Decidí seguir esto para destruir a mi hermana. Ella dijo que nunca lo escribiría y yo lo tomé muy enserio.


Bang Bang

por Syb

Capítulo V: Cinq


Cuando recibió un e-mail de Michael, preguntándole que qué pensaba si él tomaba unos meses de intercambio para que ella le mostrase un poco de su cultura, tal cual él había hecho; Mimi no pensó dos veces y le escribió de vuelta, diciéndole lo divertido que sería. Después de todo, cuando ella vivía en Nueva York, él había sido como un príncipe azul. Nunca había pasado nada más allá de unas miradas, así que ella no pensó mucho en lo que podría pasar con el estadounidense después de años sin verse.

Su madre pensó que sería maravilloso, pero su padre no pudo ocultar un poco su preocupación por tener de vuelta a ese chico tanto tiempo bajo su techo, prácticamente vivía pegado a su hija y todas las noches se quedaba a cenar en su pequeño apartamento en Nueva York. En cambio, el señor Tachikawa se había maravillado con el nuevo chico en el que su hija había puesto sus ojos: Izumi Koushiro. Ese chico era un prodigio y su hija había empezado a prestar atención a su futuro con él, ya que había decidido entrar en la escuela de cocina luego de pocas semanas junto al geniecillo.

—No puedo creer que estés con él —le dijo su padre con una sonrisa en los labios apenas el chico se fue del apartamento de los Tachikawa—. Es…, perfecto.

No lo era, se decía la chica, aun se ponía nervioso cuando la veía llegar a la sala de cómputo. Era tierno, sí, pero ya habían salido por más de un mes como para seguir sintiéndose así junto a ella. Mimi culpaba a Nueva York por su gran personalidad que era capaz de engullirse una habitación entera, Koushiro incluido. Ella sabía que debía darle tiempo a Koushiro de acostumbrarse a ella.

—¿No te sientes tonta al lado de él? Porque yo sí me siento así frente a él y no soy su novia —le preguntó una compañera un día, mientras revisaban las enormes listas de calificaciones publicadas en el patio. Por supuesto, el nombre de Koushiro no tenía que buscarlo, ya que él encabezaba todas las listas en las que participaba y ya varias universidades lo habían contactado para entrar en su programa. Ya había elegido una y había empezado el verano anterior a tomar un par de cursos de primer año de ingeniería, mientras que ella se había pasado el verano de vacaciones con su familia en Hawaii. Por supuesto, eran de mundos distintos, mientras ella disfrutaba del calor de su familia y el ostento de los bolsillos de su padre, la familia de Koushiro normalmente no tenía dinero suficiente para pagar unas vacaciones fuera de la ciudad, ni mucho menos fuera del país, así que adelantar su vida universitaria no era algo que fuese muy sacrificado—. ¿Y bien?

—No —le contestó luego de encontrar su nombre unos paneles más allá. Su nombre había avanzado un par de puestos desde que había empezado con Koushiro. Era bueno, ¿no? A veces no lo entendía, pero a él tampoco le molestaba explicarle otra vez a lo que se refería.

—Si te comprometes con él, tendrás que esperarlo mucho, ya sabes, es la clase de chico que necesitara muchos años para estudiar todo lo que quiere antes de dedicarte tiempo a ti.

Eso era verdad, reflexionó Mimi, muchas veces ella quería salir a comer un helado, pero él no estaba disponible hasta que terminaba todos sus quehaceres. Después de todo, él contaba con una beca para estudiar, y sin la beca, todos sus planes se iban a la basura. Miyako terminaba acompañándola a comer el helado al centro de la ciudad y le explicaba todo lo que Koushiro no era capaz de explicarle.

—No creo que termine haciendo un postgrado, eso sería peor para ti —continuó la chica—. ¿Qué es lo que quieres hacer tú cuando nos graduemos?

—No sé… Seguramente terminar lo más rápido posible la escuela culinaria e irme a viajar por el mundo —dijo risueña, pero la chica no era tan optimista como ella. Más tarde supo que hablaba desde la experiencia y que los padres de la chica eran polos opuestos, tal cual ella y Koushiro. Se habían separado cuando la chica era una bebé por conflictos irreconciliables.

—Ya…, sabes que él no podría acompañarte.

Volvió a su casa con una sensación extraña. Había texteado a Koushiro para quedar para cenar algo en el centro, pero había olvidado que el chico le había dicho que ese día cenaría junto a sus padres y que al día siguiente la llevaría a comer un helado. Y al entrar por la puerta, vio cómo su padre y su madre estaban acaramelados en la cocina, y se dio cuenta de que eso era lo que buscaba en una relación. Quería que Koushiro fuese más expresivo con sus sentimientos y la abrazara y besara con la misma devoción de sus padres. Algo menos que eso se sentía como un rechazo leve.

—¡Mimi! —le dijo su madre, liberándose del abrazo de su padre apenas la vio para luego susurrarle algo—. Adivina quién está aquí.

—¿El abuelo? —preguntó extrañada; si estuviera él, sus padres no estarían tan acaramelados y el anciano seguro estaría sentado en el sofá de la sala de estar con una mirada huraña.

Satoe la miró con una sonrisa y negó con la cabeza.

—Michael llegó de sorpresa. Está en la habitación de invitados —le dijo—. Llegó directamente del aeropuerto a verte, pero como no estabas, dijo que se iría a su hotel. Le dije que no dijera tonterías, que se quedara con nosotros hasta el menos la cena. Ahora mismo está tomando una ducha. ¿No crees que es romántico que haya venido a verte así?

Mimi se preguntó si recordaba que ella salía con Koushiro.

—Nuestra hija está con Izumi, querida —corrigió su padre a su madre.

—Bueno, pero aun no están casados, ¿no? Mimi todavía está eligiendo —dijo su madre y fue a mirar el horno y los quemadores para verificar que todo estaba en orden con su cena.

Sí, todavía estaba eligiendo, se dijo Mimi. Todavía era joven y quería viajar por el mundo antes de casarse y tener preciosos bebés. Si fuese Koushiro o Michael, podría decidirlo en unos años más. Sin embargo, ver a Michael salir de la habitación de invitados, con el cabello rizado mojado y su cuerpo tonificado y grande, hizo que sus ovarios soltaran más de un óvulo y su útero se revolvió. Cuando la abrazó al verla, sus fuertes brazos la envolvieron y su olor tan masculino la hizo sonrojar. Era encantador con sus padres y, aunque Keisuke intentara que Koushiro fuese su candidato, su padre no pudo evitar caer en sus redes.

—Hawaii es muy bonito —dijo Michael con un tono de voz más grave del que recordaba—, ya he ido con mi familia tres veces.

Michael era como ella y hablaba en su idioma, él no tenía que explicarle más de dos veces lo que estaba diciendo. No era justo para Koushiro, pero tampoco era justo para ella no tener compañía si alguien la invitaba a una fiesta.

—Michael, ¿te parece acompañarme a una fiesta hoy? Iba a ir, pero no tenía con quien ir.

—Claro que sí —le dijo él. Era fácil estar con él.

Se besaron poco después de llegar a la fiesta.

Y ahora Mimi veía desde la cocina cómo Michael corría en círculos por el patio, mientras la esposa de Koushiro gritaba cada vez que no seguía el paso. La frivolidad la había llevado hasta ese momento, Mina parecía ser una mujer bastante fuerte e independiente, quizás no necesitaba esperar a Koushiro para ir a tomar un helado, quizás inmediatamente le pedía salir a Miyako porque entendía mejor las obsesiones de Izumi. O quizás debió haber hecho las cosas bien, primero haber terminado con Koushiro y luego salir con Michael, o no haber salido con nadie y esperar a tener la suficiente madurez para establecerse. Muchas veces se desvelaba imaginando una realidad en que se habría encontrado en un café con Koushiro, ella recién terminada de estudiar la carrera de gastronomía, lista para seguir su vida en el extranjero y él la habría saludado con cortesía, intentando escapar de sus garras en un principio, pero cediendo ante sus encantos pronto. Le habría dado su número para contactarlo cuando volviera a la ciudad…

—Mamá —llamó su hijo Benji—, ¿qué haces?

—Nada —se apresuró a decirle—. Tu papá está soportando bien su ejercicio hoy. Todavía no ha vomitado.

Benjamin había nacido bajo el signo del escorpio, se recordó a sí misma, había sido concebido para un catorce de febrero y ahora su personalidad era tan astuta como vengativa. Mimi vio cómo el chico se acercó y se puso de puntitas para mirar por la ventana, no dio más que un ligero chasquido molesto y se volvió para irse a su habitación, pero a medio camino se detuvo otra vez y la miró. Mimi pensó que le leyó los pensamientos.

—No estás celosa, ¿verdad?

—No lo estoy —se rió, pero el niño no se rió de vuelta.

—¿Sabes que mereces más? —le dijo crípticamente para luego retirarse a jugar videojuegos en su habitación. Si no podía usar el patio, con el arco y su pelota de fútbol, tendría que consumir energía matando soldados enemigos en un juego shooter.

Apenas salió del ensimismamiento, Mimi quiso seguirlo hasta su habitación para preguntarle a qué se refería y quizás golpearlo en la mejilla por tal insolencia y falta de respeto hacia su padre, pero la puerta del patio trasero se abrió y con ella entró Mina. Frente a ella, Mimi sentía que debía actuar como la esposa perfecta, pero como no sabía cómo serlo, solo se quedaba petrificada ante su figura tonificada.

—¿Todo bien? —preguntó ella con un hilo de voz, miró de reojo al patio y Michael estaba acostado sobre el césped, intentado recuperar el aliento que Mina le había quitado por los últimos sesenta minutos.

—Sí, claro. Hoy hemos terminado —respondió Mina, pero no se movió de su lugar, dándole a entender a Mimi que algo más quería decirle—. ¿Mi esposo ha hablado contigo?

—No, ¿por qué lo haría? —dijo al instante. Sintió que su pulso se aceleró y que pronto tendría que tenderse sobre el césped a un lado de su esposo para recuperar el aliento.

—No sé si te has dado cuenta, pero tu hijo es precioso —empezó Mina y Mimi no supo a qué venía la belleza de su primogénito a la conversación—. Mi hija parece que se enamoró de él, bueno, nada más le gusta. Enamorarse es una palabra muy grave.

Mina se rió y ella se rió con ella para dejar de sentirse una tonta en medio de la habitación. No podía ser que la hija de Koushiro ahora estaba enamorada de su hijo, bueno, le gustara. Era como si la historia se repitiera y ella sabía el final de todo: Osen sería una gran ingeniera después de una larga historia de desamor, mientras que Benjamin volvería diez años arrepentido de dejarla atrás. Era la ley natural de que la familia Izumi se enamorara de la familia Tachikawa. Y fue ahí que siguió riéndose hasta las lágrimas y Mina tuvo que reírse con ella hasta que su brote sicótico pasara.

—¿Es enserio? —le preguntó Mimi apenas terminó de reírse y sus costillas le dolían.

—¡Claro! Siempre le digo a Koushiro que los invite para que los niños jueguen juntos, pero parece que tiene mucho trabajo para recordarlo. Le digo que debería cambiar de trabajo, no creo que este bien permanecer tanto tiempo frente a una pantalla, sin tomar aire fresco.

Fue como si un velo se levantara para Mimi. Koushiro no había cambiado ni ella tampoco, no había título universitario que terminara con esa locura de pasar veranos completos estudiando, ni familia que le impidiera abstraerse del trabajo. Y ella no habría estado contenta con poca atención que recibiría por parte de él. Por primera vez, sintió que la culpa desaparecía; había sido tonta, sí, pero había sabido que una vida con él no la habría llenado para nada.

—No ha cambiado en nada —le dijo a Mina como si fuera un secreto.

—No… —respondió la piel morena, y tal y como a Mimi se le había levantado el velo, a ella también. Mimi debía ser la mujer que le había destrozado el corazón a su esposo en la secundaria. Las fechas cuadraban, ya que era ella la que tenía de compañera dentro del grupo de amigos, además de que eran polos opuestos como le había alcanzado a decir a un Koushiro universitario, antes de negarse a hablar más de la mujer. Según sus palabras: ella era como una estrella pop y él un simple programador, y lo había cambiado por una estrella de rock. También explicaba el por qué su esposo no quería ni acercarse a hablar con ella ni quería que su hija lo hiciera con el príncipe Barton—. Así fue como lo conocí, así acepté casarme con él.

—Así no conocí a Michael —bromeó la mujer—, pero sigue siendo atento, a su manera.

Con la mirada perdida a causa de la droga, pero atento igual. Aunque no se dignada a ponerse pantalones o cayera en cuenta del esfuerzo que hacía para mantener el romance, ni mantuviera un trabajo o jugara con Benjamin. Algo debía estar funcionando entre ella y su esposo para que no saliera corriendo de aquella casa con lo puesto y condujera al amanecer junto a su hijo.

—Mi padre no quería a Koushiro —le dijo Mina, intentando que no se diera cuenta de que estaba luchando contra sí misma de empujarla contra la pared y preguntarle el por qué: ¿por qué había destrozado tanto a su esposo para que ella había tenido que darle tanto tiempo y cariño para recoger los pedazos?

—¿En serio? —preguntó Mimi totalmente interesada en esa historia de amor de película, de esas en las que ella no podía identificarse nunca, pero qué importaba. Koushiro no había cambiado.

—Él decía que no era lo suficiente para mí, ¿sabes? —le dijo ella, como si realmente fueran amigas—. Cuando lo conocí, no parecía estar interesado en mí. Nos conocimos en un café, al principio le hablé y, aunque fue amable, parecía que quería irse de ahí. ¡Incluso sin el café que había pedido para llevar!

—Suena a él.

—Aun así, conseguí que me diera su número. Después de todo, yo era nueva en la ciudad y él había sido amable conmigo. Le escribí al día siguiente y él demoró toda la tarde en responder.

—Sí, él no revisa el celular a menos que lo llames —dijo ella—. A veces, desistía y solo llamaba a nuestra amiga Miyako, ella sabía dónde estaba él o qué estaba haciendo porque siempre trabajaron en lo mismo.

Mina hacía lo mismo, incluso había pensado que Miyako era su novia, pero resultó ser solo la chica que más lo veía en la universidad al compartir la carrera y el tutor. Fue Mina que lo persiguió, la que fue a verlo en el café y la que le hablaba con frecuencia. Su padre sabía lo obsesiva que podía ser su hija con los proyectos que adoptaba: Koushiro Izumi era su proyecto en el extranjero y ella estaba empecinada en sacarlo de su cascarón y que le dijera sus secretos, después de todo, ella había nacido bajo el signo de escorpio y los únicos secretos que debían existir eran los de ella.

—Ya perdí la práctica —confesó Mina—, ahora solo espero que me conteste. En fin, podría traer a Osen mañana para el entrenamiento de Michael.

Debía salvar a Osen de Benjamin Barton, el karma de su padre debía desaparecer en esta vida, no en la siguiente.

—Osen se aburrirá aquí, Benji solo tiene videojuegos y no creo que eso le interese a tu hija. Quizás podría llevarlos…, ¡a ver una película! Y Luego a un helado. Volveremos antes de que termines tu entrenamiento con Michael y así tú puedes llevarla a casa. ¿No te parece?

—Sí…

Al llegar a casa, Mina solo se sentó en la mesa de la cocina para reflexionar, ¿en qué había cambiado su matrimonio? Mimi siempre había existido en la vida de su esposo, incluso antes que ella. Se habían visto recientemente y no le habían dicho nada sobre su antiguo romance. Estaba segura de que Michael tampoco debía saber.

Cuando llegó su esposo junto a su hija de la escuela, Osen subió a su habitación y él la saludó como siempre y le dio un beso en la mejilla antes de buscar un refresco y mirarla mientras abría la lata de soda.

—¿Qué sucede?

—¿Era Mimi tu primer amor? —quiso decir, pero en vez de eso dijo—. Mimi Barton junto a su hijo vendrán a recoger a Osen para ir al cine y a comer helado, mañana entrenaré primero con Gertrudis y luego me iré a la casa de los Barton, asegúrate de estar aquí a tiempo. Yo traeré a Osen a casa en la noche, una vez acabado el entrenamiento con Michael Barton.

—Suena bien —respondió con disgusto—, con tal de que Osen olvide a ese niño.

—Sí, digo lo mismo.

Pero Mina no se refería a su hija y el príncipe Barton, sino que a su esposo y a la esposa de Michael. Ella nunca había sido celosa, pero ahora empezaba a sentir un dejo de celos de los que no estaba acostumbrada. Quiso golpear a alguien, así que en vez de eso fue a trotar.