¡Un golpe de amor!

- Prólogo -

Coloca sus manos tras sus muslos y se sienta con cuidado sobre el taburete. A ver… Primero, refrescaría su rostro un poco con su skincare. ¡Y después secaría su cabello! Hoy era un día importante. Porque si es un día importante para Aether, ¡naturalmente para ella también! Con ese entusiasmo inicial, se mira al espejo. Comenzará con la crema hidratante.

No hará nada cargado, ¡ni siquiera era su estilo! Algo de crema, exfoliante y un bloqueador solar con un poquito de color. Cuando el resultado le agrada, toma el cepillo y comienza a desenredar su cabello. El sonido de alguien tocando su puerta la hacen pausar la música un momento. Se gira un poco y mira hacia esa dirección. En realidad, la puerta estaba abierta, pero Aether nunca entraba sin permiso a su habitación. La observó desde el margen de la puerta, con una gran sonrisa en sus labios. Muy su hermano y todo, pero incluso ella puede darse cuenta de por qué era tan popular. Irradiaba un aura bastante agradable, enérgica. Como si verlo te hiciera pensar al instante "Podría hacerme su amigo, de hecho me encantaría ser su amigo." Y, bueno, la historia era un poco diferente con las chicas por supuesto. Aparentemente, su hermano era guapo. ¡O al menos eso dicen sus amigas! Él tenia una mano en el margen de la puerta, el torso ligeramente adelantado dentro de la habitación, pero con los pies bien fijos en el corredor. Su larga trenza quedaba colgando por encima de su hombro, húmeda por el reciente baño.

— ¡Hey, Lumi! ¿Prefieres la ternera hervida, o dorada?

Respondió sin dudar;

— ¡Hervida!

Aether asiente y gira su cuerpo, dispuesto a volver a la cocina para retomar su labor.

— ¡Bien! ¡Hervida será! Eukh. —Aether iba a avanzar pero se frena a sí mismo antes de si quiera dar el primer paso. Vuelve a girarse, y naturalmente Lumine vuelve a darle su atención. — Oye, ¿crees que ese tal Ajax sea realmente un tipo tan duro como dicen?

— Umh… ¿Tal vez? ¡No lo sé!

Sentía los nervios, y la emoción, de su hermano. Lo único que sabían de su rival de esta temporada era su nacionalidad, extranjero como ellos. Venía de un país con una historia dura, y que internet se había encargado de hacerlos ver como tipos más duros todavía. Rusos, hombres increíblemente altos, tan rudos como para nadar en hielo y verse increíblemente bien con atuendos militares, una cerveza en la mano y menos veinte grados en el exterior. ¿No era aterrador? Aether suelta un quejido que hizo que Lumine se riera y finalmente se fue a la cocina de nuevo. Entonces, Lumine vuelve a girarse para encarar su reflejo en el espejo, con el cepillo aún en su mano.

El rival de Aether… Su rival en la final de judo en la categoría mediana.

Judo, huh.

Qué nostálgico.

Las memorias que Lumine tiene con el deporte eran una de aquellas… historias complicadas.

Desde muy joven, se le inculcó que debe ser una persona disciplinada. No vino sola a éste mundo, nació apenas tres minutos después de su hermano mayor. Y, como hijos de un medallista retirado, naturalmente la educación de sus hijos incluyó actividad física desde muy temprana edad.

Cuando eran niños, eran solo caminatas. Las primeras prácticas lanzando un balón, primero con las manos y después pateándolo, en el parque local. Ejercicios hábilmente disfrazados de juegos que recuerda todavía con mucho cariño en su corazón, como "Atrápame" y los pasamos. Pero cuando los niños comenzaron a ser más conscientes del mundo infinito de posibilidades, y también más energía, conocieron lo que eran los deportes en equipo.

Jamás podría olvidar al primer equipo en su vida. Una animadora, un portero y un rival.

Su madre, la animadora.

Su padre, el portero.

Y, naturalmente, su rival a vencer era su hermano mayor Aether.

Después de algunas caídas, patadas mal dadas y llenarse de tierra, tuvieron la edad suficiente para jugar con otros niños después de la escuela. Y fue su primer contacto con aquello que la frenó.

Aunque en ese momento sus voces no eran tan ruidosas.

Por su cabello corto, muchos niños la confundieron como un varón por un par de meses escolares, sobre todo por la temporada invernal. El uniforme de invierno no era exactamente el más bonito, y era el mismo para niñas y niños en aquél momento. Pero cuando Lumine llegó una mañana de verano en el primer día del nuevo ciclo escolar, todos pegaron un grito al cielo cuando vieron a nada más y nada menos que la delantera del equipo usando una falda, ¡y que su cabello había crecido, ni más ni menos!

Esa misma semana, en la primera práctica del ciclo, sus propios compañeros la mandaron a sentar a pesar de las quejas de Aether. Al final, él terminó sentándose junto a ella en las gradas mientras veían la práctica.

Se repitió hasta que ella respondió con un grito para el capitán y un empujón que hizo que el niño se cayera de sentón. No fue la gran cosa, pero esa rebeldía consiguió que la mayoría estuviera de acuerdo en sacarla del equipo. Y así se hizo. Pero cuando el niño se puso de pie, sucio y con lágrimas en los ojos, no pudo sino señalarla y gritar;

¡Que una niña sea tan fuerte es desagradable! ¡Monstruo!

Al oír eso, su hermano no pudo sino adelantarse a ella y darle un golpe. Naturalmente, acabó con el mismo destino que ella y también se le dio de baja del equipo. Pero el dolor desistió porque tenía a su hermano con ella, quien jamás reprochó que lo hubiesen sacado del equipo por defenderla.

Cielos, tenían solo seis años.

La primaria concluyó, y en secundaria comentarios de ese tipo continuaron, pero en esa ocasión sí que dolieron. Amigas que se sorprendían cuando mencionaba que tenía prácticas después de clases. ¿Prácticas de qué?

¡Papá nos quiere enseñar un deporte americano esta vez!

Había respondido eso, tan animada. Aether apoyó su entusiasmo con unas palmadas en la espalda. Pero sus amigas, aunque sonrieron y rieron incómodamente por su entusiasmo, poco a poco dejaron de hablar con ella como antes. De hecho, incluso se dio cuenta de que le hablaban solo para saber sobre su hermano. Si ella hablaba de algo que le entusiasmara sobre su vida, recibía respuestas muy vagas y francamente desinteresadas.

Al final, Aether rechazó a cada una de sus conocidas para antes de la graduación, y finalmente Lumine dejó de tener amigas. O amigos. Solo su hermano y ella contra el mundo otra vez.

Con algo más de consciencia en ella, la situación la deprimió de sobremanera. ¿Era la gran cosa si "jugaba rudo"? Para ella, que nació en un hogar donde la actividad física era importante, era de lo más normal. Pero para los demás…

Fue entonces que se fijó en todo lo que ella no era comparado a las demás niñas. Estando mayormente sola, fue fácil solo prestar atención a su entorno. Conversaciones sobre música, sobre cafeterías lindas y sobre lo inmaduros que eran los niños, ¡y al mismo tiempo, sobre lo lindos que eran algunos de ellos! Sintió que ella también podía hablar de ese tipo de cosas, así que guardó su entusiasmo real solo para su familia y comenzó su proceso para tratar de encajar de nuevo.

Y lo hizo.

Guardó su entusiasmo, actuó de una forma más tranquila y menos efusiva hacia los deportes o "cosas de niños" y pronto las niñas hicieron un espacio para ella otra vez. De nuevo perteneció.

¡Y no se sintió mal en absoluto!

Pero… solo poco tiempo.

Solo hasta que encontró su verdadera pasión fue que esconderse era difícil.

Tenían nueve años cuando, con motivo del cumpleaños de su padre, se sentaron todos en la sala para ver un maratón personal que su madre pensó para su padre. ¿Y de qué fue? Pues, su madre recopiló viejos cd's que conservaba de sus tiempos de juventud. Eran algunos partidos de su padre, y entre ellos destacó uno con el que Lumine y Aether acabaron embelesados. Aunque se veía violento en un comienzo, su padre les ayudó a entender lo realmente noble que era.

¿Eh? ¡Papá no es un matón! Haha, comparar esto con una pelea callejera es grosero, mis niños. Verán, el judo es un deporte que nació en Japón. ¡Es todo un arte! Entrenas no solo tu cuerpo, sino también tu mente y también tu flexibilidad. Se trata… ¡de derribar a tu rival con elegancia y delicadeza, pero también con fuerza!

Y qué hermoso sonaba aquello. Con ver los torneos en donde su padre participó en juventud, no pudieron sino emocionarse más. Aether señaló la televisión y preguntó en voz alta que cuándo iba a enseñarles ese también.

Su padre y madre compartieron una mirada. ¿No eran muy jóvenes? Pero hasta el momento, habían demostrado gran disciplina e interés.

Tras esa noche, su padre decidió sorprenderlos después de la escuela. Resulta que, después de dejarlos, fue directamente a la tienda más cercana y compró dos uniformes que, aunque en realidad eran disfraces, hicieron que Lumine y Aether se emocionaran mucho al llegar de clase. ¿Y cómo no? Si era un uniforme parecidísimo al que su papá usó en esos videos, ¡cinturón negro y todo! Con el tiempo, aprenderían que de hecho había una jerarquía con los colores.

Conforme lo practicaron, los cuerpos de ambos cambiaron. La disciplina que estaban teniendo hicieron de las suyas en ambos, y aunque en Lumine era más sutil que con Aether, no puede negarse que hubo un cambio. El orgullo y confianza iniciales que sintió cuando su cuerpo alcanzó su esfuerzo, comenzó a fragmentarse en una tarde de preparatoria cuando tuvo qué desnudarse para un cambio de uniforme en el vestidor de chicas. Una compañera hizo un sonido de sorpresa cuando la vió y llamó la atención de otros.

Wow… no eres, como que… ¿muy fuerte o algo así?

Oye Lumine, ¿de verdad te gusta verte así?

¿Tu novio sabe que te ves así?

Nos dijo que no tenía novio todavía, Yuni.

Puedo entender por qué.

Ella no se sintió diferente, hablando de lo físico, hasta ese momento. Fue cuando se dió cuenta de lo firme que era su vientre, no se veía tan suave como el de las demás. Sus hombros se veían más firmes también, incluso su postura confiada. Y sus muslos, vaya, eran casi el doble de gruesos que los de las demás.

En ese momento no pudo sino sentir vergüenza de su cuerpo y tratar de esconderse con la misma ropa que acababa de quitarse. Ahí, solo en ropa interior y con su uniforme contra su pecho, Lumine tuvo qué soportar varios minutos solo riendo incómodamente y oyendo a las demás.

Y la ley del hielo comenzó de nuevo.

Después de eso, en una ocasión que estaba caminando por una librería nueva, se detuvo frente a una estantería. Era una colección de revistas extranjeras, y la que más llamó su atención fue aquella en donde se mostraba a tres mujeres en la portada. Normalmente, no se veían revistas que mostraran a la mujer como más que no fuera una mujer agradable, "estándar", "clásica", tranquila. Por eso para ella fue un impacto muy grande ver a tres mujeres realmente fuertes en la portada. ¿Era una revista en inglés? Sujetó la revista en sus manos, no pudo ojearla, pero tampoco quiso hacerlo. Tan solo admiró la portada en silencio.

Uniformes ajustados y cómodos para un buen entrenamiento, cuerpos firmes y con músculos desarrollados, ¡hermosas y femeninas! Parecían brillar, y lucían tan orgullosas.

No importa lo que haga, no importa cuán buena pueda sea. A ellos no les importa nada de eso. Ellos siempre van a criticarme, siempre los oiré hablar sobre cómo no saldrían conmigo porque es imperdonable que una mujer sea más fuerte que su compañero. Y ellas siempre van a pensar que no soy suficientemente femenina, a pensar que soy como un hombre más. Ni siquiera se molestan en tratar de conocerme o en disimular lo que piensan sobre mí.

Con pena, observó de nuevo la portada de aquella revista americana. Las tres mujeres, tan imponentes y hermosas… Después de ese asombro inicial, simpatizó con ellas.

Estas mujeres… ¿pasaron por lo mismo también?

Fué ese pensamiento amargo lo que la hicieron regresar la revista a su lugar y simplemente seguir su camino, con su corazón inquieto.

A los quince años, comenzando la preparatoria, tuvo la mala fortuna de que una de sus antiguas compañeras de secundaria coincidió en el mismo lugar que ella. Queriendo agradar a las demás, inició una conversación de lo más normal hasta que Lumine entró al salón. Una de las chicas con las que Juni conversaba admiró la belleza de Lumine e hizo un comentario. Automáticamente Juni compartió lo ruda que se veía en realidad bajo el lindo uniforme escolar, y pronto rumores extraños se comenzaron a expandir. Aether estuvo para ella tanto como pudo, ¿pero puede el sol esconderse con un dedo?

Fue así como su nuevo comienzo se estropeó, y la historia estuvo condenada a repetirse.

Aunque…

Peor.

Con la mayoría de los estudiantes tocando la pubertad, y con la nueva curiosidad sobre el sexo opuesto en el aire, muchachos de grados más altos comenzaron a evaluar a las de primer ingreso. Lumine, apartada por las demás mujeres y aparentemente callada, parecía un blanco fácil. Aunque la descartaron porque siempre estaba ese chico de largo cabello rubio cerca de ella. No parecía despegársele.

Una desafortunada tarde, Aether no se sintió bien y tuvo que volver a casa temprano. Lumine tuvo que regresar sola, y a un par de cuadras de la escuela fue que se vio rodeada por ese grupo de tercer grado. Esto fue nuevo para ella, pero aun en su inocencia por supuesto que se mantuvo pendiente, aunque hubo una parte en ella que deseó que la situación hubiera sido diferente.

Pero no lo fue.

Cuando uno de ellos, motivado por los comentarios del resto entre tanta conversación, da el paso al frente y trata de acorralarla "coquetamente" contra la barda de una casa; Lumine se exaltó y dejó de pensar. En cámara lenta fue que vió como una de esas asquerosas manos se acercaban a su falda, y por puro instinto sujetó la muñeca de ese chico con ambas manos y… simplemente derribó ese débil cuerpo en un movimiento rápido. Estaba aterrada, pero incluso temblando permaneció a la defensiva y no le dio oportunidad alguna al chico que, con comentarios bastante agresivos hacia su persona, acabaría abalanzándose sobre ella.

Los otros tres, más débiles que los primeros, solo pudieron recoger los cuerpos malheridos de sus camaradas y darse a la fuga. Y para el día siguiente Lumine tuvo que ir a la dirección para explicar su lado de la historia. Tuvo a su favor que el director y la mayoría de los profesores conocían su historial de deportes, ¡jugaba para su escuela después de todo! Y era buena, pero no salió completamente impune de ésta. Mientras que los cinco bastardos fueron dados de baja por el resto del ciclo, ella tuvo que ir con un psicólogo sobre presuntos ataques de ira. ¿Ella, agresiva? Tan solo se defendió, pero sus pensamientos fueron otros tras algunas sesiones con ese psicólogo.

¿Estaba haciendo cosas que no correspondían a su género?

¿Estaba ella siendo realmente obstinada, terca y agresiva?

¿Estaba… llevando su pasión demasiado lejos?

¿Estaba contenta con los resultados de sus decisiones hasta ahora?

Y dolió, porque eran preguntas cuyas respuestas sentía tan seguras. ¡Qué mas da el género! ¡No, es disciplina y defensa personal! Si algo te apasiona, ¿no es normal llevarlo tan lejos como puedas? ¡Se llama motivación y orgullo y no es malo! Pero…

¿Estaba contenta?

Sola, sin realmente amistades que no fueran su propia familia. Siempre oyendo comentarios de otros en el pasillo o en vestidores. Pudo hacer oídos sordos, pudo resistir y continuar porque tenía el apoyo de su familia, pero cuando enfrentó esa situación ella sola… ¿Es el orgullo que siente cuando ve sus medallas, suficiente como para decir que está contenta? ¿Qué sí es feliz? ¿Era eso suficiente para esconder bajo la alfombra las noches de llanto por sentirse excluida, el ardor de lesiones? Pudo tal vez haber salido ilesa físicamente, pero su mente no.

Y fue la primera vez que sintió una inseguridad tan grande. Tal vez se había equivocado. Tal vez su padre se equivocó cuando apoyó una pasión tan poco adecuada para una niña. Tal vez, la vida social de su hermano solo se agrandaba porque sí era para él, mientras que la suya propia se hacía más y más oscura porque estaba siendo terca tratando de encajar en donde obviamente, no puede encajar. Esas medallas que tanto orgullo le daban, ¿significaban algo si se sentía tan mal ahora? Fue amargo, pero no pudo recuperarse.

Así que se apartó, y aunque su hermano tuvo su propia opinión al respecto decidió respetarlo. Poco a poco, su guardarropa dio un cambio drástico. Había más vestidos, más faldas y accesorios. Bolsas realmente adorables, ¡maquillaje incluso! Tantos años que Lumine vio ese pensando que parecía un arte extraño e incomprendido, ¡pero ahora incluso tiene una pequeña colección! Sus trofeos terminaron en cajas de almacenamiento bajo su cama, y después en el ático.

Fue difícil al inicio, pero cuando dio el primer paso pudo ver un cambio otra vez. Tenía amigas, salía a lugares lindos con ellas y también, tuvo su primera pijamada en la casa de alguien más. ¡Nunca en sus 17 años pudo hacer algo como eso! Su celular tenía más contactos, y un chico incluso le declaró sus sentimientos.

Claro que lo rechazó, porque en realidad de él solo conocía el nombre, ¡pero fue emocionante de todas formas!

Cuando cumplieron 18 y se graduaron de la preparatoria, su padre les regaló un viaje a Japón para ver en persona una competencia profesional de Judo. Fue emocionante, no va a negárselo, ¡su corazón estaba muy feliz de volver a ver algo como esto! Gritó y se emocionó junto a su hermano, y después conocieron lo que pudieron sobre este país.

Quedaron tan encantados que, tras unos meses sabáticos, decidieron sentarse frente a sus padres durante una de tantas cenas y pedirles su apoyo para viajar juntos, y solos, a Japón, para continuar con sus estudios.

Su madre lloró, y trató de persuadirlos para que buscaran una universidad aquí mismo en China. ¿Por qué querían irse tan lejos, si no siquiera sabían su idioma? Con eso en mente, ambos prometieron que en el transcurso de un año trabajarían para apoyar con los gastos, ¡y también aprenderían japonés!

Ni siquiera pasaron los doce meses cuando sus padres aplaudieron el esfuerzo de ambos y, con casi veinte años cumplidos, finalmente pudieron hacer sus maletas y… seguir adelante. Juntos e independientes.

Fueron el mejor apoyo del otro durante los primeros meses de mudanza, mientras que uno buscaba información sobre las universidades, becas e instalaciones de gobierno para terminar de acomodar sus papeles, la otra cocinaba y mantenía su nuevo hogar limpio. Luego de informarse sobre las fechas de inscripción y costos, fue momento de estudiar. Había guías online, que la misma universidad otorgaba pero casi nadie revisaba. Pero para ellos fue un salvavidas en un mar inquieto, ¡justo lo que necesitaban!

Sus esfuerzos rindieron fruto y, con una calificación casi perfecta por parte de ambos, consiguieron su matrícula en una buena escuela de cocina. Naturalmente, Aether averiguó desde el inicio si tenían equipos deportivos o, cuanto menos, un gimnasio, ¡y claro que era así! Lumine se alegró junto a él, y ni siquiera había concluido la primera semana de bienvenida cuando Aether ya se había inscrito al equipo de Judo. Naturalmente Lumine lo acompañó, y tras anotarse Aether la miró y le preguntó si no quería unirse.

Con una sensación extraña en su estómago, ella negó. Dijo que ya no le interesaba, pero cuando Aether recordó que ella fue incluso mejor que él en sus tiempos de deportista, ella admitió que tiene razón.

Puedo ayudarte a practicar si quieres, ¡tal vez!

Pero, aunque dijo eso, no habían practicado en realidad. Se apoyaban mutuamente, estaban a poco de concluir el primer semestre y los torneos de final de temporada estaban comenzando. Lumine solo se sentaba en las gradas a ver a su hermano practicar con los demás, el entrenador parecía alguien agradable, ¡y también muy bueno! Y aún así, ella permanecía en silencio, observando apartada con un extraño anhelo en su mirada del que no era consciente en realidad.

Toda esta confusión la hace suspirar amargamente y detenerse en su labor, bajando lentamente el cepillo de nuevo al tocador. Una vez más, mira en silencio su reflejo. Esa expresión… no es la adecuada para alguien que irá a apoyar a su hermano en uno de los días más importantes en la vida de un deportista. Con eso en mente, se palmea las mejillas con algo de fuerza y frunce sus cejas.

Soportará las consecuencias de su decisión sin arrepentimientos, ¡sin remordimientos! Termina de desenredar, ésta vez con la secadora en su mano libre. Cuando termina, prepara su mochila y baja con flojo entusiasmo. Aether estaba terminando de guardar los bentos, primero ató el pañuelo celeste del de su hermana y después el pañuelo amarillo del suyo. Como siempre era tan considerado, por eso aún no se explicaba por qué no ha tenido novia. Es decir, si buscabas la definición de lo que una mujer buscaba, ¿no era una foto de Aether lo que veías?

En fin…

— ¿Lista? —Pregunta cuando la nota ahí, parada en el umbral del comedor.

— Siempre. —Responde Lumine con una sonrisa grande que Aether corresponde con una más larga, cariñosa.

— Entonces vámonos.

— ¡Síp! Ah, antes de que se me olvide. —Lumine se acerca a la mesa para sujetar en sus manos los bentos por los nudos de arriba. Los cargó sin mucha dificultad. — ¡Gracias por cocinar hoy también!

— A ti por el pastel de fresas, ¡me aseguré de empacarlo muy bien! Resistirá fresco.

— Más te vale o el siguiente tendrá que ser comprado y no casero. Ah. ¡Y lo pagas tú!


Aether salió del vestidor con el uniforme de judo ya puesto. Su hermana lo estaba esperando en el pasillo, con una botella de agua en una mano y el obi negro en la otra. Pero sin si quiera agradecer, Aether se acerca con una sonrisa traviesa y, fingiendo que tomaría la botella… De pronto la abraza por el cuello y le revuelve el cabello con su otra mano vuelta puño. Lumine gritó y se retorció, riéndose después. Ese bobo ritual para la buena suerte que se habían inventado desde niños. Lo hacían solo para los encuentros más importantes, ¡y una final definitivamente era importante!

Como pudo, trató de acomodar su cabello con sus propias manos cuando Aether le quita por fin su cinturón y el agua.

— ¿Sigues nervioso?

Nunca lo dijo en voz alta, pero era natural que su melliza se daría cuenta de sus verdaderos sentimientos en apenas un pestañeo. Aether infla su pecho, y luego deja salir una larga respiración en forma de un suspiro. Con sus cejas algo encorvadas, asiente.

— No sabía qué esperar, y pensé que sería una persona desagradable. Pero de hecho, ¡es bastante agradable!

— ¿Umh? —Lumine lleva las manos tras su espalda, girando un poco su cabeza. Luce curiosa. — ¿Y cómo sabes eso? Nunca lo has visto.

— Ah. —Aether alza las cejas. — Lo que pasa es que- —Una voz que no era familiar hizo que Lumine se fijara por encima del hombro de su hermano, y él naturalmente calló.

Por la misma puerta del vestidor, venía saliendo un muchacho que aún pasaba una toalla por su húmedo cabello anaranjado. Llevaba el mismo uniforme que su hermano, la única diferencia era el corte del uwagi, y el emblema de la universidad en el pecho. Bueno… No pudo evitar notar que ese corte más bajo era un poco sugerente hacia ese torso, ¡pero detalles más, detalles menos…! Al final, Lumine no pudo hacer nada más que sentir que perdió el aliento por él. Especialmente cuando abrió sus ojos y notó un profundo color azul, ¿cómo es que existe un hombre así de atractivo? Su corazón, que por años no latió tan acaloradamente por ningún muchacho antes, ahora estaba tan frenético.

— ¡Camarada! Lo pensé mejor y no me siento cómodo dejando que me invites si llego a perder. ¿Está bien si corre por mi cuenta?

— ¡Ah! —Aether se gira un poco para verlos a ambos, sin darle la espalda a su hermana. — ¿No eres muy insistente con eso de pagar? Yo también tengo orgullo, hombre. —Respondió, con una escueta sonrisa en sus labios.

— Umh… —No conforme con esa respuesta, estuvo a punto de volver a insistir pero nota a la señorita rubia detrás de Aether. Aún sin conocerla, asumir que eran familia fue bastante sencillo. Porque literalmente tienen la misma cara. — Ah, te duplicaste.

Se notaba que se acababa de bañar en los vestidores. Un poco más alto que su hermano. Ajax deja la toalla algo húmeda sobre su hombro y se cruza de brazos, sin perder esa encantadora sonrisa. Y ahora que se fija mejor, puede notar que tiene unas manchas por las mejillas y la nariz. ¿Pecas?

— ¿Es tu hermanita? —Pregunta Childe, echándole una mirada a Aether.

Lumine pasa saliva, e instantáneamente extiende su mano.

— ¡Lumine! ¡Es un placer conocerte!

Ajax enarca una de sus delgadas cejas, parece una persona entusiasta huh. Lleva una mano a su cadera, pero tras pensarlo unos segundos al final la extiende para estrechar la mano de la señorita. El tacto lo sorprendió por un momento, esperaría que esta mano estuviera suavecita y eso, se ve frágil, pero… tiene un agarre fuerte. Curioso.

— Ajax. Pero, de hecho, voy más por Childe.

Lumine asiente, y no se prohíbe preguntar;

— ¿Es un apodo o algo así?

Childe cierra sus ojos, ampliando su sonrisa. ¡Qué aura! Las mejillas de Lumine se sonrojaron.

— Sí, eso es precisamente.

Aether mira con cierto desagrado infantil el rostro de su hermana. ¿Y esa sonrisita? Le da una palmada a Childe en el brazo para que se aparte, y cruzado de brazos dice;

— Apenas iba a decirte que lo conocí en los vestidores. —Le dice Aether a su hermana, ya más tranquilo. — Destaca mucho.

— Y era el único uniforme de judo colgado.

— ¡Ah, eso también!

Alto, pelirrojo, ¡pues claro que iba a destacar! Lumine permaneció cerca de su hermano mientras caminaban hacia el gimnasio, no muy lejos de los vestidores por motivos de comodidad. Ahí, tuvo qué separarse de ellos. Los sigue con la mirada incluso mientras camina entre las butacas hasta encontrar un espacio vacío, ¡cerca del frente, genial! Toma asiento.

Puede ver que ellos también se dividieron. Childe se fue un poco más alto, junto a otros chicos con uniformes que usaban el mismo emblema que el suyo. Y Aether, naturalmente, con sus propios compañeros. Unos cuantos minutos más y el director se puso de pie por fin para dar comienzo al último día del evento.

Éste era un evento completamente local, solo entre universidades del distrito. Pero el local era solo el escalón antes del nacional, ¡por eso era tan importante! Por el tiempo, varias disciplinas se llevaban a cabo al mismo tiempo. Pero cuando fue el turno de la final de Judo, claro que Lumine observó solamente el escenario de judo: una colchoneta amarilla.

Tanto Aether como Ajax, es decir Childe, se levantaron. Frente a frente, se saludaron respetuosamente con una reverencia. Se dieron la mano en un apretón y luego se dieron la media vuelta para tomar posiciones. Ahí, pudo ver cómo el encanto de Childe se transformaba en algo más… agresivo, poderoso. Aunque estaba sonriendo, no había mucha calidez en su gesto. Parecía ver a su hermano como una presa, ¿¡qué con este cambio!? ¡Era genial! Sin darse cuenta, estaba apretando la tela de su falda con emoción contenida.

¡De verdad se ve como si hubiera salido de esas revistas estadounidenses!

Terriblemente apuesto, con exceso de confianza, ¡y con un gran cuerpo! Se llevó varios suspiros del público, y la emoción contenida de Lumine. Pero Aether no se quedaba atrás. Su escuela lo apoyaba, ¡prácticamente todas las chicas! Y por más encantada que estuviera con Childe, Lumine también se levantó a gritar su nombre y más palabras de apoyo.

Y entre la multitud, para él, la voz de su hermana sonó más alta que las demás.

El silbato del arbitro sonó, y en un momento el primer encuentro se decidió. No pudo verlo muy bien al inicio; ese momento en que Childe se abalanzó primero y sin ninguna duda. Tan brusco, pero Aether mismo puede decir que no usó una fuerza excesiva. Rodeó su cuello al instante con un brazo y trató de tumbarlo al meter una de sus piernas entre las suyas. Aether no cedió tan fácilmente, pero aunque se aferró a su ropa y trató de tumbarlo… una ligera diferencia de peso resultó estar a favor de Childe, y su hermano terminó con la mejilla presionada en la colchoneta. El arbrito al instante se tira a un lado y golpea el colchón, efusivo. Todos contaron.

¡Uno, dos, no no no!

Lumine contó en su mente con horror, el primer encuentro fue para Childe.

Un segundo silbatazo los hizo separarse y volver a sus posiciones. Aether lucía acalorado, pero motivado. Un silbatazo más marcó el inicio del segundo encuentro, y ésta vez Aether fue quien tomó la iniciativa y da un paso al frente. Defensivo, Childe retrocede medio paso y gira un poco su cuerpo. Trata de evadir a Aether cuando lo ve venir de frente pero, aunque giró su cuerpo con gracia y rapidez, Aether alcanzó a tomarlo de la ropa y tumbarlo. Se levantó rápido tras rodar para apartarse, Aether no tuvo tiempo de ponerse encima, y aunque le arbitro se preparó para golpear el tiempo tuvo qué esperar un poco más. Sentía como si estuvieran probando sus habilidades, y eso… le pareció tan hermoso y admirable. Lumine camina con cuidado hacia el frente, quedándose justo al borde de la barandilla de seguridad. No le importó empujar a otros, quería ver esto tan cerca como fuera posible. Sus ojos estaban maravillados.

Con el tiempo corriendo, el segundo tiempo estuvo a favor de su hermano. ¡Empate! Pero el tercero y cuarto encuentros fueron ganados por Childe. Su hermano estaba en una clara desventaja, pero aún quedaban cuatro minutos más.

El quinto encuentro, sexto, ¡séptimo! Así hasta continuar con el onceavo. Lumine se había cansado de gritar, y aún así no dejó de hacerlo hasta el último minuto. Cuando el árbitro marcó los últimos tres tiempos para el punto, Childe no pudo sino girarse resignado mientras respiraba agitado y miraba a Aether fijamente. Había un sentimiento extraño en esos ojos azules pero el par que Aether buscaba eran más bien dorados.

Con su nombre siendo vitoreado en todo el gimnasio, él solo pudo girarse un poco y, al ver a su hermana, sonreírle. Lumine decidió no contener su emoción y saltar la barda para correr hacia él. Instintivo, su hermano abrió los brazos para recibirla, ¡llegó con tanta efusividad que casi lo tiraba! Pero aún cansado, Aether la recibe en un abrazo flojo. Con una mano en la espalda de su hermana, la abraza un poco más firme para comenzar a dar vueltas juntos. La risa de su hermana se escucha, contenta y orgullosa. Incluso cuando su hermanito perdió el equilibrio y se caen juntos sobre la colchoneta.

— ¡Felicidades, Aether!

Gracias a él, habría un brillante trofeo nuevo en los pasillos de la universidad. ¡Era una victoria importante para un recién llegado!

— Eres bastante más fuerte de lo que esperaba, camarada.

Los ojos dorados de Aether viajan de su hermana hacia su nuevo rival frente a ellos. Sin dejar de abrazarla, él agradece el cumplido con una sonrisa cansada pero satisfecha.

— Tú también eres más rudo de lo que esperaba, Childe. —Responde, y tras una palmadita en la espalda de su hermana se aparta un poco. Estaba todo sudado, no cree que a su hermana le agrade mucho seguir tan cerca. — Supongo que yo pago las hamburguesas.

— ¡Tontos! —Lumine se aparta un poco, avergonzada por haber actuado tan eufórica hace un momento. Fingiendo más madurez, se pone de pie y le da unas palmaditas a su falda para acomodarla mejor. — Obviamente yo cocinaré para ambos algo grandioso por su final. ¡Childe, estás invitado a nuestra casa!

Aether frunce las cejas. ¿Lumine invitando a quien prácticamente es un extraño a su casa?

El mundo está vuelto loco.

Siguiente actualización: Capítulo 1.


~ Pequeña nota de la autora: ¡Qué bien se siente estar de vuelta! Y… recuerden, a veces podrán encontrar "profesionales de la salud mental" que realmente, ¡no son aptos para serlo!

Si en algún momento sientes que tu psicólogo, o psiquiatra, no sabe separar sus creencias personales obsoletas/misóginas/elitistas etc de tu proceso, ¡mejor cambia de profesional! Pero no te rindas.

¡Gracias por leer!