12
Bella
Un golpe en la puerta y luego Rosalie está entrando a mi oficina. Está cargando su bolso y una bolsa de compras. Sonríe, llevando sus lentes de ojo de gato sobre su cabeza.
—Hola—saluda y luego se sienta en la silla frente a mí—. Hay algo importantísimo de lo que tenemos qué hablar.
Le frunzo el ceño. No parece algo grave, dado que su sonrisa está partiéndole la cara.
—Oh y, por supuesto, traje tu ropa—me tiende la bolsa de su boutique y le echo una ojeada.
—Genial, gracias.
Le resta importancia con un gesto de mano.
—¿Qué es eso tan importante de lo que tenemos que hablar?
Ella aplaude y se remueve en su asiento.
—Será mejor que sea algo importante, Rose, tengo trabajo qué hacer—señalo.
—¡Por supuesto que lo es! —recalca—. Mi futura boda.
Mi boca se abre en un jadeo. Llevo mis ojos hasta su mano izquierda. Su dedo anular está desnudo. Le frunzo el ceño, haciendo un mohín.
—¿Emmett ya se propuso? —pregunto, aunque lo dudo.
—No, no lo ha hecho, pero puedo sentirlo. ¡Tendré mi boda soñada! —chilla y comienza a remover en su bolso.
Ay, Rosalie.
Ella saca una pequeña revista de novias y coloca una palma sobre ella, mirándome seriamente.
—¿Así que estás viendo catálogos de bodas antes de que él te pida matrimonio? —interrumpo lo que sea que vaya a decir, alzando una ceja y recostándome en mi asiento.
—Claro, una novia siempre tiene que estar preparada. Además, puedo sentirlo en mis huesos—alza las manos, como si estuviera atrayendo la buena fortuna a ella.
Me río en silencio, mis hombros tiemblan.
—Claro, Rose—dirijo mi atención a la computadora porque claramente esto no es más importante que responder correos de nuestros clientes.
Rose se saca sus lentes de sol del cabello y los coloca en el escritorio. Tienen un armazón blanco que combina con su palazzo sin mangas. Comienza a hojear la revista al mismo tiempo que se echa su cabello lacio hacia atrás.
—Todavía no estoy muy segura de los colores. Sólo he pensado en las uñas—ella se observa su mano derecha—. Unas stiletto minimalistas. Tal vez con detalles nude o verde salvia.
—Mm-hm—murmuro, tecleando respuestas sobre el próximo lote de manzanas.
—Y por supuesto tendremos batas de seda personalizadas. Serás una dama de honor, ¿cierto? —le doy una mirada breve, diciéndole que no tiene que preguntarlo, pero parece que la malinterpreta—. Aunque no tienes que serlo si no quieres—me señala con su pluma plateada—. Pero el no querer sería algo muy mierda por hacer.
Meneó la cabeza, sonriendo.
—Rosalie, ¿por qué no simplemente esperas a que Emmett te lo pida?
—¿Ser una dama de honor? Bella, él será el novio—me mira confundida.
Dios.
—Matrimonio, Rosalie, matrimonio.
Ella mira hacia el cielo, al parecer cansada de repetir lo mismo cada vez. Como si nosotros fuéramos los locos que hablan de bodas sin un anillo antes. Sé que Emmett planea pedirle matrimonio, pero ella no tiene que ponerse toda loca con esto.
—Bella…—inicia, como si estuviera hablándole a un niño de cinco años—. ¿Sabes cuánto tiempo conlleva planear una boda? —niego con la cabeza—. Bueno, entonces no opines sobre mis planes.
Le ruedo los ojos y luego miro sobre su cabeza, por la pared de cristal.
—Emmett viene hacia acá.
Sus ojos se abren y desliza la revista por el escritorio, tirándola al piso junto a mí. Se alisa el cabello, fingiendo estar calmada.
Emmett abre la puerta y sonríe.
—¡Rosie, bombón! ¿Qué haces aquí?
Ella se pone de pie, sonriente y con corazones en sus ojos.
—Sólo pasaba a visitar.
—Genial—los hoyuelos de Emmett no podrían estar más marcados y él me mira—. ¿Se arregló el asunto del lote estancado?
—Si, el lote está seguro—respondo.
—Vaya, estaba estresándome—él comenta y regreso a mi computadora. Rosalie está alisando la ropa perfectamente acomodada de Emmett.
—Oww, no tienes por qué preocuparte, bebé—ella le dice, dándole un beso y luego otro y otro, hasta que las manos de Emmett acaparan su espalda y Rose está aferrándose de sus hombros.
Frunzo el ceño, observándolos, asombrada. No sabía que esos movimientos de lengua eran posibles. Me doy cuenta de mi cara de asco hasta que un ligero toque en la puerta y una aclaración de garganta llaman mi atención.
Es Jake.
Uuhh, Jake.
Bueno, al menos detuvo el circo de lenguas.
—¿Puedo hablarte un momento? —él me pregunta. ¿Qué querrá decirme? ¿Viene a despedirse porque su controladora y celosa novia hizo que renunciara? Tal vez viene a decirme que terminó con ella y ahora tiene una nueva. Arde en el infierno, Jake.
Emmett y Rosalie pasean sus ojos sobre nosotros, notando la incomodidad y luego él jala a Rose. Ella toma su bolso y salen de la oficina, despidiéndose.
—¿Qué ocurre? —me envaro en mi asiento, fingiendo seguridad.
Jake se sienta en la silla frente a mí y coloca sus brazos en el reposabrazos. Hace un mohín, deliberando. Luce nervioso o incómodo. Lleva las mangas de su camisa hasta los codos y puedo ver sus tatuajes. Los tatuajes de los cuales sé la historia completa. Incluso lo acompañé a hacerse algunos. Seguro Vanessa ha preguntado y él tuvo que hablarle de ellos. Arde en el infierno también, Vanessa.
Me felicito internamente porque no he intentado buscarla en Instagram. Tampoco he ido al perfil de Jake a indagar en sus seguidores, no he visto sus historias, aunque sé que no ha posteado nada en dos largos meses.
—He estado pensando sobre lo que hablamos la última vez—inicia—. Sobre yo dejando el trabajo.
—Si, seguro—me rasco la mejilla sólo para hacer algo con mis manos—. ¿Y? ¿Te has decidido?
—Si, lo he hecho—es su turno de rascarse el cabello detrás de la oreja—. Hablé con… lo hemos…—suspira—. Lo pensé bien y sí, creo que no me iré. Al menos no por el momento.
Caigo en cuenta de que se abstuvo de decir "lo hemos hablado." Jake y su nueva novia han hablado de mí. Ya me imagino sus celos. Me siento importante justo ahora.
—Genial—le sonrío—. Me alegro que hayas decidido eso.
En parte lo hago, por el bien de la compañía, por el bien de la alianza con su padre, Billy. Y hay otra parte de mí que no quiere volver a verlo. Desearía poder decir que sabía que maldeciría a Jake por mucho tiempo, que seguiría sintiéndolo por otro tiempo más, que sabía que no sólo perdería a un novio, sino a mi mejor amigo de toda la vida cuando termináramos. Pero es que ese es el asunto. No lo sabía porque nunca pensé que lo dejaríamos. Nunca creí que nosotros no funcionaríamos.
—¿Lo haces? —él frunce el ceño ligeramente. Parece que espera que esté molesta, que exprese esa parte de mí que lo odia.
—Claro que lo hago. Es lo mejor para la compañía.
Él inhala y parece entenderlo. Sabe que lo quiero aquí por el negocio, no por otra cosa. Sabe que le pedí que se quedara por la compañía.
—Claro, si, por supuesto—murmura patosamente y se pone de pie rápidamente—. De acuerdo, entonces no le digas a Recursos Humanos que busque a un sustituto—bromea, alcanzando la puerta.
—No lo haré—respondo y alzo la mano, pero formo un puño y distraídamente lo llevo debajo de mi barbilla. Estuve a punto de hacer nuestra señal, nuestro meñique alzado al aire para prometer cosas.
Promesas. Vaya, cuántas promesas te llevaste, Jake.
Él asiente, sonriente, pero no muestra sus dientes. Y luego se va.
Edward
Tienen que estar jodiéndome.
Me tallo la cara con la mano y suspiro.
—¿Qué mierda hicieron todo este tiempo entonces? —les pregunto a Eric y a Heidi. Ellos me miran como un par de tontos. Eric incluso está sosteniendo su yogur y su boca está ligeramente abierta. Quiero golpear su estúpida cara.
—Justamente eso—intercede Heidi—. Pero algo pasó.
—¿Qué pasó? —pregunto, sabiendo bien que dará una excusa estúpida.
Miércoles. Día de la semana que más me genera estrés porque tengo que venir a la oficina y reunirme con mi equipo que, justamente ahora, son los más grandes tontos del mundo.
—Mi computadora falló—dice—. Está como loca, mírala—señala hacia su escritorio. Su protector de pantalla de gatos me resulta especialmente enervante en este momento.
Ruedo los ojos porque su laptop se ve perfectamente bien.
—No puedo creerlo—rezongo, cerrando mi mochila. Me voy a la mierda de aquí. Y si, en verdad no puedo creerlo. Ellos nunca no habían hecho su trabajo, se siente incorrecto.
—Vamos, Edward, no es tan malo—comienza Eric—. Todo estará bien.
—Eric, se suponía que tenía que estar listo para hoy. Es para la edición de septiembre, ¡no para la del próximo año! —le arrojo un lápiz que le da en la frente. Él hace una mueca.
—Pero todavía estamos en julio. Tenemos tiempo—dice, como si eso no fuera un gran asunto.
—¡Por el amor de Dios, Yorkie! ¿enserio? —hago el intento de arrojarle otra cosa, pero él se cubre la cara con las manos.
—Vamos, Edward, relájate. Estará bien—Heidi interrumpe aplacando el ambiente con sus manos—. Lo haremos—camina hasta su escritorio y presiona una tecla en su computadora, desbloqueándola.
—Ah, váyanse al diablo—tomo mi mochila y me largo de ahí.
Maldición, todo iba tan bien y ahora este par de tontos me hará darle una excusa a Caius cuando él pregunte por qué los gráficos no están listos. Espero que él pueda hacerse de la vista gorda y siga considerando mi ascenso. Necesito ese puesto. Especialmente necesito el dinero que ese puesto puede darme.
Cuando estoy subiendo al autobús mi celular vibra con un mensaje y lo abro cuando encuentro un asiento.
Eric: ¿Entonces lo hacemos o no?
Jodida madre.
Edward: Si, cabeza hueca, por supuesto que tienen que hacerlo. Y dile a Heidi que deje de pensar en queso y termine su mierda.
Meneo la cabeza, asombrado por su ineptitud. Me distraigo observando por la ventana, tratando de calmar mis nervios. Todo estará bien, sigo repitiéndome a mí mismo.
Otro mensaje.
Heidi: Soy vegana.
Ni siquiera me voy a molestar en responderle.
El supermercado no está muy lejos de la oficina, así que bajo del bus y cuando estoy tomando un carrito me llega otro mensaje.
Heidi: Oh, espera, ya entendí. LOL. Eres graciosísimo.
Y por supuesto ella iba a entender mi chiste años después. Como siempre.
Heidi: No te preocupes demasiado, Wardo.
Me concentro en las compras. Alcanzando papel higiénico y cerveza. También alcanzo algunos paquetes de noodles instantáneos y cuando paso frente a los refrigeradores no puedo evitar tomar un helado. Esta belleza estaba esperando por mí. El último bote de mi helado favorito de Ben Jerry's.
Bienvenido a casa.
—Increíble—un carrito choca con la punta del mío y miro a su grosera dueña. Ah, eso no es increíble.
Vecina Bonita me está fulminando con la mirada y me pregunto qué fue lo que hice ahora para merecer su furia.
—Hola—le sonrío.
Pero ella no me regresa el gesto.
—Además de robar mi tierra y mi fruta, ahora robas mi helado—dice, cruzándose de brazos. Le frunzo el ceño. Ella, en verdad, tiene que olvidar su complejo Napoleónico.
—Técnicamente no robé tu tierra. Y definitivamente no robé tu helado. Este es mío—y para comprobarlo, lo dejo en mi carrito. Sus ojos cafés fúricos siguen mis movimientos.
—Yo lo vi primero.
—Ese fue tu error. Debiste tomarlo—le doy un guiño y juro que puedo ver su ojo temblar. Es gracioso hacerla enojar. Descubro que es algo que disfruto enormemente. Es tan explosiva y volátil.
—¡Sólo fui a tomar fresas porque alguien se robó mi fragaria! —sisea, sus puños a sus costados.
Me río entre dientes.
—Yo no me robé nada—respondo y apoyo mis antebrazos en mi carrito. Estoy disfrutando esto.
—¡Dámelo! —ella chilla y una señora sesentona nos mira sobre su hombro. Toma la mano de la que asumo es su nieta y la aleja de ahí. Bella está llamando la atención.
—No—le frunzo el ceño y me envaro, tomando el carrito como si fuera a irme. Ella se coloca frente a él.
—Edward, dame el helado—ordena.
—¡No! Yo lo tomé, es mío—ella no puede estar hablando enserio, ¿verdad?
—¿Está todo bien? —una empleada interrumpe, lleva un clipboard y mira entre nosotros, notando la tensión que Bella está causando.
Abro la boca para responderle que sí, que la chica sólo está loca y que se irá justo ahora cuando Bella responde.
—¡No! Nada está bien. Él se robó mi helado.
Ay, Dios. Me contengo de llevar mi palma a la frente.
—Oh—la empleada me mira y luego a mi carrito. Su mirada va al refrigerador y por supuesto nota que era el último.
—No lo robé. ¡Estaba en el refrigerador!—defiendo.
—¿Estaba en el refrigerador? —la empleada le pregunta a Bella. La veo deliberar, probablemente decidiendo si mentir es algo bueno o no. Finalmente se rinde, asintiendo con la cabeza, enojada—. Oh, entonces no creo que él te lo haya robado—la empleada resuelve.
—¡Largo de aquí! —Bella ladra y la empleada pega un brinco. Sus ojos abiertos y asustados. Se aleja rápidamente.
Bella tuvo suerte. Eso pudo haber salido realmente mal. Ya puedo ver a un guardia de seguridad sacándola. Eso sería gracioso. La seguiría sólo para reírme después de ella.
—Estás llamando la atención—murmuro bajito, mirando a las personas que intentan escuchar "discretamente."
—¡No me importa! ¡Dame mi helado! —refunfuña, poniendo los brazos en jarra.
Podría ser un caballero, pero tuve un día de mierda, así que no. Dejé mi brillante armadura en casa. Mi mamá seguramente me golpearía si se enterara de esto.
—Hey, ¿no se supone que somos amigos? —pregunto, sonriéndole ladinamente y esperando que mi sonrisa patentada logre calmarle los humos. No funciona. Y ella no se está comportando como una amiga. Para nada.
Puedo imaginármela durante las compras del Viernes Negro. Peleando por un suéter con una señora. Me estremezco.
—Las personas que roban mi helado, ciertamente, no son mis amigos—finaliza, dándose la vuelta petulante y toma su carrito, alejándose.
Bella tiene problemas. La próxima vez que la vea le recomendaré ir a terapia. Ya puedo ver su cara.
Me río internamente mientras elijo algo de fruta y luego alguien toca mi hombro.
—Hola, conseguí otro—es la Empleada Que Sigue Siendo Demasiado Amable Luego De Ser Maltratada. Le sonrío.
—Oh, genial—tomo el bote con una idea en mente y lo echo al carrito.
Evidentemente, mi día dio un giro interesante.
xxx
Luego de cenar y beber una cerveza, tomo los dos botes de helado y salgo de casa con una sonrisa en mi rostro que Vecina Bonita no se merece para nada, pero nuestro altercado me puso un poco caliente y me ayudó a confirmar que es una gatita.
Cruzo el jardín y busco rápidamente alguna piedra que pueda lanzarle a la puerta de su balcón.
Sé que eso la molestará de sobremanera y estoy ansioso por saber el resultado.
El helado descansa a mis pies mientras me dedico a lanzarle piedritas. Espero que pueda escuchar el alboroto porque me estoy quedando sin armas.
Lo hace.
Veo su sombra antes de que abra la puerta corrediza. Me balanceo en mis talones, con una gran sonrisa en mi boca.
Tiene el pelo mojado y ya lleva sus pijamas.
—¿Qué…?
—¿Tregua? —interrumpo sus gritos, alzando los botes de helado y le doy una sonrisa, encogiéndome de hombros.
Sus ojos se derriten luego de un momento. Sonríe lentamente.
—Eres un payaso—dice, apoyándose en la barandilla.
Ahogo una carcajada.
—¡Ay, vamos! Es la mejor serenata que podrás tener.
—Cántame un poco entonces—juguetea.
—Ya abre la puerta para que podamos comer esto.
Rueda los ojos y deshace sus brazos cruzados.
—Está abierta—señala con su barbilla la puerta hacia la cocina y voy hasta allá.
—Eres un ladrón con moral—entra diciendo y echa ojeadas mientras abro los botes de helado.
—En cambio tú eres una persona excesivamente grosera.
—Si, si, hazte a un lado—me tiende una cuchara y luego la sigo hasta la sala.
Nos sentamos en su sofá blanco con nuestros helados en el regazo. Bella come un gran bocado y gime.
—Hombre, necesitaba esto. Tuve un mal día—dice.
Alzo las cejas.
—No tienes que decírmelo—respondo, concordando.
—¿Qué ocurrió? —pregunta, sentándose sobre sus piernas.
—Mi equipo no hizo su trabajo y ahora estamos bastante jodidos—me paso una mano por el cabello—. Son unos tontos. ¿Qué hay de ti?
—¿Te dije que mi ex tiene una nueva novia? —pregunta y niego. Mierda, eso debe apestar—. Bueno, la tiene…—ella suspira y mira el techo—. Y un día él apareció en mi oficina diciendo que quería dejar el trabajo porque Vanessa—arruga la nariz— no está cómoda con él trabajando conmigo. ¿Quién mierda considera dejar su trabajo sólo porque una niña con quien has estado saliendo por un mes te lo dice?
Si, eso es estúpido.
—Así que le dije que lo pensara y hoy fue a decir que se quedará, pero…—menea la cabeza—. Una parte de mí quería que se fuera.
Resoplo una risa.
—Uuhh, ¿a dónde se fue todo eso sobre ser los mejores amigos por siempre?
Bella bufa, alzando las cejas.
—Se fue junto con el "nos estamos apartando, Bella."
—¿Y la conoces?
—No, gracias—delinea el borde de su bote de helado con el dedo.
Lo considero por un momento y luego saco mi celular.
Busco a Bella en Instagram por primera vez, ¿usará su nombre real? Lo hace y veo que tiene un montón de seguidores y una historia fresca, pero no la abro. Voy directo a sus seguidores y busco a algún Jake. Lo encuentro.
jakeblack96
Típico moreno guapo y musculoso. Nop, no me agrada. Para nada.
Más búsqueda y encuentro a Vanessa Wolfe, debe ser ella. Es la única Vanessa.
vanessacherries
Interesante. Le gustan las cerezas.
—¿Quieres conocerla? —pregunto.
Ella me mira rápidamente y luego entrecierra los ojos.
—¿La buscaste en Instagram?
—¿Quieres conocerla o no? —ruedo los ojos.
Ella lo piensa. Mira a la nada y se muerde el labio inferior. Luce sexy.
—No—resuelve—. Seguramente la conoceré después, pero…—alza su dedo—. Sólo dime si es más linda que yo—ordena.
Y como si ella no fuera lo suficientemente bonita así como está, se echa el cabello a un lado, un mechón de cabello húmedo cruzándole el rostro y luego se baja el tirante de su blusa, dándome una mirada sensual.
Dios.
Trago.
Uuhh.
Me río entre dientes y me pregunto si planea bajarse el otro tirante. O tal vez quitarse la blusa. Eso sería mejor.
Miro la pantalla de mi celular sólo para alejar mis ojos de ella. Vanessa Wolfe es guapa, nariz afilada y sus ojos también son cafés. ¿Está Jake buscando un reemplazo para Bella?
Quiero ser un buen amigo.
—No, tú eres más hermosa—respondo, porque en verdad lo creo.
No conozco a esa chica. Conozco a Bella. La Bella explosiva y gruñona y juguetona. Si, estoy muy seguro de que ella es más hermosa.
Ella sonríe, exhalando por su nariz y luego se sube el tirante.
—Bueno, gracias. En verdad sabes qué decir—raspa su helado con la cuchara.
—Es enserio—me encojo de hombros. No necesito decirle que es tan hermosa que hasta quiero besarla.
Una revista de bodas capta mi atención en su mesa de centro.
—¿Vas a casarte? —pregunto, tomándola en mis manos.
Ella ríe.
—No. Estoy muy lejos de eso—dice—. ¿Tú quieres casarte?
—Estoy muy lejos de eso—meneo la cabeza. Veo su sonrisa con mi vista periférica.
—Bueno, ¿me invitarás?
—Claro. ¿Quién peleará por el ramo?
Echa la cabeza hacia atrás, carcajeándose.
—¿Por qué dejaste que hiciera el ridículo? Los amigos no hacen eso.
La miro brevemente antes de regresar mi vista a la revista.
—Dijiste que no éramos amigos.
Bella resopla.
—Bueno, lo somos. Lamento eso—murmura y le da un apretón a mi rodilla.
—Disculpas aceptadas.
—Genial—dice antes de deslizarse en el sofá y apoyar su cabeza en mi hombro, como si quisiera tener contacto.
Quiero recostar la mía contra la suya, pero no lo hago. En su lugar, robo una cucharada de su helado, esperando que sigamos siendo amigos luego de eso.
En verdad Bella está chiflada. Y Edward está ahí, listo para burlarse de ella porque eso es lo que los amigos hacen, ¿verdad?
Aunque Rosalie tampoco se queda atrás en el nivel de la locura. Veremos cuánto tiempo está dispuesta a seguir planeando una boda imaginaria.
Y ya conocimos a los compañeros de Edward. Ese par es divertidísimo, se los aseguro.
Muchas gracias por sus comentarios, decidí dejarles un capítulo más hoy :)
Nos seguimos leyendo. No se pierdan el adelanto mañana en el grupo de Facebook.
