

Todos tenían claro que nunca había sido bueno con las palabras. Por el contrario: la mayoría de las veces decía lo opuesto a lo que pensaba y terminaba dañando a los que más quería. Específicamente a una persona: Akane, sin duda la persona más importante en su vida. No quería hacerlo pero siempre las cosas seguían el mismo curso. Para su desgracia.

Esta vez tenía que decir algo porque había estado cerca. Cerca de perderla. No tanto por el Orochi de ocho cabezas, él no hubiese dejado que le hiciera daño. Pero allá en ese bosque estaba Shinnosuke, una persona bastante especial, guapo, valiente y que valoraba y quería a Akane como él no había sabido hacerlo nunca. O, al menos, no había sabido expresarlo. Era un idiota, mil veces idiota.

– ¿En qué piensas, Ranma? – le preguntó tranquilamente Akane mientras lo seguía, tomada fuertemente de su mano.

No podía decirle que sintió celos, profundos celos de ese muchacho. No, era demasiado pronto. No estaba preparado.

– Pienso que no alcanzaremos a llegar a casa antes del anochecer. Tendremos que acampar por aquí – Ranma sentía cómo sus mejillas se ruborizaban al decirlo. Afortunadamente, Akane no podía verlo.

– No creo que sea un gran problema, ya estamos lejos del bosque, no hay peligro.

Sí, no había problemas con eso. La dificultad radicaba en que tendrían que pasar la noche solos. De sólo pensarlo la sangre se le congelaba.

– ¿No te importa que estemos solos? – preguntó Ranma. Estaba seguro de que Akane lo haría dormir a kilómetros de distancia y si cometía un error, como acercarse demasiado, de ahí no salía con vida.

– No, no me importa – Akane sonrió dulcemente. Su extraño comportamiento ponía a Ranma aun más nervioso. Sentía que se desvanecía mientras caminaba con ella de la mano.

Cuando llegaron a un lugar que Ranma sintió suficientemente seguro, acamparon ahí. La noche estaba estrellada aunque corría algo de viento. Akane se arropó con una manta mientras Ranma intentaba encender algo de fuego. Fue imposible. No sabía si era por culpa del frío, de la ansiedad, de su estupidez: algo que antes no hubiese sido un problema ahora se transformaba en una verdadera pesadilla. Akane lo miraba fijamente. Sintió ganas de decirle que en vez de mirarlo tanto lo fuera ayudar pero cambió de opinión al instante. Él se había prometido ser más dulce con ella, no porque fuera una obligación sino porque así lo quería, pero le era tan difícil hacerlo.

– ¿Te ayudo? – ofreció Akane.

¡Claro que no! Él podía solo. Se contuvo.

– Está bien así, lo lograré – contestó Ranma fingiendo serenidad.

No lo hizo. Akane lo ayudó pero no consiguió mucho más. Tendrían que pasar la noche sin fuego y el viento soplaba cada vez más fuerte y frío.

No supo cuánto tiempo pasó; una hora, dos. Lo que sí sabía era que Akane no estaba bien. Tenía los labios azules por el frío y temblaba completamente. Ranma se acercó a ella.

– ¿Te sientes mal?

Imbécil. ¡Claro que se sentía mal! Era evidente.

– Tengo mucho frío – dijo ella, con un hilo de voz.

¿Qué hacer, qué hacer? No tenían fuego, ella ya tenía todas las mantas. No le quedaba otra opción. Se acercó a ella y la abrazó. Pudo sentir su respiración, agitada al principio y reposada después. Con el paso de los minutos, el cuerpo de Akane dejó de temblar.

– ¿Mejor así? –. Ella asintió con la cabeza y volvió a hundir su rostro en pecho de Ranma. Éste no sabía qué hacer; tenía mucho miedo de que Akane notara el acelerado ritmo de su corazón. Y es que era tan evidente.

– Creo que es mejor tratar de dormir – finalizó Akane.

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Parte 1: Noche bajo las estrellas

Esta noche, eres mía por completo

Me das tu amor tan dulcemente

Esta noche, la luz del amor está en tus ojos

Pero, ¿me amarás mañana?

Estaba de acuerdo, era lo mejor. Arregló como pudo la cama de Akane y la ayudo a tenderse en ella. Luego se fue al escuálido lecho que le había tocado e intentó dormir.

No podía. Akane estaba muy cerca. Es cierto que muchas otras veces habían dormido a poca distancia el uno del otro pero las circunstancias eran muy distintas. Ahora estaban completamente solos, después de haber vivido una aventura increíble y él estar a punto de perderla. No, no era lo mismo. De pronto sintió que ella se quejaba. Su corazón dio un salto.

– Akane ¿qué te pasa? – le preguntó preocupado, temiendo que algo serio le estuviera sucediendo.

– Tengo mucho frío, Ranma – fue todo lo que dijo ella.

¿Qué podía hacer? Akane tenía casi todas las mantas y ahora quería quedarse con la de él. Reaccionó de inmediato.

– Toma, quédate con la mía – y la arropó con ella.

– ¿Y tú?

– Tranquila, yo soy fuerte –. Quiso morir cuando dijo eso. No es que creyera que Akane fuera débil pero, por esta vez, no intentó arreglar sus dichos. Cada vez que lo hacía terminaba con las cosas peor. Akane no dijo nada. Sólo le agradeció con una sonrisa.

No pasó mucho tiempo para que Ranma comenzara a arrepentirse de su yo más agradable. Se estaba muriendo de frío mientras Akane se veía de lo más tranquila durmiendo. Se puso de pie y comenzó a caminar para aliviarse pero todo lo que hacía era en vano. El frío no lo soltaba. En un momento, se giró hacia Akane y la observó. ¿Realmente estuvo dispuesta a quedarse con Shinnosuke después de todo? Quizás lo quería de verdad y había vuelto con él sólo por cumplir con su compromiso. ¿No estaría haciendo mal al separarla de Shinnosuke?

– Ranma ¿en qué piensas? – preguntó ella somnolienta.

– En nada, en nada – mintió Ranma, temblando. Ahora no sabía si era por el frío o por el miedo de que Akane fuera capaz de descifrar sus pensamientos.

– No estoy arrepentida de haber vuelto contigo…

Maldición. Akane lo había notado. Quería decir tantas cosas pero no podía. Las palabras se atragantaban en su garganta.

– Tienes frío ¿verdad? – volvió a preguntar la chica.

– Para nada – volvió a mentir. Akane estiró sus brazos, tal como lo había hecho para sacarlo de la boca del monstruo.

– Ven – fue todo lo que le dijo. Sus ojos tenían un brillo especial.

¿Estaba loca? No podía. Seguramente era una trampa y luego lo golpearía y lo dejaría ahí, para morir de frío.

– Ven, Ranma – insistió. Al no ver signos de malicia o de que estuviera planeando algo, Ranma se acercó. Ella lo abrazó y lo recostó sobre su pecho, cubriéndolo con las mantas.

– Se siente mejor ¿verdad?

Sí, se sentía maravillosamente. Podía sentir su corazón latiendo tranquilamente hasta que lo abrazó con más fuerza, entonces los latidos se hicieron cada vez más rápidos. Ranma tenía una duda clavada en su corazón, necesitaba saber la verdad pero no sabía como expresarse, como tantas otras veces, temía herir sus sentimientos.

– Akane – se animó al fin –: ¿por qué regresaste conmigo?

Ella entonces levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

– ¿Y aún no te das cuenta? – dijo sería –: volví por ti, para estar contigo.

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Parte 2: ¿Es esto real?

¿Es esto un tesoro duradero?

¿O sólo un momento placentero?

¿Puedo creer en la magia de tus suspiros?

¿Me seguirás queriendo mañana?

Esta noche con palabras no dichas

Dices que soy el único

Pero se romperá mi corazón

Cuando la noche

se encuentre con el sol de la mañana.

Por él. Akane había vuelto por él. No por su padre o sus hermanas. Por él. Había dejado atrás a un hombre que la quería, que la trataba bien. Por él. No lo merecía. No la merecía.

– Aún tienes frío, creo – Akane interrumpió los pensamientos de Ranma.

– Claro que no, ya te lo dije – Ranma no quería ser violento ¿Por qué no podía controlarse?

– Entonces ¿por qué tiemblas?

Atrapado. ¿Qué decir ahora? ¿Mentir una vez más?

– Bueno, sí tengo algo de frío pero estaré bien.

Akane le acarició el cabello, Ranma sintió que moría ahí mismo de un infarto.

– Creí que el calor de mi cuerpo te bastaría – dijo ella, mirándolo a los ojos otra vez. Ranma sentía que el corazón le estallaría. Akane le había dado tantas señales. Y él, nada. Quizás había llegado el momento. Sin embargo, él era malo con las palabras. Aunque las palabras no son el único medio para expresar los sentimientos. Lenta y torpemente comenzó a acercarse a ella, ruborizado hasta las orejas, para darle un tímido beso. Corto, muy corto pero suficiente. Para él. Cuando abrió los ojos, vio que Akane sonreía y le quitaba el cabello de los ojos. No estaba enfadada ni mucho menos. Sonreía. Temiendo que volviera a ser la misma de siempre se aventuró a besarla una vez más. Pretendía que este beso fuera tan corto como el primero pero Akane no tenía las mismas intenciones. Tomó el rostro de su novio con ambas manos y lo retuvo ahí, junto a sus labios. Él ya había sido besado antes pero nunca había sido así. Y nunca sería igual si no era con ella.

Se separaron por un momento, necesitaban respirar. Mágicamente, el frío había desaparecido. Las mejillas de Akane estaban sonrojadas, al igual que sus labios. Ranma se moría de ganas de volver a besarlos pero temía que fuese demasiado para la primera vez. La primera vez consciente. La vez que la besó como gato no contaba. Se tendió junto a ella mientras ambos miraban las estrellas. Parecía un sueño. Si era así, no quería despertar.

– ¿Pasó el frío? – fue lo único que Ranma atinó a preguntar. Akane giró su cabeza y lo miró.

– Sí, ya me siento mucho mejor –. Era tan hermosa cuando sonreía.

¿Qué hacía ahora? No tenía pensamientos claros. No tenía pensamiento alguno.

– Si es así, quizás quieras que me me vaya a dormir…

Idiota. ¿Cómo se le ocurría decir semejante estupidez en un momento como áquel? Ahora sí que había matado la magia de ese instante único. Aceptaba las consecuencias. No fue lo que esperaba. Akane sólo tomó su mano y la apretó fuertemente, tal como lo había hecho él hace unas horas antes.

– El frío no ha pasado del todo – le respondió ella y volteándose se puso sobre él. ¿Qué se hacía en esos momentos? Se sentía al borde de un precipicio porque era ella la que parecía estar al control de la situación algo que, normalmente, no hubiese aceptado pero que ahora no rechazaría porque no quería arruinar el momento. Y fue lo mejor porque Akane se aferró a él y siguió besándolo, cada vez más apasionadamente.

¿Duraría eso sólo esa noche? ¿Qué pasaría con ellos cuando amaneciera, se fuera el frío, el viento y tuviesen que volver a casa?

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Parte 3: Mañana es otro día pero no cualquier día

Me gustaría saber que tu amor

Es un amor del que puedo estar seguro

Así que dime ahora, y no preguntaré de nuevo

¿Me seguirás queriendo mañana?

Sentir a Akane sobre él era lo más placentero que había experimentado en su vida. Pero no era sólo la pasión, y es que estaba completamente apasionado por ella, sino la certeza de que ella también lo quería. Y no necesitaba decirlo: sus actos eran más sinceros que las palabras. No habían necesitado decirse nada para expresar lo que tanto tiempo se habían guardado. Ranma le acarició la mejillas, los labios, esos labios que no dejaban de sonreirle.

– ¿Estás bien, Akane?

Ella le besó la mano.

– Estoy mejor que nunca.

No más palabras esa noche. Sólo besos, caricias y suspiros. Akane lo amaba, como él a ella. Tonto él que no quiso reconocerlo antes Tonto él que tuvo que estar a punto de perderla para aceptarlo.

Los primeros rayos del sol los despertaron lentamente. Ranma fue el primero en abrir los ojos, con dificultad. Sentía algo de frío. Lo primero que notó fue que Akane no estaba junto a él sino un poco más allá, cubierta con miles de mantas mientras él sólo tenía una. ¿En qué momento las cosas volvieron a ser como al principio? ¿O es que las cosas nunca dejaron de estar en ese principio? El tan temido momento había llegado. Ranma suspiró, tomando fuerzas y preparándose para lo que venía: un golpe, un reto, la desilusionante realidad de que todo lo que vivió y sintió sólo fue una ilusión. Akane estaba ya despertando. Temeroso, se agachó y le habló:

– Está amaneciendo. Es hora de seguir nuestro camino…

Esperó. Un instante que duró siglos. Ya llegaría el golpe, lo sabía.

Akane sólo se frotó los ojos y estiró sus brazos para sacarse la pereza.

– La noche se hizo muy corta ¿no crees? – fue todo lo que ella dijo. Ranma sonrió nervioso y asintió con la cabeza.

– ¿Pasaste mucho frío? – le preguntó a la chica.

– No, por alguna razón, no – y le sonrió dulcemente.

Ranma suspiró aliviado. Comenzó a ordenar las cosas, ponerlas en las mochilas y partir. Se fueron caminando, uno tras del otro, como al principio. Y, como al principio, ella tomó su mano. Sólo que esta vez no fue él quien se la ofreció. Se giró a mirarla: estaba completamente ruborizada igual que él. Se sonrieron uno al otro, al mismo tiempo, y siguieron su camino.


Como siempre, dejo a su imaginación si lo que vivieron Ranma y Akane esa noche sucedió o no (yo creo que sí).

Espero no haber decepcionado, lo escribí con mucho cariño pero con poco tiempo. Snif.

No hay lemon porque soy malísima con eso. No sé si algún día mejore y supere mi pechoñería (¡Me detesto!).

En el país donde vivo aún no son las 12:00 a.m por lo que sí, estoy aún en el 29 de julio :D

Gracias y chao.